Cuando escuches un frenético ruido que disipa violentamente las imágenes placenteras que recrean tu mente mientras duermes, como una ventolera llevándose el humo, es el momento de seguir estas instrucciones.
Primero abre los ojos con tesón, pues tus párpados estarán rebeldes. El ruido antes mencionado te elevará a límites desmedidos de exasperación y nervios, por lo que te recomiendo liberar tensión gritando maledicencias, haciendo caso omiso lo que tu compañero de cama objete.
Cuando tengas visibilidad estira un brazo hasta alcanzar al escandaloso aparato; generalmente se deja en la mesita de noche, pero si no está allí deberás usar tu habilidad auditiva para encontrarlo; tirar de la memoria en semejante estado no servirá de nada. Muévete con presteza antes que te desquicies por completo y se arruine tu día.
Apenas lo localices pulsa el botón de “apagar alarma” y sentirás cómo el silencio retorna a tu acogedora habitación. Aún en la cama colócate boca abajo y patalea como un bebé; agita los brazos al ritmo de tus pies. Hazlo hasta que no puedas más. Esto es para que el sueño se asuste y abandone tu cuerpo. En este punto ya estarás más avispado, sin embargo, hará falta un paso más: da un giro rápido hasta caer al suelo, y si la cama es alta prepárate para un aparatoso aterrizaje.
Verás que las ganas de dormir se habrán esfumado, y quizás tendrás que tomarte una cápsula para el dolor.
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