La mariposa Suivre l’histoire

Una mariposa volaba, elegante y colorida, ajena a todo lo existente a su alrededor. El resto del mundo era algo que no le preocupaba lo más mínimo. ¿Recordaba al menos haber sido gusano antes de convertirse en aquel hermoso ser vivo? Ni siquiera ella sería consciente de aquel cambio.

Un pequeño mundo era el suyo, pausado y ralentizado, únicamente merecedor de su existencia. Su atención se centraba en seguir batiendo sus alas. En seguir volando a ninguna parte.

Sin cesar, se balanceaba en el aire mientras mecía sus alas en un vaivén hipnótico que mantenía las miradas del prado sobre ella. En su hogar. Pero tal vez fue su inconsciencia o su arrogancia la que la hizo querer seguir avanzando.

Dejó atrás aquellas praderas que la habían visto crecer. Dejó atrás a todo aquel que conocía, solo para ver un mundo del que no sería consciente aún teniéndolo frente a ella. Y así fue.

En su viaje, nada llamó su atención. Incluso las hermosas flores solo le servían de alimento y punto de descanso, pero cuando dejó de verlas, todo cambió. Un mundo gris atravesando su hogar, el campo, donde todo sucedía a tal velocidad que no era capaz de seguirlo.

Observó al otro lado. Allí sí había flores, así que, en su pequeño mundo, la orden era clara: avanzar. Y eso hizo. Se adentró en aquella tierra gris. El aire pasaba junto a ella en ráfagas que la lanzaban de un lado a otro al pasar las sombras, pero eso únicamente le dificultaba el camino. Ella siguió volando sin percatarse de ello... Hasta que todo se volvió negro y cayó sobre la tierra gris que había cesado su baile.

El humano que la atropelló y acabó con su vida tampoco fue consciente de ello. Su pequeño mundo se limitaba al vehículo que conducía y el minúsculo tramo de carretera que recorría para llegar a su destino. Ni las hermosas flores a su alrededor ni el resto de vida eran importantes. No tenía alas, pero de haberlas tenido, como la mariposa, tampoco a él le habrían dado la libertad.