Cuenta la leyenda que una vez un leñador muy pobre cortaba leña a la orilla de un río y tuvo la desgracia de que el hacha se le soltó de las manos, cayó al agua y se hundió. El pobre leñador se lamentaba:
—¡Ay, pobre de mí! He perdido el hacha con la que me gano el pan para mi mujer y mis cinco hijos.
En eso escuchó unos pasos y de entre los árboles salió un hombre alto azabache que le preguntó:—¿Por qué se lamenta tanto?
—He perdido el hacha con que me gano el pan para mi familia— contestó el leñador.
El hombre azabache se lanzó al río y al poco rato salió con un hacha de oro entre las manos.
—¿Es ésta su hacha?— le preguntó al leñador.
El mayor negó.
—No, señor, la mía es de hierro.
El hombre volvió a sumergirse en el agua y salió con un hacha de plata.
—¿Será esta su hacha?— volvió a preguntar.
El leñador volvió a negar.
—No, señor, la mía es vieja y oxidada.
Por tercera vez el hombre azabache se sumergió en el agua y esta vez salió con un hacha de hierro, vieja y oxidada.
—¡Esta sí es la mía!— dijo el leñador muy contento. —No tengo como agradecerle el favor que me ha hecho.
El hombre azabache negó dando a entender que no tenía porque molestarse. Entonces el leñador ya se iba cuando el hombre lo detuvo diciéndole:
—Llévese también las otras dos hachas. Se lo merece por ser honrado y no mentirme.
El leñador llegó contentísimo a su casa. Y le contó a su mujer y a sus hijos lo que había sucedido.
Un vecino ricachón oyó hablar de la suerte del leñador y se llenó de envidia.
Fue a buscar una vieja hacha y con ella se dirigió al bosque. Al llegar a la orilla
del río se puso a cortar leña. Y como quién no quiere la cosa, dejó que el hacha cayera al agua.
—¡Ay, que desgracia la mía!— se lamentaba con hipocresía.
Inmediatamente escuchó el ruido de pasos y una voz le preguntaba:—¿Por qué
llora?
—¡Ay, señor!, he perdido mi hacha— El hombre se lamentó.
Entonces el hombre de cabello negro se lanzó al agua y salió con un hacha de hierro.
—¿Es esta su hacha?— le preguntó.
El sujeto negó.
—No, la mía es mucho mejor— respondió el viejo mañoso.
El hombre azabache se sumergió otra vez en el agua y salió con un hacha de plata.
—¿Será esta la suya?— volvió a preguntar.
El viejo negó.
—Tampoco es esa, la mía es más fina.
Por tercera vez, el hombre se sumergió y esa vez salió con un hacha de oro.
—¿Será esta por casualidad?— le preguntó el cuidador del río.
—¡Oh, sí! Esta si es mi hacha— los ojos del hombre resplandecían.
—Mírela bien— le dijo el hombre azabache.—No sea que se equivoque porque en el fondo del río queda un hacha de diamante.
Pensandola bien el hombre contestó:
—Tiene razón, estoy equivocado. Es que el reflejo del sol me ha encandilado. Pero esta no es mi hacha, la mía es de diamante.
El hombre azabache volvió a sumergirse en el agua llevándose las tres hachas y
no se volvió a ver. Dicen que el vecino envidioso todavía está esperándolo a la orilla del río.
—Bobadas— murmuró taehyung en lo bajo mientras prestaba atención a su madre y acomoda una hacha vieja y oxidada de su padre encima del leñero.
¿Cómo podían seguir creyendo en ese hombre misterioso que con su generosidad ofreció grandes regalos como oro, plata y diamante aquellas
personas de gran corazón? ¿Era siquiera verdad?
A taehyung llevan engatuzandolo desde pequeño con la misma historia, y
vaya que dejó de creer ya hace tiempo.
A sus hermanos menores aún les parece magnífico tal desconocido. Todos en
el pueblo lo adoran, no había nadie ahí que no conociera la historia del cuidador del río. Unos decían que era un hombre apuesto y fuerte, que expulsa feromonas para atraerte y así saborearte tan deliciosamente en una noche de pasión. Por supuesto, esos eran los pensamientos de los donceles solterones que no habían visto ni en pintura al cuidador del río. Pero aquellos que sí lograron estar en contacto con tal hombre no podían recordar su rostro por alguna extraña razón.
Era un misterio.
