copo4k1657902938 bjin⁷⚘

Nueve reglas que romper para conquistar a un alfa 1. Besar a alguien… apasionadamente. 2. Fumar puros y beber whisky. 3. Montar a horcadas. 4. Practicar esgrima. 5. Asistir a un duelo. 6. Disparar una pistola. 7. Jugar a las cartas (en un club de alfas). 8. Bailar todos los bailes en una fiesta. 9. Ser considerado extraordinario. Una sola vez.


Fanfiction Célébrités Tout public.

#jintae #seokjin #taehyung #época #alfa #omega #recesivo #dominante #inglaterra
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Prólogo

Londres, Inglaterra

Abril, 1813

Park Taehyung parpadeó para intentar deshacerse de las lágrimas mientras huía del salón de baile de Worthington House y de la escena más humillante de una larga lista de escenas humillantes.

Agradeció el frío aire nocturno al bajar con rapidez la escalinata de mármol. La esencia de la primavera flotaba a su alrededor cuando aceleró el paso para llegar a las sombras de los jardines en penumbra. Una vez que se sintió a salvo, emitió un largo suspiro y caminó más despacio. Su madre se desmayaría si descubriera que su hijo mayor había salido al exterior sin un acompañante adecuado, pero a él le resultaba imposible permanecer un minuto más en el interior de esa horrible estancia. Su primera temporada estaba resultando un absoluto fracaso y no hacía ni siquiera un mes que había debutado.

Taehyung, el hijo omega mayor de los condes de Park, debería haber sido por derecho propio el omega más hermoso del baile, debía tener un aroma atrayente para los alfas; había sido educado desde la cuna para destacar en ese mundo, lo habían instruido para conocer a la perfección los pasos de baile más elegantes, para lucir los mejores modales y una espléndida belleza. Ese era el problema, por supuesto. Taehyung era un buen bailarin y hacía gala de una educación impecable, pero ¿una belleza y un aroma deslumbrante? Pragmático como era, sabía mejor que nadie que no se le podía considerar así a un omega recesivo.

Tendría que haber supuesto que sería un desastre , pensó, mientras se dejaba caer en un banco de mármol en el interior del laberinto de los jardines de los Worthington.

Hacía tres horas que había comenzado el baile y todavía no se le había acercado un alfa adecuado. Tras ser abordado por dos reconocidos cazadotes, uno mortalmente aburrido y otro que ya había cumplido los setenta años, Taehyung no pudo seguir fingiendo que lo estaba pasando bien. Era evidente que para la sociedad él solo tenía el valor de su dote y su ascendencia, y que el resultado no era lo suficientemente atractivo para conseguir una pareja de baile con la que disfrutar de verdad. No, lo cierto era que Taehyung se había pasado la mayor parte de la temporada siendo ignorado por los solteros alfas más elegibles, codiciados y jóvenes.

Suspiró.

Esta noche había sido todavía peor. Como si no fuera suficiente con resultar visible solo para los más aburridos y viejos alfas, hoy había notado sobre él la mirada del resto de la sociedad.

—No debería haber permitido nunca que mamá me convenciera para ponerme esta monstruosidad — masculló para sí mismo, bajando la mirada a su traje. La cintura le quedaba muy apretada, y el pantalón, muy justo, además de resultar casi incapaz de contener sus piernas que, por otro lado, eran mucho más grandes de lo que dictaba la moda omega. Estaba seguro de que ninguna belleza del baile había sido coronada luciendo aquel anaranjado tono crepuscular. Ni un traje tan horrible.

Su madre le había asegurado que la prenda había sido confeccionada siguiendo la última moda y, cuando Taehyung le sugirió que la forma del traje no era la más adecuada para su figura, la condesa lo convenció de que estaba equivocado y de que estaría radiante como un atardecer. El aturdido joven había permitido que la modista lo hiciera girar una y otra vez, pinchándolo, empujándolo y estrujándolo hasta conseguir ajustarle el traje. Y , cuando por fin observó su transformación en el espejo de la modista, no le había quedado más remedio que mostrarse de acuerdo con ellas. Con aquel traje parecía un atardecer. Un atardecer sorprendentemente feo.

