A Noah Lehane nunca le gustó mucho la piscina, ni el agua en general, no se le daba bien. Parecía una pequeña hormiga naufragando, o al menos eso decía su abuelo cuando iban a la playa en familia.
En cambio a su hermana; ese ratoncito alborotador con las pecas características de su familia, que por cierto, él no había heredado; le encantaba nadar. Y a Noah no le molestaba llevarla a la piscina del barrio. Allí trabajaba de socorrista, Alyssa Ellroy, la chica más popular, además de guapa, del instituto.
Alyssa era una mezcla perfecta entre su madre brasileña de ojos claros y su padre un estadounidense emprendedor; tenía los ojos de su madre a los que les favorecía mucho su pelo oscuro y brillante.
Noah y Robson, su mejor amigo, se sabían de memoria los días y a las horas en las cuales Alyssa hacía sus turnos, y con la excusa de acompañar a la hermana de Noah se pasaban horas observándola.
- Vamos Lilette, no querrás llegar tarde, ¿verdad?- preguntó su hermano impaciente.
- ¡Si, si! ¡Ya voy!- dijo la pequeña mientras bajaba las escaleras acelerada.
Cuando llego a la entrada donde la esperaba Noah de brazos cruzados, a su hermano se le escapó una sonrisa seguida de unas risitas que sin éxito intentaba contener. Se acercó a ella y le colocó bien el vestido que llevaba mal puesto, después la entregó su mochila rosa chillón y se dispuso a coger su móvil y las llaves de casa.
-¿Me peinas como la Princesa Leia? - le pidió su hermana con ojos de corderito.
-Lilette, vamos muy justos de tiempo, debemos irnos ya - insistió el mayor.
-Por favor, ¡Noah! - lloriqueó.
- Vale... Pero de camino que llegamos tarde.
-¡Genial! - respondió la niña con una vocecilla alegre.
Su hermano era sin duda el mejor si se trataba de hacer maravillas con su rebelde pelo.
Era él quien la peinaba todos los días para ir al colegio y sus amigas, y las madres de estas, siempre tenían envidia de sus asombrosos y complejos peinados.
Salieron de casa y corrieron hacia la parada de autobús donde les esperaba el conductor. Lilette saludó amistosamente a Joseph, el conductor, y corrió adelantando a Noah. Mientras él pagaba, su hermana ya se había sentado junto a Robson, se había apropiado de su Ipod y escuchaba una de las canciones que solía cantar con su hermano, en este caso era de John Newman, Fire in me.
Noah y Robson empezaron a hablar y no tardaron en llegar a la piscina.
- ¡Noah! - dijo molesta Lilette - ¡No me has peinado!
- Ya voy, ratoncito, no grites - y con sencillos movimientos había creado dos moños perfectos en la pequeña cabecita de su hermana. - ¡Lista!
Cruzaron la calle y enseñaron sus carnets en la entrada.
- Hola chicos - saludó el conserje mientras abría la puerta.
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