Histoire courte
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DE UNA MADRE OPITA A SU HIJO

Alfonso Ortiz Sánchez


Duerme..., duerme....mi güipa; duerme..., duerme...mi guámbito. Esta cuja es para ti, porque a ti te gusta arruncharte con tu máma, y no te gusta arruncharte con tu taita en la barbacoa, especialmente cuando tienes el buche lleno de zurumba; porqué, no sé porque te gusta más la zurumba que el guarrús, o el cuchuco de maíz, cernido en el balay. En cambio a tu taita le gusta jartar guarrús, y cuchuco de espinazo e puerco, y chicha; pero chicha de la juerte, de esa que sirven en totuma. Algún día, mi gu ̈ipa querido, cuando seas un guámbito grandulón y te toque salir a jornaliar, o participar en las mingas de la comunidad para ayudar a construir un rancho de bahareque, ese día no le harás el chai a las comidas de tu taita; y hasta las yucas chumbas te parecerán sabrosas; y comerás peto de maíz cuando la gurbia te acorrale; entonces entenderás que debes ayudar a pilar, en el pilón, el maíz para las arepas, los biscochos, y la chicha. Mientras tanto, duérmete güipita porque estoy cansada y dolorida pues hoy, al pasar un chuquio a pata pelada, me hice una chaguala con una porquería de vidrio que estaba enterrado en el chuquio, y creo que mañana tengo que ir donde misía Domitila, la curandera, pa que me dé un remedio; cualquier bebedizo de pel ́a o de panche, pa que no se me pudra la pata. Te pido que te duermas porque, como el rancho de mesía Domitila queda lejos, tengo que lavar, esta noche, los chiros pues no puedo ir desguarmbilada, ya que a una chanchirosa todos le hacen el chai. No quiero que me pase lo de tu tía Quiteria que por vivir siempre en chingue hasta el zoquete del Elpidio se burla d’ella; y eso que ese zoroco, su ahijao, anda puai sucio y con el jundillo rasgao; lo mismo hace ese zumbambico Antenor, que anda remendao, y que es el hijo menor de don Emeterio Poloche. Deseo, güipita mio, que cuando estés bolantoncito estudies y sea un dotor, y no seas un cagüingo como muchos de los caritimbicos de estos ranchos, quienes, como buenos culimbos, lo pasan todo el día jugando trompo, y poniendo pereque en casa de misía Clotilde Cupitra. Pero duérmete mi guámbito pues tu mamá necesita estar tantico despierta y libre pa dejar lista la batea y los calderos pa madrugar a hacer las arepas y los envueltos de maíz pal desayuno, porque tu taita se levanta con mucho filo y necesita jartar bastante pa resistir doce horas seguidas de jornal en la hacienda del dotor Manrique; allí le toca doblar el espinazo a puro rayo e sol sin descansar tantico masquesea pa resollar. Los jornaleros están siempre vigilaos por el mandamás, y siempre tienen que avanzar..., y avanzar..., sin recular, ni desviarse del surco, y así evitar los gritos y silbidos del mandamás, del capataz, tan ordinario y déspota como la pior ralea de los pájaros y chulavitas de la violencia del 46; y de la última, la de los dueños de la motosierra. ¡ah¡ guámbito bandido, ya recuerdo por qué no tienes sueño pues hoy por la tarde, a la hora de la segundilla, tu, güipa picarito, dormiste como dos horas, acostao en la estera que estaba tendida debajo del palo e mango; y a mí me tocó atajar la burra pa que no lo molestara. Mientras tu dormías, yo andaba con un joto al hombro donde cargaba unos chiros pa remendarlos. Ahora, como veo que no tienes sueño, te contaré algo que le sucedió a mi tatarabuelo; es una historia contada por mi bisabuelo; resulta que mi tatarabuelo, eso me lo contó mi bisabuelo, era borracho, parrandero y jugador; no paraba en casa y era muy andariego; sus aventuras, siempre, estaban ligadas a faldas de todos los colores, olores y sabores. Pues resulta que una noche, tarde, muy tarde, al pasar por un monte oyó llorar un niño; se bajó del mocho y fue a recoger el güipa llorón, pero el berriondo guámbito, cuando mi tatarabuelo lo alzó en sus brazos, le dijo: “teno ñentes”, y de su boca salió una llamarada de unos dientes todos de oro. ¡Quién dijo miedo! El sinvergüenza, borrachín y mujeriego, sintió que la cabeza se le agrandaba, y los pelos se le pusieron de punta; intentó correr, pero no pudo pues las patas parecían de trapo; se enredó en un espinero y las quimbas se le rompieron. Fue tanto el susto que perdió el conocimiento, y, como a las dos horas, despertó y lo que vio fue pior. Se le apareció una horrible mujer con una sola pata; de su jeta salía candela, y su piel parecía cuero de lobón, cuero de lagarto; era mechuda, y tenía unos colmillos como de un perro chandoso y bravo. Me contó mi bisabuelo que le había contado mi tatarabuelo que jamás había visto una mujer tan horrible y sucia y que le narró lo siguiente: yo fui una mujer muy bonita y me casé con el jornalero de una inmensa hacienda. Ese hombre era muy trabajador, responsable y cariñoso; pero me enamoré del dueño de la hacienda porque todos los días me molestaba, me decía cosas bonitas, y me ofrecía el cielo y la tierra hasta que decidí ser su amante. De pronto, un día cualquiera, estábamos desnudos en el catre, dándole al huiqui-huiqui, cuando llegó mi marido. Ciego de rabia, emberriondado, sacó el machete y le mochó la cabeza al dueño de la hacienda, mi concubino; y, como yo salí corriendo asustada, no pudo mocharme la cabeza, pero me mochó una pierna, y desde entonces vivo en el monte, y me dicen la patasola. Todas las noches salgo a castigar a los hombres infieles como usted, y si vuelve a sus andanzas lo castigo y le mocho lo que sabemos pa que deje de ser pipiloco. ¡chámbila! Mi güipa se durmió, no sé cuándo. Tal vez le parecieron aburridoras mis historias, o, posiblemente, se durmió pensando que su m ́ama tenía que pilar el maíz pa la chicha, y el cuchuco de güeso e marrano. Y, por último, me despido recordando unos versos del poeta Cesar Vallejo; estos versos me los enseñó el profe cuando terminé tercero; no aprendí más, ni estudié más porque la pobreza solo me permitió hasta tercero de primaria: Hay golpes en la vida, tan fuertes...Yo no sé! golpes como del odio de dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma...Yo no sé! ............. Y el hombre...pobre...pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes....Yo no sé!

Esto pa que vea que tu máma no es ninguna atembada como cree el prójimo. Algo es algo.

7 Mai 2020 00:04 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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