E
Eduardo Saeta


Una niña explica las formas de la sombra y decide cambiar la forma de su sombra.


Histoire courte Tout public.

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Histoire courte
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La sombra de mi sombra

Estaba más cansado que de costumbre. La nueva ciudad no daba señales a mi favor, todo lo contrario. Bajé del colectivo y emprendí el camino hacia mi casa. Serían tres cientos cincuenta y tres metros, pisando el pavimento, pavimento blanco y caliente, pensando en el dolor de piernas que me estaba molestando desde hacia unos días, aguantando las bolsas del supermercado en ambas manos, pensando en mi madre, mi padre, mis hermanos, el parque de la infancia, el calor de abuelo, que ya no tendré, y la miseria de mis días. De repente, una niña de unos cuatro, quizás cinco se acercó a toda velocidad en su bicicleta, me dí media vuelta, y de repente entendí que estaba sola, completamente sola. Me resultaba extraña la idea que aquella niña con apenas un puñados de años se encuentre totalmente sola, en la inmensidad de un mundo malvado, injusto y desigual. No me contuve y le pregunté:

- Estás sola?

- No, estoy contigo - Respondió.

- ¿Quién eres? ¿Eres de por aquí?

Intentaba acomodar las ideas en mi cabeza a fuerza de preguntas sin sentido. Sin embargo la niña tenía mejores respuestas.

- Pues soy tu sombra

Me respondió. Me respondió y me descolocó.

- ¿Eres mi sombra?

Le dije incrédulo en tono de broma.

- No se lo tome a la risa, como le digo, soy su sombra. Se lo explico mejor. Soy su sombra, quizás usted no lo sepa, pero todos tenemos la posibilidad de elegir la forma que se manifiesta nuestra sombra, solo que la gente en general prefiere conformarse con esa imagen aburrida, desteñida, desarticulada que forma nuestro cuerpo al ser interceptado por los rayos de luz generados por el sol. Usted sabrá que nuestro cuerpo es opaco por naturaleza. Pero uno, digo todos, podemos elegir la forma, color y manera de comportarse de nuestra sombra.

- Lo que me quieres decir es que estas aquí manifestándote de ésta forma sólo por el hecho que yo lo deseo, pero yo no lo deseo. Supongamos que tienes razón. Yo podría en este momento desear que mi sombra, es decir tu, se convierta en un árbol.

- Pues podría, pero no lo desea, no se trata de pensamiento, se trata de deseo.

- Ahora yo te pregunto, que pasaría si yo deseara que la sombra de mi sombra sea un león.

- Otra vez, sigues sin entender. Usted solo puede decidir por la sombra propia, no de terceros, incluso si ese tercero es su propia sombra. Pensándolo bien deseo que mi sombra seas tu y ahora serás tu mi sombra, y deseo que mi sombra sea una imagen aburrida, desteñida, desarticulada y opaca.



26 Mars 2020 10:25 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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