joe-kerr1530764300 Joe Kerr

Las piezas caen en su lugar como engranes en un reloj. La pregunta es, donde esta tu Dios cuando el mundo que conoces es una vil mentira?. y Cual es el precio por descubrir la verdad?


Horreur Horreur gothique Déconseillé aux moins de 13 ans.

#horror #bodyhorror #violencia #nsfw #horror-religioso #religion
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Et in semita machinis Parte I: configuración.


Charles Augustus Kempff es un hombre de fe. Su vida gira en moverse por las sendas cubiertas por las neblinas de la duda y del movimiento divino. Su lucha constante es la de mantener a su séquito asistiendo a la catedral de La Metrópolis, la ciudad que podría ser cualquier ciudad del mundo, desde nueva york hasta white Chapel, pasando por baghdad y a Hong Kong. La metrópolis era llamada así por su inmensidad, una ciudad que nunca dormia.

El sacerdote Kempff pasaba sus días rezando, bautizando y preparando el siguiente seminario. Sus días eran largos y sus noches calmadas y placenteras.

El atardecer rojo baño la oscuridad de la casa de Dios. Las velas bailaba ante los vidriales y dentro de esta, solo se oía una que otra voz como un murmullo. Una que otra tos u una que otra silla crujir. El atardecer traía promesas de noches largas y frías, las que ofrecían cobijó a los criminales y a quienes viven de la sombra de Dios.

El sacerdote Kempff le pedía al resto que se prepararán para enviar a los pocos feligreses a casa. Mientras el pesado y corpulento hombre rubio y de ojos azules agotados se dirigía a su despacho. Su estudio era un salón de muros oscuros y suelo antiguo de madera, sus pesados pies de arrastraron mientras este se quitó las ropas ceremoniales, dejando las cuidadosamente en un armario. El hombre se sentó, y espero. Observo las estatuas a su alrededor y abrió un pequeño cajón, exponiendo una radio pequeña. Sus dedos acariciaron los botones, encendiendo el aparato. Lentamente llevando la máquina a su oído y buscando el tono correcto.. un par de movimientos y el cántico estático se transformó en notas, en trompetas y cantares sin voz, El jazz inundó lentamente la habitación.

Kempff sonrió para si mismo, se levantó sabiendo que la cena estaría lista pronto. Cada paso emitió un quejido en el suelo de madera. La pequeña radio encendida cambio de tono, una voz profunda y suave anuncio que habría más música, dando así un número de teléfono y una melodía nueva para el mundo entre palabras como "Nena" y "Amor". Kempff amaba el programa de Jazz Man Murphy, era su pequeño vicio lejano y cercano.

Kempff se alejó de la mesa hacia la puerta, hasta que el reportero dio una noticia de último momento. -El presidente Atkins habría anunciado y demandado la caída del muro que separa las Alemanias en bloques. Kempff pensó en su hogar, su familia, su historia. Memorias tan lejanas que casi podía saborear cada detalle. La radio emitió un quejido , un gruñido de rabia el cual fue interrumpido por una voz. Un mensaje repetidas veces. <....Dios....> La voz perturbo a Kempff, como su varias voces de toda especie repitiera el cántico. Una y otra vez sin parar. Tres segundos entre cada cántico, ocho repeticiones. Y luego, silencio.

Shelby Masón odiaba estás reuniones. Odiaba a sus compañeros, odiaba la comezon en sus muñecas. No era su culpa, claramente. Era normal, el cosquilleo claro está. La necesidad de rascarse. Imagino que lo entiendes, cuando algo te pica, es normal rascarse. Es normal que aveces cause placer. Pensó la pelirroja en la habitación, sus brazos estaban cruzados miéntras observaba a su grupo, al "Círculo de Confianza". Era normal el querer rascarse... Observo a Dunham, este tartamudeaba mientras sus grandes ojos de insecto paranoico se plasman sobre todos. Una mano recorría su cabeza mientras este decía -se quejaba- a la doctora Norris. Insistía que "El Engranaje en su cerebro se estaba oxidando. Los medicamentos le ayudarán a no tener estos cambios tan súbitos de ánimo. Le ayudarán a aclarar sus ideas, pero es el engrane el problema. Los dientes se enterraban entre ambos hemisferios" el decía. Estaba loco, penso Shelby . Quién intentaría arrancarse el cuero cabelludo con sus uñas para romperse el cráneo y sacar un "Engrane" de se cerebro. Pero quién era Shelby para cuestionar. Los corchetes metálicos le daban comezón. Las vendas aún protegían sus muñecas. La comenzó de rascarse las venas con las llaves de su casa.

5 Juillet 2018 04:40 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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