shadi_kh Shadi K H

En un vasto y diverso mundo habitado por una infinidad de razas y criaturas, la historia se centra en Kinori, un joven que aparenta ser humano pero lleva consigo un poder extraordinario: la sangre de dragón. Él es uno de los cuatro descendientes que aún conservan este legado ancestral, ya que los majestuosos dragones se extinguieron hace mucho tiempo. Sin embargo, un enigmático grupo de villanos, cuyos motivos permanecen ocultos, está tras la pista de estos herederos. Para defenderse, Kinori deberá aliarse con humanos que, influenciados por antiguas creencias, consideran a los dragones como seres malignos. En medio de la lucha por su supervivencia, Kinori se enfrenta a desafíos más allá de la persecución física. Deberá desafiar la desconfianza y buscar apoyo entre aquellos que, a pesar de sus prejuicios hacia los seres con sangre de dragón, podrían ser su única esperanza para detener a los enemigos que buscan su destrucción.


#19 Dan Action Déconseillé aux moins de 13 ans. © Atribución de Creative Commons (CC)

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Leyendas y Promesas.

En un universo distante, existe un inmenso planeta poblado por una innumerable variedad de razas y seres vivos. En su hemisferio norte se yergue una ciudad amurallada conocida como Argen.

A pesar de su nombre, Argen es más una urbe modesta que una metrópoli, albergando apenas a mil habitantes. La mayoría de sus residentes pertenecen a la tercera edad, una consecuencia directa de la escasa natalidad que aflige a la comunidad, resultado de una economía afectada por las dificultades.

Entre los habitantes, destaca una familia particular, hogar de nuestro protagonista, Kinori, el hijo menor con apenas 13 años. Es un chico con espíritu rebelde y juguetón; cuando acompaña a su madre en las compras, disfruta captar la atención de los comerciantes, correteando por las tiendas con su katana de madera en alto, mostrando su pequeño espíritu samurái. Los vendedores, ya familiarizados con su travesura, les saludan al verlos llegar con un cálido: "¡Hey! ¿Cómo está mi pequeño samurái favorito?"

La apariencia de Kinori es única en Argen: su pelo, largo y liso, recogido en una coleta, es de un blanco puro. Su piel, de un tono ligeramente más oscuro, comparte la misma pureza cromática, y sus ojos tienen un matiz verde claro. Esta singular combinación hizo que los aldeanos, al verlo por primera vez, lo confundieran con un elfo u otra criatura fantástica. Sin embargo, sus padres confirmaron que Kinori era simplemente un humano común y corriente.

La humilde morada de la familia se compone de una casa pequeña con dos puertas exteriores. Una de ellas conduce al modesto huerto, donde Kinori disfruta ayudando a recolectar hortalizas y frutas que crecen en la tierra. La otra puerta se abre a un sendero recto rodeado de casas vecinas.

El interior acogedor cuenta con un comedor, una cocina compacta, un pequeño baño y la habitación de los padres. Kinori y su hermano comparten el espacio del salón, donde cada noche preparan sus camas en el suelo. Mientras tanto, sus padres disponen de una habitación pequeña con una cama grande y una ventana con vistas al huerto.

Una de las mayores alegrías de Kinori es visitar a Yuki, un sabio del lugar, quien deleita al joven con relatos de hazañas protagonizadas por legendarios samuráis. Esta conexión con las historias de valentía y honor despierta el entusiasmo de Kinori. Sueña con convertirse en un gran guerrero samurái de su aldea. A veces, el sabio visita su hogar y siempre trae consigo unas deliciosas galletas caseras que Kinori adora: redondas, dulces y crujientes.

Dentro de la familia se encuentra Zares, el hermano mayor de Kinori, un joven de 19 años con una estatura notable, cabello negro, largo y liso recogido en una coleta alta. Su piel morena y sus profundos ojos negros destacan en contraste con su melena oscura.

Zares se prepara diligentemente para la inminente guerra. Los guerreros de la aldea comienzan su entrenamiento a los 12 años, y él acumula ya 7 años de experiencia en combate. A pesar de estar listo para enfrentar su primera guerra real a los 18 años, Zares optó por participar en una guerra amistosa entre los soldados de Argen en su lugar. Esta decisión despertó cierta envidia en Kinori, quien anhela participar en batallas y demostrar sus habilidades.

