angeljkoo Ángel 🌈

❝ En tiempos de extinción, donde el amor y la supervivencia no se juntaban, Jungkook le demostró lo mucho que un ser humano podía amarle de regreso. Sin dobles intenciones, sin trampas y, desde luego, sin esperar nada a cambio. ❞ —historial original. —apocalíptico, drama, fluff. —kookmin/jikook. —capítulo único.


Fanfiction Groupes/Chanteurs Tout public.

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1.

Jimin era un cazador.


De pequeño había tenido que soportar ver como su madre era asesinada a causa de una de esas criaturas.


Monstruos, les llamaba él.


Triplicaban el tamaño de un ser humano normal, grandes garras tenían por manos y su piel parecía estar cubierta de escamas, escamas oscuras. Sus dientes sobresalían de sus bocas, simplemente listos para arrancar carne fresca. No parecían ser alguna especie de criatura mitológica, no venían en algún libro de historia de la escuela. Habían aparecido de la nada, cuando el mundo comenzaba a sumergirse en las tinieblas.


Pocos sobrevivientes quedaban, la gran mayoría de ellos escondidos en el fondo de los túneles subterráneos. Aquel lugar donde las criaturas no alcanzaban a llegar, no cuando la luz del sol, poca, que apenas era notada por las grandes nubes grises que cubrían los cielos, parecía quemarles el cuerpo.


Esa fue la primer debilidad con la que Jimin empezó a atacarlos.


Quería venganza. Cada parte de su organismo añoraba encontrar a ese espécimen en específico que le había arrebatado a su todo, a su madre. Contaba los días, las horas, para poder encontrarlo.


No les temía, nada le detenía, estaba totalmente cegado por su furia y odio.


Cuando cumplió los veinte fue que empezó a cazar, planificó estrategias, los vigiló hasta la guarida donde como ratas se escondían.


Y un día, atacó.


Asesinó a tres.


Terminó cubierto con su espesa sangre, pero con la cabeza del más grande de ellos colgando de su mano derecha. Hizo que cualquier persona que todavía permanecía en aquellos vecindarios le respetara, se lo había ganado, y no por el valor de ser un héroe, sino por la venganza.


Desde entonces seguía cumpliendo su trabajo, eliminaba a la amenaza, vigilaba gran parte de los restos de los que alguna vez fue una gran e impotente ciudad. Nunca vió a alguien haciendo lo mismo que él, los hombres vivían en los subterráneos, incapaces de defenderse de sí mismos, pero Jimin lo hacía por ellos. No tenía nada que perder, no era esposo, no era novio, no era padre y no era… hijo.


Subió a su camioneta, dispuesto a vigilar el perímetro sur, donde los últimos días se había manifestado una actividad irregular. Posiblemente golemuns, nombre con el cual bautizó a las criaturas, buscando presas. Era algo que Jimin aborrecía, mataban personas, las tragaban y después de algunos días escupían los restos, lo poco que quedaba de ellos. Suspiró, el mundo estaba al borde de la extinción, los animales habían desaparecido, la vegetación era ya tóxica, y el oxígeno que le permitía respirar a la larga terminaba quitándole la vida. La luz del sol ya no existía, ni siquiera la de la luna, las nubes llenas de negrura era lo único que se observaba en los cielos. Jimin nunca vió una estrella, se las imaginaba con los relatos que alguna vez le contó su madre.


“—Son hermosas, cariño. Aparecen siempre de noche, cuando el sol se esconde y el cielo se vuelve oscuro, parecen pequeños puntos en medio de todo ese azúl, pero cuando brillan, su luz te ilumina el camino. No pude apreciarlas como debería, pero la última vez que pude ver una fue en mi niñez, en mi décimo cumpleaños…”


Jimin suspiró, su vida con el pasar de los días se volvía un infierno. No recordaba la última vez que había reído o incluso hablado con otra persona, la vida era escasa, al igual que la loca esperanza de que pudiera vengar la memoria de su progenitora.


Lo único que lo mantenía vivo.


Regresó a su hogar, o lo que quedaba de ello. ¿Grandes casas?, ¿grandes lujos? No existía rastro de eso ahora, la supervivencia se mantenía en el suelo, a metros bajo tierra. Y él no deseaba ser parte de ella.


