No tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí, ni de por qué, tampoco sabía por qué diablos estaba oscuro.
De repente, dos hileras de bombillas se fueron encendiendo una a una hacia él, como si de un pasillo se tratara. En el otro extremo se iluminó un rincón bastante familiar para él.
El ring.
Se sintió muy a gusto de saber que estaba en su segundo hogar, en el que prácticamente había nacido.
Estaba completamente vacío. Podía sentirse seguro, no había nada que temer. O tal vez sí. Podía permanecer recluido en ese lugar obsoleto para siempre en contra de su propia voluntad.
David Kramer no sabía que estaba en coma.
Merci pour la lecture!
Nous pouvons garder Inkspired gratuitement en affichant des annonces à nos visiteurs. S’il vous plaît, soutenez-nous en ajoutant ou en désactivant AdBlocker.
Après l’avoir fait, veuillez recharger le site Web pour continuer à utiliser Inkspired normalement.