ave_phoenix91 Ave Fenix

Los sueños siguen y con ellos las aventuras que provocan confusión en la realidad, porque a veces después de despertar, se mezclan los mundos...


Aventure Déconseillé aux moins de 13 ans.

#apocalipsis #vampiros #héroes #lobos #fantasía
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Veneno y arcilla


Un día más con Alger, se preguntaba por qué había regresado a buscarla; ya le quedó mal desde el día que se perdió en una serie de inconciencia. Miraba la zona dónde estaban; la jungla. Según Alger le dijo que ese templo (a dónde se dirigían), no era conocido por el hombre y era por esa razón que no se encontraba en los libros de historia; viajaron hasta las tierras de Mesoamérica.


—¿Qué buscamos aquí?


—Energía primitiva.


—¿Para qué?


—La necesito.


Caminaron entre la selva que rodeaba el templo; cortaban el pasto salvaje para abrirse pasó, aquella hierba comenzó a soltar su olor de auxilio, medía más de metro y medio. Además el calor les golpeaba y la luz del sol, ya les estaba provocando dolor de cabeza. La chica se detuvo para tomar agua de su cantimplora, no fue demasiado grato beber de aquel líquido vital, que hervía; no se refrescaba, pero por lo menos no caería en una deshidratación. Alger al percatarse que la joven se quedó atrás, frenó su paso.


—Ya casi llegamos…procura tomar despacio.


—Ya me cansé—, se quejó—me punzan los pies.


—Aún nos esperan más cosas. —comentó el aventurero, secándose la frente con un pañuelo.


El mayor caminó hasta ella y la tomó de la mano para obligarla a caminar. Anduvieron dos metros más y él se detuvo para señalar con el dedo, el templo. La chica se sorprendió, era exactamente igual que otro templo que vio alguna vez mientras vacacionaba con su familia, excepto que esté era el doble de alto y ancho.


—¿Cómo vamos a entrar ahí? —preguntó. Sabía que estaban del lado de frente, pero no había escalones enormes con un grado de cuarenta y cinco.


—Escalando —, señalo Alger. —no tiene entrada ni escaleras. Tenemos que escalar por los extremos para llegar arriba, ahí debe de haber una puerta.


—Moriré…no me necesitas para esto —, rezongó.


Alger sonrió sin decir nada. Aquella sonrisa paternal, provocó en la joven un sonrojo leve; sin embargo, contestó de la misma forma.


—Andando…


Se adentraron a la selva, la zona donde yacía el templo, carecía de aquel pasto salvaje de casi dos metros de altura, esté parecía podado, pues medía aproximadamente dos centímetros de altura.


—Raro…—, señaló la joven.


—Escalofriante—, agregó Alger.


Mientras se acercaban más y más a la estructura arqueológica, el mayor sacó sus herramientas de su bolso de viaje. La brújula se movía en todas direcciones y su reloj de bolsillo se detuvo, además no escuchaba la vida salvaje de la jungla alrededor.


—Estamos cerca. —, comentó con júbilo. Frenaron su andar y miraron hacia arriba.


—¿Y si me caigo?


—No te pasará nada…Sólo aléjate de esas plantas que sobresalen de las piedras.


—¿Por qué?


—Son venenosas —Alger comenzó a escalar,— espero que arriba pueda comunicarme con Kate.


El mayor le ganaba distancia, además le dijo varias veces que no mirara abajo. No lo hacía, temía más tocar aquellas plantas verdes que sobresalían.


— “Se dice que sí rozan tu ropa es lo mismo a que rozarán tu piel” —, le había comentado el millonario.


—¿Alger? —preguntó preocupada. Una planta le había rozado en el brazo derecho.


—¿Sí?


—La he tocado…—su brazo se dormía; todo su cuerpo se paralizó al instante.


Sintió qué caía de espaldas. Veía todo en cámara lenta, incluso pudo leer los labios de Alger decir su nombre, pero no lo escuchó. Descendió hasta chocar de espaldas con el pasto, el golpe la sofocó y la aturdió, fue tan dura la caída, que perdió el conocimiento.


***


Abrió los ojos, vio muros de acero rodearla, pero sobre todo, la reja que estaba mirando la desconcertó. Pensó qué se encontraba presa en algún lugar desconocido. Todo el cuerpo le dolía, recordó lo último que le pasó y, rápidamente se miró el brazo derecho. Lo llevaba vendado.


—Debería estar muerta. —, pensó.


Agradeció que no había quedado manca, ahora debía preocuparse por salir de ahí y saber en dónde se encontraba. Se levantó de la cama; vestía un pijama enorme. En definitiva, estaba defraudando a Alger.


Salió del cuarto; la reja estaba abierta y caminó por un pasillo que se extendía por lo menos cinco metros; había más rejas y cuándo las miró, estaban las camas vacías. Luego vio por las ventanillas que comenzaban en el pasillo donde caminaba; se percató de las nubes moviéndose a rápida velocidad, escuchó el ruidoso sonido de las turbinas de un avión. Terminó el recorrido por el pasillo y observó al mayor de perfil.


Estudió los músculos de su brazo, la forma en que fruncía los labios mientras soldaba algo desconocido aún. La luz le calaba y se tapó con la mano. Alger se encontraba soldando un objeto, en dónde podría utilizar la energía primitiva que seguía en el pequeño cofre de oro, donde yacía guardada. La tenía frente a él en el escritorio.


—¿Alger? —, llamó. El mayor se detuvo en su labor.


—Hola ¿Cómo estás?


—Confundida, adolorida, avergonzada—, la joven caminó a él—te he estado defraudando —, el mayor rió, se levantó de la silla y tomó al a chica de los hombros.


—No, eres fuerte…sobreviviste a una caída de veinte metros…


—Soy un fiasco —, replicó.


—Un poco…—, confesó el mayor sonriente. —no me advirtieron que padecías de desmayos repentinos.


—Sigo preguntando: ¿Quién?


—No te diré—, le guiñó el ojo.


Ella caminó al escritorio y tomó entre su mano el vaso con agua, le dio un sorbo. Alger gritó exaltado; dio un salto y con un manotazo le tiró el vaso que se rompió en el suelo salpicando los pies de ambos. La joven caminó hacia atrás porque estaba descalza.


En ese lapso de tiempo su brazo empezó a picarle mucho. Se rascó y mientras lo hacía, decidió retirarse la venda.


—No debes tomar agua —, gruñó el millonario.


—El brazo me pica. —la venda cayó al suelo, su brazo estaba fisurado y tenía un aspecto cómo si fuera de arcilla. Lo tocó con la yema de su dedo y, de las fisuras, emergieron gusanos de color negro. Gritó aterrada; sentía el movimiento de aquellos seres, agitó el brazo provocando que se formara un hueco negro dentro de la zona dónde estaban los gusanos.


—¡No tengo hueso! —, exclamó. Miró a Alger asustada y él, le observó preocupado.


—Por eso no debías tomar agua…


Pasaron unos segundos y del hueco salieron escarabajos negros que volaron hacia la joven golpeándole en el rostro y mientras los ahuyentaba con su mano izquierda, el derecho se le acalambraba; lo miró y vio cómo se despedazaba, fisurándose y cayéndose al suelo en polvo fino; su brazo desaparecía.


Gritó de nuevo, no le dolía, pero lo que veían sus ojos era demasiado espeluznante. Se estaba quedando sin brazo en cuestión de segundos. Alger al ver tal suceso corrió al escritorio y tomó el cofrecito de oro. Un resplandor proveniente de la energía primitiva explotó en la nave.

4 Avril 2018 22:35 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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