TᴀᴇHʏᴜɴɢ
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Aquella vez que lo vi por primera vez, había estado disfrazado, vestido con un elegante traje negro, hecho para parecer que él era uno de nosotros. Pero aunque las capas de tela fina cubrían sus muchos tatuajes, no podían ocultar su verdadera naturaleza. Brillaba a través de él, peligrosa y fría. En aquel entonces jamás habría pensado que lo llegaría a conocer a él y al monstruo que tiene dentro mejor que nadie más, y que volvería mi vida al revés. Que cambiaría todo mi ser desde lo profundo de mi corazón.
°°°
La primera vez que escuché sobre las fiestas que organizaba el señor Kim estaba muy emocionado por asistir. Pero por mi edad aún no era apto para acompañar a mis padres. Sin embargo, hoy era el día. Asistiría a la fiesta de Acción de Gracias de los Kim.
—No puedo creer que te dejen ir con ellos —murmuró Jae. Di la espalda al espejo para mirarlo. Estaba sentado en mi silla de escritorio, vestido con sus pantalones de correr más andrajosos.
Suspiré.
—No seas infantil.
—"Soy un niño, demasiado joven para una reunión social en la mansión Kim" —entonó mi hermano imitando el tono de reproche de mamá.
—Es un evento para adultos, Jae. La mayoría de las personas tendrán dieciocho o mucho más. Además, mamá tiene razón. No tendrías con quien hablar y alguien tendría que mantenerte vigilado toda la noche.
—Tengo quince años, no seis. Y solo eres cinco años mayor que yo, así que no actúes tan adulto —dijo indignado, levantándose de la silla de escritorio y avanzando hacia mí. Me miró con un desafío inconfundible en sus ojos—. Probablemente le dijiste a mamá que no me llevarías contigo porque te preocupa tener que vigilarme y de paso que te avergüence ante de tus perfectos amigos.
Lo fulminé con la mirada.
—Estás siendo ridículo. —Sin embargo, un destello de culpabilidad pasó por mí ante las palabras de Jae. No había hablado con mamá para que dejase a Jae en casa, y en realidad tampoco había luchado mucho para que mi hermano se uniera a nosotros. Él tenía razón. Había estado preocupado por tener que estar con él toda la noche.
Algo de mi tren de pensamientos debe haberse mostrado en mi cara porque Jae resopló.
—Lo sabía. —Giró sobre sus talones y salió de la habitación enfurecido, cerrando la puerta de un portazo tan fuerte que no pude evitar una mueca de dolor.
Dejé escapar un pequeño suspiro, luego me giré hacia el espejo. Mi traje era de color verde oscuro, e iba perfectamente con el color castaño claro de mi cabello. Sonreí. Hoy, todo tenía que ser perfecto.
—Tae, ¿estás listo? Tenemos que irnos —llamó mamá desde abajo.
Mi madre estaba en la puerta cuando llegué abajo, caminé hacia ella, ignorando a Jae que estaba apoyado en la barandilla de la escalera, con una expresión malhumorada en su cara. Sentí lástima por él, pero no quería que nada ni nadie me arruine ésta noche. Mis padres casi nunca me permitían asistir a fiestas y ésta noche era el evento más importante del año en nuestros círculos sociales. Todo aquel que aspiraba a ser alguien en Busan había tratado de conseguir una invitación a la fiesta de Acción de Gracias del señor Kim. Este sería mi primer año asistiendo. Henry y Jeremy habían tenido la suerte de también haber estado allí el año pasado, y si mi padre no me hubiera prohibido ir también hubiera ido.
Me sentía pequeño y dejado de lado cada vez que ellos hablaban sobre la fiesta en las semanas anteriores y posteriores, y lo habían hecho sin parar, probablemente les di la oportunidad de regodearse un poco.
—Dales a Henry y a Jeremy un abrazo, y a Woobin un beso de mi parte —dijo Jae con dulzura.
Me sonrojé. ¿Woobin? ¿Él también estaría allí? Solo lo había visto dos veces antes y nuestras interacciones habían sido más que un poco incómodas. Jae alzó su barbilla obstinadamente, pero incluso desde el otro lado de la habitación podía ver el indicio de lágrimas en sus ojos.
