Hay algo que molesta. Siempre molestó. Hay algo que se incendia dentro mío. Justo aquí, en el pecho. Dicen que todos tenemos demoños que habitan en nuestras mentes. Demoños que buscan devorar cada recuerdo bello, los vuelven fugazmente opacos. Pero los olores persisten. Siempre hay olores que son llaves ocultas en lo más profundo de nuestros seres y abren las puertas de los recuerdos nobles: los sitios donde amamos la vida.
Precisamente ahora huelo en el aire el aroma de la comida de mi padre. Si, en este mismo instante hay olor a su especialidad: Papas fritas. Las papas fritas de papá siempre fueron mi debilidad. Recuerdo ser una niña cuando siento ese olor y, como todos los niños, yo era feliz. Relativamente feliz. El olor se esfuma y los recuerdos se vuelven oscuros. Otra vez los demoños. Siempre lo hacen. Toda mi vida he tenido que lidiar con ellos por lo que obviamente ya son mis amigos. Es mejor tener a tus enemigos cerca ¿no? Lo cierto es que la enemistad siempre esconde un poco de amor-odio, es entonces que decido ser sinceramente libre de odios prefiriendo el amor hacia estos extraños seres que me acechan desde hace años.
No crean que por estar acompañada constantemente de ellos soy yo también una mujer extraña. No es así. Tampoco puedo asegurar ni negar que estoy mentalmente enferma, ya que no creo que sea un dato necesariamente trascendental en esta historia.
¿Es una historia? No lo sé. Nunca me encuentro segura sobre los apelativos que debo adjudicar a mis narraciones. En realidad, quién escribe no sé quién es. No estoy diciendo con esto que sea yo bipolar, aunque sinceramente estoy faltando a mis terapias para comprobarlo, o quizás nunca haya ido a una. Eso tampoco importa.
Si, ya lo sé. Sueno un poco indecisa, aunque puedo justificar mi comportamiento simplemente con el éxtasis que me produce estar naciendo entre letras. Es realmente emocionante. Además, no siempre soy así, también tengo certezas. Y obviamente también tengo nombre, edad, peso, color de piel, gustos. Simplemente olvide presentarme y me disculpo por eso, quería dar un poco de arte literario a mi entrada.
¿Vamos al punto entonces? Mi nombre es Inés, tengo 22 años, no sé cuánto peso y el color de mi pelo es castaño. Tengo gustos como todo el mundo, y son bastantes por lo que no es necesario dar una gran lista de elementos, música y libros que quedarán en el olvido. Lo que sí puedo hacer es reducir los calificativos sobre mi personalidad en una sola palabra: INESTABILIDAD. Se asemeja a mi nombre de pila. Dicen que nada es porque si, y me gusta pensar que mi nombre es el comienzo de todos los errores que cometí por ser inestable en todos los aspectos de mi vida. Quizás sea ello la causa de eso que molesta, lo que siempre molestó. Lo que siempre me quemó.
Merci pour la lecture!
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