daikiaki Daiki Aki

El mundo no es como te lo muestran cuando eres pequeño, la vida no es tan fácil como que al encontrar a tu destinado todo sea color rosa, a veces te enamoras de alguien que no es tu destinado y que incluso está mal visto. Esto bien lo aprendes cuando eres un omega enamorado de otro, las cosas se hacen difíciles cuando la sociedad impone parejas de alfa/omega, beta/omega, alfa/beta o beta/beta ¿Qué debería hacer? No lo sabe, solo puede pedir un deseo a la nada y esperar a que este se cumpla o que alguien lo ayude a cumplirlo. *Los personajes no me pertenecen. *La historia es mía con base en una idea que me dio Marballlee. Daiki★Aki Esta historia fue creada y publicada por primera vez en Wattpad el: 24/11/2017 **Recuerden que pueden unirse al grupo de Facebook "Daiki no sekai" en caso de que quieran notificaciones sobre actualizaciones o nuevas historias**


Fanfiction Anime/Manga Interdit aux moins de 21 ans.

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Capítulo 1

Las parejas destinadas son el sueño con el que crecen la mayoría de los omegas. En la escuela y en sus casas siempre se les ha enseñado que cuando su “alma gemela” aparezca lo notaran, puesto que su cuerpo por si solo reaccionara al alfa con el que tengan esa conexión especial. Todo esto sonaba muy romántico, pero había un detalle, “almas gemelas” y “destinados” nunca fueron lo mismo. Los destinados, en términos simples, eran alfas y omegas que tenían un alto grado de compatibilidad a nivel biológico, es decir, estaban hechos para poder procrear juntos ya que su descendencia no tendría ningún inconveniente en formarse. Por otro lado, las almas gemelas estaban ligadas más a lo sentimental, dos personas que sienten algo reciproco, fuerte y duradero, no era necesario que fuera una pareja alfa-omega.

Era muy difícil encontrar a tu destinado, de entre tantas personas en el mundo habían pocas probabilidades de lograrlo y más difícil era que al encontrarlo este fuera tu alma gemela. De entre los casos de parejas destinadas que existían, varios estaban juntos solo porque eran compatibles ya que la ciencia los orillaba a buscar un bienestar a nivel biológico en vez de buscar el amor incondicional de alguien, por esto se les enseñaba desde pequeños esa utópica idea de los destinados, queriéndoles hacer ver el lado bello de esa ideología.


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Yuuri Katsuki, un omega japonés con cabello negro y brillantes ojos marrones había crecido con esa acepción de “destinados”. Soñaba algún día encontrar a su alma gemela y que pudiesen estar juntos hasta la eternidad.

¿Quién podría querer a un cerdo como pareja? —dijo burlón un niño de su salón, tenían doce años y Yuuri se encontraba hablando con su amigo quien era un beta tailandés de piel morena llamado Phichit Chulanont, conversaban sobre lo bello que sería encontrarse con esa persona especial alguna vez. El chico alfa escucho la conversación entrometiéndose al instante en ella. Yuuri se sintió un poco triste y su amigo lo consoló, le dijo que no tomara en cuenta a niños tontos y que algún día encontraría a felicidad con alguien que lo amara sin importar que, Yuuri solo asintió en silencio. Después de que esta escena sucediera en reiteradas ocasiones, el japonés se volvió retraído e inseguro, solo compartía con unas pocas personas.

Estaban en toda la adolescencia por lo que sus hormonas se alborotaban con facilidad, hablaban sobre otras personas que les parecieran atractivas e intentaban probar cosas nuevas. Phichit era quien mas había incursionado en distintas cosas, para sus quince años ya había tenido tres parejas mujeres y había dormido con un alfa. Yuuri sentía que se estaba quedando atrás, pero tampoco quería estar con alguien por quien no sentía nada, ni siquiera agrado.

Cuando el primer celo de Yuuri llego, éste se encontraba solo en casa puesto que sus padres trabajaban todo el día. Comenzó a sentir un calor insoportable en su cuerpo, necesitaba de alguien para calmarlo, pero no sabía quién, lo único que se le ocurrió fue llamar a su mejor amigo. Phichit se ofreció a ser su acompañante sin compromiso alguno, sabía que ninguno de los dos sentía más que amistad por el otro, pero hasta que ninguno de los dos tuviese pareja el moreno podía ayudar al japonés en sus días de calor. Fue así como la primera vez de Yuuri fue llevada por éste, una tarde en su habitación. Desde ese día Phichit y Yuuri se hicieron mucho mas unidos, ya se conocían por completo y sus sentimientos de amistad continuaban intactos.