Se rodeó con los brazos para protegerse del frío nocturno y cerró los ojos lleno de mortificación.

—No puedo regresar. Tendré que quedarme a vivir aquí para siempre.

Se oyó una profunda risa ahogada entre las sombras. Taehyung se levantó con rapidez y contuvo el aliento, sorprendido. Apenas pudo distinguir la figura de un hombre a pocos metros mientras trataba de sosegar los desbocados latidos de su corazón. Antes de que se le ocurriera siquiera huir, las palabras escaparon de sus labios, impulsadas por toda la ira y la frustración que sentía.

—No es adecuado que se acerque a la gente en la oscuridad, señor. No es propio de un caballero.

—Mis disculpas —respondió él con rapidez, con una profunda voz alfa que le hizo estremecerse —. Por supuesto, uno podría sostener la opinión de que ocultarse en las sombras no es exactamente una actitud propia de un omega.

—Ah, en eso se equivoca. No estoy ocultándome en las sombras. Estoy escondido entre ellas. Es algo muy distinto —dijo mientras retrocedía en la oscuridad.

—No voy a delatarlo —susurró él, leyendo su mente mientras avanzaba—. Puede dejarse ver. Está realmente atrapado.

Taehyung sintió el seto espinoso en la espalda en el mismo momento en que el alfa se cernió amenazadoramente sobre él, y supo que el hombre tenía razón. Suspiró con irritación. ¿Le podría ocurrir algo más aquella noche? Justo entonces él quedó iluminado por la luz de la luna y Taehyung averiguó su identidad. En ese momento se respondió a sí mismo: Algo mucho peor.

Su acompañante no era otro que el marqués de Kim, un alfa fascinante y devastadoramente atractivo que estaba considerado uno de los libertinos más notorios de Londres. Su escandalosa reputación conjuntaba a la perfección con aquella pecaminosa sonrisa que, en ese momento, estaba dirigida a Taehyung.

—Oh, no… —musitó, sin ser capaz de ocultar la desesperación en su voz. No podía permitir que lo viera. No así, embutido en un armazón rígido como si fuera un ganso de Navidad. Un ganso de Navidad anaranjado como un brillante atardecer.

—¿Qué ocurre, chiquillo? —El perezoso afecto de las palabras lo ruborizó mientras buscaba una vía de escape. Ahora, estaba lo suficientemente cerca como para tocarlo y se cernía sobre él, unos quince centímetros más alto. Por primera vez en mucho tiempo, Taehyung se sintió pequeño. Delicado, incluso.

Tengo que escapar.

—Debo… debo irme. Si me encontraran aquí… con usted… —Dejó la frase en el aire. Él ya sabía lo que ocurriría.

—¿Quién es usted? —El marqués entrecerró los ojos en la oscuridad, examinándole los rasgos—.

Espere… —Taehyung casi vio sus pupilas brillando en la penumbra al reconocerlo—. Es el hijo omega de Park. Lo he visto antes.

Taehyung no pudo contener una sarcástica respuesta.

—Estoy seguro de ello, milord. Es difícil pasarme por alto. —Se cubrió la boca inmediatamente, conmocionado por haber hablado con tanta franqueza.

El alfa se rió entre dientes.

—Sí. Bueno, no es el tipo de traje que más le favorece.

—Qué diplomático es usted —dijo él sin poder contener una risita—. Lo admito, parezco un albaricoque.

Ahora, el alfa se rió abiertamente.

—Una comparación muy apropiada. Pero me pregunto, ¿es realmente tan malo parecer un albaricoque? —El marqués le indicó que debería volver a sentarse en el banco y, tras vacilar un momento, lo hizo.

—Probablemente, no. —Taehyung esbozó una amplia sonrisa, sorprendido por no sentirse tan humillado como cabría esperar al comprobar que coincidía en su apreciación. No, lo cierto es que en cierta manera lo encontró liberador—. Mi madre… bueno, se muere por vestir a su hijo como un muñequito de porcelana. Por desgracia, a mí no me favorece. No sabe las ganas que tengo de que mi hermano crezca y sea él el objeto de todas sus atenciones.

El alfa se sentó a su lado en el banco.

