mariarose95 MARY ROSIE

La oscuridad es aterradora por muchas razones y el detective Kim NamJoon estaba a punto de descubrirlo.


Fanfiction Déconseillé aux moins de 13 ans.

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La Oscuridad

En la oscuridad ocurren cientos de cosas que no podemos percibir. Te puedes perder en ella, adentrándote a un abismo desconocido, sumergiéndote en un océano lúgubre sin aparentes rayos de esperanza en donde tus sentidos se agudizan a través del miedo que siente tu pequeño cuerpo frente a lo desconocido, así que cualquier estímulo enciende las alarmas en tu cabeza y te piden que huyas, un reflejo instintivo para sobrevivir que era útil en el pasado cuando vivíamos rodeados de cientos de amenazas dispuestas a matarnos, aquellas épocas cuando la oscuridad era verdaderamente aterradora.

Actualmente, el miedo prehistórico a la oscuridad no posee un papel tan importante en nuestro día a día, podría decirse que incluso llega a ser inútil y que su presencia altera sólo a los pobres y pequeños niños que se asustan con películas de terror o con historias de fantasmas y monstruos acechando en la oscuridad de sus habitaciones. Sin embargo, hoy en día vivimos rodeados de luz, de linternas, de bombillos, de letreros y de pantallas, la oscuridad ya no es un problema en absoluto e incluso esos pequeños niños pueden verse resguardados por la calidez de una pequeña lámpara con forma de estrella.

No obstante, a pesar de la falsa seguridad que nos genera la luz artificial, la oscuridad sigue estando ahí, latente y atenta, esperando un ligero despiste para arrastrarte hacia las profundidades. En esos casos, existen un par cosas que no serás capaz de captar ni aunque te esfuerces, porque el ser humano no está ni cerca de ser una máquina perfecta y por eso, en ocasiones, terminarás lastimado... o muerto.

Muerto, como Jung HoSeok lo estaba ahora mismo.

Era una lástima; según sus conocidos, HoSeok era alguien tranquilo, el tipo de persona con el que te sentirías seguro. Le gustaba ayudar a quien lo necesitara, incluso iba semanalmente al geriátrico local para acompañar a los ancianos que eran olvidados por sus familias. Sin embargo, por más santurrón que pudiera ser el hombre, no estaba exento del hecho de tener a un par de personas en su contra y es que era muy obvio que quien cometió el crimen realmente odiaba a HoSeok, ya que la víctima presentaba heridas tanto profundas como laceraciones importantes a lo largo de todo su cuerpo y, por la falta de carne en algunas zonas importantes, el cadáver pudo haber sido irreconocible de no ser por el hecho de que estaba en su casa y descubrir quién había sido el responsable de tal atrocidad era el trabajo del detective Kim NamJoon, un trabajo difícil teniendo en cuenta la inexistencia de las pistas y con sólo un unos cuantos sospechosos.

Su roommate fue quien encontró el cuerpo y lo reportó a la policía, un joven de veintitrés años llamado Kim SeokJin, quien había regresado de un viaje de vacaciones a Jeju. Su coartada era fuerte y fue descartado, pero se le pidió que no abandonara la ciudad.

—Van a encontrar a quien lo hizo, ¿verdad? —fue lo último que preguntó Kim SeokJin mientras trataba de controlar su llanto, sentado en la ambulancia luego de sufrir un ataque de pánico por todo lo que estaba ocurriendo—. Él no se merecía esto —negó con la cabeza mientras descargaba otra ronda de sollozos frente al detective, su cara roja y manos sobre su rostro, tan desolado que no había consuelo aparente—. Él era bueno, por favor...

—Vamos a hacer todo lo que podamos —fue lo que le respondió NamJoon, esperando que esas palabras fueran suficientes para contenerlo, ya que las promesas no eran algo permitido para ellos, moralmente hablando.

SeokJin aceptó esa respuesta y lloró hasta el último momento, lamentando y sufriendo la muerte de HoSeok bajo la fría noche de marzo, una en la que el pobre joven no iba a olvidar jamás en su vida y que lo perseguiría hasta el día de su muerte.

El segundo en ser interrogado fue Park JiMin, el mejor amigo de Jung HoSeok.