Lo único reconfortante es lo generoso que era, con un gran corazón de oso que ama ayudar a la gente buena y necesitada. Aún así, taehyung dejó de creerlo. Solo era suerte, ¿Quién en su sano juicio viviría en el bosque? Ese sitió Silvestre era aterrador con muchos animales salvajes o cosas desconocidas.
En realidad, ¿Un hombre podía vivir ahí?
No. Taehyung no podía creerlo.
Al menos hasta verlo con sus propios ojos.
—Taehyung— lo llamó su viejo padre
Cada día su padre pierde las energías para realizar cosas en el hogar como el
corte de leña o el corte de la paliza de elote. Él como doncel no cuenta con la misma fuerza que un hombre, pero hace lo que puede. Mientras él viva su familia estaría bien cuidada, se lo merecían.
—Sí, padre— contestó ayudándole con la canasta de elote.
—Hijo mío, me avergüenzo de pedirte este favor, puedes ir a recoger la leña que deje cortada a la orilla del río.
Su padre sabe de su fobia con ese peligroso río, en ese sitió casi pierde la vida una vez que fue a bañarse con sus hermanos. Había sentido que algo había
tirado de sus pies hacia las profundidades del río, logrando llenar un poco sus pulmones de agua. Si no hubiera sido por su amado padre de seguro no estaría contando el cuento. Además, el río estaba rodeado por el bosque que conducía a un peligroso camino de animales e insectos.
Su cuerpo se estremeció.
Pero aún así contestó con valentía, Kim taehyung tiene su orgullo.
—Lo haré, padre mío. Tú siéntate mientras tanto y descansa un poco— taehyung le sonrió con cariño. —Te traeré moras si encuentro en el camino.
Su padre asintió.
—No te demores por favor, hijo mío.
Taehyung asintió, despidiéndose de su padre camino hacia el bosque en busca de leña y moras sin ser consciente de un sigiloso individuo que sigue sus maravillosos movimientos. El doncel había crecido como una fruta madura y deliciosa para devorar.
Jeon Jungkook, el cuidador del río soltó un suspiró de deseo.
[...]
Caminando tranquilamente taehyung tarareo la canción de cuna que su
amada madre todavía les canta a sus hermanos y a él al acostarse para dormir. Aún en su mente se mantienen frescos esos memorables momentos que jamás
volverán. Eso le llevó a concluir que la vida es tan corta que cada día tiene que vivirlo como el último. Pero para que mentir si su vida a estado en constante peligro por su tonta imprudencia, llegó a pensar que su día a día lo vivió como el último.
El doncel se maldecía por ser tan cobarde, una desventaja a su edad. Le da vergüenza que sus hermanos menores sean más valientes que él siendo el mayor, tal vez era por el hecho de haber nacido doncel o es demasiado bobo para
dejarse intimidar por cualquier cosa. Taehyung deseaba ser valiente. Pero contrario a su querer, el doncel se levantó asustado cuando estuvo agachado ordenando la leña que llevaría en manos al escuchar algo extrañó.
Observó a su alrededor paranoico porque aún a sus oídos podía seguir escuchando el crujido de ramas siendo aplastadas con severidad. Además, el viento párese que también estaba en su contra y quería hacerle una broma porque de su bolsillo salió volando su pañuelo púrpura que su abuela paterna le había regalado, este mismo dio a parar en las aguas del río.
Joder, Taehyung estaba en problemas.
Sí antes estaba asustado ahora esta aterrado.
La hermosa naturaleza le estaba poniendo a prueba justo en esos momentos, taehyung quiso llorar de la impotencia.
Trató con esfuerzo recuperar su pañuelo con la ayuda de una rama seca, pero
esta misma para su desgracia se había quebrado la muy estúpida. Si de algo esta completamente seguro es que no entraría al agua. No señor, no sabe nadar en primer lugar y además, tampoco es una opción irse sin su pañuelo.
Por favor que alguien lo ayudara.
Por la mente de taehyung pasó la posibilidad de ir a pedir ayuda a los hombres de la Aldea más cercana al río. Pero también cabe la posibilidad que las aguas del río se lleven a más profundidad su pañuelo. Así que descarto la idea desde el principio. Aún así no se había dado por vencido, con otra rama siguió tratando de alcanzar su pañuelo sin todavía tener resultados.
