Tokio…
3:00 de la madrugada, Haruo abre los ojos en la oscuridad que lo rodea, como ya ha sucedido en otras ocasiones a mitad de la noche. Sin motivo aparente el sueño lo abandona, único refugio que da descanso a su cuerpo y alma atribulada por tantas responsabilidades que agobian su vida. Ya acostumbrado a estos momentos de insomnio nocturnal extiende su mano buscando torpemente el celular que quedo abandonado cerca de su cuerpo en la cama. Al mirar la hora su mano suelta el aparato con desgano que rápidamente se apaga como una luciérnaga tragada irremediablemente por la profunda noche que todo lo envuelve.
Haruo respira profundamente, y el aliento desconsolado que sale de su boca es como el último resoplido de un animal herido que abandona su última esperanza de vida. Aquejado por su deseo de volver a dormir, gira su cuerpo y adopta la posición de un bebe en el vientre de su madre, cubriéndose nuevamente con la colcha como su única protección contra el mundo hostil… Con dificultad Haruo trata de aquietar la tormenta de su mente, sabe en su interior que ya no es el mismo, algo ha cambiado y nada es como antes… Los recuerdos cálidos de la niñez ya están muy lejos y los latidos del corazón acompasadamente duermen los sentidos y la sensibilidad guardada…
El silencio…
Vuelve el sueño…
7:00 de la mañana. El sonido estruendoso del reloj despierta abruptamente a Haruo, rápidamente va al baño y cumple su rutina de aseo, ya sabe que su cuerpo automáticamente se ha programado para cumplir la actividad cotidiana de desayunar y vestirse sin pensar mucho en lo que su alma quiere y solo se deja dominar por lo que su mente le dice que debe hacer. Sale de su apartamento y el frío impertinentemente le abofetea la cara, como para recordarle lo despiadado que puede ser el clima aun cuando la luz del sol gradualmente caliente la tierra. Diligentemente se marcha a la estación más cercana del metro que lo llevara a cumplir un día más de trabajo en la empresa.
Ya en el andén del metro abarrotado por tanta multitud, Haruo con dificultad logra ingresar al vagón quedando casi sin poder moverse entre tanta gente cuyo objetivo es llegar a tiempo a destino. Haruo se siente sofocado y miserable, recordando lo leído en un artículo de revista donde en algún lugar perdido del mundo los mineros son trasladados a las entrañas de la tierra sin saber si esa será la última ocasión que sus ojos verán brillar la luz del día, también recuerda la pintura del infierno de Dante donde las almas pecadoras van a espiar sus culpas, atacado repentinamente por lo gracioso que le resultan las jugarretas que su mente hace, una leve sonrisa de ironía se dibuja en su rostro y nuevamente vuelve la severidad a ocupar su puesto en la escena.
Su mirada busca ávidamente el vidrio que conecta con el espacio exterior, y como una señal de la providencia, ve un ave que vuela libremente acercándose al cristal llevada por la brisa lo cual le permite apreciar cómo va planeando alegremente suspendida en las olas invisibles del viento. Esto le hace conectar suavemente con los recuerdos de cuando era feliz en su niñez, viviendo con alegría los días sin preocupaciones por el porvenir.
La libertad que muestra el ave rebosa su corazón llenándolo de esperanza, alegría y paz únicas. Entonces Haruo experimenta muy dentro de sí una necesidad instintiva que lo invade poderosamente...
Su reloj biológico le hace sentir el desajuste en la marcha. Sabe que necesita parar. Tomarse un descanso, vacaciones, un año sabático, o tal vez vacaciones vitalicias…
No lo sabe, solo entiende que ya no puede seguir así…
Debe tomar un descanso y volver a lo esencial cuando la vida era más simple y amable. Volver a sus raíces y a sus afectos que aunque están lejanos esperan su regreso…
¿Tomara la decisión de buscar la felicidad a tiempo?...
¿Lo hará antes de que llegue el invierno a su vida?...
¿Permitirá que el reloj del tiempo irremediablemente le descuente los años y los intereses de la cuenta bancaria de su existencia, consumiéndose lentamente como una vela esplendida en la oscuridad?
Cual ave que vuela, solo Haruo podrá decidir cuándo desplegara sus alas alzando el vuelo hacia la preciosa Libertad, y cuál será la dirección de su destino. Siente que no puede ser como Ícaro volando alto insensatamente, acercándose al sol que quemara sus alas. Solo él puede hacer posible la liberación de su vida atrapada en la ciudad.
Solo él puede…
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