Ambos vivían a unas cuatro cuadras de distancia y se conocían desde la secundaria, por lo que las visitas a entre ellos eran algo común. JiMin contó que había estado en casa la noche del suceso y como su novio, Min YoonGi, había estado trabajando esa noche, no había nadie que respaldara la historia, por lo que fue puesto en la lista de inmediato.

Aun así, JiMin no entraba en el perfil de un asesino ni traía motivos consigo, además de que no padecía ningún desequilibrio mental que NamJoon pudiera notar a simple vista y su novio tampoco lucía como alguien con la aparente capacidad de hacer algo como eso, pero si algo había aprendido NamJoon a través de los años era no guiarse por una cara aparentemente inocente y llena de lágrimas que bien podían ser de cocodrilo.

—Deberían entrevistar a las personas de su trabajo, JiMin no tiene nada que ver en esto —farfulló YoonGi, algo exaltado por lo que sucedía y ofendido porque hayan metido a su novio en el mismo saco que un sospechoso de asesinato—. Mírelo, ¿en serio lo cree capaz? Aunque su coartada no se pueda confirmar sigue siendo demasiado inocente para cometer algo como eso —argumentó—. En serio lamento lo que le pasó a HoSeok, pero esto es ridículo...

—YoonGi, por favor... —murmuró JiMin, su voz estaba rota por el llanto y su cara tan roja e hinchada después del largo rato que estuvo tratando de procesar la muerte de su amigo una vez el detective se lo dijo esa mañana. Entre sus manos sostenía un pañuelo y su cuerpo estaba abrazado al de novio en busca de consuelo—. No hay necesidad de hacer un escándalo —pidió casi como ruego.

YoonGi quiso protestar, pero el detective se adelantó.

—Es el procedimiento estándar, si el joven Park no tiene nada que ver entonces no será un problema —explicó NamJoon a sabiendas de lo engorroso y tenso que era el proceso—. Todos los que están relacionados con la víctima tienen nuestra atención, incluso usted —agregó.

YoonGi endureció su expresión, pero JiMin colocó una de sus manos sobre su pecho, llamando su atención.

—Sí... él sólo está haciendo su trabajo —le aseguró con un hilo de voz antes de mirar a NamJoon nuevamente, ojos cargados de lágrimas y un dolor tan profundo que golpeó al detective justo en su pecho. JiMin no podía ser el culpable, él no lo creería si se demostrara y no estaba seguro de si eso era algo bueno—. Por favor, tráigale paz a HoSeok...

—Lo intentaré —habló con convicción, apretando sus labios un poco.

JiMin lloró aún más y YoonGi lo abrazó con fuerza, mirando al detective con ojos llenos de una aparente resistencia, pero con demasiada expectativa... y es que él también quería que atraparan al culpable.

El siguiente sospechoso fue Kim TaeHyung, un adulto joven que veía un par de veces a HoSeok por su trabajo, el cual era en un estudio de danza.

A diferencia de JiMin, a él no le afectó mucho su muerte y no parecía estar sorprendido cuando se le informó al respecto, sus respuestas fueron secas y distantes, aquello podía ser considerado irrelevante si no fuese porque los demás empleados apuntaron al hecho de que HoSeok y TaeHyung se llevaban bastante bien, eran considerados "amigos" por todo el mundo y JiMin confirmó la cercanía. Así mismo, su coartada era tan frágil como la de Park y el detective Kim lo puso al principio de la lista.

Todas las alarmas se encendieron cuando, desde el laboratorio, lograron dar con que una de las huellas encontradas en la escena del crimen coincidía con la de TaeHyung. La huella fue recogida de una linterna que tenía la víctima a un lado de la cama, tirada en el suelo.

—Eran amigos, eran cercanos, ¿por qué te importa tan poco su muerte? —preguntó NamJoon cómo por quinta vez dentro de la sala de interrogatorios, harto para ese punto de lo poco que habían logrado sacarle al joven adulto de veinticinco años.

Sin embargo, lograr que TaeHyung dijera algo que resultara de utilidad era todo un reto.

