auraluna Aura Luna

Friendbook es la red social más reconocida y utilizada por personas. ¿Quieres cotorrear? Friendbook. ¿Quieres parecer sexy? Friendbook. ¿Quieres provocar bardo? Ya sabes, Friendbook. Yuleica y Tomás deciden tomarse unas vacaciones de dicha red social. ¿Que maravillosos mundos descubrirán? *Sátira a la mundialmente conocida red social Facebook*


Histoire courte Tout public.

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30 días sin Friendbook

Yuleica es la clase de mujer que suele estar en todas partes, y a la misma vez. No tiene poderes, si es lo que piensas: ella usa Friendbook. Su esposo también utiliza dicha red social, aunque casi todas sus publicaciones son de política, deportes y, ¿por qué no?, alguno que otro debate sobre chicas (aunque esto último lo hace con la herramienta de "No compartir con...").

Lo bueno de Friendbook es la posibilidad de estar más cerca de la familia (eso si te llevas bien con ellos), más cerca de tus amigos (también enemigos) y los colegas del trabajo (pero no tu jefe, es un acto suicida). Lo malo, como todo, es que en algún momento te volverás adicto. Yuleica suele comparar a Friendbook con el Kraken, pero aun así, todas las mañanas escribe un saludo presidencial y motivador, durante el día publica -casi- todo lo que ha hecho, visto, escuchado y hasta sentido, y cada tarde publica fotos de la cena, de su perro y no pueden faltar las clásicas fotos de pareja ideal.

Sin Friendbook no habría vida, al menos eso pensaba hasta que comenzó a sentir la distancia en su relación, de ambas partes.

Aquella tarde de agosto, poco después de su cumpleaños número 28 y mientras se arreglaba el cabello frente al espejo, un pensamiento perturbador le cruzó como tren descarrilado: ¿y si ya Tomás no la amaba como antes? Miró su reflejo, aún no tenía arrugas, tampoco canas y sus pequeños labios seguían teniendo el rosado natural. Entonces no era cuestión del físico, ¿qué era pues?

—¡Tomás! —lo llamó desde el baño privado de la habitación. Él permanecía recostado en la cama, viendo el canal de baloncesto.

—¡¿Qué?!

—¿Estoy gorda?

—¡Sí! —exclamó de pronto, lleno de euforia.

—¿En serio? Vaya, jamás pensé que fueras a...

—Perdón, cielo. ¿Qué me preguntabas?

La mujer de cabellos rizados cruzó la puerta, enfundada en su bata negra de seda y con el ceño fruncido.

—No has prestado atención —se cruzó de brazos—, ¿cierto?

—Oye, amor, es que han anotado en punto importante. Ven, dime —palmeó la cama varias veces. Tomás era un sujeto algo corpulento, pero no por ir al gimnasio (eso lo dejó hace tanto que ni lo recordaba).

Yuleica se acostó a su lado y le hizo "la plática", esa que toda mujer hace en algún punto de la relación y que casi todo hombre no entiende. Él, acariciando su mejilla, le dijo que era la mujer perfecta. «Entonces no es mi físico», volvió a pensar.

—Es que... hace días te siento distante, yo me siento distante. Y no sé la razón, ¿entiendes?

—A ver, llevamos 7 años juntos, ¿no? Creo que es normal, una etapa.

Ella separó sus labios para hablar, cuando sonó el móvil de su pareja. Ese fastidioso sonido de campana, o de pajarito, ya ni lograba identificar qué era. Y como si nada, el brillo de la pantalla iluminó el rostro de Tomás.

«Ahí está, el Kraken», se dijo en silencio, con la mirada perdida en el aburrido canal de baloncesto. ¿Y si ese era realmente el problema? Ella era una experta en cuestiones sociales, conocía cada problema de sus colegas, era la primera en conocer los nuevos novios de sus amigas y le daba Me gusta a cuanta publicación de sus familiares, aun cuando no se hablaban desde semanas. «¿Y de qué vale todo eso?», se preguntó en un iluminado análisis introspectivo.

Aquella noche Yuleica decidió no publicar en Friendbook lo aburrida que fue la partida de los Cabezones contra los Verduleros.

