jrcascales J. R Cascales

Adhira requiere del Ritual. Ansía una nueva víctima, busca mas sangre. Entre las sombras ahí alguien dispuesto a saciar su sed. Los hermanos Dumm, Edric y Beatrice, se embarcan en dos investigaciones diferentes. Dos muertes que tan solo estan relacionados en un oscuro culto ya perdido. La mecha del miedo prende en Londres cuando los asesinatos se repiten y el exótico criminal sigue suelto, dispuesto a continuar con el ritual.


Thriller/Mystère Interdit aux moins de 18 ans.

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I

Las alarmas aullaron entre la gran estructura acristalada de Covent Garden, que parecía una joya resplandeciente entre los oscuros edificios de Londres. Los cuatro guardas que paseaban somnolientos empezaron a correr en busca del intruso. Las luces que iluminaban el gran mercado se y de activar con las alarmas, haciendo que el intruso empezara a correr.

El profesor Dwight Goodwin empezó a correr y se alarmó al sentir que sus zapatos de cuero resbalaban sobre el pulido suelo de piedra blanca. Haciendo malabares para ponerse la bandolera del derecho, salió de uno de los callejones escondidos del mercado y se internó en el espacio central. Casi doscientos metros de carrera libre hasta su objetivo: la puerta más cercana.

Como en los últimos días, su mente era un hervidero de ideas, a cada cual más horrible que la anterior. El rostro descompuesto que le había devuelto la mirada la última vez que se había visto en un espejo. Su hija semiinconsciente en los brazos de aquel hombre…

Debo cumplir mi misión.

Se sorprendió de que su mente formulara esa frase, representaba lo que más había odiado en ese mundo. Su mente estaba alterada, como si estuviera drogado. Apartó esos recuerdos de su cabeza y se centró en buscar una salida.

La figura de un guarda son sobrepeso apareció a unos pocos metros de él. Su mirada se encontró con la menuda figura del profesor Goodwin.

—¡¿Qué hace aquí!? —gritó acercándose a Goodwin.

El miedo le trajo una gran oleada de calor que le congeló las entrañas. Goodwin se quedó paralizado mientras el guarda se acercaba. Pero pensó rápidamente.

El profesor se encogió sobre sus rodillas como si estas hubieran flaqueado bajo su peso. Apoyó el codo en un macetón a su lado y giró la cabeza hacia el suelo. Solo tengo una oportunidad. El guarda llegó hasta a él con zancadas torpes y puso su mano sobre el hombro del profesor, que empezó a hiperventilar.

—¿E… está bien? —preguntó el guarda, confuso.

En un segundo, el profesor lo agarró por el antebrazo y lo atrajo hacia a él para tirarlo al suelo. Retorció el rechoncho brazo mientras lo empujaba hacia el macetón. El guarda cayó sobre las plantas y antes de que quisiera darse cuenta, el profesor ya había salido corriendo.

Goodwin corría todo lo rápido que podía, pero paró sus pies al mirar al frente. Sus pies resbalaron unos metros, acercándose hacia los dos guardas que se acercaban. El profesor giró y se metió en otro callejón.

Subió unos escalones rápidamente y atravesó dos pasillos más. Se detuvo ante una puerta apartada al público.

La única opción que me queda. Tengo que honrar al relámpago…

Metió su mano en su chaqueta de tweet mientras escuchaba los pasos acercándose sin remedio. Por fin consiguió coger la llave que buscaba; la metió en la cerradura y suspiró aliviado al escuchar el esperado chasquido. La puerta se abrió.

El interior era un pequeño cuarto de apenas un metro cuadrado. Solo había una escalera de mano que subía hacia la oscuridad. Con la luz que llegaba por el quicio de la puerta, el profesor Goodwin empezó a ascender.

Tengo que encontrar otra salida. Si no lo consigo, la mataran a ella.

—¡Quieto!

La voz provenía del final del pasillo, pero Goodwin ya había subido todos los peldaños. Se encontró con otro pequeño cuarto. Miró en derredor y vio que encima de la escalera había una tapa de metal como la de un cubo de basura. La bajó rápidamente y puso una caja encima.

Unas manos empezaron a aporrear la tapa cuando el profesor abrió la siguiente puerta. Sintió que el corazón se le paraba.

Le rodeaba el oscuro paisaje del Londres nocturno y, bajo sus pies, el vacío.

En realidad, como observó instantes después, estaba sobre el techo acristalado del mercado. Bajo el cristal, casi cincuenta metros de una caída mortal hasta el suelo. Imaginó su cuerpo estallando contra el impoluto suelo blanco.

Quizás es eso lo que merezco. Este es mi final.

La carrera se había acabado y lo único que podía hacer podía ser lo más útil que habría hecho en su vida.

Su chaqueta de tweet se removía violentamente por el viento. De la bandolera sacó una pequeña caja de metal con extraños dibujos y empezó a correr. Miró hacia abajo y vio al guarda obeso mirándole desde abajo. Goodwin lo ignoró, no podía perder más tiempo.

El ala este de Covent Garden daba al teatro Linbury. La esbelta figura del edificio siempre había sorprendido a Goodwin, al igual que el resto de la arquitectura. El barrio de Covent Garden tenía unos rasgos arquitectónicos puramente italianos. Una pequeña pincelada del renacimiento entre la bohemia figura de Londres. Con las luces de las farolas los rasgos italianos se resaltaban en la oscuridad.

Lanzó la caja hacia el teatro y observó cómo desaparecía por sus tejados.

—¡QUIETO!

Goodwin se dio la vuelta lentamente y se encontró con tres guardas a unos veinte metros. Ninguno se atrevía a acercarse. La expresión de horror sorprendió al profesor.

—Adhira me lo pide —el profesor no estaba seguro de haberlo dicho en voz alta.

Entonces, se dio cuenta de que se asustaban.

Miró hacia abajo: una caída hacia el vacío.

La muerte es la única certeza que me queda ahora, y hundirme en el abismo mi destino.

Respiró hondo y se sumergió en sus últimos pensamientos, despegándose de una realidad en la que no quería vivir. Sus ojos enfocaron la imponente figura de la Bahía de Wehtmincher, el lugar de sepultura de reyes y sabios. Se preguntó donde acabaría al saltar. Aunque era académico, tenía la certeza de que encontraría algo más que oscuridad.

Tras poner un pie en el aire, el resto de su cuerpo descubrió el abismo.

17 Février 2018 10:53 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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