—HoSeok era una buena persona, pero era un idiota —habló con el mismo tono neutral que había usado la primera vez que hablaron, sus ojos perdidos en la mesa de metal frente a él, sus actitud tan lejana que era inquietan—. Se lo advertí, pero no me hizo caso —negó con la cabeza, apretando un poco sus labios como si se viera frustrado por ello, pero no lo suficiente como para que su expresión de póker se perdiera—. Es un idiota, se lo dije, pero no tomó precauciones, yo le di la linterna, pero nunca la usó... —se encogió de hombros antes de levantar su mirada hacia los ojos del detective—. Él murió por su estupidez.

—¿De qué estás hablando? —alzó la voz, frustrado por las vueltas que daba el contrario. No habían logrado avanzar más allá y él no tenía paciencia para seguir soportando los sinsentidos del joven—. ¿No te pagó lo suficiente? ¿Es eso? ¿O acaso querías el estudio de danza para ti nada más?

Kim TaeHyung se vio sorprendido un segundo, solo un poco, hasta que finalmente rió, pero fue una risa que sonaba más como un jadeo, y negó lento con la cabeza.

—Ninguno de ustedes lo entiende —dijo, ahora su tono se oía suavemente frustrado, firme en lo más profundo de su garganta—. Estamos indefensos, todos nosotros, necesitamos alejarnos de la oscuridad...

NamJoon apretó la mandíbula y se retuvo de golpear la mesa, pero sí se plantó frente a TaeHyung con ojos cargados en fuego. Inclinándose hacia él sobre el mueble, observando el rostro neutral y casi afligido del otro, buscando alguna señal entre sus pupilas que le dijera la verdad, esperando que la resolución de todo el caso llegara con una simple confesión, sólo quería que admitiera que estaba involucrado.

—He perdido demasiado tiempo con tus divagaciones, más te vale decirme algo útil ahora mismo. Con las pruebas que tenemos podemos meterte en una celda —sentenció, pero sabía que no eran suficientes pruebas, sabía que el otro podría salir libre el mismo día o que el juez se les iba a reír en la cara, pero él esperaba asustarlo lo suficiente como para que abriera la boca.

Sin embargo, TaeHyung solo le sonrió, labios apretados en una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Tenga cuidado, detective. Nunca es bueno estar solo en la oscuridad —fueron las últimas palabras que escuchó salir de él antes de que lo esposaran una vez más para llevarlo a una celda de la que claramente salió demasiado pronto.

NamJoon se preguntó si aquello había sido una amenaza.

Al conseguir una orden de allanamiento, descubrieron que su casa tenía una cantidad innecesaria de luces y linternas, pero nada demasiado llamativo como para considerarse una pista o arma homicida, así que el caso pareció llegar a una encrucijada y NamJoon estaba comenzando a desesperarse.

La última persona en ser tomada en cuenta fue Jeon JungKook.

Él tampoco encajaba con el perfil de un asesino, pero tenía sus razones para cometerlo; él había trabajado con HoSeok en el estudio de danza y según trabajadores, ellos no habían quedado en buenos términos luego de una fuerte pelea por motivos monetarios, ¿podía ser el caso de un asesinato por venganza? Aquello era lo único que lo enlazaba con el joven asesinado, sin embargo, su coartada era buena ya que había estado en una cita la noche del incidente y la pudieron comprobar sin mayores problemas.

—Es una pena todo esto —suspiró JungKook, dejando su vaso de vino sobre la mesa luego de darle un largo trago. Ambos estaban en su casa, era de tarde y el joven chico justo había estado en su momento de relajación porque era sábado y él definitivamente iba a tomar un vino en la soledad de su casa—. Él no me agradaba como a todo el mundo, pero matarlo es... no, es demasiado —negó con la cabeza, un poco de lamento en su tono de voz, demasiado anonadado por ello.

NamJoon no logró sacarle nada relevante luego de eso y cayó en completa cuenta de que se había encontrado con un caso tan extraño como improbable, pero no quería creer que fuera imposible, después de todo no existen casos imposibles de resolver ni crímenes perfectos.

Sin embargo, el positivismo de Kim NamJoon se desmoronó de un día para otro.