—¿Cuántos años tiene su hermano? —le preguntó.

—Ocho —dijo Taehyung con pesar.

—Ah, entiendo.

—Una declaración comedida. —El joven omega observó el cielo estrellado—. Ya sé que cuando él debute me habré quedado para vestir santos.

—¿Qué le hace pensar eso?

Taehyung lo miró de reojo.

—Aunque aprecio mucho su caballerosidad al fingir ignorancia, milord, nos está insultando a ambos.

—Él no respondió, y Taehyung se miró fijamente las manos antes de continuar—. Mis posibilidades de elección son bastante limitadas.

—¿Y eso?

—Al parecer tengo que elegir entre alfas arruinados, viejos o mortalmente aburridos —dijo él, enumerando con los dedos mientras hablaba.

El alfa se rió entre dientes.

—Encuentro difícil creerlo.

—Oh, es verdad. No soy el tipo de omega que atrae a los alfas. Cualquiera con ojos en la cara y un buen sentido puede verlo.

—Yo tengo ojos y un excelente sentido alfa y no lo veo. —Su voz era intensa, ronca y suave como el terciopelo cuando alargó la mano para acariciarle la mejilla.

Taehyung contuvo el aliento, siendo intensamente consciente del efecto de la caricia.

Se apoyó en su mano, incapaz de evitarlo, cuando él le asió la barbilla.

—¿Cómo se llama? —le preguntó con suavidad.

Él se estremeció, sabiendo lo que se avecinaba.

—Taehyung. —Taehyung cerró los ojos, avergonzado de poseer un nombre tan extravagante. Un nombre que nadie, salvo una madre intensamente romántica y obsesionada por la literatura, le habría puesto a un niño.

—Taehyung… —Él saboreó el nombre en los labios—. ¿Cómo el omega de Maximiliano?

El omega se sonrojó mientras asentía con la cabeza.

El alfa sonrió.

—Voy a tener que interesarme por sus padres. Un nombre atrevido, sin duda.

—Un nombre horrible.

—Tonterías. Taehyung fue emperador de Roma, era fuerte, hermoso y más inteligente que la mayoría de los alfas que lo rodeaban. Intuyó el futuro y se enfrentó con valor al asesinato de su esposo. Es un tocayo digno de tener en cuenta. —Le agitó la barbilla con firmeza mientras hablaba.

Taehyung no pudo añadir nada ante tan francas palabras. Antes de que pudiera pensar qué responder, él continuó hablando:

—Bueno, debo irme. Y usted, Lord Taehyung, debe regresar al baile con la cabeza bien alta. ¿Cree que será capaz? —Le dio un toque final a la barbilla y se levantó, haciendo que Taehyung fuera consciente del frío.

Lo miró y asintió con la cabeza, asombrado.

—Sí, milord.

—Buen chico. —El marqués se inclinó sobre Taehyung y le susurró al oído, acariciándole la nuca con su respiración y calentándolo en la fría noche de abril—. Recuerde, es un emperador. Compórtese como tal y no les quedará más remedio que considerarlo así. Yo ya lo hago… —Se interrumpió, y Taehyung contuvo el aliento, esperando sus palabras—: Alteza.

Y dicho eso, se alejó, perdiéndose en la profundidad del laberinto y dejando a el omega con una amplia y absurda sonrisa en la cara. No se lo pensó dos veces antes de seguirlo, pues ansiaba estar de nuevo junto a el alfa. En ese momento, lo habría seguido a cualquier parte; aquel príncipe entre los hombres no se había fijado en su dote, en su horrible traje ni en su falta de aroma, sino en él.

Si yo soy un emperador, él es el único alfa digno de ser mi superior.

No tuvo que llegar demasiado lejos para verlo. Unos metros más adelante, el laberinto desembocaba en un claro donde había una enorme fuente adornada con querubines.

Allí, bañado por el resplandor de la luna, estaba su príncipe de anchos hombros y largas piernas.

Taehyung contuvo el aliento al verlo… Era exquisito, como si él también hubiera sido tallado en mármol.

