garaboytes Angie Aboytes

A través de este cuento, conocerás la esencia de un hombre con una vida gris y ordinaria que hace cambios extraordinarios en la gente que le rodea a través de un corazón diminuto, cuya apariencia se asemeja al de una manzana.


Histoire courte Tout public.
Histoire courte
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El hombre de las manzanas rizadas.

Había una vez un hombre tan malo, que él mismo se decía cosas negativas y bárbaras para castigar su ego. Su única maldad consistía en hacerte sentir incómodo a través de las palabras que celosamente estudiaba y que de tanta disciplina aprendió a ser tan bueno para decirlas, cómo si fuese el ¡zuuum! de un mosquito en tu oreja, si tu lo permitías.

Él se levantaba muy temprano, desde antes que la luna terminará su turno y se vieran los primeros rayos de sol. Se quejaba al tener que vestir su estructurado cuerpo habido de descanso. La ropa inclusive le temía y se desgastaba al contacto con su piel, pues los hilos se desprendían con una tristeza al querer tener la fortaleza de forrar el cuerpo de su amo, contra la temperatura de la estación. Gustaba de vestir un pantalón de mezclilla azul, su cinturón roto de tanto uso, su playera tipo marinero, un suéter que dejaba que lo abrazara alrededor de su cuello, solo para garantizar que no tendría frío de madrugada, y unas botas, esas botas que lo transportaban en millones de calles que recorría mientras decía palabras sin fundamento.

Este hombre, no se veía al espejo porque sabía que se enojaría más por el tiempo que había transcurrido en él, así que con el agua fría que quedaba del lavabo, peinaba sus desordenados cabellos, lacios, donde antes había unos hermosos rizos, que una vez me heredo.

Ese hombre bajaba las escaleras y cada escalón se estremecía con un crujido rechinante, pues el metal oxidado sin cuidado alguno del que estaban hechas, tenían que soportar su peso y golpe. Cerraba la puerta de la casa con delicadeza, y sin hacer ninguna vacilación sólo se marchaba.

Las personas que no lo conocían le temían, pues su mirada enrojecida no daba señal de amistad, y la gente que lo conocía lo saludaba con admirable respeto. No había poder humano de conmoverlo ni un centímetro, ni un grado ni un momento, los perros, los gatos y las palomas eran su principal blanco para hacerlos correr a la infinidad, mientras él lo disfrutaba.

Era día de celebración cuando sus ojos nada entrenados reían, dado que no podía reír con su boca, y el festejo duraba menos del minuto, para regresar a su imponente espíritu de seriedad. De nada tenía miedo, podía transportar a una cucaracha al espacio y tomar de las orejas a un ratón, que con sus manitas peludas suplicaba que no le hiciera nada.

A pesar de ser un adulto tenía la travesura atravesada de un niño, pues dentro de sus maldades, les daba de probar picante a cualquier ser humano que inocentemente degustaba aquello que generosamente él les regalaba, y aunque no se reía a carcajada abierta, sabía que con eso alimentaba su ingenioso plan que había logrado.

Generaba excusas para no estar en un lugar laborando, pero era un perfecto reclutador aún cuando él no trabajara en esa empresa, colocaba a la gente. ¡Qué impresión! Un día en mis días de infancia me lo encontré y manoteaba con sus rudas manos lastimosas una y otra vez, tratando de bendecir, de aventar moscas, de liberarse de un mal olor, o darse frescura, no lo sé. Me miró fijamente y me dio a conocer en cuatro palabras de un largo discurso que me portara bien, no lo entiendo, tan solo pensaba - ¡Qué personaje tan extraño! - Su familia, trataba de entenderlo y comprender su situación pero era un ser indomable, al que no había quién pudiera acallar su estilo de vida, tanto así que la gente de alrededor sabía que él tenía que ser así, y así estaba bien.

Se alimentaba con proteína, a pesar de no tener mucho dinero y era un tipo que leía y se mantenía saludable de tanto caminar aunque él no se diera cuenta. Vivíamos en el mismo techo de una casa madura e impregnada de una aroma fraternal, sin embargo había mundos de diferencia sin tecnología alguna, pues nos comunicábamos con mímica y un sinfín de palabrería que él llegaba a decir. Ocasionalmente, me regalaba de su diminuto corazón una manzana, y aun siendo pequeñita la tomaba entre mis manos sin saber que hacer, solo me sentía como una princesa de cuento cuyo fruto era regalado por un ser original y fantástico. Era para mí todo un juego eterno que me acompañó en diferentes escenarios de mi vida. Una vez la familia se reunió para hacerlo cambiar, y se llevaron una sorpresa porque él se adaptaba a cada uno, sin tener que cambiar su forma de ser, así que en libertad continuó. En realidad su vida es ejemplar e impactante para cualquiera que lo conoció, y siendo un hombre tan malo consigo mismo, sus maldades no fueron nunca justificadas, y se consideraron fuente de que algo se tenía que aprender de él.

Un buen día llegó un hombre con una paz contenida y tocó a la puerta preguntando por él, pues necesitaba que se cubrieran unas vacantes y dentro de ellas, él aplicaba perfecto al perfil. Haciendo una mueca el hombre malo se le sobresaltó su corazón y viéndonos nos comentó, - espero que todas las lecciones que les compartí las hayan aprendido-, y con nuestros rostros incrédulos de lo que estábamos escuchando, continuó diciendo, -me ha tomado tiempo ser el mejor de los malos para que alguien importante viniera por mi, eso es lo que buscaba, fue parte de mi entrenamiento, y con esa pasión he logrado un objetivo, así que si hay algo que les apasione necesitan buscar y encontrar-.

Se fue el hombre malo decía la gente que estaba cerca, los vecinos y mascotas se tranquilizaron, ya no había porque correr y sentirse amenazado por su figura, nadie lo extrañó al parecer, dentro de sus tesoros había lápices con los que pintaba a la vida, una vida que no conoció hasta ese entonces.

En una ocasión, tuve la curiosidad de preguntar a alguien cercano, -¿Por qué el hombre malo era así?, ¿Por qué a pesar de todo, parecía tan divertida su vida, llena de palabras sin razón y qué perfil podría ocupar un hombre de esta talla?, - a lo que me contestaron, -ese hombre malo tenía la virtud de hacerse de ese carácter espantoso para que nadie quisiera ser como él, y el perfil que tanto anhelaba cubrir, el cual le fue concedido por su arduo trabajo que consistía en sembrar manzanas de corazón pequeño como el de él, para hacer sentir a las niñas rizadas como tu, su vida tan inolvidable como si fuese un cuento de hadas, ¿Lo logró?, -y sin pensarlo, dije en voz bajita, -sí si lo logró-.







19 Avril 2020 02:34 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

Angie Aboytes Me gusta escribir acerca de los momentos cotidianos y simples que me permitan proporcionar un tinte de magia, fantasía y los mejores deseos a pesar de las circunstancias con las que nacen.

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Proséf Chetai Proséf Chetai
Hola, Angie, saludos. Si la intención es hacer sonrugirse al lector con la narrativa.¡Claro que lo logras! Bastante fresca la historia. Ánimo
April 20, 2020, 20:27

  • Angie Aboytes Angie Aboytes
    Proséf Chetai, agradezco sinceramente los comentarios proporcionados, los cuáles me dan una singular alegría interna por tan generoso gesto de obsequiarme su tiempo para leer este cuento que se diseñó con afecto y cuidado. Me siento agradecida. April 26, 2020, 01:21
~

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