El problema inició cuando Min YoonGi llamó a la policía una fría noche lluviosa, llorando desesperado y cargado de pánico ya que luego de llegar a casa después del trabajo, se encontró con el cuerpo de su novio en el suelo de la sala.

—¡Es tu culpa! —fue el grito que oyó NamJoon cuando llegó a la escena del crimen, viendo como un enfurecido YoonGi caminaba hacia él bajo la tormentosa lluvia—. ¡Todo esto es tu maldita culpa! —YoonGi casi se le tiró encima, preso de la irá, si no fuera porque un oficial lo sujetó—. ¡Tú atrajiste a quien sea que mató a HoSeok! —seguía gritando, envuelto en llanto, tratando de soltarse—. ¡Ahora JiMin está...! —no fue capaz de continuar porque todo su cuerpo cayó al suelo, sollozando con dolor mientras gritaba el nombre de su novio, golpeando el suelo de la calle empapada.

Las heridas en el cuerpo de JiMin eran exactamente iguales a las de HoSeok y, al principio, Kim no se tragó el cuento del novio destrozado por la pérdida de su amante, pero los compañeros de YoonGi respaldaron su historia al explicar que ese día se tuvo que ir tarde porque su jefe lo cargó de trabajo extra y ahora se sumaba una víctima más a la lista: el inocente Park JiMin que dejó atrás a un Min YoonGi con el corazón y el alma destrozados.

Sin embargo, no pasó mucho para que su novio se le uniera; uno a uno, los sospechosos fueron cayendo como moscas, todos encontrados de la misma manera en la que habían encontrado al primero: todos en sus casas, solos, ensangrentados, apuñalados y mutilados hasta dejarlos irreconocibles.

NamJoon no entendía lo que estaba pasando.

El primer pensamiento del detective fue que estaban tratando con un asesino serial, alguien impulsado por sed de sangre con una increíble habilidad para dejar un total de cero pruebas en las escenas del crimen y con una mente tan macabra como para descuartizar y mutilar a alguien de esa manera.

Kim TaeHyung fue el último en morir, a lado de su cuerpo había un cuchillo que nunca fue usado y una linterna encendida con la batería a punto de consumirse. A diferencia de las demás víctimas, su cuerpo fue encontrado dentro de un armario, como si estuviera escondiéndose de alguien, quizás alguna macabra broma del perpetrador.

Para este punto, el caso se estaba comenzando a hacer cada vez más complicado y las bocas ya estaban comenzando a hablar; las personas estaban empezando a preocuparse y la estación de policía ya no encontraba palabras para calmar a las masas, así que no era sorpresa para nadie que NamJoon sintiera la presión de los superiores pisarle los talones mientras más y más familias se volvían cada vez más paranoicas, alterados por no saber lidiar con algo que no tenía cara ni nombre, por no saber qué evitar y qué no, aterrados hasta los huesos.

Casi un mes luego del asesinato de Jung HoSeok, Kim NamJoon regresaba a casa luego de su jornada de trabajo, agotado y estresado. El departamento de investigación ahora se quedaba hasta altas horas de la noche trabajando para saber el paradero del asesino y por consecuencia, él regresaba a casa en la madrugada.

Cualquiera diría que no era muy inteligente estar solo a esas horas, teniendo en cuenta los recientes acontecimientos, pero él era un hombre con un arma, calificado, era diferente a las víctimas que había tomado el asesino y sin dudas estaba más que listo para cualquier persona que saltara desde algún callejón para atacar.

Eso no pasó, sin embargo.

Cuando llegó a casa, se quitó el saco de encima y fue directo a la cocina a servirse algo de comer. Para el momento que el reloj marcaba las doce en punto, él ya estaba apagando todas las luces de su casa y caminando a su habitación para tomar sus merecidas horas de descanso luego del largo día lleno de un papeleo interminable y de preguntas sin respuesta.

Aquella era una noche particularmente oscura, una más melancólica que las demás y una que cargaba cierta tensión inquietante en el aire, pero él no le dio muchas vueltas, su cabeza estaba en otras cosas y dormir le daba la suficiente paz para aguantar otro día.

