u15267646761526764676 Patricia López Borja

Una sensación sobrecogedora me invadió dificultando la entrada de oxígeno a mis pulmones, el pulso se me disparó y empecé a jadear. En un intento desesperado por respirar, inhalé aire, y sofocada, me apoyé contra la pared del pasillo resbalando en ella hasta acabar en el suelo. Traté de relajarme consolándome a mí misma y auto-convenciéndome, de que era demasiado pronto como para caminar sola por la casa en mitad de la noche. Sin embargo, a pesar del incidente, nadie se despertó. Todo se encontraba en una calma abismal y no se apreciaba sonido alguno. Me incorporé ayudándome de las paredes un poco más aliviada y continué desplazándome a lo largo de la sombría casa en penumbra.


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El método Iftime

La corriente heladora breaba incesante arremetiendo ferozmente contra el marco de la ventana de
mi cuarto. Las hojas de los árboles perennes parecían farfullar consumidas, como si renunciaran a
perecer en uno de los inviernos más fríos y mortíferos que se acontecía, y que presagiaba el denuedo
a combatir las consecuencias de esta decadencia estacional.
Entorné los ojos forcejeando contra mis párpados apesadumbrados mientras la luz cegadora
de la mañana me reflejaba intensamente. Mis pupilas se expandían al mismo ritmo que se agudizaban
el resto de mis sentidos. Distinguí dos siluetas que se erigían al fondo de mi habitación, las cuales al
reparar en mi estado consciente, se abalanzaron precipitadamente hundiendo sus puños en la cama
donde yo yacía. En sus rostros estaba tatuada la angustia y la extenuación de desazonados días.
La mujer de cabello castaño claro me tomó de la mano con gesto gentil. Veía como articulaba
palabras, pero la escuchaba entrecortada. Ella estaba inundada de emoción, y yo aún tenía que
estimular mis receptores sensoriales. Giré la cabeza para mirar al chico que se hallaba al otro lado de
la cama. Era alto, de pelo rubio, tenía una expresión amable y sus facciones eran delicadas. Me sonreía
y sus ojos estaban entornados. A pesar de la paz que transmitía su figura equilibrada, pude detectar
un cierto halo de tristeza en su mirada. Suspiró aliviado y se acercó a mi costado.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Puedes oírme? - preguntó.
-Sí...-contesté con voz ronca.
- ¡Cariño, menos mal que te has despertado! Hemos pasado unos días que...-a la mujer de
pelo castaño se le llenaron los ojos de lágrimas y comenzó a sollozar. Me apretó la mano con fuerza y
la retiró al instante para poder girarse. Sabía que a mi madre no le gustaba mostrarse abatida, así que
se alejó unos metros para mantener la calma.
Miré de nuevo al chico que no había cambiado su postura ni un solo centímetro y que parecía
todavía más tenso.
- ¿Cuántos días han pasado Will?
-Dos días- me contestó.
-Ya veo...-volví a entrecerrar los ojos. La luz me molestaba demasiado y me costaba
mantenerlos abiertos.
-Oh, ¿prefieres que te bajemos la persiana? Quizá deberías descansar más.
Mi madre se volteó bruscamente dirigiéndose de nuevo hacia nosotros mientras expresaba con
vehemencia su desaprobación.
-No creo que sea lo mejor ahora mismo para ella. Ha permanecido dos días inmóvil y ahora
que está despierta, debería aprovechar y mantener un poco de actividad.
Will la observó callado al tiempo que Evolet le sostenía la mirada. Un apabullante escalofrío
me recorrió todo el cuerpo al presenciar el intercambio de palabras silenciadas resultado de la guerra
fría entre lo más parecido al choque entre dos titanes al que estaba asistiendo y estaba siendo
espectadora involuntaria desde que recuperé la consciencia. El chico giró la cabeza hacia mi y me miró
suspicaz e inquisitivo.
-Si te molesta la luz y quieres dormir más, podemos dejarte reposar un poco más- declaró
finalmente dibujando una cálida sonrisa en su semblante.