La cocina era lo único que todavía se conservaba en la propiedad, los alimentos escaseaban, pero Jimin no los necesitaba. No hoy, se dijo. Así como el mundo se había sumergido en las tinieblas, los seres humanos sobrevivientes evolucionaron. Inmunes a la toxicidad del ambiente, inmunes a enfermedades benignas, y también, inmunes a la propia alimentación.


¿Cómo vas a consumir algo que tu cuerpo no necesita?


Subió a su habitación, dispuesto a dormir hasta que sus ojos no pudieran abrirse más. Exhausto, al borde del colapso y con razones suficientes para no despertar jamás. Odiaba lo que llamaba vida, tenía 27 años, no recordaba su fecha de cumpleaños, pero los días tampoco tenían algún nombre ahora. Parecía ser el único que todavía vagaba en la superficie, el único que buscaba salvarse y acabar con los invasores. Idiota.


¿Valía la pena? No.


Sin embargo, tratar de sumergirse como una sanguijuela a los túneles le asustaba. Había aprendido a vivir solo, sin compañía, sin vida a su alrededor, no recordaba incluso como lucía su rostro. El bajar con los demás sólo lograba producirle una ansiedad incontrolable, no podía comunicarse con otros. ¿Cómo iba a hacerlo?


Jimin no hablaba.


Nunca lo hizo, ni cuando su madre estaba con él, ni cuando ella murió. Su comunicación se basaba en gestos y movimientos, nunca en palabras; aunque en aquel momento todo era más fácil, perdió a su madre cuando tenía nueve años. El recuerdo vago de su rostro todavía lo veía en sus sueños.


Desde entonces se enfrasco en su burbuja, el sobreviviente a un ataque, por mucho tiempo le conocieron. Ahora, la gente no existía, no aquella que le había visto matar a golemuns a diestra y siniestra, solo unos pocos vagando en busca de su propia muerte.


El sueño y las ansias de no haber dormido en días lo consumieron, sus ojos se cerraron y lo último que sus oídos lograron captar, fue el mínimo movimiento que el picaporte de la única ventana que persistía en aquella mansión.


Pero ya era tarde, Jimin flotaba en el mundo de los sueños.



[...]



—¿Deberíamos despertarlo?


—No.


—¿Moverlo siquiera? Parece que está muerto, lleva días sin mostrar alguna señal de vida…


—He dicho que no, probablemente esté muy cansado, ¿viste su ropa? Está tan sucia que dudo haya visitado este lugar en toda la semana.


—Bueno. ¿Por qué no nos vamos ya?


—Porque lo necesitamos, Taehyung.


Jimin despertó, atento a las voces que mantenían una conversación a sus espaldas. ¿Cuánto tiempo había dormido? Sentía que su cuerpo no podía moverse, sus párpados pesaban, exigiendo un poco más de descanso. Pero estaba alerta, había intrusos en su casa, y eso lo enojaba, incluso más de lo que su cuerpo podía demostrar.


—Como desees, yo me voy abajo. Trataré de buscar algo que sirva para el campamento. —pasos se escucharon bajar por las escaleras de roble, hasta perderse en el primer piso.


Se mantuvo inmóvil hasta que su respiración se volvió de nuevo pausada, no quería delatarse, no cuando sus armas estaban debajo de la cama. Se maldijo internamente, la presencia del otro hombre podía sentirse en toda la habitación, descolocó a su cuerpo, sentía su mirada fija en su espalda y eso solo incrementa el pánico de ser atrapado.


—Levántate, he visto tu cuerpo tensarse y mantenerse al ataque todo este tiempo —los pasos resonaron hasta el costado de las sábanas, justo al lado de su cabeza—. No quería despertarte, pero si no lo haces a tu manera, lo haré a la mía y eso no creo que te guste, chico.


Esperó, el bulto en la cama no se movió ni un centímetro. Aunque sabía que el hombre le había escuchado, fuerte y claro. No buscaba hacerle daño, pero el que no cooperaba solo atascaría sus movimientos. Entonces decidió acercarse, consciente de que la presencia en la cama era peligrosa, incluso más que su persona.


