0
2.6mille VUES
Terminé
temps de lecture
AA Partager

El Fuerte


El invierno se despedía dejando que el verano comenzara a despertar en medio de un paraje montañoso de un país tropical. Una pareja caminaba con botas puestas y una mochila en sus espaldas, fotografiaban cualquier cosa que se moviera, hasta la más mínima brisa en una orquídea les llamaba la atención para plasmar el asombroso ecosistema que los rodeaba.

El joven es Erick Morales, un reconocido biólogo quien a sus treinta y tres años ya se había echo de un buen nombre, y ella es Sabrina Salazar, una dama que acaba de terminar sus estudios como enfermera pediatra, ambos se conocieron hace un par de años en una fiesta y como dicen, fue amor a primera vista, actualmente están de luna de miel en una de sus actividades favoritas, senderismo.

— Sabrina, amor... Mira...

El joven señala a una rama donde un quetzal eleva vuelo exhibiendo su larga y hermosa cola.

— Oh cielos...

El flash de la cámara tomó el momento en que el ave desaparecía entre unas frondosas enredaderas y la pareja se quedó ahí: esperando algo más de parte del animal.

— Tenías razón, Erick... Esto es... Es...

— ¿Hermoso?... ¿Sensual?

Erick se acerca a Sabrina mirando directamente a sus ojos, le quita la cámara de las manos y la pone cerca de una raíz. Ella rodea su cuello con sus brazos y recibe su boca con una sonrisa. A pesar del pantalón de mezclilla siente como su miembro se endurecía y él insistía en acostarla en el suelo para continuar con el ataque de besos, caricias y mordidas.

— Erick... Ah... Por favor... Espera a que regresemos a nuestro cuarto...

— Vamos Sabrina... Sé que quieres... Hagamos un bebé aquí...

—¡Erick!...

Lo empujó sin perder esa mirada traviesa que lo volvía loco.

— Sabrina... Me trastorno con tenerte cerca...

Ella se le acerca seductora y lo vuelve a besar.
— Vamos al hotel... Una botella de vino, chocolates... ¿La cama o el jacuzzi?...

— Sabrina... Me encantan tus propuestas indecorosas...

En ese instante la luz de unos flash azules y un ruido metálico siseaba cerca, la idea de haber sido espiados en un momento comprometedor y romántico los asustó. Miraron en todas las direcciones sin encontrar nada.

El lloriqueo de un bebé entre las plantas que crecían enormes alrededor de un árbol los petrificó, pero la curiosidad le ganó al miedo.

— Erick, cuidado.

El joven levantó las hojas, encontrando algo que parecía un huevo con escrituras extrañas, lo levantó en sus manos y Sabrina se acercó a verlo. El huevo se movió, lo metálico tomó una forma diferente y ante sus asombrados ojos...

Apareció un bebé recién nacido.

Erick se paralizó sin dar crédito a lo que veía en sus brazos. Sabrina se enterneció al ver la criatura tan indefensa y desnuda llorar desconsoladamente. De su mochila sacó un abrigo y lo envolvió, revisó su pequeño cuerpo dando por echo que estaba bien de salud.

—¿Que demonios es esa cosa?

— Erick... Es un bebé...

— No Sabrina... No creo que es un bebé... Al menos de nuestra raza...

En los ojos del biólogo había terror y asombro, su lógica de científico lo obligaba a razonar más de lo que acostumbra hacerlo. Sabrina pensaba como enfermera y... como madre.

— ¿Que hacemos con él?

— Llevarlo con las autoridades... Es lo competente de nuestra parte.

Ella observaba al pequeño dormirse en sus brazos, haciendo un movimiento con su boca como si mamara. ¿Lo permitiría?

— Erick... Es imposible que nos crean...

— Por Dios Sabrina, entonces dejemos a eso aquí.

— Por favor... No podemos hacerlo, él va a morir...

Erick se aterró al escucharla.

—¿Que dices?

— Bueno, hace un rato querías que hiciéramos un bebé aquí.

— Pero esto es diferente... No es... No es nuestro... Por Dios Sabrina... ¡Los huevos no se transforman en bebés! No es... No es natural...

— Erick, lo encontramos, es nuestra responsabilidad ahora...

El muchacho se acercó a ella y observó a la criatura, no sabía como decirle a todos que tuvieron un hijo en medio de la luna de miel, en un bosque sin atención médica. Pero eso le pareció más lógico que hablar sobre un huevo que se transformó en un bebé.

Otra idea le cruzó por su cabeza.

— No es terrestre, mi amor... Solo mira como lo encontramos...Y... ¿Si es peligroso cuando crezca?

— Lo educaremos para que sea diferente. Erick... Dale a Nehuen una oportunidad...

Erick la miró con sorpresa.
— ¿Nehuen?

Su sonrisa, su tierna forma de mirarlo a los ojos...

— Es en mapuche... Significa fuerte, y para haber estado solo aquí...

Erick tenía sus dudas muy marcadas. Es muy arriesgado, se iba a jugar la reputación por un bebé... No, se estaba jugando la vida y posiblemente la vida de millones al aceptar cuidar de esta criatura.

Pero ver a su esposa con Nehuen en sus brazos... Recordó porqué siempre dijo que ella lo trastornaba.

— Nehuen Morales Salazar... No suena mal.

------

— ¡Papá!... ¡¿Viste mi guitarra?!

Erick observaba a Nehuen buscando hasta debajo de la mesa buscando el dichoso instrumento, el chico ha crecido mucho y resultó ser un mago con la música, aunque sus notas en algunas materias dejaban mucho que desear, se podía ver el empeño del joven Morales en salir adelante y ser el orgullo de sus padres, y el ejemplo a seguir de su futuro hermano.