Mientras tanto, un hombre azabache llamado Jungkook, conocido como
el cuidador del río observa la situación con una emoción divertida y cariñosa. Detrás de unos arbustos podía mirar completamente el panorama y la vista
del doncel fue la más cautivadora hasta el momento. Su exquisito cuerpo le
estaba llamando, de eso estaba seguro Jungkook. Taehyung, su precioso doncel
era una maravilla para sus ojos, un ser tan genuino, singular, trabajador, amable y cariñoso con todo el mundo.
Jungkook ama a Kim Taehyung.
Ese hermoso doncel que murmura molesto barbaridades con su exquisita
boca. Además, taehyung movía esas deliciosas caderas tan bien qué Jungkook podía apostar que se vería tan jodidamente sensual encima suyo montando su erecta polla.
Jungkook cerró los ojos tratando de mandar a la mierda esos indecorosos
pensamientos que solo logran ponerlo más duro. Deseaba tanto a taehyung que su miedo por ser rechazado logra bajar su nube lujuriosa en un segundo. Así que nada más tiene que recordar que ese precioso ser no podía fijar su atención en alguien como él.
Un hombre de cuarenta años solitario y amargado.
No, no había manera que él pudiera quitarle a taehyung la posibilidad de
enamorarse de alguien de su edad. Pero a la misma vez odiá la idea de verlo en brazos de otro hombre que no fuese él.
Tan contradictorio.
Su humilde corazón dolía por ello.
Jungkook no evitó reírse al mirar justo el momento cuando el doncel se fue hacia adelante por culpa de una rama al haber quedado atorada entre dos rocas, todo fue tan cómico de ver que no detuvo las fuertes carcajadas que emitía divertido, taehyung ahora esta todo mojado cuando en primer lugar le huía al agua como una peste.
—¿¡Tú de qué demonios te ríes?!— taehyung había gritado.
Jeon sorprendido de haber sido pillado había tapado su boca con ambas de sus grandes manos. Ahora el doncel, su hermoso doncel iba en camino hacia dónde Jungkook estaba supuestamente escondido.
Taehyung estaba cabreado.
Menuda mierda.
—En primer lugar, ¿Qué haces tú ahí escondido en vez de venir ayudarme?
Desconsiderado— taehyung estaba de brazos cruzados cuando enfrentó a Jungkook, sin importar que tenga que levantar la cabeza para poder mirarlo a los ojos.
El tipo era considerablemente alto.
Después de un breve silencio, taehyung arqueo una ceja confundido.
—¿No puedes hablar? No muerdo, bueno no aún— Haciéndose el gracioso realizó un gruñido que provocó que Jungkook retrocediera unos pasos.
Para entonces, el corazón de Jungkook estaba agitado, lleno de adrenalina todo el cuerpo. Anhela tanto tocar a taehyung que tenerlo ahí de frente le resulta una mala jugada para su cordura.
Taehyung era una exquisita cosa preciosa, sensual y peligrosa.
Oh, por su honor que este doncel le haría romper la promesa que realizó en frente de ese río cuando su esposa había muerto. Había jurado no involucrarse con nadie para no padecer de un corazón roto de nuevo, no soportaría perder a alguien después de amarlo. Solo había sido su esposa y después nadie más. Hasta ahora solo taehyung ha logrado ser deseado por Jungkook de una manera peligrosa.
—Lo lamento— había murmurado Jungkook, después paso a lado de taehyung y se dirigió hacía el río.
Jungkook se sumergió en el agua para sacar el pañuelo.
Taehyung había quedado sorprendido al ver a jeon, ese hombre era terroríficamente alto, grande y fuerte. En su vida no había visto algo igual, hasta él era considerablemente más alto que algunos hombres, pero ese sujeto estaba a otro nivel. Poseía un cuerpo que cualquier doncel estaría encantado de manosear y ser tomado por él, taehyung no era la excepción.
Un hombre apuesto era la debilidad de la carne para un doncel soltero y mojigato, cómo que no quiere la cosa pero por dentro se muere por ello. Sí, taehyung era de esos que esconde muy bien para sí mismo sus gustos y preferencias.
Atrevido.
Jungkook salió del agua con un pañuelo dorado entre sus manos y se lo mostró al doncel.
—¿Es este tu pañuelo?— preguntó el azabache.
Kim negó.
—No, el mío está más desgastado— contestó taehyung.
Jungkook volvió a sumergirse para posteriormente sacar otro pañuelo plateado.
—¿Y este?— se lo mostró y taehyung volvió a negar.
—No— el doncel procedió a esperar mientras exprimía sus prendas mojadas.