Yuuri creció y dejo de ser un “cerdito” como todos les decían, a pesar de su timidez logro captar la atención de varios alfas a través del tiempo, pero ninguno le llamaba la atención, puesto que él quería encontrar el “amor verdadero” con un alfa que fuese su destinado, su alma gemela.

En la universidad el azabache pudo conocer muchas personas nuevas y con diferentes pensamientos, Phichit no estaba ahí para acompañarlo ya que él había postulado a otra institución. Se le hacía difícil entablar amistades y solía estar casi siempre solo, aunque no faltaban alfas que querían invitarlo a una cita, pero Yuuri siempre los rechazaba por no sentir nada especial.

Un día que estaba en el receso y un alfa se acerco a pedirle que almorzaran juntos, Yuuri como siempre se negó amablemente y con una sonrisa, pero a éste alfa no le gustaban las negativas. Para cuando ya habían terminado las clases y Yuuri iba de camino a su casa, fue abordado por el mismo sujeto, entonces el pánico lo invadió al ver que el otro lo sujetó por los brazos diciéndole “nadie me dice que no, mucho menos un omega”. El azabache intento forcejear, pero le fue imposible ya que la diferencia de fuerzas era notoria.

El hombre arrastro a Yuuri hasta su auto con toda la intención de llevárselo, pero sus planes fueron frustrados al sentir como alguien detenía con fuerza el brazo con el que agarraba al azabache. Giró su cabeza para confrontar a quien fuera, recibiendo inmediatamente un puño en su rostro que lo dejó adolorido “¿Un beta?” Pensó, ya que la fuerza no era mucha para ser de un alfa, ni poca para ser un omega. Volvió a mirar y pudo ver como un chico rubio hablaba con Yuuri intentando calmarlo, se acerco con la intención de pelear pero el beta se percató y con una flexibilidad increíble pateo su rostro, levantando su pierna bastante alto y se fue junto a Yuuri.

El azabache se encontraba muy nervioso, no sabía que decir ¿Ese chico era un alfa o un beta? No lo sabía— ¡Gr-gracias! —dijo casi gritando, con su mirada gacha y las manos juntas sobre sus piernas, en símbolo de total sumisión, tal y como le habían enseñado por ser un omega.

Tsk, deberías darte a respetar —dijo en tono molesto el chico rubio, Yuuri lo miro sorprendido— no dejes que te pasen a llevar, si no te das tu lugar nadie lo hará por ti, esto… —se quedo mirándolo pensativo, como esperando algo.

El azabache no tardo mucho en darse cuenta que esperaba su nombre— ah, mi nombre es Yuuri, Yuuri Katsuki —dijo haciendo una pequeña reverencia como lo indicaba su cultura—y ¿Tu nombre es?

El rubio le miro sorprendido—no puedo creer que tenga el mismo nombre que tú —miró hacia otro lado antes de responder—soy Yuri Plisetsky.


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Yuri Plisetsky creció creyendo que las parejas destinadas eran una total y completa basura, su madre omega había encontrado a su destinado alfa y se suponía que debían vivir “felices para siempre” igual que en los cuentos de hadas, pero no era el caso. Su padre era un borracho que la abandono al saber que esperaba un bebé y ella se fue apenas su pequeño cachorro nació, alegando que necesitaba una mejor vida y que esto no era lo que quería.

Yuri se quedo a cargo de su abuelo materno, Nikolai. Era un alfa ya de edad y con reglas muy marcadas sobre como tienen que ser los alfas y los omegas, así que metió a Yuri en clases de ballet, después de todo debía ser delicado y de movimientos finos. Nikolai amaba a su nieto con su alma, si algo tenía razón la teoría de los “destinados” era que eran totalmente compatibles genéticamente para tener una descendencia perfecta, Yuri era la prueba de ello con su cabello rubio, ojos verdes y esa perfecta figura a pesar de ser solo un niño.

El rubio creció con la ideología de que los omegas son sumisos y le deben respeto a los alfas, esto fue lo que lo orillo a la experiencia mas traumática de su vida.

