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¡La Importancia Del Amor!

A Ernesto lo desilusionaron muchas chicas. Y eso que se dice "un buen candidato".

Alto, naturalmente elegante y distinguido. Había practicado deportes desde siempre, por lo tanto era musculoso y bien proporcionado. Su tez blanca lucía curtida por la vida al aire libre y resaltaba sus ojos claros y el marco rubio de su pelo ondulado. Cualquiera podría pensar con esta descripción que sería un muchacho soberbio o mujeriego. Nada de eso.

Ernesto era un aventajado estudiante de veterinaria. Adoraba a los animales y curarlos constituía su gran pasión. Sus padres poseían una considerable  fortuna que a él no lo mareaba en absoluto, aunque le gustaba vivir bien y darse los gustos. Su carácter, lejos de ser engreído, revelaba a un joven serio, cauteloso, de pocas palabras... pero sobre todo... ¡romántico!

Su máxima ambición era casarse, tener hijos... en fin, formar una familia. Esto lo había aprendido en su casa. Sus padres llevaban muchísimos años de un matrimonio solido y feliz. Ellos le inculcaron la importancia del amor, la unidad, el respeto. Por lo tanto, Ernesto pensó que, como estaba en la universidad y se sentía todo un hombre maduro, ya debía "sentar" cabeza.

Si bien en su adolescencia había salido con varias chicas, nunca había pasado de relaciones breves y superficiales típicas de la edad.

Pero Ernesto le decía siempre Gustavo, su mejor amigo:

- ¿Cómo es posible que quieras ponerte de novio en serio? ¡Estamos en la edad de divertirnos, somos dos "bebes"

- ¡No digas tonterías! Ya somos grandes...

- Esta bien, puedo admitirlo. Lo que me cuesta aceptar es tu apuro por asumir tantas responsabilidades... Eres un verdadero "Romeo".

- Si... creo que sí, ¿Y que tiene de malo?

-No... nada... malo no es... pero suena muy raro. El bien mas preciado del hombre es la libertad... ¡Y te empeñas en perderla!

- No, estas equivocado, Gustavo... El bien más preciado es el amor. ¿Y quién te dijo que te quita la libertad? Esa es una vieja idea...

- Puede ser... pero créeme que no te comprendo: rico, pintón, ¡un chico excepcional. Las mujeres "mueren" a tu alrededor. Podrías divertirte tanto... Sin embargo, quieres casarte...

- Bueno, no exageres. Primero, no me "llueven" las mujeres. Segundo, no estoy encaprichado con el casamiento. Es un proyecto de vida.

- No es que yo no crea en el amor. Sólo pienso que el amor puede esperar y "tocarme" cuando ya me haya recibido... cuando tenga más experiencia...

- Si claro, cuando seas un "octogenario"...

- Bueno, tampoco es para tanto. Pero ocurre que. entre mis proyectos, el amor figura para "los postres".

- ¡Que disparate! ¿Crees que puedes programarlo?

- No el amor llega y te domina. No puedes prevenirte. Casi ni te das cuenta. Un día te levantas y...

- ¡Zas! ¡Te enfermaste! Está clarito... eso debe ser el amor, una enfermedad. Y en tu caso... ligado a la locura. ¡Menos mal que ninguna de las dos es contagiosa!

- Ya te llegara... y en ese momento, te pediré una definición...

- ¿Como la que dan los poetas que lees?

- Seguro. Los poetas siempre fueron, son y serán hombres enamorados

- Si... enamorados, puede ser... pero ¿casados? por que enamorarse puede estar bien... pero, ¿que necesidad hay de firmar el "contrato" que te esclaviza?

- No seas guarango. El matrimonio es una gran institución. A mí me educaron así. Y no hables como si fuera a casarme mañana. No es así.

- ¡Uf, que suerte! Me sacas una peso de encima. Pensé que ya te "perdía".

- No, nada de eso. Además, ¿no somos los más grandes amigos del mundo?

- ¡Por supuesto!

- Entonces nada ni nadie podría separarnos. Seremos compinches como siempre, aún después de casados.

- Si tú lo dices.

- Y bueno, como te contaba... Es hora de ponerme de novio enserio...

- Claro, claro. ¿Y que hace falta para eso?

- Enamorarme, por supuesto. Y una mujer. ¡Una gran mujer!

- Entonces e falta un montón...

- Para nada. Justamente de eso quiero hablarte.

- ¡Dios mío! No me asustes... acaso...

- Si creo que sí... Serás el primero en saberlo... Estoy enamorado.

24 Septembre 2018 23:25 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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