criscamccmc TIAN Historias

Desde que ella se fue todo cambió. ¿Sabes cuanto te puede afectar la perdida de un ser querido? Estas es la historia de una chica que lucha por seguir a delante y esforzarse por no romperse ante sus seres queridos. Publicado: 17/09/2022


Drame Tout public.

#tristeza # #muerte #asesinato #pasado #recuerdos #familia #hermanas #ccmchistorias
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VUELVE

—Vuelve —susurré.

En ese instante lo único que sentía era como las lágrimas se deslizaban lentamente por mis mejillas.

Me encontraba sentada en el piso de mi habitación y mi vista estaba fija en una foto de mi niñez. Aquella foto que guardaba como el tesoro más preciado, pues en ella se encontraba el recuerdo de aquella niñez feliz de la cual ya no quedaba ni una sola pizca.

Aquella foto era la última imagen feliz que teníamos como familia. Papá y mamá sonreían, mi pequeña hermana que recién era una bebé dormía en brazos de mamá y yo estaba en el centro con un lindo vestido blanco igual al de mi madre.

—Por favor, vuelve... —seguí susurrando.

—Mamá —la llamé una mañana, mientras me infiltraba en su habitación.

—¿Qué pasa princesa? —me respondió al tiempo que dejaba a un lado el libro que estaba leyendo.

—Feliz día de la madre —dije enseñándole un dibujo que había hecho en clase.

A pesar de que no era buena dibujando, ella sonrió y atesoró aquel dibujo, tal y como yo atesoraba aquella fotografía.

Miré la foto una última vez, sentía tantas cosas con tan solo mirarla. Le di la vuelta al portarretrato y saqué la foto.

Ella era la luz de la casa, ella era quien irradiaba alegría y nos unía a todos. Y desde ese día...

—¡Mamá! —grité mientras corría en su dirección.

—Rosa. —Escuché a mi padre hablarle a mi madre.

Aquel hermoso vestido blanco que llevaba puesto ese día poco a poco comenzó a teñirse de un rojo intenso.

—¡Rosa! —le hablaba mi padre —, ¡Una ambulancia!

—Mamá —susurré llegando a su lado —, Mamá —decía una y otra vez —, ¡Mamá!

Por mucho que le hablamos ese día, ella no respondió.

Las sirenas comenzaron a escucharse a la distancia, pero ya era muy tarde.

Papá entre lágrima pasó su mano por el rostro de mi madre y con aquella delicadeza con la que siempre la trataba, cerró sus ojos.

—¡Mamá!

Aquel día de agosto, hace 7 años, su luz se apagó y con ella llegó el fin a aquella familia feliz.

Aún con la foto en mi mano me levanté del piso de mi habitación y caminé a la puerta, pero antes de eso no pude evitar verme en el espejo.

—¡Aléjate! —me gritó mi padre.

—Papá... —murmuré.

—¡Que te vayas!

Sentía como las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, pero sin importar que me gritara corrí a él y lo abrasé.

—D-Dian...—Escuche como su voz se quebraba.

—Quiero a mamá —le dije sin soltarlo —, ¡Extraño a mi mamá! —grité con todas mis fuerzas.

—Y-yo También. —Lo escuché hablar.

Segundos después pude sentir como sus manos se paseaban suavemente sobre mi cabello. Ese simple acto solo hizo que mi llanto se intensificara. Así solía hacer mamá cuando me recostaba a su lado.

—¿Qué tal me veo? —nos preguntó mi madre aquella mañana.

Un lindo vestido blanco de encaje la hacía ver más bella de lo que ya era.

—Perfecta, mi amor —le dijo mi padre cuando se acercaba a su rostro para luego darle un beso.

—¿Y qué hay de mí? —dije al tiempo que me posicionaba en medio de los dos.

—Tú eres la princesa de la casa, estás preciosa —me dijo papá mientras me cargaba y me tomaba en brazos.

Mamá, solo sonrió y paso su mano de manera suave por mi cabello.

—Alguien más quiere sumarse a la familia —habló Sol, la nana de mi hermana.

En sus brazos traía a una pequeña Lucia dormida.

Mamá se acercó a la muchacha y tomó a mi hermana en sus brazos.

Papá me bajó de sus brazos y rebuscó entre su bolsillo.

—Sol, tómanos una foto —le dijo mientras le entregaba su celular.

—Claro —le respondió sonriente la mujer.

Papá se puso a mi lado derecho y mamá del otro lado cargando a Lucia, los miré un instante, de verdad amaba a mi familia, luego dirigí mi vista a la cámara y sonreí.

Pasé mi mano derecha por mi rostro y limpié mis lágrimas para acto seguido abrir la puerta.

Guardé la foto en mi bolsillo e inicié a caminar por el solitario pasillo.

—Me preguntaba que era la amistad. —Escuché cantar a mi hermana.

