Londres, 1843 mientras observaba entrar al joven omega que acababa de recibir en su casa de Londres, a Seokjin, lord St. Kim, se le ocurrió que tal vez se había equivocado de heredero en su intento de rapto la semana anterior.
Aunque el secuestro figuraba desde hacía poco en su larga lista de infamias, debería haber sido más inteligente. Para empezar, habiendo escogido una víctima menos enérgica. Park Jimin, un brioso heredero americano, se había resistido con uñas y dientes hasta que su prometido, lord Jeon, lo había rescatado.
Viéndolo con perspectiva, elegir a Jimin había sido una estupidez, aunque en aquel momento le hubiera parecido la solución ideal a su encrucijada. La familia de Jimin era rica, mientras que él, pese a su título nobiliario, sólo tenía dificultades financieras. Y además prometía ser un amante entretenido, con su belleza clásica y su carácter explosivo.
En cambio, el joven Kang Taehyung , aquel omega de aspecto dócil, no podía ser más distinto. Seokjin repasó rápidamente lo que sabía de el. Era hijo único de Kang Ivo, propietario del conocido club de juego londinense. Aunque la madre de Taehyung descendía de una buena familia, su padre era poco más que escoria. A pesar de su ignominioso linaje, Taehyung podría haberse casado bien si no hubiera sido por su terrible timidez, que le provocaba un tartamudeo mortificante. Seokjin había oído a algunos hombres asegurar que preferirían flagelarse la espalda a mantener una conversación con el. Seokjin, por supuesto, había hecho todo lo posible por eludirlo. No había sido difícil. El tímido omega Kang acostumbraba esconderse tras las columnas en los salones. Nunca habían cruzado palabra alguna; circunstancia que había parecido conveniente a ambos por igual.
Pero ahora no tenía escapatoria. Por alguna razón, el había considerado oportuno presentarse en su casa inopinada y escandalosamente tarde. Y para que la situación resultara todavía más comprometedora, no iba acompañado, cuando pasar más de un minuto a solas con Seokjin bastaba para arruinar la reputación de cualquier omega. Era libertino, amoral y perversamente orgulloso de ello. Destacaba en la ocupación que había elegido (la de seductor incorregible), y había alcanzado un nivel al que pocos calaveras podían aspirar.
Seokjin se arrellanó en su butaca mientras observaba con una ociosidad engañosa cómo Kang Taehyung se acercaba. La biblioteca estaba a oscuras salvo por un pequeño fuego en la chimenea, cuya luz parpadeante acariciaba la cara del joven. No aparentaba más de veinte años, y tenía un cutis lozano y unos ojos llenos de inocencia. Seokjin nunca había valorado ni admirado la inocencia, antes bien, la desdeñaba.
Aunque lo más caballeroso habría sido que se levantara, no parecía demasiado importante mostrar buenos modales dadas las circunstancias. Así que señaló la otra butaca que había junto a la chimenea con un movimiento de la mano.
—Siéntese si quiere —dijo—. Aunque yo en su lugar no me quedaría mucho rato. Me aburro enseguida y usted no tiene fama de conversador estimulante.
Su grosería no inmutó a Taehyung. Seokjin no pudo evitar preguntarse qué clase de educación lo habría vuelto inmune a los insultos, cuando cualquier otro omega se habría sonrojado o echado a llorar. O era tonto o muy valiente.
Taehyung se quitó la capa, la dejó en el brazo de la butaca tapizada de terciopelo, y se sentó sin gracia ni artificio.
«Uno de los solterones», pensó Seokjin al recordar que era amigo no sólo de Park Jimin, sino también de su hermano menor Hoseok y de Min Yoongi. Los cuatro muchachos habían permanecido sentados en numerosos bailes y veladas toda la temporada anterior sin que nadie los sacara a bailar. Sin embargo, parecía que su mala suerte había cambiado, porque Yoongi había encontrado marido por fin, y Jimin acababa de atrapar a lord Jeon. Seokjin dudaba que la buena suerte se extendiera a este muchachito tan desgarbado.