El hombre azabache volvió a salir del río, llego hasta la orilla donde taehyung lo espera, entonces le mostró dos pañuelos; uno incrustado con diamantes y el otro con textil de color púrpura desgastado.
Taehyung contento, sonrió.
—Este es mi pañuelo— y pasó a tomar el de color púrpura viejo y desgastado sin ser consciente del efecto que esa prueba había hecho en Jungkook. —Gracias por haberme ayudado. No sé que hubiera hecho si no te hubiera visto escondido entre los arbustos.
Para sorpresa de Jungkook, taehyung le beso la mejilla en agradecimiento.
—¿Qué puedo hacer por ti?— taehyung le estuvo sonriendo de una manera tan amable que Jungkook no pudo resistir el deseo de su corazón por el doncel de sus sueños. Así que con toda sinceridad expresó su petición poniéndose de rodillas, observó el hermoso rostro sorprendido de taehyung cuando lo hizo.
—Ven a cenar conmigo a mi casa esta noche.
Su corazón dolió cuando taehyung dejó de sonreír. Jungkook tenía presente que su petición era una cosa imprudente e imposible, pero al menos tenía que intentarlo.
Jeon sintió las deliciosas manos del doncel en su rostro, con delicadeza este le
acariciaba su mejilla con ternura como sí con sus acciones estuviera pidiendo
disculpas antes de rechazarlo.
Pero no fue así.
—¿Eres consciente de lo que me estás pidiendo?— le había preguntado taehyung.
Jungkook afirmó convencido de sí mismo por su decisión.
—Sí.
Taehyung observó con admiración la manera cariñosa con la que el hombre se
apoya en su tacto, no evitó que su corazón palpitara de regocijo.
¿Que había hecho él para que este apuesto hombre pusiera su atención en tan simple doncel?
Para sorpresa de Jungkook, taehyung aceptó su propuesta de cortejo. Dejaría
que este hombre le demostrara si era capaz de cuidarlo, alimentarlo y
protegerlo. De demostrar si era partidario del corazón de taehyung, y si era en
realidad un buen tipo.
Jungkook se lo demostraria, joder que si.
—¡No te arrepentirás, lo juro!, daré todo de mí para que me escojas como tú esposo, solo ten paciencia y veras— Jungkook se había puesto de pie por la
emoción, y había abrazado a taehyung como siempre lo deseo.
Mientras tanto, el doncel meditaba si de esa descabellada situación saldría algo bueno o valdría siquiera la pena, aunque en realidad desconocía al
hombre le daba esa sensación de comodidad, tal vez después de todo el amor si podía encontrarlo en la vuelta de la esquina, si es este apuesto hombre entonces kim lo tomaría.
No perdería nada en intentarlo.
[...]
Taehyung va de la mano con Jungkook mientras caminan rumbo a la cabaña de jeon, taehyung se había enterado que Jungkook le lleva veinte años de más, ¿Sorprendente? No, para nada.
El apuesto hombre luce una exquisita frescura masculina que a taehyung le costó creerle cuando le había mencionado su edad. Hasta estuvo a punto de
golpearlo por querer mentirle, no obstante, Jungkook estaba lo
suficientemente avergonzado cuando lo dijo y se disculpó con él por ser un desvergonzado al gustar de alguien mucho más joven que él, le recordó que
si se sentía lo suficientemente incómodo no lo molestaría jamás.
Fue una patada en el estómago cuando escucho eso. Al doncel no le importaba ese tipo de inconvenientes, además, no haría algo que hiciera dudar jamás a Jungkook, como por ejemplo; el detalle de su edad. Por lo tanto, tuvo que tomar la iniciativa de coger la mano de Jungkook para entrelazarla con la suya y así confirmarle que no tiene que sentirse avergonzado por la diferencia de edades entre los dos.
Taehyung lo querría de igual manera.
En ese momento Jungkook le había robado su primer beso, uno que no fue suave o delicado, no. Jeon lo había tomado de la nuca y había fundido sus bocas en un beso posesivo, tan salvaje que había quedado momentáneamente sin aliento.
El hombre estaba tan bien proporcionado y tan sensual que taehyung no pudo evitar la tentación de volver a tomar la mandíbula de Jungkook y fundir sus bocas en otro beso indecente. Sus cuerpos ardiendo en anhelo y deseo, uno que no esperó sentir taehyung en su cuerpo por este misterioso hombre.
