teresa-cardenas1560815394 ESMERALDA C. GUTIERREZ (TERESA)

Es un cuento que describe la belleza, fantasía y magia de los carnavales de la ciudad de Pasto departamento de Nariño Colombia, visto a través de los ojos de un niño cuyo encuentro con lo inexplicable le cambiara la vida para siempre.


Histoire courte Tout public.

#Historias-fantansticas
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DETRÁS DE LAS MASCARAS

El pequeño pero intrépido Jacobo, revoloteaba con gracia por encima de los bajos techos del pueblo bullicioso. Era época de carnavales y todos estaban muy alegres al igual que él, tal vez nadie estaba tan contento como él, ya que con su estilizada y huesuda figura, dibujaba en sombras las paredes iluminadas por fuegos artificiales en todas partes.

Su grácil movimiento, le hacía verse de allá para acá y de acá para allá, interrumpiendo una que otra conversación ocasional de algún distraído grupo de visitantes o pueblerinos, que se divertían al son de la estridente y alegre música de las flautas, tambores y guitarras bien afinadas por los músicos de la festividad.

El jovencito, que no rebasaba los 11 años, se las había ingeniado para escapar en horas de la tarde de su clase en la escuela.Y llevando puesto su desgastado uniforme de color azul y blanco, con pantalones descoloridos y la camisa por fuera de su cinturón, corría con entusiasmo agitando sus ondulados rizos negros como la noche.

Mientras sus grandes ojos se abrían desmesuradamente, llenos de emoción siguiendo con su mirada y sus pasos ligeros, el avance del desfile tradicional de las fiestas, el cual estaba repleto de colores muy extravagantes, con carrozas exquisitamente decoradas por los artesanos del pueblo, quienes habían recibido el conocimiento de su arte de padres y abuelos, dedicados a estas labores durante generaciones.

Para el, ese momento no podía ser mejor, al vaivén de la brisa nocturna y con una luna llena, tan blanca y resplandeciente, que parecía compartir la felicidad de todos en el lugar, iluminado espléndidamente la noche, y llenándola de alegría y misterio.

Algunas de las máscaras representaban a fieros animales, especialmente felinos, que mostraban sus dientes a la multitud eufórica de vino y placer. Otras eran representaciones completas de seres elementales de los bosques y las montañas. Otras eran rostros femeninos de diosas mitológicas de la región, con sus coronas y largos cabellos que como cascadas bajaban cubriendo toda sus femenina figura muy bien moldeada por la mano de los artesanos.

Pero todas en su conjunto, tenían algo muy particular en común, que eran enormes, tan grandes como las cabezas de los gigantes de los cuentos que leía en los libros infantiles. Veía pasar ante el también imágenes de árboles con características humanas, con grandes ojos desorbitados que lo miraban fijamente y le hacían temblar el corazón al imaginarlos tomar vida y abalanzarse sobre él.

De repente una luz rojiza e incandescente ilumino todo el lugar, la caravana se detuvo y en una exhalación un rugido estridente hiso temblar la tierra provocando los gritos de la multitud presente en el lugar. Jacobo sintió estremecer su pecho, y escuchando su corazón latir con fuerza, se detuvo y viro su cabeza hacia la montaña que se hallaba muy cerca de la localidad. Esta, era una elevada cumbre que se alzaba imponente, y que era el motivo de orgullo de los nativos del lugar, quienes ancestral mente la habían llamado urcunina que significa montaña de fuego. Esta es un volcán que rugía de manera intermitente, y el sonido parecía provenir de allí.

Efectivamente así era, algunos llenos de pánico se miraron incrédulos mientras consideraban que una inminente erupción en este instante sería terrible, por lo cual se dispusieron a huir y dispersarse. Otros pocos decidieron que esta montaña era su padre y lo había sido por siempre, razón por la cual no existía motivo para huir de ella, sino que más bien debían interpretar el hecho como una manifestación de alegría de su padre frente al jolgorio de sus hijos quienes hacían el carnaval en su honor.

Y de esa manera prefirió Jacobo asumir lo acontecido, “ no nos hará daño se dijo” y mientras muchos huían y otros se detenían a observar más con admiración que con terror la gran columna de lava que se desprendía roja como la sangre de la cima, el pequeño acallo su corazón aterrado y no movió un musculo esperando ver lo que ocurría.

La erupción duró solo unos minutos que parecieron horas, pero finalmente el fuego se apagó y la tierra dejó de temblar. Ante lo cual los gritos de euforia de la masa de humanos presentes se redoblaron, y la música sonó con mayor fuerza y alegría mientras los saludos a urcunina eran cada vez más entusiastas y devotos por parte de la mayoría.