"Qué suerte la tuya, podrás ir a la guerra antes que yo", murmuró Kinori, desviando la mirada hacia el suelo antes de dirigirla hacia Zares. "Estoy seguro de que con tu habilidad, ascenderás rápidamente en rango".

Los dos hermanos caminan de regreso a casa, Zares vistiendo su armadura samurái en preparación para el inminente llamado a la guerra. Los dos sostienen recados, Zares lleva una bolsa con la compra que su madre le encargó y Kinori tiene una pequeña bolsa con unos cuantos gramos de harina. Zares se detuvo, girándose para responder a Kinori.

"Todo a su debido tiempo, querido hermano", respondió Zares, sonriendo mientras posaba su mano en el hombro de Kinori. "Mira lo que tengo para nosotros", continuó, rebuscando en su bolsillo en busca de algo. Dos colgantes emergieron del bolsillo: Zares le colocó uno a Kinori, con la parte blanca del famoso amuleto Yin y Yang como adorno. El otro collar lo sujetó Zares, llevando consigo la parte negra.

"¡Guau, es genial, siempre quisimos esto! Muchas gracias", exclamó Kinori, abrazando a su hermano.

"De nada", respondió Zares, acariciando el cabello del pequeño. "Este collar representa nuestros sueños. Sin importar lo que suceda, ambos los lograremos", continuó, sonriendo a Kinori.

"Pero el Yin Yang no representa realmente eso, ¿lo sabías, hermano?", preguntó el niño, admirando su collar.

"Jajaja, sé que eres muy astuto y te encantan las leyendas. Seguro sabes más que yo sobre los amuletos", bromeó el mayor, tocando la parte trasera de su cabello. "Pero quiero que represente ese sentimiento, ¿vale? Ambos alcanzaremos nuestros objetivos", añadió Zares con una sonrisa.

"¿Me lo prometes?", preguntó Kinori, extendiendo su meñique mientras sonreía.

"Te lo prometo", respondió Zares, juntando su meñique con el de su hermano.

Continuaron su camino hacia casa, charlando animadamente y riendo entre bromas.

Al acercarse a su hogar, el padre de los jóvenes esperaba a Zares junto a un grupo de hombres ataviados con armaduras samurái y montados a caballo. El padre, un hombre de considerable estatura, cabello negro y un característico bigote samurái del mismo tono, poseía una piel morena que complementaba su mirada seria y su actitud estoica. Etis se consideraba uno de los mejores guerreros samurái de la aldea.

"Zares, ¿estás listo?", Etis lo miró con severidad. "Finalmente, enfrentarás una guerra real. Espero que no me decepciones. Despídete, es hora de partir."

Etis siempre se expresaba de manera directa, utilizando pocas palabras para transmitir sus intenciones.

"Kinori", prosiguió el padre, dirigiéndose a su otro hijo, "tu próximo entrenamiento está próximo. Espero que cuando regrese de la guerra, el instructor me informe que has cumplido con tu deber".

"Sí, padre", respondieron los hijos en unísono.

Zares se despidió de Mizuki, su madre, con un abrazo fuerte. Ella le compartió unas palabras con profundo significado.

"Recuerda, hijo mío", dijo Mizuki, alzando la mirada para poder ver a Zares debido a su diferencia de estatura. Con ambas manos en las mejillas de su hijo, continuó, "Es mejor morir con honor que ser un cobarde. Nunca arrojes tu arma ni huyas de un duelo, no te rindas tan fácilmente. Un verdadero samurái no muestra su miedo, lo transforma en determinación para seguir en la batalla."

Mizuki, de estatura mediana, pelo liso y largo, de un negro puro al igual que sus ojos, tenía un carácter humilde y siempre sonreía con firmeza.

"Sí, madre, prometo no decepcionarte", respondió Zares antes de despedirse de su hermano.

El mayor se arrodilló para abrazar a Kinori, pero las lágrimas inundaron los ojos del pequeño.

"¿Qué sucede, hermanito?", preguntó Zares, preocupado.

A pesar de sus intentos, Kinori no podía contener las lágrimas. Un pensamiento abrumador lo consumía.

"¿Estás seguro de que no morirás?", preguntó finalmente entre sollozos.

Zares sonrió y colocó su mano izquierda sobre el hombro derecho de Kinori antes de hablar:

"Siempre he estado a tu lado, ¿recuerdas lo que nos prometimos hace tiempo? Prometimos vivir juntos al máximo para compartir nuestras historias. Y una promesa no se rompe", dijo Zares, secando las lágrimas del pequeño. "Juntos haremos realidad nuestros sueños, pase lo que pase."