El primer golpe llegó directo a su mandíbula, no lo vió venir, provocando retrocediera jadeando del dolor. El tipo golpeaba fuerte, pensó. Después el cuerpo que permaneció inmóvil durante horas salto al ataque con una destreza que se dedicó a admirar, su forma de desplazarse demostraba su arduo entrenamiento. Sus manos se vieron inmovilizadas de un instante a otro y cayó al suelo, del mismo modo que su cerebro tardaba en procesar cómo sucedió el ataque.


Lo primero que pudo observar de su atacante fue su rostro bañado en furia, respiraba agitadamente, mechones castaños cayendo y tapando sus ojos, la piel bañada en oro resaltaba en aquel cuerpo esbelto y totalmente tonificado. Sus propios orbes oscuros se perdieron detallando toda aquella bella piel expuesta, hechizado en su persona. Lo que le hizo reaccionar fue la mirada que le dedicaba, transmitía todo lo contrario que su ser apreciaba en ese momento, y supo que su turno había llegado.


Con un movimiento rápido de sus piernas logró desestabilizar a su contrincante, arrancándole el aire al caer al piso con la misma fuerza que él lo había hecho. No le dejó caer del todo, su cuerpo quedó justo sobre el suyo, sirviéndole de soporte para que no se lastimara más. Sus ojos se encontraron y en un segundo las posiciones se invirtieron, el joven quedó prisionero en sus brazos, tratando de liberarse como el guerrero que era.


—Está bien, me quitaré ahora. No quiero hacerte daño, solo quiero escuches lo que vengo a decirte, ¿comprendes? —preguntó atónito ante el color de los ojos mieles que le hicieron suspirar. Después de un respiro, el joven se calmó. Asintiendo a sus palabras.


Entonces el azabache dejó de cubrirle con su cuerpo, levantándose y extendiendo una mano al otro, en señal de tregua. Jimin la aceptó.


Ambos volvieron a mirarse, sin decir nada. El más alto extendió su mano lentamente, tratando de no asustarle ni ser brusco. Y musitó:


—Mi nombre es Jeon Jungkook, sobreviviente de los ataques en los últimos veinticuatro años. Vengo de un campamento, en los subterráneos, y a través de lo que se escucha hablar de ti decidí buscarte —Jungkook esperó ver alguna reacción en el joven, pero este solo le observaba, sin interrumpirle—. Soy parte de los cazadores, el líder de ellos, matamos a las bestias que nos han llevado al borde de la extinción y hoy vengo a ti, buscando tu ayuda.


Jimin se sorprendió, ¿la civilización que todavía quedaba sabía de su existencia? Era sumamente sorpresivo, solía ocultarse, pero aquellas personas le reconocían. No tenía idea de cómo responder, nunca musitó palabra alguna vez, nunca intentó comunicarse, el hombre frente a él, Jungkook, esperaba una respuesta.


Entonces Jimin tomo su mano extendida, con su dedo empezó a hacer trazos lentamente, tratando de que el otro comprendiera su mensaje. Jungkook le miró, tardó en darse cuenta, pero lo que el chico hacía era escribir algo.


Un nombre.


"Jimin."


—¿Jimin?


El joven asintió, extendiendo su propia mano para presentarse. Jungkook de inmediato la aceptó, reconociendo la calidez que aquella mano fuerte le brindaba.


—Encantado de conocerte, Jimin. ¿Estás de acuerdo con lo que mencioné? —preguntó cerciorandose, su cuerpo temblaba en anticipación.


Jimin asintió lentamente, saboreando su nombre en la voz de Jungkook. Estaba dispuesto, estaba listo para cazar golemuns. Observó al hombre frente a él, sin poder evitar que una sonrisa surgiera en sus labios, se acercó un paso más y trazó un par de letras en el pecho contrario.


“Quiero ser tu líder."


Jungkook resopló una risa.


—Está bien. Vamos, tengo que presentarte a quien me acompaña. —su caminata fue rápida hacia la puerta, huyendo de la oscuridad en la que se mantenía la habitación.