Me acerqué a su puerta, pero me detuve antes de tocarla. Solo me quedé un momento escuchando su voz. Ella no poseía ningún recuerdo de mamá, ni de cómo era la vida antes de aquel día.

Veía la foto y sentía como los recuerdos venían a mí.

—D, Tú sabes...

Al escuchar a mi hermana me alarmé y rápidamente lancé el portarretrato bajo la cama, limpié mi rostro y volteé a verla.

—¿Estás bien? —me preguntó.

—Sí —le dije y traté de darle una sonrisa.

—¿Estabas llorando?

—No. Digo, sí, es solo que tropecé el dedo pequeño del pie con la cama. —Le mentí.

Siempre he tratado de hacerla feliz, el ver su sonrisa a diario es la muestra de que estoy haciendo bien lo que mi mamá hubiera querido que hiciera.

—¿Qué haces Lu...?

Mi pregunta quedó en el aire al ver sus ojos cristalizados y en su mano la foto que tanto atesoraba.

—¿Cómo era mamá? —me preguntó.

Nunca había tenido la fuerza de contarle nada sobre ella. Me era simplemente imposible, el solo hecho de pensar en ella me rompía por dentro.

—Y por siempre habrá una gra... —La escuché mientras me alejaba de la puerta.

Seguí caminando hasta llegar a aquel lugar, el pequeño balcón interior que estaba junto a las escaleras, aquel lugar desde el cual se podía ver toda la sala de estar.

Mi hermana lloraba sin parar y Sol hablaba de manera desesperada por el celular.

No sabía qué pasaba, solo que de un momento a otro ella tomó mi mano e hizo que nos encerráramos en aquella habitación.

Cuando ella estaba distraída tomé el valor y salí. Mamá y papá estaban afuera y quería saber que pasaba.

Escuché voces y me acerqué al pequeño balcón, desde allí pude ver a dos hombres con pasamontañas y uno de ellos apuntaba su arma a mi padre.

—Dia... —Me giré al escuchar la voz de Sol, pero su frase se vio interrumpida por el sonido de un disparo.

Sol se quedó paralizada. Luego se volvió a escuchar el sonido de un segundo disparo.

Volví mi vista a donde estaba mis padres y vi como uno de los hombres huía de la casa y el otro estaba tirado en el suelo.

—¡Rosa! —gritó mi padre mientras de manera temblorosa y torpe caminaba en dirección a donde estaba mi madre.

El llanto de mi hermana se intensificó en ese momento y yo solo estaba paralizada.

—Mamá —susurré.

Me levanté y caminé en dirección a las escaleras.

—¡Mamá! —grité e inicié a bajar las escaleras corriendo.

—¿Sucede algo, señorita? —me preguntó Sol al ver que me había detenido en medio del pasillo.

—No, solo pensaba —le dije y seguí con mi camino.

—Que tenga buen día —la escuché decir.

—G-Gracias —respondí.

Respiré hondo y comencé a bajar las escaleras.

Bajaba uno por uno los escalones y sentía como mi corazón se aceleraba y todo dentro de mí se revolvía.

—¡Mira lo que puedo hacer mamá! —dije emocionada mientras me dirigía a las escaleras y las comenzaba a subir de dos en dos.

Sonreí al recordar aquel momento. Mamá se enojó conmigo ese día.

Baje el último escalón y con ello llegué a lo que en su tiempo fue la escena de un crimen.

Nunca pensé que aquel lugar en que nos tomamos aquella foto tan feliz esa mañana, horas después, sería el sitio donde mi madre daría su último aliento.

Llegué a la puerta de la casa, pero antes de salir vi que junto a mis llaves reposaban las de mi padre.

Un llavero con la forma de la lámpara de Aladdín hacía resaltar sus llaves por encima de las demás. Aquella película era la favorita de mamá y le gustaba verla con todos nosotros, era ella la que creaba aquellos momentos familiares donde todos éramos felices, ella era lo que nos unía y sin ella ya nada fue igual.

—Papá, ¿Me puedes ayudar con la tarea? —le pregunté mientras entraba a su habitación.

—Ahora no, estoy ocupado —me respondió.

—Está bien —le respondí y corrí a mi habitación.

—Papá, ¿Me acompañarás en el día de la familia? —pregunté otro día.

—Tengo trabajo, pídeselo a Sol —me respondió sin despegar la vista de su computadora.

—Bueno —dije y salí algo cabizbaja de la habitación.

—Papá...

—No tengo tiempo, voy tarde —me respondió otro día cuando nuevamente necesitaba su ayuda.

Un día debía hablar de alguien de mi familia, debía hacer su biografía. Ese día me acerqué a la oficina de mi padre, pero me detuve antes de tocar.

—Solo quisiera que desapareciera, no soporto ver su rostro todos los días —escuché a mi padre —, cada vez que veo sus ojos me es imposible no verla a ella.

