Estaba en esa cápsula solo, y hacía varios ciclos que los demás habían muerto, era una suerte o más bien una maldición seguir vivo. Ya se habían acabado todas las raciones de comida y no crecía nada en ese desierto árido en el que él mismo se ofreció a ir.
No quedaba más que una sonrisa amarga al recordar el porqué de esa decisión, dejar todo atrás, su familia, su vida por el futuro de la humanidad, vaya chiste, como si la humanidad mereciera otra oportunidad.
Antes fue llanto, furia, ahora ya era aceptación, no lo irían a rescatar, el era lo único que quedaba de su especie, después que una guerra nuclear arrasó la civilización en la tierra mientras él estaba colonizando otro planeta, vaya chiste, que maldita ironía.
Lo único que era de él, lo único que le quedaba, era la decisión de cómo morir.
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