locaporloslibros2 Miriam Ara

Cuando Kaittlyanna es atacada por dos seres sobrenaturales nada más llegar a un pequeño pueblo, lo da todo por perdido, pero Yago, un joven que acaba de sufrir una tragedia familiar decide ayudarla sin saber que acabaría en vuelto en el mundo de la magia, dónde las cosas no son tan bonitas como en los cuentos... Hay leyes muy estrictas y unos gobernantes que se ocupan de que se cumplan. Aun así, ese no será el mayor problema al que deba enfrentarse... Kaittlyanna tiene un corazón de hielo que complica la convivencia. Sin embargo, una extraña sensación de atracción y familiaridad que les invade desde el primer momento en el que sus ojos hicieron contacto impide su distanciamiento. La joven descubrirá que no todas las personas son malas y los secretos que engloban a su familia. Yago, por su parte, aprenderá que no siempre el bien se viste de blanco y el mal de negro. Los colores pueden intercambiarse. OBRA REGISTRADA. Cualquier copia o adaptación será denunciada.


Fantaisie Tout public.

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Prólogo.

25 de mayo de 1923.

Gritos, era lo único que se oía. Retumbaban en las blancas paredes de la enorme casa. Un sueño para muchos, pero una pesadilla para ella. Debía salir de allí, estaba harta de sufrir los constantes maltratos.

Un golpe seco contra la cara de la chica hizo que reinara el silencio. La joven acabó en el suelo. Un pequeño pinchazo de dolor apareció allí dónde el puño de su agresor hizo contacto. Cada vez le dolía menos. Un hilo de sangre empezó a brotar de su ceja.

Ni una lágrima brotó de sus ojos rojos como la sangre, los cuales resaltaban sobre su piel blanca. Ya estaba acostumbrada. Tan solo se levantó y salió corriendo escaleras arriba. No iba a tolerar un maltrato más. Abrió la ventana del segundo piso, para acto seguido descolgarse por ella, aterrizando de pie en el suelo. Menos mal que no era humana.

La herida de su ceja dejó de sangrar, es más, se curó milagrosamente. Eso no le importó. Comenzó a correr calle abajo, buscando a la única persona que podría ayudarla, o eso creía.

Delante de una verja metálica, había un chico de pelo avellana, y ojos grises esperando de brazos cruzados. En cuanto la joven lo vio, su corazón comenzó a latir rápidamente. Además, una leve sonrisa se mostró en sus finos labios. Esa sonrisa que rara vez mostraba. Allí estaba, su novio. La única persona en la que podía confiar... Pero esa sonrisa desapareció en cuanto una chica de cabellera naranja besó al joven, y este le correspondió.

Su corazón, el cual antes latía con fuerza, se terminó de fracturar en miles de trozos, sin arreglo alguno. Ella no pensaba quedarse de brazos cruzados, quería explicaciones sobre lo que acababa de ver.

—Joel, ¿qué haces?—Preguntó con tono enfadado mientras se acercaba con paso decidido.

—Kaittly, qué sorpresa...—Respondió con tono incómodo.

—¿Me estás engañando?—Cerró los puños con fuerza.

—¿Tú quién eres?—Interrogó la chica pelirroja.

—Se supone que su novia, aunque ya no está tan claro...—Apretó la mandíbula.

—No te lo tomes a mal, pero es que das algo de miedo...—Intentó excusarse su supuesto novio—. Entre la ropa oscura, el pelo negro, la piel blanca y los ojos rojos como la sangre... Pareces sacada del mismísimo infierno. —Esas palabras la enfadaron mucho, una vez más, la juzgaron por su apariencia.

—Yo soy mucho más agradable a la vista. —Enroscó un tirabuzón de melena naranja.

—Menos mal que eres agradable a la vista, así la gente no juzgará el cociente intelectual tan bajo que tienes. —Ella mostró una expresión de indignación.

—No os pongáis a pelear...—Trató de controlar la situación.

—Eres el que menos debería hablar, esto es por tu culpa—contestó la morena—. Si tanto miedo te daba, ¿por qué comenzaste a salir conmigo?

—Por una apuesta—respondió rápidamente, dejando a la pobre sin habla—. Mira, yo lo siento...—Quiso solucionarlo, pero ya era demasiado tarde.

—Guárdate tus patéticas disculpas. —Contuvo las lágrimas—. Que la cabeza hueca y tú seáis muy felices. —Se marchó por dónde había venido, solo que esa vez, con un corazón completamente roto. Habían acabado con el único sentimiento que le quedaba; el amor.

<<Nunca debí fiarme de él. Todas las personas hacen daño. >>

Continuó con su camino hacia una nueva vida aún más solitaria. No volvería a confiar en nadie.

Una única lágrima brotó de sus ojos rojos, la cual al rozar su mejilla, en hielo se convirtió. Ese día, la joven perdió del todo la fe en las personas, solo hacían daño. Ese día, su corazón, se congeló.
 

1 Novembre 2018 19:31 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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