Un sol enérgico nos amanece entre las venas y en el ojo profundo de tu vientre duerme el grito de los ríos, el cinturón del trópico, tu orquídea púrpura bajo una luna de mercurio. Siento sobre mi boca la noche abriéndose en su centro, olorosa a palabras guardadas, sin memoria, un abismo donde la razón no existe.
Cierro mis ojos, levanto vuelo sobre tu cuerpo y gravito en esta primavera donde tu vientre sabe más que tu cabeza y tanto como tus muslos.
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