Giraba y giraba en sus manos como una enorme rueda de antaño moliendo trigo, siendo movidos por aspas y viejos artefactos de otro siglo. Giraba y giraba en sus dedos sin poder comprender los eventos anteriores. Dejo su canasta de metal en el suelo intentando comprender como había sucedido todo. Por alguna razón sonó en el piso su cuchara de metal hecha hacía días por un compañero de trabajo, forjada artesanalmente como en tiempos antiguos, como en otra era.
Su ojo observó cada detalle del relieve de aquel frasco, como tratando de encontrar algún detalle que revele todo, pero fue inútil, nada encontró. Recordó en su mente las palabras de su viejo compañero, dándole en su inocente sabiduría sus consejos:
—Maty, cada vez que vengas al cuartucho hacerlo temprano. No me gusta hacerlo de noche, vas a creer que soy un viejo loco, pero nunca me gusto venir de noche a este antiguo depósito.
—Marce, dijo el joven, es solo un viejo depósito… solo eso.
—No, Matías, no es tan sencillo como parece.
Alzo su cabeza y con su mano señalo las antiguas tolvas que jamás se usaron. Estas estaban nuevas y era de gran tamaño, la rodeaban unas escaleras que la subían hasta lo más alto de su torre. Tenían unos antiguos números que se habían borrado por el paso de los años, ya que esta era una empresa que tenía muchos años, muchos eventos y muchos sucesos. Marcelino tomó el hombro de Maty y le señalo lo más alto de silos, marcado algo llamativo que a él se le había escapado por completo. Este hombre entrado en años comenzó a contarle cambiando su tono de voz, ciertas cosas guardadas en sus recuerdos salieron:
—Hay cosas que son completamente comprensibles en nuestro diario andar, pero mi amigo no todo es así. Cuando llegue a esta empresa aquí solo había un enorme pozo, solo eso. La empresa con los años comenzó a crecer y fue ahí que las cosas comenzaron a cambiar, los lugares vacíos de este emprendimiento familiar crecieron. Los depósitos se duplicaron, la gente se multiplicó como el trabajo y por suerte todos pudimos crecer en nuestro diario trabajo. Pero algo quedó igual, ese hueco en la tierra. Cuando pasaron los años se construyó un pequeño deposito que en principio estaba vacío, sin nada. Pero tras los años se gastó mucho dinero en la inversión de estas tolvas que producirían nuevos productos para toda la familia, pero lamentablemente nunca fue así. Estas tolvas estaban vacías, nunca se usaron. Eso no es todo Maty, ya que estas están ahuecadas en su base, no tienen nada en el suelo. Están conectadas directamente con la tierra porque el pozo nunca se cerró ni se tapó. Me ha tocado venir en diferentes ocasiones, pero las veces que vine de noche siempre escuche a personas hablar dentro de este depósito, voces que provenían de adentro de las tolvas. Por increíble que parezca no hablaban en nuestro idioma, era como otra cosa. A veces podía ver del fondo un resplandor verde fluorescente proyectando un brillo de momentos incandescentes en el suelo. Lo increíble es que solo pasa de noche, ya que de día nunca vi nada. Amigo Maty no vengas de noche, no busques algo olvidado, no vayas a buscar cajas y por sobre todo no busques frascos de muestra… jamás. En ocasiones la mente nos juega trucos y se dobla en el tiempo.
Un ruido lo volvió en sí, su teléfono vibro con un mensaje que provenía de su jefa pidiéndole el frasco con el análisis de última hora. Miro su teléfono, lo guardo y nuevamente vio el frasco de muestra. Estaba vacío, no tenía nada, incomprensiblemente no tenía nada. Hacía unos minutos había tomado un frasco del depósito y había colocado su muestra ahí, pero al dejarlo en su canasta de muestras fuera del depósito estaba vacío, su contenido había desaparecido por completo. Miro su reloj y vio que eran las 21:00 hs, acerco su mano hacia la puerta del depósito y fue a buscar otro frasco. Al entrar un frío lo envolvió por todo el cuerpo haciendo que se le erizaran los pelos del brazo, paso por el escritorio y vio al lado de la tolva un frasco. Al acercarse vio que este tenía la muestra que había tomado unos minutos atrás. Con un poco de confusión se acercó hacia él, pero para su sorpresa la puerta se cerró bruscamente, dejándolo completamente a oscuras dentro del depósito. Matías comenzó a mirar para todos sus lados en la oscuridad y fue ahí que lo impensable sucedió.