—Tal vez el año que viene se te permitirá venir. —Mamá lo hizo sonar como si no hubiera sido su decisión excluir a Jae de la fiesta. Aunque, para ser honesto, en realidad no estaba seguro si el señor Kim estaría muy feliz de que la gente empezase a llevar a sus hijos más pequeños, teniendo en cuenta que Kim no era conocido por su paciencia o sentido de la familia. Incluso sus propios hijos eran enviados a internados en Japón, para no irritarlo. Al menos eso decían los rumores.
Saliendo de casa, mi madre se hundió en el asiento del pasajero donde ya se encontraba mi padre.
—Abróchense el cinturón —dijo él. Mi madre se inclinó y le acarició su cabeza calva con un pañuelo de papel, absorbiendo las gotas de sudor que se habían reunido. No podía recordar a mi padre teniendo cabello—. TaeHyung —dijo mi padre, con un tono molesto en su voz.
Me puse el cinturón de seguridad rápidamente y él sacó el auto de nuestro camino de entrada.
—Woobin y yo hemos tenido una pequeña charla esta tarde —dijo mi madre con la mayor naturalidad.
—¿Ah, sí? —dije. Un nudo de preocupación se formó en mi estómago. ¿Y si Woobin había cambiado de opinión? No estaba seguro de la respuesta, pero hacía que mi estómago se contrajera aún más. Me obligué a mantener una expresión neutra cuando me di cuenta que mi madre me observaba por encima de su hombro.
—¿Qué dijo? —pregunté.
—Sugirió que se casen el verano que viene.
Tragué con fuerza.
—¿Tan pronto?
Una pequeña mueca apareció entre las cejas de mi padre, pero mi madre habló primero.
—Tienes diecinueve, TaeHyung. Tendrás veinte el próximo verano. Es una buena edad para casarte y formar una familia.
La cabeza me daba vueltas. Pese a que de alguna manera podía hacerme a la idea de ser el esposo de alguien, me sentía demasiado joven. ¿Cuándo iba a tener la oportunidad de ser yo mismo? ¿De averiguar quién era realmente y quién quería ser?
—Woobin es un hombre decente y eso no es algo fácil de encontrar —dijo mi padre—. Es responsable, y ha sido el asesor financiero del señor Kim durante casi cinco años. Es muy inteligente.
—Lo sé —dije en voz baja. Woobin no era una mala elección, no en todos los sentidos. Ni siquiera era feo. Simplemente no había ese aleteo que esperaba sentir cuando encontrase a la persona con quien tendría que casarme. Quizás ésta noche la encuentre. ¿No eran las ocasiones como una fiesta el lugar perfecto para enamorarse locamente de alguien? Solo tenía que estar abierto a la posibilidad.
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Entramos en las instalaciones de la mansión Kim quince minutos más tarde y conducimos durante otros dos minutos hasta que el camino de entrada finalmente se abrió a una majestuosa casa palaciega y una enorme fuente frente a ella. Era solo una de las muchas razones por las que no me gustaba Kim. Por lo que mi padre había dicho sobre el hombre, era un presumido sádico. Me alegré de que mi familia y yo estuviéramos en su lado bueno. Nadie quería tener a Kim como su enemigo.
Había autos caros estacionados por doquier. Por el gran número, me pregunté cómo todos los invitados cabrían en la casa sin pisarse los pies unos a otros. Varios botones corrieron hacia el auto cuando se detuvo y abrieron las puertas para nosotros.
Una alfombra roja iba por las escaleras y atravesaba la puerta principal. Negué con la cabeza, pero me detuve rápidamente ante una mirada de mi madre. Ella y mi padre me hicieron caminar entre ellos a medida que nos dirigíamos a la puerta principal. Allí, otro criado nos estaba esperando con una sonrisa profesional en su rostro. Ni Kim, ni su esposa estaban allí para recibirnos. ¿Por qué siquiera me sorprendía?
El pasillo de entrada era más grande que cualquiera que hubiera visto jamás. Una gran cantidad de figuras de cristal de todos los tamaños se encontraban contra las paredes y en los aparadores, y varios enormes retratos de Kim y su esposa estaban enganchados de las paredes altas.
—Sé educado —susurró mi madre en voz baja mientras nos llevaban hacia las puertas dobles que daban al salón de baile con candelabros de cristal y mesas altas que bordeaban la pista de baile. Una pared estaba recubierta por una larga mesa llena de comida.