Jacobo, corrió por las calles empedradas del pueblo aún más eufórico. Y subiendo al árbol más alto que se encontraba en una pequeña cumbre, al borde de la plaza del carnaval, se dispuso a observar con detalle cada una de las carrozas y sus extravagantes deidades. El viento sopló con más fuerza, y extrañamente luego de la espontánea erupción del volcán legendario.

Para el niño, el aire se había enrarecido, envolviendo la noche en un misterio sin fin. Un misterio que se retorcía al interior de su mente y su pecho “que podrá ser se dijo”. Luego, desechando todo temor empezó a reír, rió con fuerza, con grandes carcajadas y lágrimas bañando sus ojos y humedeciendo sus mejillas, rió hasta que el estómago le dolió, y al levantar su mirada todos los habitantes y visitantes estaban riendo también, envueltos en una nube embriagadora de bruma blanca y vino.

De repente, el niño vio sombras enormes, que se desprendían de las deidades de las carrozas. Rostros irreconocibles y fantasmales empezaron a sobrevolar toda la plaza moviéndose con ligereza. Entrando y saliendo de todos los cuerpos de los asistentes a la fiesta. “ Debo estar alucinando” pensó el pequeño entre risas incontenibles, e intentando controlar sus emociones se aferró a la rama del árbol buscando no caer. Más al levantar su mirada por encima de la misma copa del árbol, observó aterrorizado, como las grandes alas de un ave de humo blanco se aproximaba vertiginosa, haciéndose cada vez más grande, precipitándose hacia él, de manera que sintió un vacío frio y profundo en su espalda, mientras el viento helado agitaba su melena negra y se escuchaban las palabras

“ abre las puertas”

Como en eco de ultratumba, aquella voz pétrea, oscura y fantasmal, entremezclada con muchas otras, como en un murmullo espectral de mucha gente que le golpeaba los oídos. Inundaba su mente, mientras Jacobo caía velozmente del árbol.

Con sus grandes ojos cerrados, apretados, mordiendo sus labios, y sus manos empuñadas, mientras abría sus brazos esperando sentir el golpe doloroso de la caída permaneció el pequeño. Escuchando ya muy a lo lejos, los ruidos de las personas que se hallaban indudable mente en un trance más allá de lo comprensible. Cosa que como es natural un niño de 11 años no podía comprender.

“ Esto me pasa por escapar de mi escuela y de mis padres para venir aquí, ahora que dirá mamá”

Pensó angustiado, en tanto que una voz sobresalía de las demás que escucho en un inicio, y se hiso cada vez más fuerte interrogándole y diciéndole

¿Es tu corazón puro pequeño niño?

Y al observar que el golpe no llegaba, Jacobo abrió sus ojos y contra todo temor observó por arriba de él a quien así le hablaba.

“ Tú quién eres, no entiendo nada”,

Le respondió a la criatura que lo interpelaba.

“ Somos su espíritu y su conciencia, aunque casi siempre no nos ven. Estamos presentes en todos los lugares en donde aún el espíritu humano busca una fantasía. No somos buenos, no somos malos, solo somos.

No pertenecemos aquí, venimos de una dimensión distinta y nuestros vehículos no son físicos como los suyos. Podemos entrar y salir de sus cuerpos, y al hacerlo, reflejamos lo que hay en sus corazones. Si lo que se alberga en ellos es oscuridad, oscuridad reflejaremos. Tal y como un espejo.

Pero, si lo que sus corazones tiene es luz y paz, pues eso es lo que devolveremos en sus vidas, sus familias y sus pueblos. No te preocupes, en este momento estamos abriendo tu mente para que comprendas, pues eres muy listo”.

Ante estas palabras, el niño perplejo preguntó,

¿ Entonces dices que no eres de este mundo?

¿Cómo es que llegan aquí, como es que solo yo los puedo ver?

“ Eso es, porque tus ojos están abiertos muy a pesar de tu juventud. Rara vez encontramos un alma despierta, que este ansiosa por aprender los misterios de la vida. yo soy ligero y con alas porque es lo que me transmitiste en el momento que traspase tu cuerpo físico.

Nosotros atravesamos las dimensiones a través de su volcán, cada vez que el erupciona y están todos reunidos y llenos de euforia como hoy. Sus energías nos atraen y nos alimentamos de ellas de ser necesario.

