Estrellas.
Eso fue lo primero que vi al despertar. Una inmensa bóveda nocturna inundada de estrellas.
Mis tiesos sentidos apenas entienden lo que sucede, pero poco a poco, como si despertasen de un largo letargo empezaron a captar más. Si tuviese que describirlo en una palabra... seria dolor. Dolor por cada parte de mi existencia tanto física como mental. Si algo como eso era posible...
Un palpitante dolor detrás de la cabeza me hizo descubrir un profundo corte, ¿acaso me había herido yo mismo? No puedo recordarlo, mi mente es como tratar de ver a través de una densa bruma. Elevé la cabeza solo para notar una gran extensión de agua frente a mi, me encontraba rodeado de una tranquila playa llena de rocas. Solo ese pequeño esfuerzo fue suficiente para provocarme una fuerte punzada de dolor que me obligó a apoyarla de nuevo en la arena, pensativo.
«Tranquilo... Tranquilo. Piensa, enfría la mente. Gah, no logro... recordar nada... ¿Que es lo que hago en una playa? No... No recuerdo ni mi nombre... ¡Vamos piensa! ¿Que es lo que hice ayer? ¡Es una pregunta sencilla! ¡Agh! No hay nada.»
Me senté con la vista borrosa y mi cuerpo gritando en todas partes, miré los alrededores, tratando de distinguir lo que podía con la tenue luz de la luna, pero poco se podía notar más que el hermoso e interminable mar brillando con la luna frente a mi. Detrás, de un oscuro bosque provenían diferentes sonidos de insectos y criaturas nocturnas.
«Tengo que conseguir ayuda... este dolor...» pensé tratando de incorporarme. Con mucho esfuerzo lo logré, pero el mundo daba unas vueltas espantosas. Apenas y lograba distinguir unos pasos delante mío.
―A-ayu...da.― fue apenas la mitad de un susurro lo que logró salir de mi boca reseca.
―Ayuda...―dije con mas fuerza, dando un corto paso en la suave arena, sin embargo, tropecé y caí al suelo.
Lo último que sentí fue el golpe contra el suelo y luego nuevamente silencio.
Desperté tras quien sabe cuanto con la mejilla contra la arena y la boca llena de la misma. Allí tendido, requirió de unos largos minutos para juntar fuerzas, y luego unos cuantos más para tratar de ponerme en cuatro patas y sentarme, cosa que fue todo un logro. El sol sobre mi cabeza parecía indicar que era cerca del mediodía y mirando los alrededores ahora iluminados me percaté de algo, había alguien a mi lado. Un chico, por lo visto era con una de sus piernas con las que había tropezado. Al observarlo más de cerca vi que sus ropas estaban rotas y ensangrentadas. Estaba herido. Rápidamente me acerqué como pude y lo revisé, para mi alivio aún respiraba, aunque con debilidad.
― O..ye ¡Oye! ― los sacudí levemente con la esperanza de que despierte. Sin embargo, no hubo respuesta de ningún tipo.
―Demo..nios.― mi boca estaba pastosa. Parecía que hace semanas que no probaba una gota de agua.
Sofocado y entre muecas de dolor me incorporé con más cuidado que antes, cada movimiento me acarreaba un nuevo dolor, apenas y podía respirar sin que me doliese algo. Además de eso, me sentía como si estuviese a punto de hervir, mis brazos aparte de estar golpeados en todas partes, ardían y estaban rojos por la exposición al sol.
«Mierda... estuvimos toda la mañana bajo el sol. No es bueno... »
Miré a mi acompañante, lo agarre de ambos brazos y pese a costarme un esfuerzo abismal, logré moverlo hasta la sombra de uno de los árboles más cercanos. Ahora más frescos en la sombra me detuve a verme detenidamente...
Era una sensación muy rara y particular, me sentía como si fuese un extraño usurpando un cuerpo que no me pertenecía. Vestía con ropas de apariencia costosa en su mejor época, ahora una sombra de lo que era, sucia y andrajosa. El chico vestía unas ropas simples y una especie de bandana cubriendo su cabeza. Lo único que destacaba realmente era un collar de cuero negro en su cuello con unos detalles grabados. Eran unas figuras extrañas que no tenían sentido para mi por mucho que tratara de encontrarles uno.
« Que inusual disparidad... »
Al continuar mi propia inspección descubrí también el porqué me dolía todo. Tal y como seguramente el chico que me acompañaba, mi cuerpo estaba lleno de moretones y cortes ya en su mayoría con una costra de sangre seca. Parecía que habia caido de una montaña rodando... y era sorprendente que no tuviese nada roto; aunque bueno, no estaba seguro del todo ya que mis costillas del lado izquierdo dolían demasiado como para ser simples moretones.