Pero a la mañana siguiente, el Kraken regresó con entrada triunfal: Tomás le sacaba una foto a su desayuno Continental en una pose de lo más graciosa, como si realmente fuera un fotógrafo profesional.

—¿Eso es necesario?

—Claro. Quiero que mis compañeros se hagan babas.

—¿No te parece algo disparatado?

La pareja hizo conexión visual instantánea, no eran telepáticos, pero casi. Sobre la estufa, la leche hervía pausadamente.

—Es por lo de anoche, ¿cierto?

—Tomás, estas últimas semanas he publicado más veces que las palabras que le digo a los clientes, y sabes que atender llamadas para resolver problemas con facturas, quejas y reclamaciones es como morir y revivir una y otra vez. Y es absurdo, ¿no crees? Es decir, ¿realmente necesitas hacer una publicación cada hora? Es peor que una mujer celosa y tampoco somos famosos.

Respiró profundo y añadió:

—Estoy harta.

—…

—¿Qué?

—Eres la reina del cotilleo y subes más videos de gatos que Discovery Chanel.

Tomás repasó detenidamente el rostro contrariado de su esposa, pensó en sus palabras y una radical idea nació.

—30 días sin Friendbook. Es mi propuesta, cielo. Anoche me quedé pensando en ciertas cosas. Ambos nos alejaremos de eso, si resulta para bien le habremos ganado al Kraken.

—¿Y si no?

—No seas negativa, venga ya.

Era 27 de agosto, y para cumplir el reto -o lo que fuera- debían estar sin publicar nada en el Friendbook hasta el 26 de septiembre. Quizá morirían en el intento, pero caerían juntos, como Kelly y John, como Tom y Rita, como Javier y Penélope, inseparables.

El primer día fue el más duro, Yuleica perdió las uñas por tanto morderlas y Tomás se desquitó en la trotadora. Al tercer día el hombre había perdido 2 kilos de pura grasa. En la tarde quinta surgió la idea de salir al cine, acabaron poco después comiendo helado de pistachos y tomados de mano.

"Día 10. Hoy hemos encontrado un arroyo cerca de casa, como a 15 minutos. Fue hermoso, hasta alcancé a ver pequeños peces", escribió la mujer en un trozo de papel y luego lo apiló junto con los demás.

“Día 23. He conocido una parte de Yuleica que nunca vi antes. Esta mujer está más loca de lo que pensaba, pero me gusta. Justo como la he querido, pero cada vez mejor. Como estas notas son para la posteridad y futuros hijos, quiero agregar que acabamos de sembrar dos pinos y cuatro árboles frutales. Espero que estén grandes para tomar las naranjas en canastos”. El hombre también apiló la nota junto a las demás, en un cajón bien guardado (porque honestamente le daba algo de vergüenza dejarlas visibles).

El día 30 llegó en menos de lo que ambos pensaban, porque el tiempo es relativo. Ambos tuvieron la oportunidad de volver a recorrer algunos restaurantes, esos que disfrutaban visitar y tomar algunas cervezas cuando eran más jóvenes. Crearon un álbum de recetas, hicieron un hermoso jardín, renovaron el color interior de la casa, pasaron horas jugando ajedrez y hasta adoptaron un gato. Esto último resultó ser un desafío para lograr que congeniara con el perro.

Pero…

—Oye, cielo, ¿recuerdas dónde dejé la carpeta verde?... Cielo, ¿qué haces? —le preguntó el hombre a su esposa, quien estaba centrada y con la cabeza baja, sentada en el sillón de la sala.

—¿Ah?

Tomás dirigió la vista por encima del hombro, solo para comprobar que, nuevamente, Yuleica estaba leyendo los comentarios de su ultimo estatus: Qué difícil debe ser la vida de un gato, aquí nuestro bebé haciendo pucheros por comida. A que es tierno.

El Kraken había ganado. Porque a todos nos encanta Friendbook y no hay quien se salve de tan tonto pero adictivo estilo social.

14 Avril 2018 19:05 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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Amalia Brant Amalia Brant
Imposible no entender la referencia jeje, me encantó
December 01, 2020, 13:38
~