No hubo muchas divagaciones en su cabeza mientras trataba de conciliar el sueño, más que las constantes preguntas que se había estado haciendo todo el mes, toda la semana, todo el día. Seguía nervioso por el asesino, quería encontrarlo, quería darle fin a la ola de sufrimiento que había provocado, pero necesitaba dormir en la seguridad de su cama y darse un momento de relajación.

No podía seguir así.

A las tres de la mañana, NamJoon se despertó sintiendo la sangre helada y la piel erizada, su respiración era errática como si hubiera despertado de una pesadilla que ni siquiera podía recordar y todo su cuerpo sentía la repentina necesidad de salir corriendo. El miedo calando en sus huesos como jamás había sentido antes y con todas las alarmas encendidas en su cabeza, como si hubiera algo acechando cerca de él, como si aquello le estuviera respirando en la nuca, esperando... y él estaba congelado.

Sin embargo, antes de procesar lo que sucedía, escuchó pasos en su sala de estar.

Tomó la pistola de su buró sin una pizca de duda y se levantó de su cama, listo para aprehender a quien sea que se hubiese metido en su casa. Consideró la idea de que el tema del asesino serial estaba calando fuertemente en su cabeza, por lo que los ruidos se oían más sospechosos que antes, pero aunque fuera una gotera en su grifo él estaría atento y dispararía sin compasión.

Fue lo más cauteloso posible, salió de su habitación sin hacer ningún ruido mientras apuntaba su arma hacia delante, listo para disparar. No encendió ninguna luz, no iba a alertar al intruso y pese a que en ese momento parecía ser una opción lógica, ese fue el último error que cometería en su vida.

Escuchó movimiento a sus espaldas, se oía como si alguien estuviera correteando entre las sombras que le brindaba la desalentadora oscuridad y él apuntó su pistola hacia el sonido, pero no vio absolutamente nada. Consternado, miró a los alrededores y alzó la voz, preguntando quien estaba ahí y aclarando que era un policía con un arma en mano.

—No te tengo miedo, sal ahora —bramó con más seguridad de la que tenía su casi tembloroso cuerpo.

NamJoon estaba confundido, en primer lugar, todo su cuerpo se sentía aterrado sin razón aparente, sus manos temblando mientras él sentía el sudor frío bajar por su espalda, casi como si hubiese olvidado todos sus años de entrenamiento para regresar a ser un niño asustadizo que se escondía debajo de las sábanas. En segundo lugar, notó que su casa estaba realmente oscura esa noche, incluso podía jurar que se oscurecía cada vez más y su vista no se estaba acostumbrando en absoluto a pesar de que hacía un par de segundos había estado durmiendo plácidamente, lejos de cualquier luz.

Se dirigió a la pared, tanteando, pero ya no podía dar con el interruptor de la luz.

Otro ruido se escuchó, esta vez tan cerca de su oído que pudo reconocerlo como una respiración en su nuca, fría y lenta, así que no dudó en girarse y disparar como reflejo.

La luz emitida por el disparo iluminó la habitación por menos de un segundo y Kim NamJoon jamás podría poner en palabras lo que vio en su sala de estar esa helada noche de abril, aquello que lo hizo caer al suelo mientras gritaba desesperado por ayuda y que provocó que soltara su pistola.

Esa cosa fue lo último que vería en su vida.

Sus músculos se paralizaron como si hubieran sido cargados con veneno y ya no era capaz de ver absolutamente nada, como si sus ojos se hubieran desconectado de su cerebro. Comenzó a sentir un frío abrazador subir por su cuerpo y, a pesar de que sus alaridos desgarradores resonaron con intensidad cuando partes de su cuerpo fueron desgarradas con una fuerza bestial, nadie lo escuchó.

A la mañana siguiente, él se volvió otra víctima en la lista y nadie estaba preparado para las cientos que seguirán apareciendo después.

Las personas comenzaron a tenerle miedo a la oscuridad una vez más.

24 Mai 2023 03:30 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

MARY ROSIE Hola, soy mariarose95. Si me conoces de wattpad te doy la bienvenida a mi cuenta secundaria. Si no me conoces, espero que puedas disfrutar de mi contenido. La mayoría de cosas que escribo son yoonmins, ¡pero me gusta variar de vez en cuando! <3

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