"Entiendo..." contestó débilmente Kinori.

"¡Hey, mírame!" insistió Zares. Kinori alzó la mirada y se encontró con los ojos de su hermano llenos de determinación. "Nuestra aldea ganará la batalla", afirmó Zares.

"¡Seguro que sí!" exclamó Kinori, recuperando el ánimo.

Satisfecho por haber tranquilizado a Kinori, Zares montó en su caballo y dedicó una sonrisa a él y a su madre.

"Un momento", exclamó Mizuki con una sonrisa, "te llevas algo que necesito."

Zares se percató de a qué se refería. Todavía tenía en su mano la bolsa de la compra que ella le había encargado.

"Disculpa, madre, se me olvidó por completo", respondió Zares entre risas.

La madre se acercó para recoger la bolsa y abrazar a Kinori antes de su partida. Junto a su padre y los compañeros de batalla, Zares partió hacia la zona de guerra. Mientras se alejaban en el horizonte, el sonido del galope de los caballos y las armaduras se fue desvaneciendo.

"Bueno, es hora de ir con el sensei", dijo Mizuki, limpiando el rostro de su hijo. "Ya escuchaste a tu padre, ¿verdad? No le decepcionarás, ¿cierto?"

"No, madre", respondió el niño, entregándole la bolsa de harina que tenía en la mano. "Toma, que ya me dirijo al dojo."

La madre intentó tomar la mano de Kinori, pero él se resistió. Estaba harto de ser tratado como un niño pequeño, quería ir solo esta vez.

"Te he dicho muchas veces que ya he crecido", se quejó, intentando apartar su mano de la de su madre. "Además, esta vez iré solo, como aprendí, y me lo prometiste."

"Bien, pero, ¿estás seguro de saber el camino?", dudó la madre.

"Pero si siempre me has llevado, me lo sé de memoria", contestó Kinori, yendo ya camino al dojo.

"Perfecto, hijo", dijo, elevando la voz. "¡Mucha suerte en el entrenamiento!"

Kinori levantó la mano en señal de despedida mientras seguía su camino. Aunque su madre estuviera preocupada por si se perdía, ella confiaba en que los aldeanos ayudarían si llegara a extraviarse. Toda la aldea conocía a su familia y, si por casualidad se perdiera, sabía que sería auxiliado para encontrar el camino de vuelta.

El dojo se encontraba a unas cuantas manzanas del hogar de Kinori, lo que implicaba un breve trayecto a pie, pero en medio de la caminata, decidió correr.

"Vaya, otro día yendo solo, ¿eh, pequeño?" comentó un comerciante que observó al chico corriendo. "Seguro que tú serás el próximo de los mejores guerreros de la aldea."

El niño siguió su camino y, al avanzar una manzana más, se detuvo momentáneamente, dirigiendo su mirada a una calle donde se encontraba la casa de uno de sus pocos amigos. Dado que la mayoría de los habitantes en Argen eran ancianos, no había muchos niños de su edad. "Espero que no tarde mucho", pensó. Se quedó unos minutos esperando mientras daba vueltas en su mente sobre la guerra.

"¡Kinori! ¡Corre!" se escuchó una voz proveniente del hogar de su amigo. "Ya te pillo."

El chico escuchó sus palabras y siguió su camino corriendo. Mientras continuaba trotando, se escucharon pasos fuertes detrás de él. Al girarse, vio a su amigo Vibarl esprintando hacia él, pero Kinori logró detenerlo usando una de las técnicas que le había enseñado su padre, Etis. Aunque no dominaba completamente la técnica, terminó haciéndose algo de daño también.

El chico se llamaba Vibarl, un niño con una apariencia bastante normal para su edad. Tenía una estatura media y un cuerpo delgado y ágil que mostraba signos de estar acostumbrado a actividades físicas. Su cabello castaño oscuro, con pequeñas ondas naturales, enmarcaba un rostro amigable adornado con ojos avellana que brillaban con curiosidad y energía. Siempre vestía ropas cómodas y prácticas para sus aventuras diarias, con un aire despreocupado pero lleno de vitalidad.

A pesar de su aspecto común, su espíritu era valiente y lleno de vitalidad, lo que lo convertía en un compañero confiable y divertido para las travesuras diarias en la aldea.

