fuckingstone David Martín

Diario de experiencias vividas desde lo más adentro, sensorial y espiritual. La realidad se transforma al cerrar los ojos o dar un sorbo de cerveza haciendo que todas tus neuronas se activen y, ¡eso! amigo mío... se transforma en pelos de punta. Digimoth - 9 Octubre 2022


Fanfiction Groupes/Chanteurs Tout public.

#español #diario #metal #experiencias #heavymetal #heavy #FuckingStone #stonewarrior #digimoth #triángulos
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Digimoth


Amanece el día nublado y fresco.

Ducha, camiseta blanca y maleta.

Desayuno y cambio de hotel.


Paseo sin sentido, comida y, camino hacia arriba esta vez con sentido y dirección.

Aun habiendo subido varias veces solo y algunas más acompañado, el camino elegido es el que menos domina, el más confuso, el que más se bifurca.

Escaleras mecánicas, dos, tres veces en total, mínimo esfuerzo.

Por fin arriba, confuso, rodea por la izquierda, vuelta atrás, recto y en bajada, suda.

Lo ve de lejos se cuela, saluda, bromea y acaba sentado dando el último trago a la cerveza.



Sale el Sol y aprieta, no aguantaron las nubes.

Poca gente por el momento.

Pasan los minutos, las horas también pero más lento.

Llegan amistades, se habla, se palpan los nervios, se acaban las galletas, el agua y mucho antes las pruebas de los sonidos no hablados.

Se acaba la espera, han pasado ya quizá tres etapas de 60 minutos, unas pocas más para unos pocos, y muchas menos para la gran mayoría.



Abren. Se intenta colocar en la fila más corta, pero primero lanza todo a la basura, esta vez deja caer la bolsa, la entrada la agarra con fuerza.

La muestra, click, verde, pasa, esta vez no le tocan, extrañado avanza.

Salen corriendo para buscar el mejor sitio, gasta la broma, tenía que hacerlo.


— ¡Qué haces corriendooo! ¡Si no has corrido en tu vida!


Risas. Al final decide correr detrás de ellos, pero va directo al arte.

Se enamora, le convence, click, verde, aceptado.

Vuelve a correr, los busca, los encuentra.

Muestra el arte y alguien más lo quiere vuelta atrás.

Corre y se cuela ante la indecisión de los demás.

Mismo arte pero más grande, esta vez sin click, sin verde, papel naranja.



Y por fin se coloca y toca el frío de la valla. Hay tiempo todavía, alza la vista, buena zona, algo escorado a la derecha.

Se hacen turnos y toca dar media vuelta. Necesita descargar lo acumulado en todo el día.

Y, ahí decide que la luz se volverá oscuridad, que el blanco se volverá negro, como todo su entorno, el arte gana. Totalmente oscuro aunque sigue brillando el sol afuera. Se juntan, primer y único flash de los tres mostrando todo el arte.



Nervios.



Apoyado, mira a la izquierda, los suyos. Mira a la derecha, los otros.

Habla con los otros, los que estaban delante y detrás pero ahora están a su lado.


— ¿Primerita vez?


— ¡Sí!... ¡Sí!... ¡Sí!, además la primera de todas.


Alucina, aunque también es su primera vez, no allí, pero ¡Sí! la que le causa nervios. Más preguntas, alguna broma, dejan de ser los otros para ser todos.

Empieza el primero, creía que sería peor, fue llevadero, nada que añadir.

Desmontan, montan. Incrédulo y sin saber cómo aparece una silla empujada por un padre, llega lejos pero no iba a conseguir la preciada valla, no tenía sentido para todos, esos todos con toda su espera.



Continua y a su vez empieza la verdadera tralla.

La silla rodante disfruta, pero más todos delante. Se gira y los ve, siguen ahí, dándolo todo, la tralla aumenta y triángulos blancos van volando siempre por la misma zona, unos llegan y otros se quedan en el telón blanco, no se distinguen.

Los cuellos se resienten y eso explica cómo fue la tralla.



Ahora ¡Sí!, levantan el telón algunos triángulos caen, se reparten desproporcionadamente y sin sentido, simplemente a mayor grito mayor posibilidad de obtener uno de los preciados triángulos.

La silla desaparece de detrás, las amistades también, se acercan otras amistades, pero las importantes han decidido irse más atrás para no verlos más, al menos esa noche, ahora ¡Sí! tanto en el interior como en el exterior era de noche.



Justo ahí, en el preciso momento en que la Luna se llena por completo, pero todos no la ven, no porque les tape el telón blanco, ese telón que transparenta lo justo para ver alguna silueta detrás, sino porque allí dentro hay total oscuridad.

El telón cobra sentido, uno blanco al principio, uno negro al fondo, se proyectan imágenes en el telón, pero esas imágenes obtienen movimiento y no porque el telón se mueva de un lado para otro de forma ondulada, sino porque empieza el arte.



Última proyección, cae la lona, blanca y muestra el arte mayor.



