El Niño Junto Al Cadáver Suivre l’histoire

El niño lloraba junto al pecho mustio e inerte de su madre. Lloraba y no sabía, que en aquel cuerpo exánime ya no existía la vida.

Lloraba sentado en el suelo, de reseca tierra endurecida. Sus ojos vidriosos clamaban, al cadáver que jamás respuesta le otorgaría.

Sus pequeñas manitas remecían el cuerpo… ¡Despierta, mamá! ¡Despierta de ese sueño! Parecía querer decirle sin aliento, con su carita sucia y su débil cuerpecito de bebé de dos años.

Ya no había calor ni compañía, ni alimento; ya nadie le oía, pues el cuerpo sordo hoy estaba, de quien lo cobijara entre caricias, apenas hacía unos días.

Su llanto débil en angustioso se volvía, cada vez que mirando su entorno más solo, más triste se sabía.

Una mariposa apareció en el aire, brillante, aleteando en su cercanía, y el niño secó sus lágrimas que ya llevaban casi dos días.

Levantándose siguió al insecto, y una melodiosa carcajada salió de su sonrisa, mientras que con pasos temblorosos era guiado hasta la entrada de la casita.

Era ésta apenas una enramada, y la puerta, leñosas ramas unidas, y el pequeño elevaba las manos, hacia aquella hermosa fantasía.

La mariposa se posó en la puerta y desde allí le hizo una despedida, moviendo sus alas con dulzura, mientras de a poco desaparecía.

El pequeño empujó con sus manitas la puerta e inundó el lugar la luz del día, se asomó curioso hacia fuera, y vio unas manos extendidas: ¡Mamá! Susurró alegre, mientras las manos lo recogían.

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