Escucho de adentro de la tolva, sonidos como de una máquina agitándose por dentro, sonidos movidos por la densa oscuridad del depósito resonado acústicamente en todo el lugar. Unas voces aparecieron de los costados de las tolvas, voces olvidadas por el hombre. Idiomas que habían sido perdidos en la historia de la humanidad con el propósito de olvidar completamente su sonido, su dialecto y su pasado. Resonancias de otro tiempo, de otro siglo olvidado, enterrado por los seres vivos de este planeta. Unas luces brillaron de su base como si se agitaran en el aire, bailando a un ritmo inusual, casi fantasmagórico. Como en el sur, las luces de colores brillan por el cielo cubierto por las auroras boreales cubriendo todo en derredor, así cubrieron estas luces verdes el ambiente. Desplegándose en todos lados, acaparando cada rincón, cubriéndolo todo como un virus en el cuerpo de los mortales. A través de las edades muchas historias fueron sepultadas con falta de memoria, solo para desaparecer ciertos eventos plagados de horror, llenando de miedo poblaciones enteras. Historias perdidas en el tiempo, dialectos, artefactos y seres que no tenían humanidad. Cosas que nuestros antiguos las contaban a la luz de la luna, historias impregnadas con el fulgor de las estrellas del firmamento. Hechos que muchos solo querían olvidar, pero algunas cosas fueron impregnadas en la tierra como recordatorios de cosas pasadas. Oscuros intelectos, cosas de otro siglo, pronto a despertar en un simple sitio como en un olvidado depósito de un olvidado país.
Matías quedo perplejo, sin moverse, apenas respiraba con dificultad. El frasco cayó de su mano porque para su horror aquello apareció tras la tolva. Dos luces brillaron con gran fulgor, un brillo olvidado, corroído por el paso de los siglos. Un resplandeciente blanco como el de los huesos brillando en la oscura noche en el medio de un campo. Luz que ilumino dejando destellos en las tolvas marcando unos tonos extraños en el metal. La cosa lo miro fijamente y se aproximó lenta e irreversiblemente hasta él, haciendo un paso lento, preciso y mortal. El joven intentó moverse, pero estaba petrificado, sus músculos quedaron congelados. Las voces pasaron por al lado de sus orejas diciendo cosas incomprensibles para los seres humanos, millares de voces hablando de hechos del pasado. De pronto una mano tomo su hombro y sin dudarlo, el joven grito como nunca antes, desahogando el terror que lo rodeaba, sintiéndose presa de algo desconocido. Para su asombro había una persona de seguridad quien lo quiso calmar, lo zamarreo y le dijo:
—¿Está bien, señor?, ¡nos está asustando!, hace dos horas que está parado mirando su frasco aquí afuera… ¿Sabe donde está?
—¡Que!, no puede ser, dijo Matías, si apenas son las…
Miro su reloj y eran las 23:00 hs, estaba todavía parado afuera sosteniendo su frasco que a diferencia de antes este estaba con la muestra adentro. Miro al vigilador, observo su canasta y fijo sus ojos en la puerta. El hombre de seguridad le pregunto nuevamente:
—¿necesitas que te ayude pibe?
—No… solo acompáñeme hasta el ascensor, quiero irme de acá ya mismo.
Se agachó para tomar su canasta, pero esta no sonó como la otra vez, no había ruido a metal. Busco su cuchara, pero esta no estaba, había desaparecido. Sin dudarlo dejo ahí mismo sus herramientas de trabajo y se retiró con el vigilador. El hombre de seguridad advirtió que la puerta del depósito estaba abierta y le pregunto si quería cerrarla antes de retirarse, pero Matías le dijo:
—Mi amigo es mejor dejar las cosas como están, a veces el no oír consejos de hombres que en su inocente sabiduría nos aconsejan podrían traer ciertas complicaciones en nuestro espacio/tiempo actual.
—¿Cómo dijo?, respondió el vigilador sin entender una palabra.
—Nada… vayamos al ascensor.
Hay cosas que son olvidadas por el descuido de los hombres en su diario andar, pero, en cambio, otras son dejadas en el olvido para el bien de nuestra humanidad, de nuestro mundo y de nuestro universo.
Dece Scott (As)-2018©
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