"Jajajaja, maldito", comentó Vibarl, tumbado en el suelo y tratando de recuperar el aliento, el sprint lo había dejado sin aire. "Otro de los trucos de tu padre."

"Sí," bromeó Kinori, intentando disimular su pequeño error, y luego extendió la mano para ayudar a levantar a su compañero. "Bueno, será mejor que sigamos nuestro camino, Vibarl."

Vibarl aceptó su mano y se levantó con la ayuda de Kinori, luego se preparó para otro sprint.

Antes de comenzar su carrera, Vibarl cambió de tema: "¿Has oído algo más sobre la guerra? ¿Tu hermano Zares está involucrado?"

Kinori redujo su paso y frunció el ceño. La mención de la guerra le recordó a su hermano Zares y su partida al conflicto.

"No mucho", respondió Kinori, buscando las palabras adecuadas. "Sé que Zares está en ella. Ha partido para enfrentar el conflicto."

Vibarl asintió, mostrando comprensión. "¿Temes por él?"

"Un poco", admitió Kinori. "Pero confío en sus habilidades. Es uno de los mejores guerreros que conozco."

El viento susurraba entre los árboles mientras ambos chicos compartían una breve mirada de complicidad.

"Entonces, ¿el último limpia el dojo?", bromeó Vibarl, retomando su espíritu competitivo.

"¡Trato hecho!" respondió Kinori con una sonrisa, preparándose para el último sprint.

Ambos comenzaron a correr, riendo y disfrutando del reto mientras se apresuraban para completar las manzanas restantes.

Al llegar al dojo, apenas había unos pocos jóvenes esperando al sensei. Formaban dos filas, y Kinori y Vibarl se colaron en una de ellas. Con solo seis estudiantes, incluyéndolos a ellos dos, las filas se completaron perfectamente.

El ambiente tranquilo cambió cuando finalmente apareció el entrenador, un hombre de postura erguida y expresión serena que denotaba una larga experiencia en el manejo de armas japonesas. Dio inicio a la clase con la típica presentación y saludo formal.

El entrenamiento se llevó a cabo en un espacio amplio y ordenado. Comenzaron con ejercicios de calentamiento, seguidos de técnicas de manejo de katanas y otras armas tradicionales. El sensei instruyó a los alumnos en movimientos fluidos, enseñándoles la importancia de la concentración y la precisión en cada movimiento.

Kinori y Vibarl estaban completamente inmersos en la práctica. Intentaban asimilar cada consejo y técnica que el maestro les ofrecía. Practicaron técnicas de corte y defensa, trabajando juntos en parejas para aplicar las lecciones aprendidas.

Durante un ejercicio de combate simulado, Vibarl y Kinori se enfrentaron utilizando katanas de madera, poniendo a prueba sus habilidades recién adquiridas. Entre los movimientos rápidos y precisos, conversaban:

"¿Viste esa técnica que hizo el sensei? ¡Fue increíble!" comentó Vibarl, esquivando un ataque simulado de Kinori.

"Sí, definitivamente es todo un experto. ¡Estoy tratando de imitar esos movimientos!" respondió Kinori, desviando un golpe y contrarrestando.

Tres horas pasaron volando entre la intensa práctica con armas y los desafíos de combate. Al salir del dojo, los alumnos discutían animadamente los aspectos más destacados de la sesión.

"¿Qué te pareció el ejercicio de espada hoy?" preguntó Kinori mientras caminaban de regreso a sus hogares.

"Fue genial, ¡me encanta aprender nuevas técnicas!" respondió Vibarl, entusiasmado. "Pero aún necesito practicar más para mejorar mi precisión."

Al llegar a la calle donde estaba la casa de Vibarl, se despidieron con una sonrisa. Kinori se preparaba para seguir su camino a casa, pero Vibarl lo detuvo.

"Oye, ¿qué te parece si vienes a cenar a mi casa esta noche? Mi madre está preparando algo especial", propuso Vibarl con entusiasmo.

Kinori titubeó por un momento, preocupado por aceptar la invitación sin avisar en casa. "Lo siento, Vibarl, pero mi madre se preocupa mucho si no la aviso con anticipación. No creo que sea una buena idea ir de improvisto".

"¡Vamos, será divertido! Mi madre cocina delicioso y sería genial pasar tiempo juntos fuera del dojo", insistió Vibarl.

Kinori reflexionó un instante, tentado por la idea, pero finalmente negó con la cabeza. "Lo siento, de verdad. Debo avisarle a mi madre antes de hacer planes, pero ¡seguro que otro día acepto encantado!"