El botones se excusó cuando llegamos al interior del salón de baile y se fue corriendo hacia los próximos invitados. Una vez dentro, dejé que mi mirada se deslizase por los invitados en busca de mis amigos. Estaba ansioso por unirme a ellos y dejar que mis padres buscasen su propia compañía preferida, pero mi madre no me dió la oportunidad de buscar por mucho tiempo. Tocó mi antebrazo ligeramente y susurró en mi oído:
—Compórtate lo mejor que puedas. Primero, vamos a tener que agradecer al señor Kim por la invitación.
Miré más allá de ella y mi padre ya estaba hablando con un hombre alto de cabello negro. Mi padre sostenía sus hombros medio encorvado, como si estuviera intentando inclinarse ante su Jefe sin de hecho tener que inclinarse. El espectáculo me dejó un sabor amargo en la boca. Con la palma de mi madre apoyada en la parte baja de mi espalda, me arrastré más cerca de mi padre y su Jefe. Nos detuvimos a un par de pasos detrás de ellos, esperando que se volvieran hacia nosotros. Los ojos oscuros de Kim me encontraron primero antes de que mi padre notara nuestra presencia.
La frialdad en ellos envió un escalofrío por mi espalda. Su camisa increíblemente blanca de cuello y su pajarita de color negro le daban un aspecto aún más intimidante. Tras intercambiar algunas bromas sin sentido, finalmente me desestimaron y corrí hacia uno de los camareros que equilibraba una bandeja llena de copas de champán en su mano.
Uno de nuestros guardaespaldas me siguió a unos pasos por detrás a medida que me alejaba de mis padres, el otro se posicionó al borde de los invitados reunidos y mantuvo un ojo en mis padres. Me preguntaba por qué era siquiera necesario tener a nuestros guardaespaldas con nosotros en un grupo de nuestros supuestos amigos.
Empujé el pensamiento a un lado, queriendo disfrutar de ésta noche, y acepté una copa de champán con un rápido agradecimiento para después beber un largo trago del líquido burbujeante, haciendo una mueca ante el sabor agrio.
—¿Cómo puedes hacer tal cara mientras bebes la mejor bebida en este mundo? —preguntó Henry, apareciendo a mi lado de la nada y robando una copa de champán para sí mismo.
—Es el agua de los reyes —entonó Jeremy, y era inquietante no estar seguro si lo dijo como una broma o estaba siendo mortalmente honesto.
—Estoy tratando de acostumbrarme a el —admití, bajando la copa de mis labios. El alcohol estaba empezando a hacer su magia y por eso estuve agradecido después de la breve charla con Kim.
—He oído que es un gusto adquirido —añadió Henry cuidadosamente. Tomó un pequeño sorbo de su copa, su expresión se convirtió en una de dicha—. Supongo que siempre he tenido una habilidad especial para beber y en el último año ciertamente he tenido suficientes oportunidades para conseguir adquirir su gusto, y tengo la intención de beberlo aún más a menudo en el futuro. —Él y Jeremy compartieron una risa, y una vez más maldije a mis padres por protegerme tanto como lo hacían.
—Ésta noche hay una buena selección —dijo Jeremy. Sus ojos observaron a un grupo de chicos detrás de nosotros. Dejando claro que no estaba hablando del buffet.
Los chicos en su enfoque eran al menos diez años mayores que nosotros, y mientras contemplaba el resto de la habitación, me di cuenta que éramos de los invitados más jóvenes. La mayoría de los asistentes trabajaban para Kim. Esta era una fiesta para sus súbditos; dudaba que tuviera amigos.
—Pero, por supuesto, ya no tienes ojos para otros ahora que estás comprometido con Woobin —continuó Jeremy, arrastrándome de vuelta a la realidad.
No estaba seguro de qué decir a eso. Su tono había sido extraño. ¿Estaba celoso?
—Estoy bromeando, no te ves tan conmocionado.
Me reí, aliviado. Realmente no quería pelear con Jeremy sobre Woobin.
