¿Qué triste no lo crees?
Despertar cada mañana sin ganas de nada, siempre mirar el mismo techo, desayunar las sobras que quedaron en la mesa de la sala de la noche pasada, bañarte e ir a la escuela sin despedirse de nadie y solo con las monedas en el bolsillo para la comida pasar las primeras clases.
Caminar, ver el mismo paisaje, sentarse en una silla, voltear a todos lados y ver rostros tan conocidos y desconocidos a la vez, mirar el reloj y solo estar esperando que pase el tiempo lo más rápido posible para llegar a casa, y ¿para que? Solo para llegar y preparar la cena de este día.
Es difícil creerlo ¿verdad?
Pues así son todos mis días desde que tengo memoria, mis padres ya no están en casa desde hace algunos años; Ahora yo solo vivo en casa de un amigo del colegio, el que conozco desde hace algunos años, con el que eh vivido demasiadas anécdotas las cuales han hecho que nos conozcamos tanto y cómo la palma de nuestra mano; pero eso ya casi no importa, nuestra amistad ha llegado a un punto en donde los últimos días solo nos la hemos pasado peleando, pues la semana pasada tuvimos varios problemas los que han hecho que ahora, cuando estamos juntos ya casi no hablamos hasta llegar a generar un ambiente triste y silencioso, el cual solo está en peligro por los ladridos de nuestro pequeño, el que siempre está, en serio, sentado a mi lado, moviendo mi mano con su cuello, para que no deje de acariciarlo.
Merci pour la lecture!
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