Tras unos segundos en silencio, acabé asintiendo, y mi madre a regañadientes abandonó la
estancia. Me bajó la persiana y enseguida me sumergí en el profundo sueño del que acababa de
despertar, no sin antes recordar los acogedores rostros de ella y mi hermano dándome la bienvenida
de nuevo a la calidez de mi hogar.
La oscuridad se cernía en lo que parecía el más absoluto vacío en el estómago de un vórtice
infinito. Lo que antes evocaba a la gélida y vibrante sensación invernal que atravesaba todos los poros
de mi piel, ahora se convertía en una atmósfera inanimada. Un sobresalto frívolo azotó mi persona,
tan exánime como el ambiente. Decidí entonces abandonar el lecho en el que había permanecido
tendida al menos durante tres días y me dispuse a apoyar los pies desnudos en el suelo. Agradecí que
la superficie no estuviera fría y que tampoco notara su textura. Al fin y al cabo, estaba regresando a la
realidad paulatinamente. Me acerqué al armario de madera de nogal situado a la izquierda. Apenas
tomé tiempo para cambiarme de ropa y salir por la puerta.
Una sensación sobrecogedora me invadió dificultando la entrada de oxígeno a mis pulmones,
el pulso se me disparó y empecé a jadear. En un intento desesperado por respirar, inhalé aire, y
sofocada, me apoyé contra la pared del pasillo resbalando en ella hasta acabar en el suelo. Traté de
relajarme consolándome a mí misma y autoconvenciéndome, de que era demasiado pronto como
para caminar sola por la casa en mitad de la noche. Sin embargo, a pesar del incidente, nadie se
despertó. Todo se encontraba en una calma abismal y no se apreciaba sonido alguno. Me incorporé
ayudándome de las paredes un poco más aliviada y continué desplazándome a lo largo de la sombría
casa en penumbra. Distinguí pronto que llegaba a mi característico recibidor.
Estaba decorado con una hermosa consola de mármol cuyo origen se sitúa a principios del
siglo XVIII y en frente se extendía un amplio sofá atusado con un elegante estampado de pájaros
abejarucos. Del techo colgaba una majestuosa lámpara de cristal austríaco que de estar encendida,
vestiría toda la casa de luz derruyendo a la noche y convirtiéndose en la más fulgente de las estrellas.
Se podía apreciar cada minúsculo detalle de la misma como si cada una de las piedras ensambladas
custodiaran las historias de los antepasados de mi familia. Debajo de la consola, se encontraban dos
estatuas de una pareja de perros dálmata, que sin embargo, parecía que habían tenido un cachorro y
no de la misma raza...Mi perro Caleb asomaba el hocico tímido. Era un perro pequeño, una mezcla
entre shih tzu y otra raza desconocida. Mi madre, Will, y yo, lo encontramos abandonado el mismo
día del funeral de mi abuelo. Decidimos adoptarlo, y ponerle su nombre. Salió de su lugar de reposo y
coleó un momento al percatarse de mi presencia. Sin embargo, a los pocos minutos, hizo ademán de
meterse en el salón. Probablemente, estuviera algo molesto porque la puerta de la habitación de mi
madre se encontraba inusitadamente cerrada y no podía dormir con ella como de costumbre. La
verdad es que no recuerdo la última vez que se aisló en su cuarto por la noche.
Un ruido ensordecedor retumbó traspasando las estancias de toda la casa con su punzante y
acuchillador timbre. Caleb empezó a ladrar y yo me esforzaba por pedirle que se callara. En ese mismo
instante, giró su pequeña cabeza hacia mí, e hizo un atisbo de enseñarme los dientes, gesto que jamás
había presenciado en los seis años que convivía con nosotros. El perro me miró de reojo y se encogió
emitiendo seguidamente un ligero gemido. Mientras digería lo que justo acababa de experimentar
con Caleb, ojeé por la mirilla quien llamaba a casa pasada la medianoche. Reconocí de inmediato la
figura de aquel chico alto, delgado y de cabello castaño oscuro que se erguía detrás. Giré el manillar y
abrí la puerta de la entrada. Mi novio me había hecho una visita.
- ¿Axel?