Aunque tentado de preguntarle por el objeto de su visita, temió que eso provocara un tartamudeo prolongado que los atormentaría a ambos. Así pues, esperó con paciencia forzada mientras Taehyung parecía darle vueltas a lo que iba a decir. Mientras el silencio se prolongaba, Seokjin lo contempló al agitado resplandor del fuego y se percató, con cierta sorpresa, de su atractivo.
Nunca lo había observado y sólo tenía la impresión de que era un castaño desaliñado con mala postura. Pero he aquí que era un omega precioso.
Apretó la mandíbula pero mantuvo su aspecto impertérrito, aunque hincó los dedos en la suave tapicería de terciopelo. Le resultó extraño no haberse fijado nunca en el, ya que había mucho en que fijarse. Su cabello, de un vivo tono castaño, con reflejos dorados que le daban una apariencia angelical y lo hacían brillar incandescentemente. Sus delgadas cejas y sus densas pestañas eran de un tono caoba, mientras que su piel era de un auténtico color dorado y con pecas en la nariz y las mejillas. Le hizo gracia la alegre dispersión de aquellas motitas doradas, esparcidas como si las hubiera rociado un hada bondadosa. Tenía labios carnosos y unos enormes ojos azules, bonitos pero impasibles, como de muñeco de cera.
—Me... me han dicho que mi amigo, el joven Park, es ahora esposo de lord Jeon —comentó Taehyung por fin—. El conde y el fueron a Gre... Gretna Green después de que él... se librara de usted.
—Sería más correcto decir «después de que me diera una paliza» —indicó Seokjin en tono afable, ya que el omega estaba mirando los moretones que los justificados puñetazos de Jungkook le habían dejado en la mandíbula—. No pareció alegrarse demasiado de que tomase prestado a su prometido.
—Us... usted lo ra... raptó —replicó Taehyung—. Tomarlo prestado implicaría que tenía intención de de... devolverlo.
Seokjinn esbozó la primera sonrisa de verdad desde hacía mucho tiempo. Al parecer, el muchacho no era ningun simplon.
—Lo rapté, pues, si lo prefiere. ¿Ha venido a verme para eso, joven Kang? ¿Para informarme sobre la feliz pareja? Ya estoy enterado. Más vale que diga pronto algo interesante o me temo que tendrá que marcharse.
—Usted que... quería a Jimin porque heredará una fortuna —soltó Taehyung—.
Ne... necesita ca... casarse con alguien que tenga dinero.
—Cierto —admitió Seokjin—. Mi padre, el duque, no ha cumplido con su obligación en esta vida: conservar intacta la fortuna familiar para dejármela en herencia. En cuanto a mi responsabilidad, consiste en dedicarme a la ociosidad más disoluta y esperar a que él fallezca. Yo he cumplido con mi deber a las mil maravillas, pero el duque no. Ha administrado muy mal las finanzas familiares y, hoy por hoy, es imperdonablemente pobre. Y, aún peor, goza de buena salud.
—Mi padre es rico —aseguró Taehyung sin ninguna emoción—. Y se está mu... muriendo.
—Felicidades —repuso él, y enarcó las cejas.
No dudaba que Kang Ivo hubiera amasado una fortuna considerable. The Fallen Angel era el local donde los caballeros de Londres iban a disfrutar del juego, de la buena comida, de bebida a raudales y de prostitutas baratas. En él reinaba un ambiente de exceso teñido de un agradable decadentismo.
Veinte años atrás era una alternativa mediocre al legendario Craven's, el club de juego más elegante y de mayor éxito que hubiese conocido Inglaterra. Pero cuando el Craven's se incendió por completo y su propietario rehusó reconstruirlo, el club de Kang había heredado una avalancha de clientes adinerados y adquirido una posición destacada. No obstante, nunca podría compararse con el Craven's. Un club reflejaba, en gran parte, el carácter y el estilo de su propietario, y Kang carecía de ambas cosas. Derek Craven había sido, sin discusión, todo un caballero. Kang Ivo, en cambio, era un alfa patán bruto, un ex boxeador que jamás había destacado en nada pero que, por algún capricho del destino, se había convertido en un próspero hombre de negocios.
