mi jardín, con su belleza antinatural y cruel y sus palabras melosas y burlas veladas.
Crecí con grandes ojos verdes que me observaban desde el bosque. Susurros desde los árboles.
Pieles brillantes que se escabullían entre los arbustos. Criaturas negras siempre al acecho en las sombras.
Mientras estuvieron aquí, no pensé en ellos. No fue hasta que se fueron que me di cuenta
de que no era... normal.
Pero no es hasta que tengo veintiún años, cuando mi vida está en ruinas, que vuelven para
llevarme.
Dicen que no soy completamente mortal. Dicen que debería estar entre ellos. La Gobernante Unseelie me quiere en su tierra por razones que nadie me explica, pero es su distante y dolorosamente bello hijo el que capta mi atención y se niega a dejarla ir.
El frío príncipe asesino de ojos negros que infunde miedo en los corazones de todos los Folk. De quien me han advertido, repetidamente.
Que me vigila siempre.
No confío en los Folk, así que ignoro sus temerosos consejos de que me aleje de él. Los ignoro a todos excepto a él, a pesar de que todo me dice que no se puede confiar en él, que es tan malo como el resto, que está jugando conmigo, el mortal despistado que está retenido aquí contra su voluntad.
Pero lo quiero.
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