Al salir, Jungkook no pudo dejar de mirarle, Jimin era fuerte, su cuerpo y aura lo demostraban. ¿Su pequeño combate? Lo impresionó, definitivamente ese chico tenía que ser su líder, sus habilidades estaban fuera de lo común. Antes de empezar a bajar los peldaños, volteó a verle con una sonrisa extraña.


—Oh, Jimin —le detuvo y este le miró —. Bienvenido al nuevo mundo, bienvenido seas al planeta de las tinieblas.



[...]





El volverse huérfano desde tan joven solo le trajo grandes dificultades en su día a día, empezó a volverse solitario. Por años, se escondió en aquella casa que le cobijaba desde que nació, lo convirtió en su hogar. Con cada pelea, con cada batalla, con cada herida que ganaba, regresaba a aquella casa, con la esperanza que el recuerdo de su madre le aliviara su corazón.


Tener que abandonar todo le hacía sentirse indefenso, vulnerable, sin fuerzas. Sin embargo, era por un bien mayor, había deseado cazar a las bestias, entonces tendría que comenzar la travesía dejando su casa.


Jungkook y Taehyung, el chico que le acompañaba, le aseguraron que el sitio donde irían era mucho más seguro que su actual hogar. Jimin simplemente asintió, sin ánimos para mostrarse desprotegido.


Era un guerrero, un luchador.


Al llegar al campamento lo primero que pudo contemplar fue la cantidad de personas que vivían en los subterráneos, Jungkook le había explicado que se organizaban por comunidades, el campamento donde se quedarían solo era para los cazadores, Jungkook también le dijo que allí fue donde se crió.


—Mi padre murió mientras me protegía, fue un gran líder y después de morir, el puesto se me asignó a mí.


"¿Qué edad tenías?" Jimin trató de preguntarle.


—Trece años, ya me estaba entrenando como cazador. Sólo tuve que esperar unos más para cubrir el puesto como tal.


Caminaban hombro a hombro, Jimin era consciente de la atención que llamaba entre los presentes. Cuando pasaban a un grupo de jóvenes estos susurraban mientras le veían. Se sentía cohibido, no estaba acostumbrado a la vida, sin embargo la manera en que le miraban no denotaba extrañeza o rechazo, sino mejor dicho, admiración.


Conocen lo que hice.


—En este momento no tenemos como tal una habitación para ti, y no creo que todo esto se asemeja a tu hogar, pero al menos por unos días creo que es conveniente que te quedes donde vivo —Jungkook se apresuró a explicarle, llegando a una puerta marcada con el número 13—. Sé que no es mucho pero en cuanto se pueda te conseguiré tu propio lugar, ¿está bien?


Jimin no tuvo problema y se lo hizo saber, después entraron a una especie de departamento, era pequeño y tenía lo necesario para unas dos personas. La decoración era nula, las paredes grises, un par de muebles de acero y de manera se repartían alrededor.


—Solo hay una habitación con una cama, allí te quedarás tú. Yo dormiré aquí en la sala, el baño es en aquella puerta —le señaló con su mano—, también está la cocina y armario donde guardo mis armas…


El mayor le observó conmovido, era la primera vez que alguien le ayudaba de esa manera. Simplemente sonrió de acuerdo con sus indicaciones. Y empezó a recorrer el lugar, observando todo lo que tenía a la vista.


Cómodo.


—¿N-necesitas algo?, ¿tienes hambre? Dime lo que se te ofrezca, Jimin. Trataré de dártelo lo más rápido posible.


Jimin se volvió hacia él, sin nada a la mano empezó a trazar palabras en el pecho de Jungkook. Sonriendo.


"Todo bien, gracias."


Jungkook le observaba ido, de repente desvío la mirada y sus mejillas se sonrojaron. Movió un poco la cabeza de arriba abajo y rio. Jimin jamás imaginó que una sonrisa de otro hombre le provocara mariposas en el estómago, pero el verle actuar así solo le hizo sonreír de vuelta. El alto rápidamente se alejó un par de pasos y agachó la cabeza, recomponiendose.


—Saldré con los demás para avisarles que ya estás aquí, en… en un rato regreso. Puedes descansar aquí o tomar lo que quieras, confío en ti. —Jungkook movía sus manos cuando hablaba, pareciendo tratar de explicarse también con estas—. Bueno, me voy.