- ¿Y porque me dicen que abra las puertas, que significa eso?

“al otro lado de la montaña, abre las puertas”

Recibió por toda respuesta el niño, antes de sentir el golpe de la caída y quedar inconsciente.

La mañana llegó sin más, y el silencio reinaba en todas partes. Al abrir sus ojos Jacobo solo escucho el murmullo del agua de la quebrada que pasaba cerca de su humilde casa, y al incorporarse vio a su madre que lo miraba incrédula y algo enojada.

“!! Como has podido salir tan tarde por las calles sin decirle a nadie, algo malo te habría podido suceder. Menos mal solo fue la caída del árbol, pero aun así no voy a pasar por alto lo que hiciste así que te castigare¡¡”

El niño intentó explicar a su mama lo que había visto y escuchado la noche anterior. Pero ella lo escucho entre recriminaciones y advertencias sin prestar mayor atención a lo que él decía. Así que, frustrado se sentó fuera en el pequeño jardín observando a lo lejos el pueblo adormecido por la fiesta ya terminada la noche anterior.

Para el niño, las palabras dichas por aquel ser incomprensible seguían tan vividas como cuando las escucho la primera vez, abrir las puertas,

¿Qué significará?

se dijo,

"Al otro lado de la montaña, solo una vez he ido allí cuando me perdí mientras montaba a Prometeo, mi joven caballo en medio de aquella tormenta"

Intentaba recordar de alguna manera, el día en que se desató una fuerte tormenta, con rayos que atravesaban el cielo, y que emitían un sonido ensordecedor, mientras un viento arrasador resquebrajaba los árboles con su fuerza, y mientras prometeo el joven caballo color café y de crines negras atravesaba las faldas de la cumbre a toda velocidad, llevando a Jacobo en su lomo, corriendo aparentemente sin rumbo fijo.

“Pero, en medio de toda aquella confusión no recuerdo haber visto ninguna puerta, sólo recuerdo grandes rocas sembradas por todo el lugar” pensó.

Al transcurrir el día, y después de la hora del almuerzo de ese día sábado, Jacobo buscaba con insistencia, que su madre le permitiera ir de nuevo al pueblo. Mas ella se negó de manera cortante, diciéndole que debía permanecer en casa y hacer las tareas de la escuela, mientras ella asistía a la misa de la tarde en la parroquia.

El niño asintió malhumorado mientras observaba a Pedro, un hombre que padecía una limitacion mental y cuyo descuidado aspecto y poca higiene le habían valido el sobrenombre de Pedro sucio. Este tenía por costumbre, entrar continuamente a la iglesia y pararse frente a las estatuas de los santos observando sus ojos de yeso, lo cual le producía una inocente y socarrona risa. Jugaba también a molestar a los caballos espantándolos y emitiendo sonidos y silbidos agudos, que los alteraban.

El mozo, amaba revolcarse en el lodo del rió, e igualmente le gustaba mucho ir a casa de Jacobo a comer de los dulces que la madre del niño solía preparar. Esto, a cambio de ayudar en algunas labores domésticas. Aquella mañana el niño se percató de que pedro saltaba con mucho entusiasmo, apretando algo entre sus manos como si fuera su mayor tesoro.

Juntaba las manos y las colocaba empuñadas sobre su boca, riendo con cierta malicia. El pequeño no le prestó atención, estaba enfadado y decepcionado y muy en el fondo preguntándose si todo lo vivido la noche anterior había sido solo un sueño, producto de la emoción de los carnavales. Así que acostándose de nuevo en su cama, cerro sus ojos lentamente para quedarse dormido de nuevo mientras su madre cerraba la puerta tras ella y se marchaba al servicio religioso.

Sin embargo no pasaron cinco segundos, cuando de repente, sus ojos se abrieron con violencia, experimentando un escalofrío que recorrió su espalda y provoco corrientazos en su cuello. Su cuerpo, se había paralizado de tal manera que no podía siquiera parpadear, y al fijarse con atención en el techo de la humilde vivienda pudo ver con horror como una extraña figura, un rostro espantoso en forma de cerdo grande y redondo, traspasaba el tejado desde fuera hacia adentro y bajaba lentamente hacia él.

La angustia fue tal, que por su rostro descendía grandes gotas de sudor, y la cama empezaba a humedecerse. Se encontraba completamente solo y de su boca no podía esbozar ni siquiera un grito que pudiera poner en alerta a alguien cercano que viniera en su ayuda. La visión duró poco más de un minuto, después del cual consiguió lentamente recuperar la movilidad en sus miembros entumecidos, e inmediatamente se levantó mareado y confundido.

