Luego de despertar a los gritos debido a las pesadillas, como siempre. Entré al baño he hice mis necesidades, me lave las manos, me cepillé los dientes y luego salí. Me da algo de pena mencionarlo pero odio los baños mañaneros, a veces sudo mucho por mis pesadillas pero me doy una ducha rápida.
Me quite el pijama y me quedé en ropa interior frente al espejo de cuerpo entero que tenía a un lado del ropero.
Mire en el espejo mis cicatrices que estaban esparcidas en mi cuerpo; quemaduras de cigarro, marcas que dejaron las piolas o cadenas alrededor de mis muñecas y tobillos, cortes de todo tipo, pero había una que destacaba entre todas, la de mi cuello. Me quede observado la cicatriz que me dejó una soga, la única cicatriz que yo misma me había hecho.
Suspire y camine al sillón rojo que se encontraba cerca de la ventana para agarrar de la montaña de ropa un buzo blanco de hilo que me llegaba a las rodillas y un pantalón jean negro, a diferencia de muchos no perdía tiempo eligiendo mi ropa, ¿saben por qué?, porque toda mi ropa era exactamente igual, todos los buzos eran igual entre sí incluyendo su color, lo mismo con los pantalones y mis tenis. ¿Creen que lo hago por floja o algo así?, seria genial que fuese por algo tan sencillo pero no, nada es sencillo cuando se trata de mi, Sasha Millar. Es debido a uno de mis tantos traumas los cuales también provocaron mi paranoia, la horrible sensación de que todo el mundo quiere hacerme daño.
Bajé a la cocina y suspire aliviada al darme cuanta que no había nadie aparte de mi perro Tomate que dormía plenamente en el suelo, agarré la bolsa de pan y saque de la heladera la jarra de jugo y el fiambre, coloqué todo sobre la mesada y me puse en puntillas para bajar de la estantería dos vasos y un plato para dejarlos en el mismo lugar. Rápidamente hice cuatro emparedados y los puse en el plato, serví jugo en los dos vasos y subí con cuidado a mi dormitorio, deje los vasos en la mesada mientras intentaba no tirar ningún emparedado al suelo. Luego de dejar los vasos camine al ropero y abrí la puerta lentamente.
—¡Vamos levántate! —hablé pateando suavemente al chico que se encontraba inconsciente—, te traje el desayuno.
—agregué y él comenzó a despertar lentamente y luego me miró algo soñoliento con los ojos entreabiertos mientras intentaba incorporarse utilizando sus piernas que se encontraban amarradas con cinta al igual que sus manos.
—¿Vas a desatarme o otra vez me darás comida en la boca? —preguntó arqueado las cejas. Bufé.
Probablemente deben de pensar que soy una secuestradora y una psicópata así que mejor empezare desde el principio.
"La casualidad no existe...
Nos conocimos por una de dos razones esenciales:
Eres una lección o eres una bendición."
"¿Pero cual de las dos eres?".
Merci pour la lecture!
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