Y en tu fugaz visita me susurraste un secreto,
Cada noche rogabas por un último encuentro,
Mi recuerdo invadía tu mente; día, tarde y noche, hasta aquella vez que el cielo tuvo misericordia y nos concedió una última cita.
En medio de la noche se le permitió a tu alma escaparse de tu cuerpo y, apresuradamente, se escabulló en mi universo onírico.
Yo estaba ahí, inconscientemente esperando por ti.
Al verte, mi corazón latía tan rápido que difícilmente lograba vocalizar un respiro,
Te acercaste cada vez más, poco a poco, temeroso y ansioso a la vez, y yo aguardaba mientras imploraba por no despertar.
Éramos tu y yo, solo tú y yo en un infinito sin espacio, sin tiempo.
Me miraste a los ojos e inevitablemente lágrimas se deslizaron por mis mejillas, tus ojos gritaban lo mucho que me habías extrañado mientras simulabas una sonrisa de alivio e incredulidad.
Nos besamos con tanta pasión que Romeo y Julieta hubiesen sentido celos de nuestro amor,
Me tomaste de la mano implorándome que nunca más deje que te alejaras y yo asentí, Sin embargo, ambos sabíamos que, al despertar ya no seríamos nunca más.
Tu alma le declaró amor eterno a la mía, ya que sin importar lo mucho que nuestros cuerpos se odiaban, nuestras almas intuían que la esencia de nuestra pasión se mantenía intacta dentro de ellas.
Solo Dios sabe cuanto tiempo pasamos allí, pero el momento del desencuentro se apresuró y aquel eterno y efímero encuentro expiró con el sonido resonante de la alarma con el que volvimos a ser extraños, alejados y distantes, con almas locamente enamoradas.
Merci pour la lecture!
Nous pouvons garder Inkspired gratuitement en affichant des annonces à nos visiteurs. S’il vous plaît, soutenez-nous en ajoutant ou en désactivant AdBlocker.
Après l’avoir fait, veuillez recharger le site Web pour continuer à utiliser Inkspired normalement.