La música se elevó y di otro sorbo a mi bebida. Estaba empezando a relajarme gracias al alcohol difundiéndose por mi sangre y apenas me importaban las miradas curiosas ocasionales de los otros invitados. En la siguiente fiesta, ya sería uno de ellos y otra persona sería el centro de atención.
La molestia hacia mi padre se elevó dentro de mí. Tal vez se había negado a llevarme a una función social hasta ahora porque pensó que lo avergonzaría frente a su Jefe. Le había oído decirle varias veces a mi madre lo terrible y brutal que era Kim, así que no era demasiado inverosímil que mi padre pensara que podría encogerme de miedo delante de ese hombre, lo cual era ridículo. Él todavía era humano, no el monstruo que mi padre siempre lo hacía ser e incluso si lo fuera, dudaba mucho que odiase verme encogerme de miedo.
—Por lo que escuché, el acuerdo entre tu familia y Woobin está casi hecho, así que tu fiesta de compromiso será pronto.
Fruncí el ceño ante el uso de la palabra "acuerdo" en cuanto a casarme con Woobin. Pero a decir verdad, ese probablemente era el término que se ajustaba mejor a todo el arreglo. Le di un pequeño encogimiento de hombros, intentando actuar indiferente. No quería hablar de él esta noche, sobre todo porque el tema parecía irritar a Jeremy.
—Oh, Dios mío, Kim invitó a su monstruo —susurró Henry, agarrándome del brazo y casi haciendo que derramase mi champán. Seguí sus ojos castaños ensanchados por la sorpresa hacia una esquina de la habitación donde un hombre alto se apoyaba contra una pared. Estaba vestido con una camisa blanca que se tensaba contra su pecho, un traje negro y zapatos negros de vestir. De hecho, no se veía tan diferente que todos nosotros en la habitación a excepción de la corbata que no llevaba, si tomabas solo su atuendo en consideración. Pero el resto de él, Dios, ten piedad.
Se veía demasiado insulso para alguien como él. Aunque al menos lo había intentado, no engañaba a nadie acerca de su naturaleza. Parecía irradiar de él como una nube oscura de peligro. Era casi palpable incluso desde lejos. Mi padre lo había mencionado una o dos veces en susurros, pero nunca lo había visto y él definitivamente no era del tipo que aparece en las secciones de chismes del diario. Dudaba que cualquier periodista estuviera lo suficientemente loco como para arriesgarse a la ira de un hombre como él.
—El Bastardo, así es como lo llama la mayoría de la gente —añadió Jeremy.
Hasta ahora nada interesante había ocurrido, pero Jeremy probablemente tenía la esperanza de que esto tuviera el potencial de algunos chismes decente.
—¿Cuál es su verdadero nombre? —pregunté. Una vez había tratado de sacárselo a mi madre, pero la mirada que me había dado había evitado que preguntase de nuevo.
—La gente lo llama SeiHok, pero todos le dicen El Bastardo a sus espaldas. Y por lo que logré escuchar una vez, creo su nombre es SeokJun, ¿o era Jon? No estoy seguro. Hay algo mal con sus cuerdas vocales desde un horrible accidente. Es por eso que tiene esa gran cicatriz.
No podía distinguir ninguna cicatriz desde nuestro punto de vista. Estábamos demasiado lejos. Supuse que Jeremy también había conseguido ese detalle de la fábrica de chismes.
—¿Qué clase de accidente?
—No lo sé. Algunas personas dicen que la mafia de Japón le hizo eso, otros dicen que intentó suicidarse porque no está bien de la cabeza, pero nadie sabe —respondió Jeremy en voz baja.
¿Quién trataría de quitarse la vida así?
Él no parecía del tipo de suicidarse. La primera historia sonaba mucho más probable. No pregunté por qué lo llamaban El Bastardo. Eso lo podría explicar por mi cuenta. Las personas en nuestro mundo no veían con buenos ojos a los niños que nacían fuera del matrimonio. Era anticuado y ridículo, pero hay cosas que nunca cambian. No sabía quiénes eran sus padres. No podían ser miembros de alto rango de la sociedad, eso seguro.