Vibarl aceptó la decisión de su amigo con una sonrisa comprensiva. "Está bien, lo entiendo. Otro día será entonces. ¡Nos vemos en la próxima clase!"

Kinori asintió con una sonrisa y continuó su camino a casa, pensando en la oferta de Vibarl y emocionado por la posibilidad de compartir una cena en su hogar en otra ocasión.

Al llegar al portal de su hogar, abrió la puerta y entró, no sin antes avisar a su madre de que era él.

"Madre, soy yo, Kinori, ya llegué del entrenamiento", anunció.

Todo estaba más silencioso de lo habitual. Kinori notó la ausencia de las voces animadas de su familia que solían recibirlo al regresar. El hogar parecía inusualmente tranquilo, con solo el sonido de platos moviéndose y el agua corriendo. Decidió lavarse las manos y la cara en el baño antes de dirigirse a la cocina, donde su madre estaba ocupada fregando los platos.

"¡Hola cariño!", saludó Mizuki, sonriendo al ver a su hijo. "¿Qué tal fue el entrenamiento?"

"Como siempre, hoy seguimos con las posiciones de la katana", respondió Kinori. Luego, con un tono más suave, agregó: "Madre, ¿estás bien? Estás más tranquila de lo normal. ¿Estás preocupada por papá o Zares?"

Mizuki miró a su hijo con ternura antes de secarse las manos en el delantal. "No te preocupes, cariño. Todos están bien. Solo estaba disfrutando un poco del silencio. Pero vamos a visitar a Yuki, creo que una buena leyenda de las suyas nos vendrá bien a ambos."

Kinori asintió, entendiendo las palabras de su madre. "Sí, Yuki siempre nos alegra el día."

La sonrisa del niño se contagió a su madre y, al cabo de unos minutos, ambos se dirigieron al hogar del sabio.

Mientras caminaban, Kinori y su madre continuaron su conversación.

"Madre, ¿has escuchado algo sobre la guerra? Estoy algo inquieto por Zares", preguntó Kinori, mostrando su preocupación por su hermano.

"No te preocupes, cariño. Tu hermano está bien entrenado y siempre se ha destacado en las prácticas. Seguro que está enfrentando la situación con valentía", tranquilizó Mizuki.

"Espero que tengas razón. Hoy en el entrenamiento, Vibarl y yo hemos estado trabajando en mejorar nuestras habilidades con la katana", mencionó Kinori, intentando cambiar el tema hacia algo más ligero.

"Seguro están progresando mucho. Yuki estará encantado de escuchar sobre tus avances", dijo Mizuki, señalando la puerta del sabio. "¡Mira, ya hemos llegado!"

Ambos se detuvieron frente a la puerta del hogar de Yuki, expectantes por lo que les depararía esta vez su visita al sabio.

Al entrar en la casa de Yuki, la madre, Mizuki, se sintió inmediatamente reconfortada por la atmósfera cálida y acogedora del lugar. La figura del sabio, con su aspecto anciano y su barba gris, irradiaba una sensación de paz que se extendía por todo el salón.

"Qué alegría verte de nuevo, Yuki", dijo Mizuki con una sonrisa, aceptando el abrazo del anciano con afecto. "Espero que todo esté bien por aquí".

El sabio asintió con una expresión amable y luego se dirigió hacia Kinori, quien parecía tener un peso en el corazón. "¿Qué tal están mis invitados favoritos?", preguntó Yuki con su característica sonrisa. Luego, al notar la expresión de Kinori, bromeó: "¿Por qué esa cara tan decaída, mini-samurái?"

El chico miró preocupado a Yuki, y, al acomodarse en el salón, empezó a explicarle el motivo de su preocupación. Mizuki observaba felizmente a ambos, sabiendo que su hijo encontraría consuelo en las historias del sabio.

"Tu hermano ya se fue a la guerra, ¿verdad?", mencionó Yuki, comprendiendo la situación.

"Sí, pero estoy seguro de que vencerán..." dijo Kinori, sus manos apretando ligeramente el vaso de té. Alzó la mirada con determinación y añadió: "Tanto mi hermano como mi padre son los más hábiles guerreros de Argen".

"Es alentador tener esa confianza", comentó Yuki. "Bueno, hoy te contaré una leyenda sobre Takeda Hideyoshi, un shogun legendario que derrotó a miles de demonios".