Sus ojos azules cristalinos se clavaron en los míos. No apartaba la mirada y me sonrió
dibujando en su rostro, uno de las expresiones más acogedoras y sinceras que había visto nunca. Se
acercó hacia mí y me abrazó fuertemente. Me inundó una calidez que hacía tiempo no sentía y echaba
mucho de menos. En ese momento regresé a mi ser y me envolvió la paz reprimida y la que él me
transmitía. Pude experimentar como el mundo frenaba más de lo que ya me parecía y absolutamente
todo dejaba de importar. Las lágrimas se agolpaban prestas a desbordarse, pero finalmente decidí
contenerlas.
- ¿Cómo te encuentras? -preguntó mientras me acariciaba suavemente la cara.
-Me siento un poco débil, pero supongo que todavía es normal. Solo ha pasado un día-declaré
tranquilamente procurando ocultar mi emoción.
Cruzó la puerta sin apenas mirar y se dirigió automáticamente a encender el interruptor de la
lámpara que colgaba del techo.
-No estás suficientemente a oscuras. ¿Podrías apagar más luces? -me dijo arqueando una ceja
y en tono reprobador y sarcástico.
-No, pero quizá si podría alumbrar con una lámpara de menor intensidad-me mofé entrando
en su juego.
Soltó una risita divertida y se agachó levemente para saludar y travesear con Caleb. El animal
parecía muy cómodo con él y sin signos de reticencia a la hora del intercambio de carantoñas.
-Por cierto, ¿qué haces visitándome a estas horas? Mi madre y mi hermano podrían
despertarse. No es lo más apropiado...
-Bueno, de vez en cuando está bien despegarse del ordenador para visitar a tu novia. Sabes
que soy nocturno, y tú tampoco eres muy diferente.
Axel estudiaba informática en la universidad y quería dedicarse a la programación de
videojuegos, aunque su pasión le empujaba más a experimentar con el producto que con las
herramientas para fabricar el mismo. Yo me quedaba hasta altas horas de la noche, pero movida por
una pasión más literaria que tecnológica.
Le propuse hablar en mi cuarto para evitar despertar a mi familia, pero cuando nos estábamos
dirigiendo, revisó su móvil bruscamente y dio la vuelta. Abrió la puerta principal y aparecieron ante
mí dos figuras muy conocidas.
Crecimos y aprendimos juntos desde la edad de cinco años, y con ellos hube compartido
grandes experiencias que permanecerían en mis recuerdos. Mis dos amigos de la infancia, Sunnie y
Andre, se encontraban en el rellano, esperando una señal para poder pasar a saludarme. Sunnie fue
la primera que se abalanzó entre lloriqueos y gritando mi nombre. Su enérgico placaje me hizo
retroceder unos centímetros desde mi posición cubriéndome con su poblada mata de rizos rubios.
Andre se percató de la fuerza con la que me estrechaba e hizo ademán de apartarla, mientras yo
intentaba recobrar el aliento. Me tomó del hombro y me zarandeó sutilmente de forma amistosa,
dejando relucir su dentadura.
- ¡Pensábamos que estarías mucho peor Kiara!¡Se te ve estupendamente! -soltó entre risas
Andre.
-Gracias, eso es muy consolador por tu parte-contesté con ironía-No esperaba que vinierais a
verme hoy y menos a estas horas-Miré de reojo a Axel dedicándole una medio sonrisa por la sorpresa.
- ¿¡Pero qué dices!? ¡No podría haber mejor plan el viernes por la noche que visitar a nuestra
amiga y por supuesto, montar una fiesta en su casa! -vociferó Sunnie secándose el resto de lágrimas
que se le habían escapado.
-Y precisamente por ello, insisto en ir a mi habitación en silencio y no hacer ninguna clase de
ruido para no despertar a mi madre y a mi hermano- clavé mi mirada en mi amiga, porque sin duda
era ella la más escandalosa.
-Yo iré a traer algo para picar. Ahora me reúno con vosotros-añadió Axel ya caminando hacia
la cocina.