Aún estaba con mis ideas y pensamientos aturdidos. Necesitaba algo, alguna idea por donde empezar a organizarme. Revisé los bolsillos de mis pantalones y el de los ajenos solo para no encontrar mas que arena, ni un solo objeto que diera alguna pista sobre algo. Frustrado busqué también en los alrededores, sin tener suerte. Habiendo hecho tan poco me sentía agotado, la cabeza me dolía y la sensación de estar ardiendo lo empeoraba todo. Lentamente me acerqué a un pequeño charco de agua relativamente clara y miré mi reflejo. Tal y como antes fue una sensación extraña no reconocer el rostro que miraba y que en teoría me pertenecía. Mi vista coincidía con la de un joven desconocido de unos fáciles 20 y tantos, ojos hundidos del color del ámbar, el lado derecho estaba morado e ligeramente hinchado por alguna contusión, mi cabello es de un color castaño muy claro, largo y desordenado, estaba sucio con sangre seca, arena y lo que parecía barro, además de quien sabe que más. Mi rostro que al igual que mi cuerpo tenía variedad de heridas, sangre seca de aquí a allá, el labio inferior partido al igual la ceja izquierda y la cosa seguía así. Era Una terrible colección de heridas que no tenía idea de cómo me había hecho, era practicamente imposible hacerme algo así por mi cuenta y que hacía preocuparme su origen.
«Que sed...» pensé mirando el vaivén del agua que me tentó, a pesar de que era claramente salada.
Eso me llevo a pensar que en un naufragio sería raro que tuviese tantos golpes o al menos eso suponía. Parecía más una paliza, pero la cuestión era ¿porqué? ¿qué había hecho para merecerla?
«¿Me habré metido en problemas? Solo espero... no ser algún tipo de criminal.» no pude más que suspirar lleno de confusión.
«Sea como sea. Viendo mi estado dudo que me reconozcan con facilidad, sea quien sea que lo haya hecho. Ahora parezco más un cadáver que camina. » reí para mis adentros, haciendo una mueca al sentir una punzada de dolor.
Me desvestí dejando mis prendas en el suelo mientras estudiaba con más detalle mi cuerpo... Una contextura grande de alrededor de un metro ochenta de alto y el físico de alguien que nunca en su vida hizo esfuerzo o trabajo mas que el de vivir cómodamente. Toda sección de piel que no estuvo cubierta por ropa estaba roja por las quemaduras de sol. Mi breve análisis de mi mismo terminó y me metí al agua que parecía estar 50 grados menos que yo, poco a poco el agua empezó a refrescar mi ardiente cuerpo, aunque mis heridas empezaran a arder por la sal del agua.
«Pues claro imbécil... agua salada y heridas. Ya denme el premio al idiota del día. »
Aún así, toda esa mugre y sangre encima solo me acarrearía infecciones y a peores cosas, cómo lo sabía, no tenia idea, pero en el fondo esa información estaba a mi disposición. Soporté la picazón un tanto dolorosa y metí la cabeza bajo el agua, una refrescante sensación se adueño de todo mi cuerpo. Espié abriendo los ojos apenas y vi varios peces alejándose asustados por mi intrusión.
Una vez limpio tanto yo como mi ropa salí del agua mucho más fresco y despejado y me senté en la sombra junto al chico que seguía sin dar señales de volver a la consciencia. Él también estaba imposiblemente sucio. Usando mi camiseta mojada limpié la sangre del chico poco a poco, dejando ver sus delicadas y jóvenes facciones. No debía tener más de 13 años y estaba tanto o más golpeado que yo, sufriendo de una terrible fiebre. Tuve que enjuagar varias veces la camiseta para dejarlo relativamente limpio al tiempo que trataba de bajar la temperatura de su cuerpo, y en ese proceso... descubrí algo. Tenía unas extrañas orejas sobre la cabeza que parecían... animalescas.
«¿Qué demonios?» pensé tocándolas, incrédulo de lo que veía.
Efectivamente y para mi sorpresa estaban unidas a su cabeza y eran cálidas al tacto...
« Que chico tan extraño... nunca había visto nada igual. Bueno, eso no quita que necesite ayuda con urgencia.»
Mi vista se posó en el horizonte, tratando de discernir alguna señal de un barco, una cuestión llegó a mi mente: ¿Qué demonios podía hacer ahora? Estábamos solos en quien sabe donde, perdidos, sin comida, ni refugio.
« ¿Porqué no puedo recordar ni siquiera lo que hice ayer? ¿Qué demonios sucedió? ¿Quizás amnesia por los golpes? Es... probable con todas las heridas que tengo. Por mucho que trate de recordar no sé quien soy, mucho menos este niño o qué hacíamos aquí. No tenía encima tenía ni un miserable objeto conmigo, ni dinero, ni papeles, objeto de algún tipo que me diera solo una pista. ¡Maldita sea! Todo esto es tan confuso. Como sea... eso ya no tiene remedio por ahora. Lo primordial era que necesitábamos ayuda, y la necesitábamos con urgencia. Ese chico tiene demasiada fiebre... me preocupa.»