Los ojos de Kinori brillaron de interés mientras el sabio comenzaba a narrar la leyenda.

Cuando la luz del sol comenzó a declinar, Mizuki y Kinori se dirigieron de vuelta a su hogar, ambos exhaustos por la jornada. La madre casi tuvo que arrastrar al pequeño, que parecía estar hecho polvo.

"Vamos, Kinori. ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas esto, cariño?" reprendió Mizuki con ternura mientras ayudaba a su hijo.

Al llegar, el chico se dejó caer pesadamente en la cama de sus padres, como si el mundo le pesara sobre los hombros.

"Así que hoy quieres dormir aquí, ¿eh?" bromeó Mizuki mientras arropaba a su hijo con ternura.

"Sí. No quiero estar solo." respondió Kinori con la mirada cansada y la voz algo débil.

Entonces, Mizuki, con toda su paciencia y amor de madre, decidió contarle una pequeña historia a su hijo para ayudarlo a conciliar el sueño. Con cada palabra que salía de sus labios, el ritmo del relato calmaba al pequeño y sus párpados se iban cerrando poco a poco. La voz suave y tranquilizadora de la madre se mezclaba con el suave rumor de la noche que se filtraba por la ventana.

El niño, con la historia como un bálsamo, fue cediendo al cansancio hasta que finalmente, sus ojos se cerraron y se sumergió en un sueño reparador. La madre, al verlo descansar tranquilo, se recostó a su lado y en pocos minutos, el dulce susurro de la noche se llevó también sus preocupaciones y fatigas, dejándolos dormir en un sereno abrazo de sueño.

15 Janvier 2020 19:55 7 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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P.R. Whitehallow P.R. Whitehallow
Para empezar, realmente quiero que esta historia me guste, pero la narrativa no termina de atraparme, veo que podrías hacerlo más inmersivo si no como que las descripciones me resultan lejanas, casi una lista de características que dicen poco del lugar, los personajes y la historia. Y me explico porque realmente suena fuerte pero te juro que es menos dura de lo que suena. Entiendo lo que quieres hacer, pero estás diciendo más de lo que muestras, lo que puede mejorar si muestras en las interacciones de los otros con Kinori que lo tratan como alguien peculiar, quizás usando apodos cariñosos como "nuestro pequeño elfo" o "el niño de las nieves", por tirarte ejemplos. Y te diría que hagas un poco más de hincapié en la parte de los samuráis, quizás que Kinori los quiera imitar lo más posible en el habla, en las cosas que hace, que "juegue" a ser un samurái por tener la edad que tiene y su imagen sea más de color de rosa, la de un ideal, mientras que el hermano (si bien lo alienta a seguir adelante), también le vaya dando advertencias de lo que se viene. Bueno, ya veré cómo sigue la historia.
December 17, 2022, 21:30

  • Shadi K H Shadi K H
    Muchisimas gracias! Se a lo que te refieres, y por su puesto es algo que tengo en cuenta. Trato de enriquezer más los textos con muchas más explicación para enganchar al lector. Los primeros 2 capítiulos no son tan enriquezidos, pero he tratado de mejorar los ultimos, de hecho el 5 que acabo de terminar es mejor. En serio, tu mensaje me llenó de animo. Por fin alguien que ha disfrutado mi novela! December 17, 2022, 21:50
Nicolás Alejandro Nicolás Alejandro
Me gusta cómo vas construyendo contextos y diálogos entre tus personajes. Te seguiré para estar atento a tus historias, podrías seguirme de vuelta y leer lo que publique, me gustaría tu opinión. Para ir mejorando en mi historia que aun esta en proceso
April 13, 2020, 16:48

  • Shadi K H Shadi K H
    Ok, claro; Gracias por tu animo. April 13, 2020, 16:51
Wanis Karbal Wanis Karbal
Me a gustado ❤️😊.
April 08, 2020, 15:05
salamander owaratori salamander owaratori
Me gusta mucho este cuento
April 06, 2020, 10:17
Galo A. Vargas Galo A. Vargas
¡Hola! Somos del equipo de verificación de historias de Inkspired, y quisiéramos dar por verificada la tuya. Pero para hacerlo, necesitamos que por favor hagas ciertas correcciones de gramática, ortografía, puntuación y tildes. Por favor, revisa tu texto, y cuando hayas corregido estos pequeños detallitos, responde este comentario para revisar y verificar tu historias :) ¡Mucha suerte!
February 03, 2020, 18:43
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