Entonces se dio cuenta de que había un omega entre sus brazos y abrió la boca en silencio. Luego se cubrió los labios con la mano y abrió mucho los ojos. En sus dieciséis años de vida, no había presenciado algo tan… asombrosamente escandaloso.

La luz de la luna dotaba al amante del marqués de un aire etéreo con aquel pálido cabello dorado y aquel traje, como una pálida telaraña resplandeciente en la oscuridad. Taehyung retrocedió entre las sombras y miró los setos a su alrededor, deseando no haberlo seguido, pero incapaz de no continuar observando el abrazo de los amantes… ¡Santo Dios, menudo beso!

Y , en lo más profundo de su interior, la sorpresa juvenil fue reemplazada por el lento ardor de los celos. Nunca en su vida había deseado ser otra persona, pero, por un momento, se imaginó que era él el que estaba entre sus brazos, el que entrelazaba los dedos entre sus cabellos oscuros. Que era su cuerpo el que acariciaban y moldeaban aquellas manos firmes; sus labios los que mordía; sus gemidos los que inundaban la brisa nocturna como una caricia.

Mientras miraba cómo la boca alfa recorría la larga columna de la garganta del omega, Taehyung recorrió con los dedos el mismo camino en su cuello, incapaz de contenerse, imaginando que era él quien le hacía aquella leve caricia.

Observó extasiado que el alfa llevaba la mano al suave corpiño que dibujaba la figura de su amante y que trazaba el delicado borde antes de deslizarlo hacia abajo para dejar al descubierto un pecho firme y pequeño. Los dientes del hombre destellaron malévolamente en la oscuridad cuando bajó la vista hacia aquel montículo perfecto, susurrando una sola palabra: precioso, antes de acercar los labios a la oscura punta, erizada por el gélido aire y el ardiente abrazo.

Extasiado, el omega dejó caer la cabeza hacia atrás, incapaz de controlar el placer que estaba alcanzando. Taehyung no pudo apartar la vista del espectáculo que se desarrollaba ante él mientras continuaba acariciándose el pecho con la mano, notando cómo su propio pezón se endurecía bajo la seda de la camisa e imaginando que eran la mano y la boca del marqués lo que sentía.

—Kim… El nombre que el omega gimió, sin poder contenerse, flotó en el claro arrancando a Taehyung de su ensueño. Avergonzado, dejó caer la mano y se alejó de la escena. Recorrió el laberinto a la carrera, desesperado por escapar, y llegó por fin al banco de mármol donde había comenzado todo aquello. Se dobló sobre sí mismo jadeando, avergonzado de su comportamiento. Los omegas no escuchaban a escondidas. Sobre todo, no espiaban ese tipo de encuentros.

Además, aquellas fantasías no le hacían ningún bien.

Ignoró una punzada de pesar devastador cuando se dio cuenta de la realidad.

El magnífico marqués de Kim jamás sería suyo, ni nadie como él. Tuvo la aguda certeza de que todo lo que él le había dicho antes no era cierto, solo mentiras que un consumado seductor había elegido con sumo cuidado para conseguir aliviar su dolor y alejarlo, despreocupadamente, del lugar donde se había citado con una encantadora belleza. Él no creía una palabra de lo que le había susurrado.

No, él no era Taehyung, el emperador de Roma. Era el mismo Taehyung corriente de siempre. Y nunca sería otra cosa.




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Hola una vez más!!

Les traigo una nueva historia, si alguien leyo once escandalos probablemente recuerde a Seojoon y Rosalie pues esta es su historia, claroo adaptada al Jintae, espero que les guste tanto como a mi 🌻

pd: sera omegaverse, parecida a diablo en invierno;)

22 Septembre 2023 04:52 3 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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Jessica ahumada Jessica ahumada
Muchas gracias estaré esperando ansiosa el próximo capituló, amo estas historias
September 23, 2023, 11:57
Jin J Jin J
Waaaaa muchas gracias 😍😍 estaremos esperando más actualizaciones!!!! Jsjsjs
September 23, 2023, 02:23
Diana Gómez Diana Gómez
Ayyy muchas gracias, amé once escándalos para enamorar a un duque y veo que esta historia también me encantará💓✨
September 22, 2023, 05:32
~

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