Amanece un nuevo dia en la casa de Ricardo Contreras, un anciano muy alegre y amistoso, quien estaba celebrando sus noventa años de edad. Rodeado por familiares y amigos transcurrio la mañana y despues del almuerzo hijos y nietos se acercaron para entregarle regalos, los cuales recibio con cierto entusiasmo pero su esposa Gabriela notando cierta nostalgia en su rostro pregunto:
? Que pasa no te gustaron los regalos mi viejo?.
-Todos estan muy bellos pero no recibi el regalo que tanto he deseado desde hace tiempo-.
?Pero se puede saber cual es ese regalo, para salir a comprarlo?.
-Bueno ya que insistes, te dire que necesito con urgencia una plancha-.
Sorprendida por la respuesta Gabriela abrio desmesuradamente los ojos y volvio a preguntar:
?Pero Ricardo para que necesitas una plancha, porque si es para planchar la ropa eso te lo hago yo?.
Soltando una larga carcajada don Ricardo respondio:
-Disculpa mujer creo que estas confundida, yo necesito una plancha para mi boca, mira ya casi no me quedan dientes para masticar los alimentos, comprendes mi vieja-.
Todos los presentes soltaron largas carcajadas ante la respuesta muy sincera de don Ricardo.
Seguidamente cantaron el cumpleaños feliz y comieron de la rica torta, aunque todos en especial hijos y nietos se comprometieron a cumplir lo mas pronto posible su anelado deseo.
Fin.
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