Dirigí mis ojos hacia él. Parecía completamente indiferente a lo que ocurría a su alrededor, como si esta fiesta no fuera más que otra de sus funciones. Pero algo me decía que a pesar del aburrimiento que mostraba, estaba alerta. Dudaba que mucho escapase a su atención. Tenía una copa de champán en la mano, pero todavía estaba llena. El cristal elegante parecía pequeño en comparación con él y me maravilló que no lo hubiese aplastado entre sus palmas todavía. Como si pudiera leer mi mente, giró su cabeza y miró directamente hacia nosotros. Henry dejó escapar un grito ahogado y se estremeció a mi lado, derramando unas gotas de su copa en el aparentemente lujoso suelo de madera. En serio no podría haber actuado más sospechoso si lo hubiera intentado.
Después de un momento, tanto Henry como Jeremy bajaron sus cabezas, rompiendo el contacto visual. Tal vez para hacerle creer que no habían estado observándolo o tal vez simplemente no pudieron soportar la fuerza de su mirada. Ahora entendía por qué mis padres e incluso mis amigos habían sonado tan aterrorizados cuando hablaban de él. Incluso desde la distancia sus ojos casi hicieron temblar mis rodillas.
Sin embargo, no era solo el miedo lo que hizo que mi corazón se acelerase; también había algo cercano a la excitación. Era como ver a un lobo a través del cristal de su recinto y maravillarse de su poder. Solo que aquí lo único que le impedía atacar eran las normas sociales, unas a las que incluso alguien como él estaba obligado a acatar. La correa que Kim tenía sobre él no era física o visible, pero estaba ahí.
Me pregunté qué estaría pasando por su cabeza. ¿Cómo se sentía rodeado de gente con la que no tenía casi nada en común? Era uno de ellos y sin embargo, en realidad no. Un hombre de las sombras porque nadie lo quería en la luz. Cuando me di cuenta de cuánto tiempo lo había estado mirando, aparté mis ojos, pero mi pulso mantuvo su ritmo errático después. No estaba seguro de cuándo había sido la última vez que me sentí tan... vivo. Mi vida siempre serpenteaba en sus caminos predeterminados, pero ésta noche se sentía como una aventura.
—Oh, Dios mío, eso fue espeluznante —susurró Jeremy—. Debería haberse quedado en el agujero del que salió.
No pude decir nada. Mi lengua parecía estar pegada a mi paladar.
—¿Sigue mirándonos? —preguntó Henry. Mis ojos estaban firmemente pegados en las burbujas que seguían creciendo en mi copa.
—No, se ha ido —dijo Jeremy con gran alivio—. No puedo creer que viniera aquí. La gente como él debería permanecer entre ellos y no pretender que pertenecen aquí.
Miré hacia la esquina donde se había situado previamente, pero como Jeremy dijo, se había ido. Por alguna razón, me puso nervioso el no saber a dónde había ido. Era una de esas personas a las que te gustaba seguirles la pista porque temías que pudieran sorprenderte. Y podría haber jurado que todavía podía sentir sus ojos en mi. Me estremecí. La paranoia por lo general no era mi estilo.
Busqué en mi entorno, pero no estaba por ningún lado. Negué ante la ridícula sensación de ser observado. No sería bueno para mí empezar a actuar como un paranoico. Si me avergonzaba a mí mismo aquí, pasaría mucho tiempo antes de que me invitasen de nuevo.
—Mira quién viene —dijo Henry en voz baja, y durante un momento ridículo y de infarto, de hecho, pensé que era él.
Me di la vuelta para ver de quién estaba hablando y sentí el calor subir por mis mejillas. Woobin se dirigía hacia nosotros.
—Se ve como un corredor de bolsa —comentó Henry en voz baja.
Él manejaba el dinero de Kim, así que no estaba muy alejado. Henry y Jeremy dieron un paso a un lado, juntándose y pretendiendo darnos a Woobin y a mí un poco de privacidad, lo cual en realidad era solo un pretexto ya que sabía que estarían vigilando nuestros labios y memorizando nuestras palabras. Dudaba que las utilizaran en mi contra. Eran mis amigos después de todo, pero no quería correr el riesgo.
—¿Bailarías conmigo? —preguntó con voz suave y uniforme. Eso, como el traje, era siempre igual. Henry lo había comparado con una máquina bien engrasada una vez. El término se ajustaba demasiado bien. Sus ojos se dirigieron a mis amigos, pero no dijo nada. No seguí su mirada, preocupado porque Jeremy se viera cabreado. A veces no estaba seguro de qué demonios pasaba con él.