Todo lo bueno siempre parecerá cortísimo y así fue avanzando, con lágrimas en los ojos, sin asimilar todavía que había llegado el día y mucho más que el día, el gran momento.

Manos a la cabeza, manos a la cara, manos a la boca, manos en signo de rezo, todavía no sabe dónde está, llanto.


Vienen las llamas, viene el calor, viene el fuego.


Disfruta, lo goza, lo vive.



Llega el momento de conquistarlos a todos y grita con fuerza.

No hay apenas pausas, al menos no le da tiempo a pausar su corazón, ni su mente.

Cierra los ojos y lo sigue desde lo más adentro.

Y, viene el demonio o al menos uno de sus hijos, el Bart... y, todos lo conocen, todos le gritan y, todos les deja entrar en su interior.



Y, también, hay parada, esta vez tenía que haberla. Bengalas; dos, colores; amarillo y azul, en vertical, aunque todos sabemos que serían en horizontal. Sigue sin acabar la guerra, pero allí dentro todavía no había comenzado.

Olor, fuerte, intenso, feo, desagradable así quedará esa batalla para el resto del tiempo allí dentro.



Y, se acercará, tratará de acercarse lo tendremos a casi un metro, pero cae, cae mal y aparta de un golpe al que le trata de ayudar a levantarse y reincorporarse, debía ayudarle a bajar, a saltar, pero no lo entendió y no lo pudimos tocar, ni tan siquiera rozar.

Vuelve, sube, y antes de acabar con solo un triángulo en el momento lo lanza, e imita tener otro preciado triángulo, los de delante se darán cuenta de todo los de detrás quizá no.

Y, ni tan siquiera te das cuenta que suenan las trompetas, sonaron todas, todas traídas por un ángel, Gabriel.



A escasos metros, en las afueras, al menos fuera de la batalla, cerca del cementerio, el más grande, más alto, más bello de la ciudad, los lobos si escucharon las trompetas y aullaron al mismo ritmo.

Ahí es cuando se da cuenta que falta poco, muy poco, se había ido casi todo el tiempo, ya se acerca el fin, y todavía no presta la suficiente atención.

Han venido todos, aparece Cristo y hace su oración del versus para acabar todos con el cántico del escatón divino, todos, los dos mil.



Fin.



Y, caen triángulos, pocos pero dos muy cerca, no lo suficiente, nadie los quiere acercar, tiene una idea, podría funcionar, se ayuda de la mochila y se tira su amigo, consiguen el ¡triángulo!, el más preciado, el más perfecto.

El segundo triángulo sería recogido inmediatamente por los otros que no eran sus otros, imitando la misma estrategia, el mismo truco.

Sabía de antemano que no vendría el Padre, no vendría Satán, no vendría el Sol.



Pero, ¡Sí!, vino un respiro, un trago, y un segundo trago que devolvería a la vida, a la Tierra, que haría ver dónde estaba, con quién estaba y qué había visto y sentido segundos antes.

A partir de ahí poco importó la valla y deja sitio a los más jóvenes, vería y disfrutaría lo que quedaba desde una plaza más atrás, sin importancia.

Después habría un segundo telón, blanco pero tintado, sin proyección querían imitar, pero no lo lograron, habría a su vez, algo más de fuego, algo más de saltos, algo más de intensidad, pero ya no generaba la misma sensación.



Segundo fin.



Caen triángulos, su amigo ya sabía la técnica y consigue otro, éste sería negro, negro en la oscuridad, pero verde a la luz, y se lo daría, a él al que estuvo presente y su alma voló durante unas pocas horas, pero que ya estaba listo para más flashes no de tres, sino de siete u ocho, flashes que se movían muy rápido porque tenían que salir todos.

Una vez fuera, comentarios, noche, la esperada noche, no hacía mucho fresco, pero ¡Sí! se necesitaba algo fresco para beber.

Se negocia, se consigue y se despiden.



Camino abajo, el mismo que la cuesta para llegar a la cima, pero en dirección contraria, esta vez sin escaleras, sin mecanismos, por donde siempre. Esta vez los dos. Con calma.

Llegan los últimos, les atenderán de los últimos, cenarán los últimos, saldrán los últimos.

Y sin saber cómo, sin recordar cómo llegan al hotel, allí nunca se llega los últimos.


Es tarde, es momento de descansar.


Y, en una cama que no es suya, una vez más tendrá una pesadilla, parecida en forma a la que ya tuvo una vez anterior, pero esta vez vio a Digimoth.





Se acabó el día más esperado del presente año, del año anterior y casi del anterior del anterior.

23 Octobre 2022 18:50 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

David Martín Hola soy David, mucha gente me conoce como FuckingStone, P*utaPiedra, JodidaPiedra o simplemente Fucking. Nacido entre montañas vengo a escaparme y respirar aire puro escribiendo mis notas, notas de papel, notas que suenan hasta llegar a la cima donde el aire ya no es puro porque nadie escucha.

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