—Sí, tu hija mayor se parece mucho a Rosa —dijo la voz de una segunda persona.

Bajé la mirada levemente y a paso lento regresé a mi habitación.

—Señorita, la peque... —habló Sol llegando a mi habitación. —¿Está todo bien? —dijo ella al ver mi rostro.

Había estado llorando durante toda la tarde.

—Sol ¿Tú también quieres que desaparezca?

Salí de mi casa. El día era soleado y el cielo totalmente despejado, no había ni una sola nube, solo un infinito cielo azul. Esos eran los días en los cuales mamá y yo solíamos salir a pasear.

Tomé mi bicicleta y salí a la calle. Pedaleaba con todas mis fuerzas. Tal y como lo hacía de niña cuando salía con papá y él se me adelantaba.

—¡No es justo! —le gritaba mientras veía como él aumentaba la velocidad para dejarme cada vez más atrás.

—Dale, alcánzame, tú puedes —me respondió al tiempo que reía levemente.

—¡Vamos, hija! —Escuchaba a mamá dándome ánimos.

En ese momento miré a papá y con todas mis fuerzas inicié a pedalear. No podía alcanzarlo, pero él comenzó a bajar la velocidad y no paso mucho para que lo rebasara.

—¡Esa es mi hija! —gritó papá —, ya vez que si me sobrepasaste —me dijo una vez que volvió estar a mi lado. —Tengo la mejor hija de todas.

Dejé mi bicicleta a un lado y comencé a caminar en dirección a aquel cementerio.

—Hola, Mamá —susurré una vez que estuve frente a su lápida. —Hoy se cumplen 7 años desde que te fuiste.

Saqué la foto que tenía en mi bolsillo y la puse en medio de las flores que decoraban la lápida.

—Aún te extraño —le dije —, Papá también lo hace, por eso se esfuerza por siempre estar trabajando, para no pensar en ti y no tener que verme a mí.

Con mi mano empecé a tocar el grabado de su nombre.

—Él cree que te falló, que si él hubiera sido valiente tú no estarías en este lugar —susurré. —Sol también te extraña, ella es quien ha estado pendiente de nosotras desde aquel día —conté —, hay veces que siento que nos sobreprotege, pero creo que la entiendo.

guarde silencio un momento.

—Lucia... ella se siente confundida, cuando todo esto pasó solo era una bebé, cada vez que puede me pregunta sobre ti, pero yo no tengo el valor de contarle. —En ese instante sentí como mis ojos iniciaban a picar. —Simplemente, no soy lo suficientemente fuerte para contar como era mi vida contigo, no soy capaz de contarle como eras, porque yo...

En ese momento el llanto impidió que siguiera hablando.

—Yo soy una cobarde —hablé—¡Mamá, te necesito! —grité mientras daba un golpe a la bóveda —, sin ti nuestra familia se desmoronó —susurré al tiempo que sentía como mis lágrimas seguían descendiendo por mis mejillas —, intenté ser tú, pero simplemente no pude, nunca seré como tú.

Di otro golpe a la bóveda.

—¡Vuelve! ¡Vuelve, Mamá! —grité —, te lo ruego.

—Te amo mi pequeña —me dijo el día de mi cumpleaños número 7.

El último cumpleaños que vivimos junto.

—Nunca lo olvides —me dijo al tiempo que tomaba un poco de la crema del pudin y la untaba en mi nariz.

—No lo haré mamá —le dije mientras la abrazaba a ella y a mi futura hermana.

En ese entonces Lucia aún no nacía, así que ese abrazo era de tres.

—Esperen por mí —dijo papá.

Bueno, después se volvió de cuatro.

—Tú eres la luz de esta familia —habló mamá —, recuérdalo siempre, Diana.

Me mantuve en silencio unos instantes. Tal y como todos los años solo venía a desahogarme y luego me calmaba para así iniciar a acumular todos mis sentimientos hasta el otro año.

Una pequeña mano se posó en mi hombro y sentí como otra persona estaba de pie a mi otro lado. Su sombra delataba quienes eran.

Lucía y... papá.


—Quiero a mamá


—¡Extraño a mi mamá!


—Sol ¿Tú también quieres que desaparezca?


—¡Esa es mi hija!


—Tengo la mejor hija de todas.


—¿Cómo era mamá?


—Tú eres la luz de esta familia


—Mamá era... —comencé a hablar.


Respiré y giré mi vista a mi hermana, quería responder su pregunta, quería por fin ser la hermana valiente que ella creía que era, que ella supiera que, aunque mamá ya no estaba, me tendría a mí para siempre, que yo siempre la protegería.

Miré un instante a papá, su expresión era seria, pero sabía que en su mente las cosas eran muy diferentes. Regresé la vista a Lucia y decidí que por fin le contaría todo.

­—Mamá era la persona más amorosa del mundo...


17 Septembre 2022 23:05 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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