Mientras bailábamos estrechamente, esperé un aleteo, algo, la aceleración más pequeña en mi pulso, lo que sea, pero no pasó nada. No es que Woobin pareciera estar locamente enamorado de mí. No se requería amor para un matrimonio, sin embargo hubiera sido agradable. Woobin intentó entablar conversación.
Mis amigos todavía estaban observándonos a Woobin y a mí. Sin embargo, "observar" no era el término correcto para la mirada que Jeremy me estaba dando. Alejé mi mirada del ceño de mi amigo y dejé que mis ojos se asentaran en la esquina donde había estado él. Seguía sin estar allí.
—Mis amigos y yo notamos un hombre antes... —dije, ni siquiera seguro sobre lo que Woobin había estado divagando antes de que lo interrumpiera—. Mis amigos me dijeron que le decían SeiHok. Él se veía...
No continué más. El agarre de Woobin en mi espalda se tensó.
—Debería haberse quedado donde pertenece —dijo Woobin con un tono tan cortante que me sorprendió—. No te preocupes. Estás a salvo. Él sabe que no tiene permitido estar cerca de personas importantes como nosotros—. Abrí la boca para hacer más preguntas, pero Woobin negó—. Mejor hablemos de otra cosa.
No había nada más sobre lo que quisiera hablar en ese momento, pero dejé que la pequeña charla de Woobin me calmase. Sin embargo, no dejé de mirar por la habitación en busca de él.
Woobin me llevó de nuevo donde mis amigos y una mirada pasó entre Jeremy y él. Su ceño fruncido, obviamente, tampoco había pasado desapercibido a su atención. Si fuera más valiente, lo hubiera enfrentado y le hubiera preguntado cuál era su problema, pero definitivamente no quería problemas en mi primera fiesta.
Woobin se excusó y se dirigió a otro grupo de mafiosos, entre ellos, Kim. Henry me dió una refrescante copa de champán.
—¿Qué tal estuvo?
—Bien —dije automáticamente, poco dispuesto a admitir que no me importaba ni un poco lo que hacía o dejaba de hacer mi futuro prometido.
。☬。☬。
Me había perdido; las tres copas de champán que había tragado realmente no ayudaban. Esta casa era un laberinto, obviamente construida para impresionar e intimidar, y no tanto como un lugar para sentirse cómodo y en vivir en ella.
Por lo menos no podía imaginar alguna vez sentirme cómodo en un lugar como este, pero tal vez las pinturas de tamaño casi natural de Kim también tenían algo que ver con eso. Sus ojos atormentadores parecían seguirme a dondequiera que fuera.
Saque mi celular, pero dudé. ¿Cuán vergonzoso sería si llamaba y les decía que en realidad me había perdido mientras buscaba el cuarto de baño? No me dejarían de molestar con sus burlas. Me detuve, comprendiendo con repentino horror que ni siquiera confiaba en mis dos mejores amigos. Sacudí la cabeza. Este era el mundo en el que vivía. "No puedes andar confiando en la gente, ni siquiera en los tal llamados amigos", eso es lo que mi padre siempre decía. Siempre había sido reacio a creerlo. No había forma de que llamara a nadie.
Giré en otra esquina desconocida, realmente todas se veían iguales, entonces vi a alguien en el pasillo a solo unos pasos delante de mí. ¡Finalmente, alguien podría ser capaz de apuntarme en la dirección correcta! Mi alegría se convirtió en shock, y luego en miedo cuando me di cuenta a quién me había encontrado.
Él.
No se movió. Solo se quedó allí. Parecía como si hubiera estado en este corredor por un tiempo ya. Esperando a una víctima, tal vez, sugirió mi mente hiperactiva útilmente. Pero por mucho que quisiera burlarme internamente de la idea, tenía la sensación de que no estaba tan lejos. El miedo y la fascinación lucharon en mí, y me recordé que él no me tocaría. Mi padre era demasiado importante para Kim y eso significaba que yo también. Tal vez él era un asesino despiadado, apenas más que una máquina de matar y un monstruo, pero definitivamente era un monstruo inteligente o no habría llegado tan lejos. Y sin embargo, esperaba que mis guardaespaldas vinieran a buscarme pronto. Pero, ¿siquiera me habían visto salir de la fiesta? Habían intentado dar a mis amigos y a mí un poco de espacio. Ahora me hubiera gustado que no.