Pero antes de que la cosa se haya descontrolado, Jungkook se detuvo y le explicó que mejor debían seguir caminando aunque por dentro estuviera ardiendo en deseo por tomar el cuerpo del doncel ahí mismo y en todas las posiciones que su insensata mente había creado en segundos.
Menudo animal era.
Jungkook tiene que mostrarle algo importante, por eso aún seguían caminando en la fresca noche rumbo al hogar del azabache.
Una vez estuvieron en el lugar, Jungkook había silbado, se ubicó al frente de taehyung y le sonrió enamorado, era como si el hombre le suplicara con la mirada que por favor lo entendiera y pudiera darle una oportunidad apesar de la responsabilidad que tiene.
El doncel escuchó el sonido divertido de risas y balbuceos cuando la puerta de la cabaña había sido abierta. Y tuvo que ponerse de puntillas para poder ver detrás de Jungkook, sin embargo, lo que miro lo dejó sorprendido.
Jungkook beso las preciosas manos del doncel para atraer su atención, y cuando lo hizo habló:
—Taehyung, quiero presentarte a las personas que amo y cuido con mi vida. Son lo más importante que tengo, y quisiera que le dieras también la oportunidad de conocerlos— Jungkook se volteó y atrajo al doncel consigo hasta estar enfrente de dos adolescentes y un bebé. —Taehyung, ellos
son mis hijos: Wonwoo, el mayor con diecinueve años de edad. Hankook el segundo con 17 años de edad y el menor lo nombre Jimin y tiene 12 meses.
El doncel les sonrió a cada uno como si fuese un gran privilegio haberlos conocido, realizó una respetuosa reverencia provocando que los dos
adolescentes se escandalizaran y le dijeran que no tenía el derecho de hacer algo como eso, que ellos eran unos simples jóvenes corrientes.
Taehyung había negado divertido con la cabeza, y pasó a poner toda su atención en Jungkook y en los hijos de ese hombre grandote que no se había
perdido ninguna expresión del doncel al interactuar con sus hijos en toda la noche.
Estaba feliz de tenerle en su hogar con sus hijos que solo el pensamiento de la palabra familia se había vuelto el mundo entero en ese momento para Jungkook. El sentía que taehyung pertenecía en ese lugar, rodeado de sus cosas.
Cuando la cena había finalizado y los dos adolescentes se habían retirado para lavar los utensilios que utilizaron habían dejado a Jimin entre los brazos de
taehyung quien emocionado jugaba con el bebé mientras Jungkook se encontraba sentado detrás de taehyung dándole calor con su cuerpo. Estaba casi abrazando al doncel de la espalda mientras miraba la interacción de su bebé con taehyung y le pareció maravilloso el instinto paternal que sacó el doncel en ese momento.
—Jungkook— taehyung lo había llamado, ya con Jimin entre su pecho dormido. —Tienes unos hijos hermosos, humildes e inteligentes.
Jeon beso con cariño la mejilla derecha de taehyung.
—Gracias, no sabes lo feliz que me haces que hayas aceptado a mis hijos.
—No es nada— taehyung le depositó un beso con amor también en su mejilla,
calentando el corazón de Jeon. —¿Hace cuánto estás solo en esto Jungkook?
Él mencionado había cerrado los ojos para tratar de recordar aunque sea un número exacto ya que la tarea de desempolvar su cerebro era una labor difícil.
—Uhm…¿10?, sí creo que diez años. Wonwoo tenía nueve años cuando su madre murió— el doncel había asentido ante su respuesta. Pero había algo que
no le cuadraba.
—Si eso fue hace diez años, como Jimin…— taehyung había dejado el asunto al aire pensado que Jungkook ya lleva el hilo del asunto.
Y ante su incertidumbre, Jeon le aclaró la duda.
—Jimin no lleva mi sangre, a
él lo encontré recién nacido a la orilla del río porque aparentemente lo habían
abandonado.
—Y te hiciste cargo.
—Si— contestó Jungkook.
Taehyung para entonces se había retirado del nido que había hecho Jungkook con sus brazos, cuando estuvo de frente a él, lo admiro sin pudor.
—Eres una persona muy buena Jungkook, con un gran corazón. Por eso es un gran honor para mí ser quien esté a tu lado el restó de nuestras vidas— el
corazón de Jeon dio un vuelco en esos momentos, ¿Eso quería decir que…? —Acepto ser tu doncel Jungkook, tu esposo, compañero y padre de tus hijos y de los futuros que espero que me des.
El doncel había esperado que Jungkook le devorara la boca como lo había hecho de camino a su hogar, pero para su sorpresa, el hombre grandote estaba de rodillas llorando mientras besaba sus manos.
