-¡¡Déjeme ir suegro!! la sangre esta corriendo por las calles, no puedo dejar a mi esposo y a mi hijo en el cerro tratando de detener todo esto...- Suspiro Citlalli. Por favor déjeme ayudarlos...
-¡¡No tu estas en riesgo por tener una criatura en el vientre!! replico el señor Javier. -Se que estas preocupada pero ya hay demasiada muerte en las calles de este pueblo. Se le marco una cara de preocupación mientras pensaba las cosas. -¡¡Esos labiles siempre queriendo molestar a los dioses!!-
La noche era oscura, solo se veían los rayos de las nubes que iluminaban todo el pueblo, los cuerpos se acumulaban en las esquinas y banquetas, era una destrucción total, todas las casas y establecimientos que aun estaban de pie, permanecían cerrados, si alguien mostraba alguna señal de vida en sus hogares era una muerte segura. El cerro tan imponente que en sus buenos días era iluminado por una fina capa de luz que emanaba la luna por ahora estaba rodeado de nubes oscuras que solo dejaban ver pequeños destellos azules y blancos. La lluvia empeoraba, con el paso de las horas el agua comenzaba a entrar en las casas.
Citlalli tomo un pequeño cuchillo de la cocina de su casa y solo grito -¡¡Lo siento suegro pero son mi familia y tengo que hacer algo por ellos!!- mientras abría la puerta que daba a la calle. al intentar salir un enorme oso la golpeo al querer entrar de una manera muy salvaje, ella quedo en el suelo sentada frente a el, poseía unos destellos rojos en los ojos y algunas marcas antiguas en el pelaje. El oso se levanto en dos patas -No hay mas debilidad que aquel que trae mas nahuales a una vida de miseria.-
Lanzo el zarpazo hacia Citlalli alcanzando solo su ropa. -¡ahora si hijo de tu...!- Grito el señor Javier lanzándose sobre su espalda para poder ahorcarlo con un mecate, de tanto forcejeo grito con voz temblorosa y decidida a la vez -Ahora mija.- Citlalli tomo el cuchillo del suelo y lo clavo justo en el pecho del oso, mirando directo a sus enormes ojos rojos, ella susurro.
-Los nahuales hacemos lo que ustedes no mendigos labiles.
-Mija, ya hazlo que no huele muy bonito que digamos.- Afirmo el señor Javier.
El oso aparentaba quemarse, pues solo se hacia humo desapareciendo en el aire. Citlalli se sentó en el suelo desprendiendo un llanto de desesperación por todo lo ocurrido.
Al pasar un buen rato un fuerte estruendo se escucho en todo el pueblo. el cerro se había partido y un gran tumulto de tierra y roca de el se derrumbo cubriendo su cara posterior. La lluvia se detuvo en seco como si el sonido la hubiera asustado. Al cabo de unos minutos de silencio, Citlalli no pudo mas y se lleno de preocupación al no saber nada de su esposo y de su hijo, se levanto y puso a calentar un poco de agua en la estufa como si nada hubiera pasado mientras sus lagrimas recorrían sus mejillas.
La noche comenzaba a perder su oscuridad, las nubes se perdían en el horizonte dejando alumbrar las estrellas y la hermosa luna. Una sombra con forma de águila invadió la poca iluminación de la casa. Aparentaba que un aguila muy grande cayo en el patio de atrás. El señor Javier quito todas las trancas de la puerta y salio de inmediato, en el estaba la esposa del señor con dos cuerpos a su lado.
-¿Pos que paso vieja?- pregunto Javier con mucho asombro y preocupación.
-Esos malditos y sus trampas, pero rápido hay que hacer algo por Marco, esta muy herido, quedo inconsciente cuando veníamos pa' acá.- Señalo la señora Andrea con voz cortada y lagrimeo en los ojos.
Javier metió a Marco a la casa mientras la señora Andrea aun trataba de hacer algo por Gabriel su hijo esposos de Citlalli, pues ya no daba signos de vida. -Vamos mijo tu eres mas fuerte que esto, no dejes que esta madre te venza.- Le gritaba al cuerpo de Gabriel. Citlalli salio de la casa y con lagrimas en los ojos solo dijo: Suegra ya no hay nada que hacer por favor ya no me lo maltrate. Se arrodillo ante el, toco su pecho y con palabras decididas dijo: Omeyocan recibe con orgullo a alguien que murió por lo correcto. El cuerpo de Gabriel se volvió uno con el aire solo desapareció, cuando ya no quedo nada de el se escucho un fuerte canto de colibrí indicando que su nahual era libre.
Andrea y Citlalli se levantaron y se abrazaron, - vamos mija aun tienes un jaguar adentro que necesita de ti- Le recalco Andrea. Citlalli la ayudo a entrar a la casa ya que esta algo lastimada y cansada. Javier ya había cubierto sus heridas con vendas y algunas plantas medicinales. Marco estaba muy abatido fue una noche dura, una batalla que casi pierde.
-¿Marco, como sigue suegro?- Javier contesto con seguridad y dolencia: -Es fuerte pero las heridas son muy profundas... Deberías ir a hablar con el sera lo mejor para los dos.- Citlalli corrió a su habitación.
-Tu nieto no vera el sol otra ves ¿verdad?- Pregunto Andrea con desanimo. Javier solo miro al suelo, moviendo su cabeza confirmo la sospecha de Andrea.
-Hijo mio, mi jaguar ¿Como te sientes?- Pregunto Citlalli.
-Igual de guapo amá pero con ganas de unos tamalitos- Contesto con tono de burla Marco
-Recuperate por favor y en cuanto pueda ire por la masa para que te los haga de dulce y de mole como tanto te gustan.-
Marco contesto seguro de todo lo que pasaba - Amá sabemos que eso no va a pasar, nuestro destino esta en un cambio constante siempre para mantener el equilibrio, pero no llores por mi, ambos sabemos que así es esto de ser nahual.- tomo el vientre de su madre le sonrió y comenzó a desvanecerse. No te preocupes por mi hermanito yo te lo voy a cuidar desde la tierra de los muertos y obviamente a ti...
El sol salio como nunca, muchos de los pobladores se emocionaron al verlo, en las noticias mencionaron que "Todas las tragedias ocurridas por la noche habían sido causadas por lo que fuese la peor tormenta del año en el pueblo de Tecomaztlahuacán".
Enrique Noriega
