Un día me encontraba pasándo el tiempo en mi hogar, junto a mi familia, donde vivíamos alejados de la ciudad. Mis padres decían por aquí no hay muchas carreteras tampoco personas, un lugar tranquilo para nosotros.
Luego compartimos tiempo juntos jugando juegos de mesa, después miramos películas, todo parecía estar bien, pasaron unas horas me llevaron a mi cuarto cargada en brazos, me acostaron para luego cantar una bonita canción, con el pasar de las horas comenzé a cerrar los ojos.
Segundo día
Me levanté de la cama, me di cuenta el clima del lugar había cambiado. Como si una persona aumentó la temperatura del aire, pero no le presté atención, me dirigí al baño para lavarme el rostro, de pronto miró una sombra en una esquina de la pared, me acerqué despacio tenía mucha curiosidad, pero no había nada. Entonces salí del baño, caminé hacía la sala para saludar a mi mamá y papá. Pero parecía que no estaban en casa, pero el teléfono empezó a sonar, enseguida lo descolge.
—Voz desconocida— ven con nosotras. Terminé ignorando lo sucedido, procedí a salir de la casa para tomar aire. Habían algunos árboles cerca de mi hogar, por que estaba en medio del bosque, pensé ir a un río para olvidar las cosas extrañas que me pasaron, me senté a mirar el hermoso lugar, sin haber pensado en el reflejo del agua, de repente vi dos figuras humanas. Ahí fue donde me asusté, al intentar volver a casa me preocupé por que al abrir la puerta no era posible. Entonces recordé que el bosque conduce a las zonas públicas. Mientras avanzaba encontré un columpio vacío, donde podía escuchar voces, al girar la cabeza me quedé sin palabras al ver dos niñas, qué me miraban de forma agresiva, con mucho temor dije.
Hola soy Sofía —Emily y Erika— mucho gustó somos gemelas. Me sentí un poco mejor al saber que no estaba sola pero había algo incómodo aquí, con muchos nervios hable sobre lo del teléfono, ellas respondieron cuánto lo siento pero estábamos aburridas, y buscábamos salír a jugar con alguien. Al saber eso lo tome a bien.
Marco Campos