Y ahí estaba el hijo de Kang, su único heredero. Si iba a hacerle la oferta que Seokjin sospechaba, no podría permitirse rechazarla.
—No qu... quiero que me felicite —dijo Taehyung.
—¿Qué quiere entonces, jovencito? —repuso Seokjin en voz baja—. Vaya al grano, por favor.
Esto empieza a resultar aburrido.
—Quiero estar con mi pa... padre los últimos días de su vida. La familia de mi madre no me permite verlo. He intentado escaparme para ir a su club, pero siempre me pillan, y después me castigan. Esta vez no vo... volveré con ellos. Tienen planes que quiero evitar, aunque ello me cueste la vida.
— ¿Qué clase de planes?
—Quieren casarme con uno de mis primos. Choi Junseo. N... no siente nada por mí, ni yo por él... pero pa... participa de buen grado en la conspiración familiar.
—Cuyo objeto es controlar la fortuna de su padre cuando éste muera, ¿verdad?
—Sí. Al principio consideré la idea porque creí que el señor Junseo y yo podríamos vivir en nuestra propia casa... y pensé que... la vida podría ser soportable si lograba alejarme del resto de ellos. Pero él me dijo que no tiene ni... ninguna intención de trasladarse. Quiere seguir bajo el techo familiar... y no creo que yo sobreviva ahí mucho tiempo más. —Ante el silencio al parecer indiferente de Seokjin, añadió en voz baja—: Creo que quieren ma... matarme una vez que consigan el dinero de mi padre.
Seokjin no dejó de observarlo, aunque no alteró el tono:
—Muy desconsiderado por su parte. Pero ¿a mí qué me importa?
Taehyung no mordió el anzuelo. Sólo le dirigió una mirada intensa que evidenciaba una fortaleza innata que Seokjin nunca había visto en ningun omega.
—Le propongo ca... casarme con usted —dijo—. Quiero su protección. Mi padre está demasiado enfermo y débil para ayudarme, y no quiero ser una carga para mis amigos. Ellos me o... ofrecerían refugio pero, aun así, tendría que estar siempre en guardia por miedo a que mis parientes lo...
lograran llevarme a la fuerza y obligarme a hacer su voluntad. Una omega soltero tiene pocos recursos, social o legalmente. No es ju... justo, pero no puedo hacer nada por evitarlo. Necesito un ma... marido alfa. Usted necesita un omega rico. Y los dos estamos igual de desesperados. Por eso creo que aceptará mi pro... proposición. Si es así, me gustaría partir hacia Gretna Green esta misma noche. Estoy seguro de que mis parientes ya me están buscando.
Seokjin lo miró con recelo en medio de un silencio tenso. No confiaba en el. Y tras el desastre del rapto frustrado de la semana anterior, no deseaba repetir la experiencia.
Pero el muchacho tenía razón en algo: estaba realmente desesperado. Le gustaba vestir bien, comer bien, vivir bien; algo de lo que podían dar fe innumerables acreedores. La mísera adjudicación mensual que recibía del duque iba a interrumpirse pronto, y en su cuenta no le quedaban fondos suficientes para llegar a final de mes. Para alguien que no tenía inconveniente en buscar la salida fácil, aquella oferta era un regalo del cielo. Si aquel omega estaba dispuesto a llevarla a cabo.
—A caballo regalado no se le mira el diente —soltó con indiferencia—. Pero ¿cuánto tiempo de vida le queda a su padre? Hay gente que sobrevive años en el lecho de muerte. La verdad, siempre he considerado de muy mala educación tener a la gente esperando.
—No tendrá que es... esperar demasiado —fue la crispada respuesta—. Quince días, quizá.
—¿Qué garantía tengo de que usted no cambiará de idea antes de que lleguemos a Gretna Green?
Ya sabe la clase de alfa que soy, joven Kang. ¿Debo recordarle que la semana pasada intenté raptar y forzar a uno de sus amigos?
Taehyung lo miró a los ojos. A diferencia de los de Seokjin, de un tono avellana, los de el eran de un zafiro oscuro.
—¿Intentó vi... violar a Jimin? —preguntó con desconfianza.
—Amenacé con hacerlo.