Al salir a la puerta de su casa, observó a prometeo su caballo, inquieto y nervioso, este se movía de un lado para el otro lastimando con sus cascos la tierra, y produciendo un sonido atronador que hacía que el corazón del niño se agitara aún más.

“!!Ven prometeo vamos¡¡”

El animal se dirigió tambaleante hacia donde estaba el pequeño quien lo montó y azuzó, haciéndole acelerar la marcha colina abajo. De repente, y en el azar de la avanzada pudo ver, como una enorme columna de humo se alzaba a lo lejos. Al mirar con mayor detenimiento, se dio cuenta de que esta provenía de la iglesia local, donde justo su madre se hallaba asistiendo al servicio religioso de la tarde. El paso del caballo se aceleró aún más ante la orden apremiante del niño, quien al irse acercando pudo ver a muchos habitantes del pueblo en un estado de desesperación y angustia como nunca había visto antes.

!!La iglesia se quema¡¡

Gritaban todos, mientras al interior de esta, los fieles desesperados se hallaban con las puertas inexplicablemente cerradas con un gran candado por fuera, !!Donde está la llave del candado¡¡

Preguntaban a gritos todos a la vez y de manera apremiante, los improvisados rescatadores frente al edificio envuelto en llamas. El pequeño Jacobo, no daba crédito a lo que veía, y de inmediato en su mente retumbaron las palabras

“ !!Abre las puertas¡¡”

Mismas que pronunciara aquel ser que se había manifestado durante la noche anterior en el desfile del carnaval.

"¿Es a esto a lo que se refería?”

Se preguntó al instante, y como en un sueño pudo ver como muchos de los mismos seres fantasmales se movían por todo el lugar, danzando y jugueteando entre las llamas. Los había de todos los colores, tamaños y formas, con distintas personalidades, unos llorando, otros cantando a la espera de lo inevitable.

El chico, después de unos minutos tan largos como si fueran horas, parpadeo rápidamente, y al observar hacia el estrecho camino por el que había venido, pudo percatarse de la presencia de Pedro escondido tras algunos arbustos de la orilla. Lo notaba alterado y con lágrimas en los ojos. Entonces, apartó su mirada rápidamente para volver a posarla sobre las puertas fríamente cerradas con su madre detrás siendo consumida por el fuego.

Desde lo profundo de su alma gritaba, lo hacía con desesperación, con llanto, con horror, pero el mismo no se escuchaba aun cuando sus labios se hallaban entreabiertos.

!! Las puertas¡¡

Escucho como un grito pavoroso se estrelló en sus oídos, tan fuerte que le hiso levantar las manos para taparlos. Luego de un par de segundos, levantó de nuevo la vista, y fue testigo de como pedro sostenía en sus manos una enorme llave de hierro.

Con seguridad era la del candado, y sin pensarlo dos veces Jacobo se arrojó del caballo e hiso movimientos tan rápidos que ni el mismo lograba medirlos. Corriendo hacía el, quien ignorando la presencia del angustiado niño, puesto que se hallaba absorto mirando hacia las indomables llamas. De repente, una mano ágil le arrebató el artefacto, y corriendo hacia las enormes puertas las cuales ya empezaban a ceder bajo el fuego abrazador, y posando sus manos sobre el candado cuyo metal estaba tan caliente que le desprendió partes de la piel, el niño abrió las puertas ante el asombro y el espanto de los allí presentes, de cuyas bocas escaparon gritos de terror, y en un desesperado intento por alejar al niño de las llamas lo tomaron por los hombros y debajo de los brazos apartándolo bruscamente de la escena.

El pequeño, quedó tendido en el piso, mientras lentamente perdía la conciencia, y como en una visión observó a los habitantes del pueblo intentando apagar las llamas mientras él se desvanecía. Transcurrieron varias horas antes de que nuestro valiente héroe recobrara el sentido, y al abrir sus ojos se vio mirando el techo de una cabaña desconocida. Aún podía percibir el olor a carne quemada en el ambiente.

Alguien se aproximó diligente, para asegurarse de que se hallaba bien, el chico sentado sobre una pequeña cama donde había sido colocado, miraba impávido e interrogante a quienes lo observaban con vivo interés.

¿ Te encuentras bien niño?

Le pregunto una nerviosa voz.

“Mi madre dónde está, ¿la iglesia que paso?”