Concentré todas mis fuerzas tratando de oír algo fuera de lo usual, alguna señal de otro ser humano, para nuestra mala suerte solo el sonido del mar y la brisa proveniente del bosque se hacen oír en este lugar. Los alrededores no dan señales de algún sendero o de actividad. Eso me preocupaba aún más.
«Supongo que hay que sobrevivir de momento, necesitamos comida y agua... comida y agua. ¿Donde puedo conseguir comida y agua?»
Recordé que había visto muchos peces, podría capturar uno o dos para la cena. Con las energías impulsadas por el hambre busqué una rama en los lindes del bosque y entre las rocosas playas me dispuse a "pescar"... bueno, si tal cosa que hacia era pescar. Mis torpes movimientos no eran rival para aquellos peces, casi podía oírlos reírse de mi para completar mi frustración. Parte del día pasó y gasté energías en vano para no obtener resultados, la tarde trajo consigo un viento fresco que empezó a reemplazar al cálido clima que había estado hasta entonces. Necesitaba hacer una fogata, con eso y algo de suerte alguien podría vernos además de mantenernos caliente y a salvo de posibles criaturas del bosque.
Me puse manos a la obra, el problema radicaba en que... o nunca en mi vida había hecho fuego o al menos... no lo recordaba. Con peores resultados que la pesca solo logré destrozarme las manos sin lograr ni la menor señal de humo. Entrada la noche, agotado, frustrado y débil me acomodé para tratar de dormir soportando las bajas temperaturas que cada vez descendían más. Me preocupaba el chico a mi lado, le había puesto mi camiseta en un intento de abrigarlo, no sabía cuanto tiempo podríamos aguantar así. No podíamos quedarnos ahí, teníamos que movernos.
Al siguiente día decidí que quedarnos más tiempo allí sería en vano. No era capaz de sobrevivir por mi cuenta, no me hacían falta más pruebas. Debía buscar ayuda. Miré el bosque y pensé en qué clase de criaturas podría albergar, sintiendo un escalofrío.
Lamentablemente parecía ser mi única apuesta si queríamos vivir.
Merci pour la lecture!
La intriga está servida. Estaba servida desde el primer capítulo, pero conforme avanza la trama, se incrementa.
Un verdadero entrenamiento nunca es un juego, siempre requiere mucho esfuerzo y tesón, pero los resultados suelen merecer el cansancio y los dolores.
La historia de Kir es triste, pero explica el trasfondo del personaje. Y en cuanto a la habilidad del protagonista para cocinar... ¡ojalá fuese contagiosa y me la pegase a mí!
Capítulo 12: No-muertos y ratas
Un capítulo divertido en el que el "chico" se entrena con nueva armadura y armas experimentales en una alcantarilla infestada por ratas venenosas y gules.
Capitulo 13: Solicitud imprevista
Un adversario fuerte y además tramposo deja al "chico" al borde de la muerte.
Una buena historia en la que el protagonista, además de las lagunas en sus recuerdos, no es perfecto y comete errores que hacen enfadar, con razón, a su mentor.
Me gustan las criaturas fantásticas de esta historia, tanto los puercoespines gigantes como los topos, las ratas venenosas, los no-muertos, los goblins y los semi-humanos, que son especialmente entrañables, claro. Me pregunto si aparecerán también sirenas o pegasos...
Un capítulo tranquilo, sin sobresaltos, hasta que el final del mismo hace que todo salte por los aires. ¿Qué pasa con estos hermanos?
Capítulo 17: La desesperación del corazón
Me encantan los capítulos con final inesperado. Lamento que mi disfrute suponga un dolor agónico al protagonista, pero no he sido yo quien ha dispuesto que la voz de su cabeza le provoque dolor.
Capítulo 18: Remontando el pasado.
Este capítulo es más cliché: la familia feliz injustamente atacada y destruida. Pero aunque sea tópico está bien relatado y explica el origen de Lin.
La magia mental ha dado a Linris la llave para recuperar sus recuerdos, aunque la decisión de alcanzar las islas mentales traumáticas es solo suya, se supone. No sé, sospecho que sucederá algo que lo haga recordar sin que su voluntad tenga mucho que ver.
Esta vez el giro y la revelación inesperada no se producen justo al final del capítulo, sino un poco antes. El caso es que la intriga no decae aunque la actitud de Lin realmente es... pasota: ni se preocupa de no llamar la atención. Cualquiera que lo haya visto puede avisar a su padre y entonces...
