No tenía ni la menor idea de como había llegado a ese punto pero sabía que no había vuelta a atrás. Si hace un par de meses le hubieran dicho que estaría en clase Biología escribiendo letras de canciones en una vieja libreta, Jamie probablemente se hubiera reído, la barriga le hubiera dolido y saldría exclamando que le habían hecho el día de la mejor manera pero, no era asi, llevaba 45 minutos interrumpidos escribiendo, sentada en la parte trasera del salón mientras sus amigas le lanzaban miradas extrañadas.
A ella no le importaba, si era honesta. Lo único que quería era terminar la maldita libreta de una vez por todas, no había ningun otro pensamiento en su mente, ni tan siquera había escuchado lo que la señorita Fernández explicaba mientras escribía en el pizarron, después le pediría sus apuntes a Andy, ahora tenia algo importante que terminar.
Su mano dolía, sus ojos estaban cansados y su mente posiblemente al borde de el colapso después de tantas palabras pero en cuanto sentía que estaba por dejarla su tarea de lado, recordaba una tarde calurosa de Febrero, su corazón latiendo dentro de su pecho y un par de ojos marrones que la motivaban a continuar.
Dos horas después, la señorita Fernández se despedía de ellos mientras salía del salón, sus compañeros se apresuraron a guardar rapidamente sus cosas dentro de sus mochilas pero Jamie estaba tan enfocada que ni tan siquiera notó la presencia de alguien a su lado hasta que un pequeño golpe en la cabeza la hizo reaccionar sobresaltada, cuando levantó la vista se encontró con la mirada traviesa de su amiga.
"¿Vienes? Saca la cabeza de esa libreta y vamos a comer algo, muero de hambre." Dice April señalando su estamago. "Las chicas ya están camino a la escaleras, apresúrate."
"¿Ya terminó la clase?." Preguntó Jamie, tontamente. "Dame un segundo."
April solo sonrió mientras caminaba hacía la puerta, dejando a Jamie guardar sus cosas. Cuando finalmente tomó la libreta en la que anteriormente había estado escribiendo, una sonrisa se plasmó en sus labios, solo dos días más, solo dos días y todo aquello habría sería aclarado. Sin más, abandonó el salón y corría por la pasillo buscando alcanzar a sus amigas con un par de ojos marrones circulando su mente.