El silencio era sobrecogedor en aquella sala

"Tu madre a muerto Jacobo"

Le respondió un hombre mayor, que lo observaba desde el otro lado de la habitación.

“Pero” dijo el niño "yo abrí las puertas, yo encontré las llaves, yo yo"

Y de sus ojos cansados brotaron incontenibles lágrimas que conmovieron a todos.

“Lo sabemos”

Fue la respuesta,

“Pero ya era tarde, el fuego se extendió demasiado rápido”

“ ¿Y de donde provino?”

Preguntó entre sollozos, mientras su voz se alteraba y su conversación se iba tornando en desgarradoras recriminaciones.

“¿Que o quien lo causó?

“Nadie lo sabe aún”

Recibió por toda respuesta el pequeño niño, quedando devastado con su cabeza hundida entre sus manos mientras los vecinos se alejaban.

Las honras fúnebres fueron muy sentidas y llenas de símbolos de dolor y pena, como es costumbre en los pueblos Latinoamericanos en donde la muerte cobra especial significado y las almas sufrientes son objeto de adoración y fe. El día terminó, y Jacobo se marchó a su casa con su hermanito menor bajo el cuidado del abuelo paterno.

Diez años transcurrieron desde aquel fatídico día, lejos por la cumbre se observa a un joven alto, fuerte, de cabellos negros y ondulados, agitados por el viento que lleva en su brazo el tatuaje de una enorme ave blanca como la bruma, montado sobre su caballo café de crines negras, semental fuerte y experimentado en los caminos de la sierra. Es la víspera del carnaval de blancos y negros, el carnaval de las máscaras, de los dioses, del fuego, del volcán padre de todos, sus grandes ojos cafés observan la alegría y el entusiasmo de propios y extraños, y mientras observa le dice a su compañero de cuatro patas,

“Es hora Prometeo bajemos y dancemos con los dioses”

Entonces recordó al fijarse en su tatuaje como después de la muerte de su madre cabalgo sobre el joven potro, hacia el otro lado de la montaña, y desmontando se sentó en una piedra sagrada, con inscripciones antiguas grabadas por los ancestrales pueblos del lugar, y entre sollozos pregunto de que le había servido saber con anticipación que se aproximaba una tragedia que le arrebataría por siempre a su madre tan amada. Y luego de un par de horas de estar pensando de esa forma, se le presentó de nuevo el ser alado de la noche de carnaval quien le dijo,

“Tienes razón, no te sirvió de nada, cuando te dije que abrieras las puertas no lo hice para que evitarás la muerte de nadie. Tu misión consistía en abrirlas para que sus almas pudieran trascender, y observaras con tus propios ojos el poder de lo inevitable. Somos los dioses del carnaval, estamos donde hay fiesta y sobre todo donde la mente humana puede traer a la realidad con su arte la expresión de los rostros de un mundo más allá. No somos buenos, no somos malos te lo dije.

De vez en cuando, aparece alguien como tú, alguien con el don de transformar el dolor en liberación. Aquel día, fuiste bautizado por el fuego, observa tus manos, ahora eres el guerrero que libera las almas de aquellos que mueren por el poder del fuego. En otros lugares del mundo, y de otros mundos, hay también guerreros que pueden liberar las almas de los que mueren por el agua, y también de los que mueren por el hierro, por el rayo, por el odio y muchos más, todos ellos son guerreros del dolor como tú. Se mueven en la oscuridad, pero son hijos de la luz. Entre los seres como nosotros, hay muchos que sienten hambre de almas atormentadas, ellos están siempre al acecho, y el trabajo de ustedes es mantenerlos a raya y abrir paso para que las almas encuentren su camino hacia la esencia de la eternidad. Este proceso es siempre doloroso y nuestra elección es involuntaria, pues nunca sabemos cuándo, dónde o cómo los vamos a encontrar, solo lo sabemos cuándo ellos nos ven, cuando ustedes nos ven".

Jacobo comprendió el mensaje y aceptó su destino. Viajo por todo el mundo antes de regresar a su pueblo, vio muchos carnavales, fiestas y desfiles en muchos países y se propuso conocer a esos otros guerreros y sus experiencias, pero eso es otra historia, porque lo que aún tiene por vivir y por ver es infinito.

FIN.

Teresa Cárdenas





5 Juillet 2019 04:00 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

ESMERALDA C. GUTIERREZ (TERESA) Soy una apasionada del misterio, terror y ficción desde niña, combinó historias veridicas con eventos de ficción, Colombiana, escritora aficionada y seguidora del buen arte del relato.

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