Nosotros mientras tanto nos introdujimos en mi cuarto destensándonos un poco y
parloteando sobre banalidades, aunque no tardó en llegar mi novio apenas unos minutos después con
varias bolsas de patatas fritas y palomitas que repartió entre todos los que estábamos como si nos
dispusiéramos a ver una película en el cine, si bien probablemente la conversación que íbamos a
mantener, fuera digna de una trama de género adolescente.
-Se nota que Axel tiene ganas de continuar con nuestro proyecto artístico. Lo que más ilusión
le hará es retomar el atrezzo- bromeé refiriéndome al uso excesivo de la comida procesada como
forma de alimentación muy característica de él.
De repente se hizo el silencio desvaneciéndose todo rastro de jolgorio. Por un minúsculo
momento sus semblantes cambiaron plasmando una expresión entre tristeza y seriedad. Agacharon
la cabeza e intercambiaron miradas durante no más de un microsegundo. Seguidamente, Axel fijó sus
ojos en mí y se rio.
-Bueno, es el estereotipo del gamer, ¿no? Además, todo se lleva a cabo mejor si te permites
un pequeño placer durante el proceso-afirmó guiñándome un ojo y lanzándome una mirada cómplice
a la vez que provocó las burlas y comentarios socarrones de los otros dos por el doble sentido de la
frase.
Continuamos charlando hasta altas horas de la madrugada evocando recuerdos nostálgicos
sobre vivencias que habíamos experimentado. También hablamos sobre nuestro proyecto en común
que íbamos a desarrollar nosotros cuatro, aportando cada uno un pedazo de aquello que nos llenaba
hacer. Aún no teníamos muy claro cómo lo enfocaríamos, pero sí que sabíamos que sería algo con lo
que nos pudiéramos expresar y dar rienda suelta a la imaginación. A Sunnie le apasionaba el dibujo
desde que era una niña. Nunca se separaba de sus lápices y cada cumpleaños le regalábamos nuevo
material para que siempre pudiera crear nuevas obras, cada vez más profesionales. Andre no sabía
vivir sin la música. Estudiaba en el conservatorio y se dedicaba de lleno a ello. Fue y seguía siendo
miembro de varios grupos de estilo hard rock y algunos de power metal. Sus riffs de guitarra y
composiciones generaban vibraciones que podían conmover un estadio entero. Por mi parte, las hojas
y los lápices me llamaban de una manera diferente a la de Sunnie.
Yo los usaba para emocionar como Andre hacía con sus canciones, pero utilizaba las palabras.
Escribía relatos acompañada todas las noches de Axel a través del ordenador, al tiempo que él
programaba videojuegos que era la pasión que le movía. Esa noche no unificamos nuestras habilidades
en un solo proyecto, pero sí deseamos recordar los planes que habíamos preparado para este verano.
Queríamos viajar a Japón, país que nos llamó la atención desde temprana edad a cada uno de nosotros
por diferentes razones. Anhelábamos descubrir en primera persona su cultura, su riqueza histórica, su
gastronomía. Suponía ser el pequeño sueño de nuestro ambicioso grupo.
Llegadas las tres y media de la mañana, Andre y Sunnie se marcharon, dejándonos solos a Axel
y a mí, que seguimos conversando hasta el amanecer. Ansiábamos conocer Europa juntos y teníamos
muchos lugares que visitar en nuestra ciudad y muchas experiencias que vivir. Detallamos algunos
planes e intercambiamos sensaciones y deseos. Cada vez que permanecíamos juntos el tiempo
transcurría rápido y creábamos un fuerte lazo de unión que nos conectaba en todos los niveles
perdiéndonos el uno en el otro. Un halo de plenitud nos envolvía y nos aislaba del resto fusionándonos
y existiendo solo la complicidad y complementariedad que compartíamos en ese instante. Nunca
había llegado a intimar tanto y experimentar emociones y sentimientos tan intensos con alguien como
con esta persona. Por todo ello, estaba segura de que quería a Axel.
