兎 Suivre l’histoire

El uniforme se me apegaba por culpa del calor y la humedad. No ayudaba el que fuese verano y estuviera comenzando a lloviznar. Tonto de mi no había cogido el paragua y la lluvia empezaba a calarse por todo el uniforme. Iba caminando apresuradamente por al lado del rio cuando algo me llamo la atención y paré totalmente en seco.

No todos los días te encontrabas a una chica con una cabeza de conejo gigante, debajo del puente. Era lo más extraordinario que pasaría en todo mi día. Lo más seguro, que si no me hubiese percatado de aquella extraña chica hubiera llegado a clase para seguir con la lección que se quedo a medias el día anterior, comer algo insípido en la cafetería, aguantar las bromas de siempre y volver a casa para seguir con mi simple vida. Pero la lluvia se intensifico y tuve que ir a resguardarme donde estaba ella.

Cuando llegué a resguardarme de aquella tormenta pude ver a duras penas a aquella chica que poco a poco se iba adentrando más en la oscuridad. Su uniforme estaba andrajoso, de un color azul marino tipo marinero. La falda le llegaba hasta la altura de las rodillas y las calzas se le habían bajado hasta los tobillos dejando ver sus escuálidas piernas llenas de hematomas y heridas. Intente acercarme más para ver mejor aquella gran cabeza de conejo, pero por culpa de la tormenta no había ni un rayo de sol que iluminase aquella zona.

Dejándola completamente a oscuras, hasta que los relámpagos empezaron a cruzar el cielo para iluminar algo el día. Lo único que estaba intacto de aquella chica era aquella cabeza gigante de conejo. Era de un blanco impoluto, como si fuese completamente nueva. Las orejas caían pesadamente sobre los lados y estas estaban adornadas con lazos rojos como el que llevaba en el cuello.

"Yo me voy a sentar aquí" lo dije en alto para que no se asustara, pero ese no fue el caso. Mi voz retumbo por toda la estancia haciendo que la chica diera un salto por el susto. Sin dejar de mirarla tiré a un lado mi mochila, toda empapada, y me acerqué a la pared para apoyarme. Me dejé caer en la mullida tierra que estaba húmeda por la lluvia y atraje la mochila para ponérmela como una almohada en la cabeza. Al estar cómodo miré otra vez a la dirección de la chica conejo, pero esta estaba más cerca de lo que estaba antes. Aquella situación ya me estaba poniendo de los nervios así que tomé una vez más la iniciativa

"Yo me llamo Okawa Takashi. ¿y tu?" al presentarme y escuchar otra vez mi voz un temblor se hizo notorio en el frágil cuerpo de la niña y poco a poco comenzó a retroceder. Me sentía muy patoso con aquella niña con la cabeza de conejo, era muy asustadiza y no sabía como tratarla. Con desesperación me puse de rodillas y extendí mi brazo como señal de que viniese hacía mi. Al ver aquel gesto la niña dejo de retroceder y se quedo quieta. No sabía si aquellos pequeños ojos me miraban a mi o a mi mano, pero al ver que se paraba le insistí con esta última para que se acercara.

"No tengas miedo, no voy ha hacerte daño." no se si me oyó entre la lluvia ya que lo dije como un acto reflejo. Quería que aquella pequeña niña no tuviera miedo de mi. No se si fue mi imaginación o el viento, pero me pareció ver que una de las orejas de peluche se movía, como si estuviera escuchando. Después de aquello la niña se dirigió a mi mano poco a poco, como si de un procesión se tratase. Hasta que un relámpago surco el cielo y cayó cerca del puente donde nos refugiábamos. Al impactar la pequeña niña se asusto y comenzó a correr a mi dirección.

Cuando estuvo cerca se abalanzo hacía mí para refugiarse. Su pequeño cuerpo no dejaba de temblar contra el mío "Ya esta, solo ha sido un trueno" empecé a darle palmaditas en la espalda para intentar calmarla, pero cada vez que la tocaba un escalofrió me inundaba todo el cuerpo y podía notar los hueso de sus hombros y su columna al tacto. Desde que la había visto sabía que era delgada, pero no había imaginado hasta que punto.

Después de unos minutos la niña dejo de temblar y como dándose cuenta de lo cerca que estaba de mi se alejo de un salto, como si de un pequeño conejo se tratase. Empezó a buscar algo por su alrededor. Yo me quedé observando hasta que en sus pequeñas manos vi un pequeño palo y comenzaba a dibujar en la tierra húmeda con él. No sé si fue por la curiosidad o por que no podía escapar de allí ya que la tormenta se había embravecido aun más.

Me levanté con dificultad y me espolse los pantalones del uniforme mientras me acercaba a aquella niña, poco a poco, para no asustarla. Aunque estaba tan ensimismada en su creación que no se dio cuenta que me había puesto a su lado hasta que levanto la cabeza de conejo hacía mi y con el palo señalaba su creación. Al fijarme mejor me di cuenta que no era un dibujo sino una palabra.

うさぎ

Estaba escrita en hiragana con un pulso inestable y con letra infantil. Tanto que casi no llegaba a entender lo que ponía. Volví a mirar a la niña que ahora estaba señalando su cabeza de peluche em forma de conejo.

"¿Usagi*? Es un bonito nombre, ¿por eso llevas eso?" me aventuré a decir. Cuando la chica escucho su nombre vi que una de sus orejas se movía al reconocer su nombre. No era como que antes me lo hubiera imaginado. Al ver aquello empecé a retroceder. Mi cabeza no llegaba a procesar como una oreja de peluche se podía mover como si de un conejo real se tratase y al parecer aquella niña también se dio cuenta. Se levantó de un salto haciendo que yo saltase con ella del susto.

Aquella careta comenzó a cambiar delante de mis ojos. Ya no era tan blanca como antes, poco a poco, se estaba desintegrando y la pequeña boca de la cabeza se estaba ensanchando, llegando a entrever unos dientes afilados. No aguante más, me di la vuelta y comencé a correr. Ya no me importaba la lluvia, ni nada solo quería escapar de allí, pero lo peor que pude hacer fue darle la espalda. Al segundo de empezar a huir noté el impacto de algo que se incrustaba en mi pierna derecha haciéndome caer al suelo.

Al darme la vuelta vi la sangré brotar y el dolor se hizo palpable al ver que tenía la pequeña rama que antes sostenía la niña clavada en la pierna. Al darme la vuelta para mirar mi pierna miré hacía la niña que se acercaba. Al ver aquello empecé a arrastrarme como podía por el suelo. Lo único que tenía en mente era llegar a la carretera para pedir ayuda, pero aquello no duro mucho. Dejé de avanzar en mi camino cuando algo me empezó aplastar la pierna donde estaba el palo clavado.

De repente algo me agarró del hombro y tiró de mi para que me quedara poca arriba. Al ver aquella cara de conejo desfigurada mi corazón comenzó a ir más deprisa. Tanto que no llegaba a oír la lluvia que había comenzado ha amainar. Su aliento olía a putrefacción y sus dientes, que se parecían a los de un tiburón, pero estos estaban amarillentos y cada vez estaban más cerca de mi cabeza. No podía creer que aquello fuera el final.

Después de quejarme al universo de que mi vida era simple y aburrida, pero no quería esto. Más que nada porque nunca podría contárselo a nadie. Como aquella mañana de verano tan lluviosa había encontrado a un monstruo y que no había llegado a contarlo.

うさぎ ( Usagi ) = significa "conejo" en japonés.