Su primer celo llego en la escuela, en el momento en que todos los adolescentes se van a sus casas. Yuri solo tenía trece años y no sabía qué hacer, no quedaba ningún compañero cerca y sentía como el calor invadía su cuerpo. Su abuelo le había enseñado (dentro de lo que sabía) cómo sería su primer celo y que debía hacer, así que reunió fuerzas y fue hacia su mochila a buscar los supresores de emergencia que habían comprado para él.

Sus piernas temblaban y eso dificultaba su movimiento, se sentía extraño. Cuando por fin tomó su mochila, un maestro apareció en el salón guiado por el dulce aroma que el rubio emanaba— ¿Necesitas ayuda? —fue lo que preguntó mientras se acercaba a paso lento.

Yuri no conocía a ese profesor ya que nunca le había hecho clases, pero si pudo reconocer que era un alfa y que estaba liberando su aroma en reacción a su celo. Se asusto, no sabía qué hacer y no podía moverse. Su instinto sumiso le obligaba a quedarse quieto y que el alfa mayor decidiera su destino.

Esa tarde Nikolai cambió su modo de pensar y de enseñar a su nieto, al recibir una llamada de la escuela donde le explicaban que su pequeño había entrado en celo y que un maestro se había tentado con ese pequeño cuerpo logrando quitarle su primera vez. La llamada lo había destrozado por completo. No había podido proteger a su lindo y tierno rubio del mundo, su alfa interno se sentía humillado por no haber logrado cuidar de su única familia.

Aquel maestro abusó de Yuri, después de eso lo dejo tirado en el piso del salón. El rubio no dijo nada, solo se dejo hacer mientras silenciosas lágrimas corrían por su rostro, el otro era un alfa y él le debía respeto, debía seguir todas las órdenes que éste le diera. Fue encontrado por un compañero de un curso mayor y también alfa, el chico se acerco rápidamente tomándolo en brazos y resistiendo el olor del celo para llevarlo a la enfermería. Cuando el abuelo Nikolai llego al lugar pudo ver como su nieto tenia marcas en sus muñecas, el símbolo de que otro lo había apresado desde ahí, por suerte no lo había marcado. La explicación que le dieron al viejo alfa, fue que era inevitable que algo así sucediera con su nieto en celo y sin supresores, que la culpa no era del maestro sino del rubio y que nada podía hacerse. Nikolai quiso romper todo a su paso, pero se abstuvo, en este momento la prioridad era mantener a su nieto calmado y a salvo.

Yuri se sentía tranquilo en los brazos de su abuelo, con su aroma tranquilizándolo y dándole protección. Hablo bajito sobre que quería agradecer al muchacho que lo llevo hasta a enfermería, recibiendo como respuesta un “cuando te recuperes te dejare visitarlo ¿Está bien?”, Yuri asintió con su cabeza quedándose dormido después de eso.

Desde ese día todo cambió drásticamente, cambiaron de colegio al rubio y su abuelo lo metió a clases de defensa personal, le dijo que él estaba equivocado y que no tenía porque agachar su cabeza por nadie, que debía hacerse respetar costara lo que costara. Yuri adquirió un odio hacia los alfas, podía estar cerca de ellos, pero detestaba su actitud arrogante así que trataba con ellos lo menos posible. Visitó seguido junto a su abuelo, al chico que lo ayudó, éste se convirtió en su mejor amigo y el segundo alfa al que el rubio permitía que se le acercara ya que el primero era su abuel. Asistieron a las clases de defensa personal juntos, dejando a Nikolai tranquilo de que su nieto sabía defenderse y se encontraba con alguien que también lo protegería.

Yuri llego a la universidad, se hizo respetar siempre mientras crecía, todos lo confundían con un beta o un alfa por su actitud y su físico.

Un día tras salir de estudiar, pudo ver como un alfa arrastraba a la fuerza a un omega de cabellos negros y con lentes “¿Quién mierda se cree que es?” pensó mientras caminaba a paso firme hacia donde se encontraba ese imbécil. Nunca se metía en peleas donde un omega se dejara pasar a llevar, siempre pensó que era problema del omega por no ser más fuerte, pero esa vez sintió una necesidad tremenda de protegerlo y cuidarlo.


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12 Janvier 2020 20:58 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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