Al día siguiente me desperté al inicio de la caída de la tarde. Volvía a estar todo oscuro y no se
escuchaba ni un alma. Me paré a pensar y me pregunté por qué en dos días no había visto ni a mi
madre ni a Will. Ni siquiera se percataron anoche de la presencia de mis amigos, lo que me resultó
muy extraño. A ciegas, busqué mi móvil por la mesita de noche desde mi cama. No lo había revisado
desde hacía dos días. Comprobé el correo y las redes sociales. Entre lo poco que pude distinguir, ya
que sorprendentemente me daba error en casi todas las páginas por las que intentaba navegar, captó
mi atención la inauguración de un pub al lado de mi casa justo en un par de horas. No me hacía especial
ilusión ir de fiesta, pero suponía que era hora de salir y dejar de estar encerrada. Debía intentar hacer
vida normal después de todo. Me puse en pie y no tardé demasiado en vestirme.
Posteriormente me dirigía a la cocina ya que no había probado bocado desde que mi novio
nos cebara a comida chatarra y en el camino me tropecé con Caleb que alzó la cabeza y me miró. Acto
seguido, prosiguió su marcha por el pasillo como si nada. Pensé que el perro estaba muy raro dado
que nunca había actuado de esa manera conmigo, pero tampoco me preocupé más. Me preparé un
sandwich y envié un mensaje a Axel para comunicarle que en un rato iba a salir por si le apetecía
acompañar.me Acabé de cenar y todavía no había recibido respuesta, así que me dispuse a abandonar
la casa.
Un viento gélido arreciaba con fuerza dejando inmóvil todo lo que rozaba a su paso. Sin
embargo, el frío invierno no era obstáculo para todos aquellos jóvenes que se aventuraban a la
búsqueda de sensaciones cualquier sábado por la noche cubriendo de bullicio todas las calles y
adornándolas con sus exorbitantes carcajadas. Avanzaba con paso firme hacia el nuevo pub que se
avistaba ya a unos pocos metros. Me detuve unos segundos con la intención de comprobar si mi novio
me había contestado ya, pero me quedé petrificada cuando un gato me impactó por detrás
propinándome un doloroso zarpazo en el gemelo. Me aparté enseguida estupefacta mientras el felino
salía huyendo y revisé la herida rápidamente que por fortuna no era demasiado profunda, pero que
había acabado con las medias que vestía. Traté de no darle más importancia al incidente y seguí
andando hacia el pub.
"Nocturne Vampire". Así de original se denominaba el lugar. Las letras eran moradas y estaban
dibujadas por unos bordes del mismo color más oscuro sobresaliendo del pequeño local cuyo diseño
imitaba a una construcción sobre ladrillos. No había nadie vigilando la puerta, por lo que supuse que
la entrada era libre. Las luces fluorescentes del interior encajadas en el techo ambientaban el club y
le proporcionaban un aire relajante. Cambiaban de tonalidad atrayendo la atención de los clientes y
creando una atmósfera íntima junto a la sublime y cautivadora obra de Louis Armstrong "What a
wonderful world" que compuso en 1967 y desde la que ya han transcurrido casi cien años, pero que
siempre transporta a esa maravillosa realidad.
Crucé el hall siguiendo las bandas de terciopelo rojo que marcaban la zona de la pista de baile
y la separaban de la barra y de las mesas. A medida que me introducía más en el local, sentía como si
la gente no me quitara ojo de encima. La mayoría lucía ropa muy elegante: muchas mujeres desfilaban
con trajes largos de seda con lentejuelas y los hombres paseaban de etiqueta. Todos parecían
pavonearse de sus looks muy refinados, con ostentosos recogidos y onerosos complementos. Empecé
a sentirme muy incómoda e intimidada por las juiciosas miradas de esas personas, así que decidí ir al
baño y comprobar que su recelo era debido a la carrerilla de mis medias.
No tardé demasiado en encontrar el lavabo de señoras, lo que me alivió bastante. En la puerta,
había colgado un simpático cartel que decía: "Si vampira eres, el espejo no reflejará lo que mereces".
Siguiendo la jocosa opinión de los de trabajadores de marketing del pub, me dirigí al espejo del
servicio.
