═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════
PRÓLOGO: UNA MELODÍA
SIMÓN NUNCA HABÍA PODIDO SENTIRSE MUY A GUSTO ENTRE LAS PERSONAS. Él mismo, siendo un pequeño niño de nueve años, dijo a sus padres una noche luego de cenar frente la chimenea, que se encontraba decidido a que, si no conseguía algún amigo como los ellos, en el mes siguiente se resignaría a que estaría solo el resto de su vida. Infantilmente trató de tranquilizarlos diciendo que probablemente sería lo mejor debido a su torpeza.
Claramente en la mente del niño no era una meta tan difícil, por consecuencia no se lo tomaba tan enserio. Y terminó por olvidar aquel objetivo cuando una tarde en camino de regreso a su casa junto a una costa empinada encontró a un vagabundo algo ansioso en busca de bebida, y tan curioso se mostró que terminó por quedar a una distancia considerada peligrosa. El mayor lo vio y pareció asustarse luego de haberlo visto, dando un pequeño salto hacia atrás.
—¿Que andas buscando que tus ojos no se alejan de mí? —Preguntó al darse cuenta que el niño parecía avergonzado por interrumpir sus balbuceos.
—Lo escuché decir que tenía mucha sed y me quise asegurar de cuánta falta le hacía. —El niño tenía la costumbre de omitir algunos datos vitales para entrelazar conversaciones, siendo así que no reparó en continuar su respuesta diciendo que no comprendía porque tenía tanta sed si tenía un bolso algo grande junto a él. El anciano comprendió a medias esto mismo y algo dentro de sí mismo lo animó a intentar averiguar qué más había en el muchacho, su vida no era realmente interesante.
—Para vivir hay que beber, o si no te arrugas como una uva y te quedas en el suelo hasta irte.
Simón obviamente comprendía esto como niño inteligente que siempre decían que era, pero eso no contestaba su pregunta y cada vez pasaba más el tiempo, las olas hacían más ruido y el sol iluminaba menos.
—Pero tiene algo ahí. ¿Por qué no lo vende y bebe? Así no tendría que ser como la uva. —Dentro de su bolso tenía un viejo violín con el que había pasado tantas cosas que ya no recordaba como lo había obtenido, por mucho tiempo había sido su única compañía. En ese momento también realizó que, a pesar de no tener la apariencia de alguien sin padres, aquella criatura estaba más solo que él, un mendigo. O tal vez habían sido ideas suyas, fuera cual fuera estaba empezando a sentirse mal del estómago.
—¿Sabes lo que hay aquí? —Preguntó con un tono más amable en comparación al de antes. El pequeño negó con la cabeza. —Un violín, es para hacer música. Es como una amiga fiel.
Eso último hizo brillar el interés de Simón ya que le hizo recordar la promesa hacía sus padres.
—Yo estoy en busca de un amigo. ¿Ese puede ayudarme o tengo que conseguir el mío propio?
Mientras tanto decía esto, el mayor ya se encontraba descubriendo al delicado instrumento para enseñárselo. Tenía un aspecto viejo, pero demostraba un gran cuidado y afecto. "Es posible" dijo este y comenzó a tocar aquello que su alma expresaba, era una pieza melancólica pero llena de pasión por la misma que dejó tan deslumbrado al pequeño, tanto que decidió que su búsqueda de unos días había llegado a su fin.
Al terminar de sonar la última nota casi que tuvo que cerrarle la boca a su acompañante debido al asombro. Rio de la manera más tierna que pudo salir de su interior, no muchos querían a los músicos, todos se empecinaban en trabajar y trabajar sin apreciar más allá que una moneda. Siendo el momento en el que pensamiento como aquel cursó su mente realizó en que él también había terminado por ser de esa manera, culpando a ciertas bebidas.
Con esa vista frente a él, no se sintió digno de aquel instrumento. Era casi como si hubiera defraudado a su ser más querido. Al volver la mirada ante el niño observó el cuidado y delicadeza con el que examinaba el nuevo objeto. Tomó entonces una decisión que cambiaría a dos y dijo:
—Cuídala con atención, nunca te abandonará a ti, más bien tu tendrás que ganarte su favor.
Siendo así que su vista y sus pies cambiaron de dirección hacia el mar que comenzaba a subir con cada momento que transcurría. Simón comenzó a retroceder por el miedo mientras llamaba al anciano que tenga cuidado, pero este tenía una misión clara y no paró hasta que la espuma y las olas lo llevaron consigo, siendo feliz por haber dejado a su amiga en buenas manos y no sucia y rota en algún bar.
Aquella imagen marcó a Simón para el resto de su vida, siendo el primer día junto a su nueva amiga, deseando algún día poder lograr crear alguna melodía igual o más hermosa que la que había contemplado aquella vez.
Merci pour la lecture!
Nous pouvons garder Inkspired gratuitement en affichant des annonces à nos visiteurs. S’il vous plaît, soutenez-nous en ajoutant ou en désactivant AdBlocker.
Après l’avoir fait, veuillez recharger le site Web pour continuer à utiliser Inkspired normalement.