Era un hombre que al conversarnos parecía querernos a todos. Yo, que desde mi lugar le contemplaba, me preguntaba a mí mismo: ¿Es que llegaré algún día a defraudar las palabras de este hombre que nos hacen tanto bien?
Y en verdad que así lo hizo. Una noche de tantas lo entregó por 30 monedas de plata. Y el negociado tremendo que hizo la humanidad a través del Judas, no ha tenido parangón alguno en la historia del orbe; pues esa misma noche el hijo del hombre compró al demonio, y por 30 monedas de plata, el pecado de todo el mundo.
¡Nos redimió!
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