Jimin lo despidió agitando su mano y asintiendo. Jungkook dio la vuelta y salió lo más rápido que sus piernas le permitieron.


Su corazón latía desbocado.



[...]



"Golemuns."


Enseguida Jungkook avisó al resto de cazadores, había ido a la superficie en busca de las criaturas. Cada vez los ataques eran más frecuentes, y mantenía alerta a todo el clan.


—Adelante, hay tres en la entrada sur del Sub-3 y otro dos en la Sub-8, Jimin y yo nos encargaremos del tres y Taehyung junto con Yoongi el ala ocho. Si necesitan refuerzos llamen a través de los radios. ¿Quedó claro? —el coro de afirmativas se hizo presente, Jungkook les habló fuerte y claro.


Su caminata fue rápida, Jimin le indicó que lo más prudente era asesinar al más grande de último. Empezaron a cazar, Jungkook golpeó con su katana al que más cerca le tomó. Luego Jimin al otro, con un golpe específico en la nuca las bestias dieron su último aliento. El más grande trató de atacarles, pero ellos eran más ágiles, pronto Jimin enterró su katana en la yugular y Jungkook finalizó cortando la cabeza del golemun.


Jimin empezó a caminar de vuelta al punto de reunión, pero los pasos apresurados de Jungkook le indicaron que algo andaba mal.


—Jimin.


No le hizo caso, entre más pronto llegara con los demás, mejor.


—Jimin. —repitió, ésta vez con tono de voz más elevado, pero de nuevo Jimin le ignoró.


—Park.


Finalmente el mayor se detuvo y dió la vuelta para mirarle, su rostro estaba serio, sin expresión. Hizo un ademán con su cabeza, esperando a que hablara.


—Debes dejar de ser tan impulsivo, ¿por qué te acercas tanto cuando los atacas?, ¿quieres morir acaso? —el azabache se escuchaba cabreado, muy enojado con su actuar imprudente—. Sabes que yo no tengo algún problema con la forma en que te manejas, pero es la segunda vez que te arriesgas así, Jimin. ¿Crees que eso está bien para un líder?, ¿piensas matar a tus hombres al actuar así?


Jimin resopló rodando los ojos, sin observarle de vuelta.


—Tus acciones demuestran la poca preparación que tienes —Jungkook casi se mordió la lengua tras pronunciar palabra, Jimin fijó su vista en él—. Te lo estoy pidiendo de verdad, sigue las indicaciones que acordamos en grupo, no trates de guiarte tú solo. ¿La cicatriz en tu espalda?, ¿por qué la obtuviste?


Levantó su mano extendiendo la palma hacia él, esa era la señal que Jimin le daba cuando quería que lo dejara tranquilo. Pero no lo haría, estaba furioso, Jimin no obedecía sus órdenes a pesar de que eran para su propio bien.


—No, escúchame, estoy tratando de ser comprensivo contigo pero tú no lo haces de vuelta. Soy tu líder, recuérdalo.


La mirada de Jimin se endureció, inconforme con lo dicho. Y negó, lentamente.


—Sigo siendo tu líder, Park. Y lo seré hasta que tu dejes de ser un imprudente que solo piensa en sí mismo y no en el equipo que lidera, ¿me entendiste?


—Cállate.


Jungkook jadeó sorprendido. ¿Jimin acababa de hablar?


—¿Q-qué?


—Imbécil. —susurró y dio la vuelta, caminando sin ser interrumpido.


Se reunieron con el grupo de cazadores, la amenaza estaba eliminada. Pronto regresaron a los túneles que conectaban con los campamentos. Jimin no volvió a mirarle y Jungkook procesaba lo ocurrido.


Habían pasado siete meses, el mayor seguía viviendo con Jungkook en su departamento. Después de todo no pudieron conseguir uno propio para él, compartían habitación y su comunicación era diferente. Jimin aprendió lenguaje de señas, Jungkook también. De a poco la preparación inicial por lo que había aceptado ir allí apenas y progresaba, Jimin odiaba admitirlo, pero Jungkook tenía razón al llamarle impulsivo.