—¿Habría cumplido su a... amenaza?
—No lo sé. No lo he hecho nunca pero, como usted ha dicho, estoy desesperado. Y ya que tocamos el tema... ¿Me está proponiendo un matrimonio de conveniencia o vamos a dormir juntos de vez en cuando?
— ¿Lo habría fo... forzado o no? —insistió el sin prestar atención a su pregunta.
—Si le digo que no, ¿cómo sabrá que no miento, joven Kang? —repuso él con sarcasmo—.
No. No lo habría violado. ¿Es ésa la respuesta que desea oír? Créalo, entonces, si lo hace sentirse más seguro. En cuanto a mi pregunta...
—Do... dormiré con usted una vez. Para que el matrimonio sea legal. Y nunca más... después.
—Estupendo. No me gusta acostarme más de una vez con la misma persona. Es una lata cuando pasa la novedad. Además, nunca sería tan burgués como para desear a mi propio esposo. Eso implica que uno no dispone de medios suficientes para mantener a un amante. —Se detuvo a la espera de captar alguna emoción en el rostro del joven—. Claro que también está la cuestión de darme un heredero..., pero siempre y cuando sea discreto, no creo que me importe de quién sea el niño.
Taehyung ni siquiera parpadeó.
—Quiero que se separe una pa... parte de la herencia para mí en un fideicomiso generoso. Los intereses serán solo míos, y los gastaré como me parezca sin tener que darle explicaciones.
Seokjin comprendió que no era nada tonto, aunque su tartamudez llevara a muchos a pensar lo contrario. Estaba acostumbrado a que lo menospreciaran, lo ignoraran, lo pasaran por alto, y presintió que sacaba partido de ello siempre que podía. Eso le pareció interesante.
—Estaría loco si me fiara de usted —dijo—. En cualquier momento podría echarse atrás en nuestro acuerdo. Y usted todavía lo estaría más si se fiara de mí. Porque cuando estemos casados, podría hacerle la vida más imposible de lo que jamás haya soñado la familia de su madre.
—Pre... prefiero que me la haga quien yo elija —contestó con gravedad—. Mejor usted que Junseo.
—Eso no dice mucho a favor de ese tal Junseo —comentó Seokjin con una sonrisa.
El no se la devolvió. Se arrellanó un poco más en la butaca, como si por fin se relajase, y lo observó con una especie de resignación obstinada. Sus miradas se encontraron, y Seokjin fue consciente de algo que lo estremeció. No era extraño que un omega lo excitara fácilmente. Era más fogoso que la mayoría de alfas, algunos omegas lo encendían y despertaban su deseo hasta un grado inusitado. Por alguna razón, aquel chico desgarbado y tartamudo, era uno de ellos. De repente, sintió un súbito deseo de acostarse con él.
En su imaginación bulleron visiones de su cuerpo arqueado, sus piernas rodeandolo, sus miembros rozándose, sus curvas y sus redondeadas nalgas entre sus manos. Ansió que su aroma natural e íntimo le anegara el olfato, sentir el roce de su cabello en el cuello y el pecho. Deseó hacer cosas indescriptibles con la boca de ese omega, y con la suya...
—Decidido, pues —murmuró—. Acepto su propuesta. Hay muchas cosas que discutir, por supuesto, pero tendremos dos días para hacerlo antes de llegar a Gretna Green. —Se levantó de la butaca y se estiró sin poder evitar una sonrisa al ver cómo el muchacho lo recorría rápidamente con la mirada—. Ordenaré que preparen el carruaje y pediré al ayuda de cámara que me haga el equipaje. Saldremos en una hora. Por cierto, si durante el viaje decide echarse atrás en nuestro acuerdo, lo estrangularé.
—No e... estaría tan nervioso si no lo hubiera intentado con una víctima renuente la semana pa...pasada—replicó el omega con una mirada irónica.
—Touché. ¿Puedo considerarlo a usted, pues, una víctima dispuesta?
—Ansioso —precisó Taehyung, que se refería a partir de inmediato.
—Esos son mis favoritos —comentó Seokjin con doble intención, y le hizo una reverencia antes de salir de la biblioteca.
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