Los ojos de SeiHok no mostraron nada cuando me vio. El traje le quedaba demasiado ajustado alrededor de sus amplios hombros y una pizca de tinta negra se asomaba bajo su camisa demasiado blanca. Uno de sus muchos tatuajes. Nunca los había visto, pero no podías ser parte de esta sociedad y no escuchar las historias. Incluso vestido con traje, enmascarado como uno de nosotros, no podía ocultar quién era. Sus tatuajes mostraban una pequeña pizca del monstruo bajo el costoso atuendo. Me pregunté cómo se veía sin el traje. Y el calor se disparó en mis mejillas ante el ridículo pensamiento. Definitivamente había bebido mucho alcohol.
El gesto de un ceño fruncido cruzó su rostro antes de que desapareciera y me di cuenta del largo tiempo que había estado mirándolo otra vez, juzgándolo. Probablemente no había logrado esconder mis pensamientos sobre él muy bien. Un error que podía arruinar todo en nuestro mundo. Mis padres me habían enseñado mejor. Sin embargo, la puerta detrás de él me parecía un poco familiar. Llevaba al vestíbulo principal. No me moví. Regresar a la fiesta significaba acercarme a él. Era ridículo. Yo no era cualquiera. Y no estábamos simplemente en cualquier lado. Él no haría nada. Incluso él tenía reglas a las que estaba obligado y una de ellas era que yo estaba fuera de los límites. Sin importar cuántas cosas absurdas dijera Henry, esa declaración era cierta.
Cuadré mis hombros y tomé algunos pasos decididos hacia él. Más cerca de la fiesta, me recordé cuando mi pulso se aceleró. Por alguna razón esto se sentía como una cacería para mí. SeiHok era el cazador y yo la presa, cosa que ni siquiera tenía sentido ya que apenas se había movido desde mi llegada al pasillo. Pensándolo bien, nunca había hablado mientras yo estaba cerca.
—Soy TaeHyung —dije en una voz apresurada. Tal vez si podía hacerle hablar, ya no me parecería tan peligroso, pero él no reaccionó, solo me miró con una expresión ilegible, y luego la puerta detrás de él se abrió y mi madre apareció.
Sus ojos se fijaron en mí, luego se posaron en él, y su expresión se volvió rígida.
—TaeHyung, tu padre y yo te estábamos buscando. Vuelve a la fiesta —dijo, ignorando por completo al hombre en el pasillo con nosotros.
Asentí y pasé a toda prisa junto a SeiHok. Sus ojos ámbar, no oscuros como parecían de lejos, me siguieron, pero permaneció en silencio. Cuando estuve de espaldas a él, una emoción se disparó a través de mi cuerpo y tuve que impedirme mirar por encima de mi hombro.
Al momento en que mi madre y yo estuvimos fuera del pasillo y en el corredor desierto, ella agarró mi brazo.
—¿En qué pensabas al estar solo con ese... ese hombre? —Prácticamente escupió la última palabra. Sus ojos estaban completamente abiertos y casi frenéticos—. No puedo creer que lo dejaran entrar. Pertenece a una jaula con grilletes, lejos de cualquier persona decente.
—Mamá, me estás haciendo daño.
Me soltó y reconocí en su rostro que solo estaba preocupada.
—Estoy bien —dije firmemente—. Me perdí en el camino y me encontré con... él.
—TaeHyung, no puedes ir corriendo así, sin pensar en las consecuencias de tus acciones.
—Estaba de camino al cuarto de baño. No estaba corriendo por ahí —dije.
—Woobin es un buen partido. Ahora, no lo arruines.
Parpadeé, incapaz de creer lo que había oído.
—¿Eso es lo que te preocupa?
Mi madre respiró profundo y presionó su mano contra mi mejilla.
—Estoy preocupada por tí. Pero eso incluye tu reputación. En este mundo, el hijo de un hombre con un cargo importante no es nada sin una buena reputación. No es igual que un hijo iniciado, porque al menos ellos pueden hacer lo que se les plazca e incluso eso ayudaría a su reputación. Pero tú, tu hermano, incluso yo... estamos obligados a cosas diferentes. Necesitamos ser todo lo que ellos no son. Para eso estamos destinados. Tú tienes que ser dócil, gentil y respetuoso. Debemos mantener nuestros deseos firmemente encerrados. ¿Lo entiendes?
