El escritor hacia su trabajo, con mucha pasion creaba historias todos los dias y cada vez que podía. Entre sus obras favoritas había una muy especial, la que estaba haciendo ese dia era sumamente épica, ¡sublime! La cara del artista lo decía todo, era espléndida, cada minuto que pasaba era aun más excitante. Pero nadie podía leer su obra maestra, no sin antes haberla terminado. Parecia a veces un talentoso dibujante, se imaginaba y producía creativos dibujos a un lado de la hoja para guiarse o simplemente para su entretenimiento personal. En general eran bocetos o personajes que iba agregando a sus obras literarias. En esta ocasión, en su divina historia, hacía los bocetos en una hoja apartada o en sus manos incluso, para no perder tiempo. En su mano dibujo una pequeña cruz, alrededor de tantas otras figuras apenas reconocibles. Su esfuerzo era abismal, pasaban las horas y el escritor, a veces poeta, no cesaba, sin descanso continuaba escribiendo. Letra por letra, o palabra por palabra, su cara de satisfacción era inmodificable. Murmuraba de vez en cuando algunas palabras sueltas, y llegó un momento en el que el escritor, otras veces filosofo, no murmuraba. Él gritaba, con euforia y pasión, parecía que estaba terminando su perfecta historia, su cuento soñado. Se lo veía cansado, casi a punto de desmayarse, en un día de trabajo su sonrisa estaba por quebrarse, sus manos temblaban, todo su cuerpo tenía símbolos y formas, personajes y palabras.
Respiraba despacio.
—Cada segundo es inmortal —Dijo justo antes de caer al suelo, con sus pensamientos diezmados.
Parecia que habia muerto el creador, escritos llenos de vidas, un universo de historias lo lloraba. ¿Qué harían ahora con todas sus obras? ¿Estaba terminada la historia que acabó con su don de crear? ¿Puede leerse su última voluntad? Preguntas que nadie podía responder, por el simple hecho de que no había nadie que pudiera vivir junto a nuestro sabio, creador de sentimientos, legado de dudas. Y como dijo el: "Cada segundo es inmortal". Su ultima historia quizás pudo haber cambiado opiniones, pensamientos, hechos, actos o la vida entera de los lectores. Son inmortales los dias que estamos sin el artista, inmortal es la duda que nos dejó, pero aún más inmortal es la vida que vivió, si tan solo se hubiera aprovechado parte de su talento divino. Decidí romper la regla, entré en su mundo, pasé de ser omnipresente a ser un hombre, en aquél mundo literario y perfecto, rodeado de palabras, frases y conocimiento. Comencé a leer el cuento. Era como lo había escrito, fui feliz palabra tras palabra. Mis promesas fueron ciertas, esto es realmente emotivo, cúspide del amor, nada malo podía pasar ni pasaría, subyugado es el remordimiento. Perfecto, sublime y ambiciosamente corrompido por el saber, estoy muriendo feliz. Infinito es el amor que se siente al escribir, y crear escritores dentro de un universo, es como jugar a ser un Dios, yo lo era, hasta que dejé de escribir para terminar de leer a mi creación. Esto acaba de decir aquél hombre, en aquella habitación incolora, con dos cuerpos ahora desplomados en el suelo.
Merci pour la lecture!
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