— Nehuen, debe estar en el auto, ¿lo sacaste cuando regresaste del ensayo?

Se quedó pensativo y le sonríe pícaro a su padre.

— Ahí esta papi.

El niño de escasos ocho años corrió con el instrumento en su mano y se sentó al lado de su madre quien reposaba en la cama, su vientre abultado era evidencia de su avanzado estado de embarazo. Empezó con los acordes de una canción de Ceratti, "Música Ligera" y con su voz infantil cantaba la letra.

Erick lo observaba de pie junto a la puerta, aunque dudó aquel día no se arrepiente del riesgo que tomó al adoptar al chico, pero siempre se sintió preocupado por su futuro.

------

Nehuen cumplía los quince años cuando se encontraba en el aula del colegio donde asistía. Era la lección de matemáticas, el profesor, un gordo, calvo y flemático señor hablaba de manera lenta, muy pausada.

Estaba que caía en coma por el aburrimiento. Mordía el lápiz sintiendo que sus párpados querían cerrarse, trataba de disimular sus bostezos con suspiros. Un ave cruzó cerca de la ventana donde se encontraba sentado y la siguió hasta verla desaparecer en los techos de las casas cercanas.

Tuvo un extraño presentimiento.

La tierra comenzó con un pequeño movimiento, el profesor se quedó callado y el resto de la clase atentos, el sonido de las paredes no era buena señal, menos cuando en cuestión de micro segundos el movimiento aumentó haciéndose más salvaje, como si tratara de sacudirse a la humanidad de encima. Los gritos de sus compañeros de clase no se dejaron esperar, las ventanas explotaban y el techo caía a pedazos trayendo al suelo parte del cemento de las paredes.

Cuando todo terminó, lo primero que hicieron fue salir tan rápido como podían del aula, solo para ver como la mayor parte del colegio se convirtió en escombros.

Nehuen no lloró como los demás, se acordó de su madre y hermana en su hogar. Se escabulló de la vista nerviosa de los profesores y comenzó a correr en dirección de su hogar.

Sentía que lo llamaban y su deber era estar ahí, con ellos. La tierra volvía a temblar pero con menos intensidad.

¿Su casa?... Desapareció.

Gritó, sin escucharse a sí mismo llamando a su madre y a la niña traviesa.
—¡ Mami!... ¡Marla!

Cayó de rodillas devastado. Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a sollozar.

En ese instante aparece un Yaris de color plateado y frena de golpe, su padre sale de él, sin preocuparse por cerrar la puerta. El terremoto destruyó la ciudad y la ayuda tardaría, nisiquiera estaban cerca como pedir auxilio.

Erick abrazó al muchacho, sin tener palabras qué decirle. Pero Nehuen escuchó unos gritos, apenas audibles.

Se secó las lágrimas con el dorso del brazo y se puso de pie, y jalaba con todas sus fuerzas las laminas del techo. El hombre no entendió en ese instante, pero a veces recordaba que él no era un niño normal. Intentaron quitar los escombros pero sus fuerzas no eran lo suficiente.

Nehuen levantó una parte de la pared, gritó con fuerza. Su piel desapareció debajo de unas placas que lo cubrieron como si fuera una armadura completamente negra.

—¡Nehuen!

Erick solo observaba al chico cambiar en algo nuevo, un robot de apariencia humanoide, en su espalda lucían unas alas con diseño hexagonales, su color era de un negro azulado con detalles amarillos, pequeño, pero con suficiente poder para quitar los escombros siguiendo la voz de su aterrada hermana.

Marla se acostumbró de nuevo a la luz del sol para empezar a gritar aterrada al ver a ese monstruo oscuro. Nehuen levantó en sus brazos a su inconsciente madre y volvió a la normalidad, como un joven humano.

Erick abrazó a la asustada niña y la llevó con su hermano. Debían ir a buscar ayuda médica para ambas.

-----

Tocó dormir bajo las estrellas, con una hermosa luna en cuarto menguante que alumbraba todo.
La familia estaba reunida alrededor de una fogata a la entrada de lo que llamaron hogar alguna vez. Marla miraba curiosa a su hermano.

— Mami, papi... ¿Que me ocurrió?

La pareja estaba abrazada, los dos sabían que debían hablar del tema, algún día.

— Entonces, ¿no soy humano?

— Nehuen – su madre acariciaba su cabello transmitiéndole calma – nunca te hemos tratado diferente, siempre quisimos que te adaptaras a vivir entre nosotros, siempre serás nuestro hijo.

Se quedaron callados, Nehuen miraba al cielo, preguntándose por sus orígenes. Las pequeñas manos de Marla tomaron la suya, al bajar los ojos vio en su carita morena una sonrisa, ella lo envolvió en un abrazo y al mismo tiempo sus padres los abrazaron a los dos.

— Los quiero, a los tres... Y haré lo posible para que sientan orgullo por mí... No importa de donde vengo, lo que me importa es a donde voy... Siempre que estén a mi lado.

Una estrella fugaz surca los cielos en ese momento, desvaneciéndose en el horizonte.

-----

Hola a todos, este es el primer capítulo de Crisis Vincular, es una idea que me venía dando vueltas hace tiempo, ojalá les guste.
Nos vemos.

21 Juillet 2022 02:59 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
0
Lire le chapitre suivant Marla

Commentez quelque chose

Publier!
Il n’y a aucun commentaire pour le moment. Soyez le premier à donner votre avis!
~

Comment se passe votre lecture?

Il reste encore 26 chapitres restants de cette histoire.
Pour continuer votre lecture, veuillez vous connecter ou créer un compte. Gratuit!