Esa demostración terminó de enamorar a taehyung y también de confirmar una cosa más.
—Eres muy sensible para ser el imponente cuidador de río, Jungkook.
Tras su comentario Jeon había dejado de llorar, para después verlo incrédulo.
¿Cómo era eso posible?
Si se supone que después de entregar el pañuelo púrpura del doncel junto a los otros dos, de oro, plata y diamante, taehyung se olvidaría de la situación.
Así ha sido siempre.
—¿Como...?— la pregunta no fue formulada por que taehyung lo había callado con un dedo entre sus labios.
—Yo no acepte los otros tres objetos Jungkook— taehyung sonrió. —Yo acepté tu corazón.
Y joder, Jeon lo recordó.
Recordó haberse confesado indirectamente a la orilla del río y también haber dejado los tres pañuelos en el suelo para ayudar al doncel a trasladar la leña a su vivienda. Taehyung, su doncel en ningún momento había aceptado su recompensa. Si no más bien… acepto su corazón.
Jeon Jungkook, el cuidador del río había sido entregado a Kim Taehyung, el doncel como recompensa por su honestidad.
Menudo premio.
Taehyung sonrió cuando Jungkook lo abrazó con felicidad, orgulloso de haber sido dado como premio al doncel de sus sueños.
Kim después de todo descubrió que la misteriosa leyenda era verdadera, el hermoso hombre cuidador del río sería el que también cuidaría de su corazón de ahora en adelante.
Eso le bastaba.
[...]
Algunos meses después…
Taehyung observó con atención las frescas aguas del río donde se había sumergido Jungkook para pescar. El hombre se ocupa de mantenerlo bien alimentado, saludable y abrigado
que cada día lo enamoraba más.
Jungkook lo cuida tan bien que no fue difícil haberle dado su amor y también su cuerpo. Y como prueba evidente lleva en su abultado vientre de ocho meses al hijo de Jungkook, el cuidador del río. El doncel jamás imaginó que su esposo sería todo un caballero con cualquier cosa insignificante, todo lo contrario cuando estaban en la cama compartiendo intimidad.
Si, Jungkook era un bruto.
Un animal en Celo que lo dejaba devastado después de las ardientes maneras de tomar su cuerpo en posiciones que jamás pasó por su cabeza que existían. Vaya la puntería que se gastaba porque ahora él esta con su primer bebé en camino.
Ruborizado, taehyung bajo su mirada hacia sus manos al recordar las palabras
sucias que Jungkook le decía al oído cada vez que intimaban. No ayudó el hecho de ver a su esposo salir del río con el cuerpo desnudo empapado de agua.
El muy descarado disfruta verlo avergonzado y tímido, por esa razón la mayoría del tiempo le gusta ingresar al río desnudo cuando estaban solos, para así darle una buena vista de lo que en las noches goza de probar.
Últimamente taehyung andaba más cachondo y le avergonzaba admitirlo.
Jungkook había dejado un gran pescado cerca de un pequeño cocinero hecho de rocas, donde taehyung había hecho anteriormente tortillas de maíz. Posteriormente jeon se lavó y volvio a lado de su doncel embarazado, quien permanece todo sonrojado al presenciar su desnudez.
La lujuria recorrió el cuerpo de Jungkook, ni las frías aguas habían evitado que se pusiera erecto, ver a su hermoso doncel tan avergonzado le recordaba las veces que pasaban follando como conejos los últimos días.
Jungkook echo su cabello azabache hacia atrás, regalándole una gran vista masculina a su esposo, quién dejó de respirar por la tentación.
Su esposo iba a matarlo.
—Deja de hacer eso, Jungkook— había comentado taehyung tirándole un trapo en el pecho
Jeon sonrió coqueto.
—¿Dejar de hacer que? Mi hermoso doncel.
Jeon lo atrajo a su regazo para sentarlo y así sintiera por cuenta propia lo que provocaba.
—Eres un sinvergüenza— taehyung lo beso.
—Entonces que me castiguen por ello— Jungkook lo abrazó.
—Déjame esa obligación a mi, esposo mío— dijo taehyung.
Y solo el fresco río, junto a la naturaleza fueron testigo de sus muestras de amor indecentes pero cargadas con tanto cariño y amor.
Jeon Jungkook y Jeon Taehyung, realmente son felices.
FIN.
KookOftae.
Merci pour la lecture!
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