Hasta apenas hace menos de un año atrás tenía que sobrevivir solo, sin compañía, sin un equipo. Su forma de enfrentarse a los golemuns era distinta a la que trataban de enseñarle en el campamento, desde luego su propia disciplina destacaba entre las otras, sin embargo era su carácter y forma de ser lo que le impedía avanzar y regularse con los demás.


Jungkook era la única persona que permitía que se le acercara, la única con la que mantenía una relación entre las cientos que vivían allí, Taehyung se postulaba como un amigo lejano, pero todavía no ganaba del todo su confianza para relacionarse demasiado con él. Jimin jamás pronunció palabras, no lo había intentado, y eso solo empeoraba su situación, decidía entonces aislarse, alejarse de todos y solo teniendo una comunicación cuando debía hacerlo.


Entraron a los túneles y los hombres se despidieron, mañana tocaba otro turno por la noche. Era necesario descansar unas horas.


Jimin podía sentir la presencia de Jungkook a sus espaldas, lo que mantenía en tensión su cuerpo. La ya conocida puerta gris les dio la bienvenida luego de una extensa vigilancia, trató de escapar al dormitorio, excusándose con que tomaría una ducha. No deseaba enfrentarse a Jungkook luego de su arrebato.


—Jimin… —Jungkook sujetó su brazo justo después de pasar el umbral de la puerta.


No me dejará libre, pensó.


—¿Qué fue lo que pasó allá afuera?, ¿serías tan amable de explicarme?


El castaño negó, soltando el agarre en su brazo y caminando a la puerta del baño. Listo para ignorarle y salir hasta que el otro se cansara de esperar.


—No, eso sí que no. —Con un movimiento rápido, Jungkook le tomó nuevamente del brazo y jaló su cuerpo hacia el suyo. Quedando prisionero entre la pared de acero y el cuerpo caliente del menor.


Jimin se quedó sin respiración, ¿qué acaso Jungkook no se daba cuenta del efecto que le producía su presencia? Ni él mismo podía comprenderse, pero estar cerca del contrario alborota de sobremanera sus hormonas. Evitaba a toda costa estar en situaciones de ese tipo, donde Jungkook se acercaba más de lo necesario y de su nerviosismo surgían pensamientos que durante meses trató de ignorar.


—Me preocupo por ti, ¿de acuerdo? Aunque sepa que eres lo suficientemente capaz de defenderte, es inevitable no sentir miedo de que termines lastimándote en un enfrentamiento. —Jungkook era de corazón débil, perder a importantes personas en su vida le llevaba a sobre-analizar las situaciones, esperando lo peor de ellas—. Te conozco, Jimin. ¿He hecho algo mal, o por qué tratas de evitarme? Sólo no lo entiendo…


Su mente no era más que una enredadera. Temía que Jimin decidiera alejarse de él, luego de sus constantes peleas y arrebatos en sus rondas. Jungkook temía perderlo, al igual que lo hizo con su familia, con sus compañeros de infancia.


Lentamente Jimin dejó reposar su cabeza en el pecho de Jungkook, lo consideraba uno de sus lugares favoritos donde descansar. Sus manos viajaron hasta la espalda contraria, dejándolas en la cintura del menor. Abrazándolo.


—Lo siento…


Jungkook enseguida le correspondió su abrazo, respirando el aroma que el cabello castaño emanaba. Los sonidos ambientales que regularmente solían escucharse se distorsionaron, no oía nada más que la respiración reposante cerca de su cuello. Finalmente se relajó entre los brazos de Jimin, su cerebro hacía cortocircuito, pero no creía necesario una explicación prudente que su alma no se sentía lista para escuchar.


Sus cuerpos unidos en aquel abrazo perduraron, no quisieron separarse un solo segundo, sus corazones bombeaban al unísono.



[...]



Al abrir sus orbes mieles aquella mañana lo primero que Jimin pudo apreciar fueron dos grandes estrellas, no las conocía, pero los ojos brillantes de Jungkook siempre le daban un indicio de cómo deberían lucir. Inevitablemente la línea de sus labios se deformó en una sonrisa. Un vivo reflejo que la de le ofrecía el menor.


—Buenos días, Minnie.