No era la primera vez que me decía algo así, pero me preocupó que supiera de la reacción de mi cuerpo ante la cercanía de SeiHok. Sin embargo, no tenía que preocuparse. Mi temor por aquel hombre, por todo lo que representaba y por lo que era capaz de hacer, superaba cualquier pequeña emoción que mi cuerpo pudiera sentir a su alrededor.
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SᴇᴏᴋJɪɴ
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SeokJin los observó dejar el pasillo. La puerta se cerró y volvió a estar solo. Su olor a fresa aún permanecía en el aire. Dulce.
Tiró de su cuello. Tenía demasiada apretada la tela contra su cicatriz, lo odiaba. Este traje, esta camisa, no era él.
La mirada en el rostro de su madre le había recordado por qué odiaba eventos como éste. La gente no lo quería alrededor. Querían que él hiciera su trabajo sucio y les gustaba hablar mierdas sobre él, pero no lo querían cerca. Nunca.
No le importaba una mierda.
No eran nada para él.
Sabía que lo veían como un animal de circo. Era el escándalo de la noche, pero el chico de olor dulce lo había sorprendido. SeokJin sabía su nombre. Gracias a que su Jefe, Kim, había hablado sobre su padre y su familia con demasiada frecuencia en las últimas semanas.
TaeHyung no había huido gritando, a pesar de que habían estado solos en el pasillo. Ni siquiera había parecido muy asustado. Por supuesto, había habido temor; siempre lo había, pero también había habido curiosidad. Porque él era un monstruo al que temían y fascinaba.
No le importó. Para él, TaeHyung era un chico curioso y con una cara atractiva. Sus ojos lo habían buscado varias veces esa noche. Había imaginado arrancarle esa ropa de su cuerpo, imaginándose correr sus manos indignas sobre él. Luego apartó la mirada y salió del salón de baile antes de que pudiera hacer algo muy estúpido. TaeHyung era ese alguien que él no estaba destinado a tener. Alguien a quien ni siquiera debería imaginarse tener. Solo era alguien a quien admirar desde lejos. Y eso era lo mejor.
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TᴀᴇHʏᴜɴɢ
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Ese día, poco después de regresar a casa y acostarme en la cama, me masturbé, respondiendo a la necesidad que me había clamado desde que había visto a SeiHok. El manto de oscuridad arrasó mi resistencia y mi preocupación de ser atrapado. Incluso las palabras de mi madre que resonaron en mi cabeza no fueron capaces de detenerme. "Sé bueno, sé virtuoso. Esto es pecado". La imagen de aquel temible hombre había causado en mí una excitación y no pude resistir. Está mal, gritaba mi mente, pero desterré la idea hasta que finalmente mi cuerpo se estremeció con mi liberación. Pero segundos después, una familiar sensación de estar sucio me invadió. Esto era pecado. Mi madre no había dejado de decirme esas palabras desde el día en que me atrapó tocándome dos meses atrás. Desde entonces, no había cedido a mis necesidades pecaminosas, hasta ésta noche.
Respiré profundamente, deseando que mi corazón dejara de correr. Deseando que mi cuerpo dejara de recordarme lo que había hecho. Desde que mi madre me había atrapado, había habido una tensión entre nosotros que apenas podía soportar. Evitaba mis ojos como yo evitaba los suyos. Casi me alegré por mi boda aproximándose rápidamente de modo que finalmente pudiera escapar del juicio de mi madre. Todavía sentía una oleada de vergüenza sobre mí cuando recordé ese día y la mirada de shock en la cara de mi madre. No había sido la primera vez que me tocaba a mí mismo, pero sí la primera vez que había entendido lo malo que era en realidad. Era débil y pecador, pero en los breves momentos de placer me sentía más vivo que en cualquier otro momento de mi vida.
Me había jurado en ese entonces que nunca dejaría que mi cuerpo volviera a anular mi cerebro y ahora había roto esa promesa, todo por un hombre en el que ni siquiera debería pensar, mucho menos fantasear. Estaba mal.
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