Capítulo 22: Un grupo peculiar
Más intrigas sin resolver. Ya lo he dicho, pero lo repito: me encanta que haya giros inesperados al final de los capítulos.
Capitulo 23: La historia de un esclavo, primera parte
El gigante debió quedarse junto a las frutas y verduras,. Le ha pasado lo que le ha pasado por dejarse la verdura.
Capítulo 24: La historia de un esclavo, segunda parte
Por fin parece que las cosas podrían empezar a rular para mejor, por lo menos Lin ha dado con gente capacitada y con interés por ayudar a su familia. La pena es que por los capítulos iniciales se sabe que algo no fue bien en el intento de rescate.
Capítulo 25: La historia de un esclavo, tercera parte
Un capítulo que desvela como acaba el pobre Linris solo y en la calle.
Capítulo 26: La historia de un esclavo, cuarta parte
Este capítulo es algo así como Linris encuentra casa por Navidad.
Capitulo 27: La historia de un esclavo, quinta parte
Hay que ver lo que está costando que Linris recupere la memoria.
Capítulo 28: La historia de un esclavo sexta parte
El chico dulce se enterga al ansia de venganza... Creo que yo la habría reservado para quienes destruyeron a su familia de sangre.
Capítulo 29: La historia de un esclavo, séptima y última parte
Se resuelven algunos misterios y surgen otros: ¿Qué va a pasar con la doble personalidad de Lin? La verdad es que la original parece bastante neurótica.
Capítuo 30: La pesada herencia
¡Ya era hora de que aclarase las cosas con su hermana! Sin sus recuerdos,entiendo que estuviese confuso sobre como actuar, pero ahora que los tiene, ha hecho lo que tenía que hacer: sincerarse. Bien por él.
Capítulo 31: Las pruebas de la Cofradía
La profesión de aventurero o es vocacional o está muy bien pagada porque menudos bichos los que tienen que enfrentar...
Capítulo 32: Cuestiones sin resolver
Cada vez me gusta más la interfaz. Lo de poder almacenar presas sin que se note el peso ha sido muy ingenioso.
Capítulo 32.5. Intermedio: Alyssa
Nuevos personajes irrumpen en la historia: un descerebrado, un pasota y una pobre esclava. Estaría bien que al primero de ellos se lo comiera algún bichito.
Capítulo 34: En las profundidades
Nuevos personajes y nuevos conocimientos para Linris en un capítulo estupendo. (Hay una cosa que no he explicado: no pongo 5 estrellas no porque el relato no lo merezca, sino por los fallos gramaticales. Hace falta labor de corrección, pero la trama está muy bien).
Capítulo 36: Sombras divergentes
Un buen capítulo en el que las circunstancias obligan a Linris a hacer lo que no quiere.
Pues parece que los dos Lin conviven mucho mejor de lo que me esperaba y no es incordian el uno al otro, sino que cooperan.
Capítulo 38: La redención de un padre
Y afortunadamente todo se arregla entre Linris y su padre adoptivo.
Linris no sale de un lío y se mete en otro. Menos mal que cuenta con colaboradores desinteresados que no lo dejan solo.
Capítulo 40: Cuentos de dragones
Tras un duro comienzo, parece que la relación con la pequeña draekar no va a ser tan difícil ni dolorosa.
Capítulo 41: Burri, la capital metalúrgica
Un capítulo memorable: un ataque de criaturas agresivas, progresos con la draekar, un reencuentro inesperado y un nuevo giro a la historia al final del capítulo. Para mi gusto son capítulos muy largos que merecería la pena trocear, pero están muy bien.
Capítulo 42: el asesino ilusorio
Capítulo lleno de sorpresas y de acción, como casi todos, solo que este en particular me ha parecido que plantea situaciones poco razonables.
Cambio en los planes de rut apara llegar a Erestos, porque la situación es más complicada de lo que pensaban. Lo que no se entiende, si Erestos tiene tanta potencia militar, es que no haya tomado medidas antes contra los abusos por parte de Y'rrane contra los semi-humanos y demás especies.
El capítulo ha sido impactante de principio a fin. Buenísimo. Muy inteligente Alector al estudiar e investigar durante el sueño de su alter ego. Y el duelo de voluntades muy épico.
Capítulo 45: la calma antes de la tormenta.
Y entonces Alyssa dio con la solución adecuada para el problema. Cada vez me gusta más su evolución.
Capítulo 46: El Mar de las Tormentas
Una travesía agitada en medio de la cual los personajes estrechan lazos.
Capítulo 48: Arcrith, la ciudad pirata.
Un relato estremecedor de lo dura que puede ser una ciudad de bandidos donde impera la ley del más fuerte.
Capítulo 50: El Abismo de los Espectros. Parte II
Por fin parece que la suerte mejora para los aventureros.
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