—Buenos días, Koo…


—¿Te desperté? —preguntó Jungkook en un tono de voz suave.


Jimin negó con su cabeza, estirando su cuerpo y acomodándose de nuevo para dormir un par de horas más. Escuchó la risa de Jungkook mientras cerraba sus ojos otra vez, la cama se hundió a su lado cuando el azabache se tumbó junto a él. Pasó su brazo por la cintura ajena y también se acomodó para acompañarle. Jimin entonces se dió la vuelta y ocultó su rostro en su cuello.


—He hecho ya el desayuno para ambos —le dijo en susurros.


—Un minuto.


—Está bien, un minuto más.


Jimin y Jungkook mantenían una relación extraña, conforme los meses transcurrían su confianza y amistad iba en aumento. Habían tenido peleas y malos entendidos, pero cada vez que lograban resolverlos sólo se hacían más cercanos el uno al otro.


Jimin hablaba ahora.


Pequeñas palabras, pequeñas oraciones, las necesarias para poder comunicarse con las personas del campamento. No era su líder todavía, pero el camino a serlo cada vez era más corto.


Algo que había aprendido desde entonces, era que Jungkook se convirtió en su todo. Y Jungkook también lo consideraba así. Estaban juntos en las batallas, en las heridas y también en los momentos felices.


Eran el uno para el otro.


Jungkook se lo dijo una vez, cuando ambos se escabulleron a ver el cielo una noche. Especialmente ese día, Jimin cumplía años, su primer cumpleaños que no lo pasaba solo; Jungkook le había reclamado el no decirle antes la fecha, pero Jimin le golpeó el brazo.


Jimin fue besado por primera vez en su vida aquella noche, un hermoso regalo que le hizo muy feliz.


Desde entonces ambos mantenían una relación sin etiquetas, a ojos de terceros posiblemente eran pareja, pero a ellos no les importaba. Simplemente se querían. Resultaba gracioso cuando trataban de protegerse mutuamente, Jungkook era el primero en ofrecerse para cubrir turnos del mayor, excusándose con que debía descansar y que era mejor entrenar de manera segura en la sala de prácticas. Jimin regresaba indignado con Jungkook, sin embargo hacía caso, era su líder, le repetía cuando no deseaba ceder.


A Jimin lo catalogaban como más sereno, menos intenso tal vez, si en una situación era necesario mantenerse unidos y cuidar de su líder, no dudaba en hacerlo. Jungkook reaccionaba abochornado, ¿desde cuándo Jimin era tan dominante?


Las horas pasaron lentamente, ambos disfrutaban de su día sin interrupciones. Jimin fue el primero en quedarse dormido otra vez, estaba cansado, sus entrenamientos solían duplicarse y su ayuda en los días de caza nunca podía faltar.


Sin embargo, el simple hecho de que cuando regresaba, cansado, hambriento y con ganas de dormir veinticuatro horas seguidas, le esperaba un chico con sonrisa de conejo y ojos de Bambi, sus fuerzas se multiplicaban a mil para poder abrazarle. Agradeciendo el tenerle a su lado.


Jimin estaba enamorado, incluso cuando aquella palabra se le dificulta lo suficiente para poder expresarla. En tiempos de extinción, donde el amor y sobrevivir no se juntaban, Jungkook le demostró lo mucho que un ser humano podía amarle de regreso. Sin dobles intenciones, sin trampas y, desde luego, sin esperar nada a cambio.


Jungkook siempre estuvo enamorado, desde su primer encuentro en su antiguo hogar, hasta cuando una criatura le lastimó y le provocó heridas. Jungkook no vacilaba al momento de demostrarle lo que sentía por él, nunca le recriminó algo ni le hizo daño, al contrario, estuvo pendiente y atento a su bienestar y no le forzó a ser lo que era ahora.


—Jungkook…


—¿Uhm?


—Te quiero… no —el mayor se interrumpió, tratando de decir las palabras correctas que reflejaran sus sentimientos hacia Jungkook—, te amo.


—Yo también, Minnie. Mucho más de lo que podrías imaginarte.



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11 Août 2022 00:12 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

Ángel 🌈 Adaptaciones e historias de mi autoría. Inkitt: luvsjoon / autumnknj

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