En ese instante, nunca hubiera imaginado ni tan siquiera adivinado que me iba a acordar muy
lúcidamente de la frase de la puerta. No porque no pudiera apreciar imagen alguna, sino porque la
criatura que estaba contemplando, no era mi yo. El pulso se me paró. Tampoco podía respirar. Estaba
completamente paralizada por el terror y la angustia que se apoderó de mí y de mi cuerpo o del cuerpo
que estaba contemplando. Mis orejas eran puntiagudas. Mis ojos eran grandes y verdes, nada que ver
con mis antiguos oscuros y achinados. Además, estaba cubierta de pelo y de mis mejillas sobresalían
unos finos y puntiagudos bigotes. Era una gata. Un animal. Comencé a respirar de forma desenfrenada
y sentí que me ahogaba. No podía apartar la mirada del espejo totalmente incrédula a la imagen que
se reflejaba en el mismo. Apoyé las patas en él y miré hacia abajo. Me llegó un mensaje en el móvil y
lo busqué precipitadamente dentro de mi bolso con la intención de llamar a alguien que pudiera
explicarme en qué mundo era posible esta atrocidad, cuando de un estruendoso golpe se abrió la
puerta del baño de par en par y apareció Axel. Sus ojos estaban fuera de órbita y me observaba
horrorizado.
-No sé qué ha pasado...no sé qué ha pasado...no...- yo era incapaz de balbucear otra cosa.
-Vale, a ver, tranquilízate...
-No, no, no.
-Puedo explicarte lo que ha pasado, pero debes guardar la calma.
-Claro que la voy a guardar. Y enterrar. No puedo dar crédito a lo que veo ni a lo que estoy
escuchando. ¿¡Tú me puedes explicar cómo me he cambiado de especie!?-chillé con escepticismo en
un intento desesperado porque sonara razonable lo que estaba sucediendo.
Axel cerró los ojos e inspiró hondo. Expiró y los volvió a abrir. Estaba relajado, como si tuviera
todo perfectamente calculado. Sin embargo, su mirada desprendía tristeza y su postura era rígida.
-Kiara, la verdad es que la operación para extirparte el tumor del cuello del útero no salió bien.
Moriste en el quirófano.
Cada una de sus palabras superaba a la anterior. Cada hecho que presenciaba era más
inverosímil. Ya no podía ser consciente de la realidad o de la ficción. Innumerables recuerdos eran
proyectados en forma de imágenes por mi cerebro como si intentara ordenar todo y encajar las piezas
de un puzle. Estaba exhausta, totalmente abatida y me vine abajo. Comencé a llorar tratando de
liberar toda la impotencia que aprisionaba dentro como resultado del desconocimiento de la situación
y de no poder entender el sinsentido de esta locura, aunque ni siquiera podía saber si estaba llorando
realmente porque según mi novio yo ya no existía ¿De verdad me estaba anunciando el día de mi
muerte? Él se agachó y posó su mano sobre mi lomo. Oía como me estaba consolando, pero yo no
podía prestar atención en ese momento
-Por favor, escúchame- Tú has muerto en el mundo que conoces, pero...-hizo una pausa que
me pareció eterna- Hemos podido trasladarte a otro. Sigues viva en este mundo.
- ¿Y qué mundo es este?
Clavó sus ojos azules en mí. Se estaba preparando para el duro golpe que me iba a propinar.
-Estás dentro de un videojuego.
Intenté digerir la nueva información conectando todas las imágenes y conversaciones que me
venían a la mente.
-¿Qué videojuego?-pregunté.
Se llama "Iftime" y es lo más avanzado en realidad virtual que se ha creado hasta ahora. Yo
soy un avatar. Tu madre, tu hermano tus amigos también lo son. Aquí hay muchos NPCs y gente que
también está jugando. Tú serías un NPC que se maneja a sí misma.
De pronto dejé de sollozar y me invadió la paz. No podía siquiera expresar nada. Sin embargo,
me asaltó una duda que debía resolver.
-Axel, ¿has creado tú este videojuego?
19 Mai 2018 21:42 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
2
La fin

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AC Alejandro Cuñat
Gran historia. Suspense y con la posibilidad de una operación que no ha salido del todo bien llevan a un giro más macabro con un frente de posibilidades por delante. Mis felicitaciones a la autora y espero que esta historia tenga una secuela para saber que se esconde detrás de todo esto.
May 20, 2018, 10:56

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