Sentado delante de la pantalla del ordenador y encendiendo un cigarrillo cada vez que se acaba el anterior, Nicolas intenta escribir más de cinco palabras seguidas que tengan algo de sentido. Hoy es uno de esos días en los que siente la necesidad de escupir letras, disparar los dedos en el teclado como balas de metralleta. Escribir cualquier cosa, lo que sea. Aunque sea simplemente una historia sobre un hombre que está intentando escribir algo bueno, algo que merezca la pena ser leído por los que buscan determinadas respuestas y esas cosas.
Y aunque con sus palabras Nicolas no logre resolver las dudas existenciales más profundas de los seres humanos, por lo menos le gustaría dejar un mensaje para motivar a los que buscan razones para seguir adelante en sus propios caminos. Como si haber elegido ser escritor le condenara a tener que esforzarse para mejorar la vida de los que leen sus textos. En el fondo, Nicolas cree que el arte sin mensaje es aburrido como un partido de fútbol que acaba con un empate sin goles. Así que sigue moviendo los dedos en el teclado con un ritmo constante. Inspirado por la luz que podrían desprender los ojos que algún día leerán sus palabras.
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