1566617928 Francisco Rivera

Desde sus sinónimos, las vidas de tres personajes fluyen en el curso de magos y brujos; de leyenda negra y aplicaciones de justicias incomprendidas respecto de lo juzgado...


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#Imprecaciones #-Excomuniones #-Maldiciones
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Anatemas 1

Primera parte

Prólogo.


En esta historia es necesario comentar a las lectoras y a los lectores respecto a tres personajes desconocidos entre sí, pero con semejantes inclinaciones.

Las vidas de: Pero Arroha, Maro Sarriah y Primo Donosterre enlazan excomuniones, imprecaciones y maldiciones dentro de su sinónimo asociado con lo negro y lo oculto.

Sus anatemas se unen al hilo de la trama que tiene en la leyenda oscura lo que a cada cual le atrae lo ignoto y cerrado para cualquier entendimiento de los no iniciados.


Las entregas que se han de hacer de esto esperan dejar manifiesto que no son en cada caso, reglas de excepción de lo que aquí se describa.

Que cada lectora o lector extraiga sus conclusiones parciales en cada caso, en tanto que, por nuestra parte, algo se abone al género y a lo que otros cofrades de ambos sexos han escrito, continúan escribiendo y, sin duda, seguirán haciéndolo en lo porvenir...


Atención amable lector; atenta lectora:


Cada capítulo tiene secuencia progresiva de acuerdo a lo siguiente:


Capítulo 1 ANATEMAS: Sus excomuniones, en Numeral 1 y continuidad a Capítulo 2 Sus excomuniones con numeral de enlace 4...

Capítulo 1 ANATEMAS: Sus imprecaciones, en Numeral 2 y continuidad a Capítulo 2 Sus imprecaciones con numeral de enlace 5...

Capítulo 1 ANATEMAS: Sus maldiciones, en Numeral 3 y continuidad a Capítulo 2 Sus imprecaciones con numeral de enlace 6...


Y, de esa manera hasta agotar la temática sin que establezca por el momento el total de capítulos.


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Primera parte

Anatemas: sus excomuniones

Capítulo 1 numeral 1


Pero Arroha es un ser que le tiene sin cuidado quiénes practican la magia y la brujería.

Su origen vasco lo lleva a desentrañar su parentela y descubre que todos han sido magos y brujos en determinados momentos de sus existencias anónimas.

En cierta tarde se encuentra más receptivo que otras veces y concluye asociaciones correspondientes gracias a un Tratado de Excomuniones que aborda ambos aspectos.


Descubre que cada campo de estudio no es indiferente a sus inclinaciones intelectuales.

Con asociaciones y comejenes sabe que cada rama es arcana (cosa secreta) y se encuentra extendida por todas partes dentro del mundo contemporáneo.

Departe, comparte y reparte esa asociación de ideas sobre lo oscuro, lo reservado e imagina que esa expresión se encuentra inmersas en su salsa de orden y caos, reservas hechas a seres humanos comunes y corrientes.


Se trata entonces de una expresión donde reina el misterio que también se encuentra repartido por cualquier lugar del planeta.

Amplía sus reflexiones personales sin ignorar que en su manera de pensar sobre lo que se excomulga, se refiere de manera directa a la existencia de practicantes y devotos, imitadores y charlatanes, curiosos y necios que buscan la magia negra y la hechicería.

Y no como tramas de un conocimiento insondable, no accesible a la mente de cualquier entrometido, sino que, considera posible explicarse el por qué y el para qué hacer qué con esas prácticas, más allá de daños a segundas o a terceras personas.


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Pero Arroah con evidencias purgadas en conciencia propia, se encuentra dispuesto a dar un paso para efectuar un cambio esencial en su vida común mediante un boleto de circuito de ida y vuelta, hasta donde alcance de una vez y para siempre la inmortalidad humana no, la del cangrejo.

Esa ofensa contraria a la costumbre de bobos devotos le va a demostrar que ese simpático crustáceo de horóscopo ha de hacer su avance contra natura: hacia adelante y en derechura.

Así, dibuja rectas impresionantes, exactas e inusitadas para provocar hacer caer la babia sobre toda aquella pavoneada muchedumbre que pasa del error al horror y de este a la desfachatez de no captar lo que esconde para el porvenir ese ser pequeño, convertido en festín, pasto de gustos exigentes o sibaríticos de hombres, mujeres, niños y adultos mayores que lo consumen, sin pensar en la gracia de ese gracioso espécimen del orden de los crustáceos.


Tales comensales, más inclinados a respirar los aires viciados de sus sucias invocaciones a lo oscuro, casi nunca piensan en el hecho de que, al sólo hacerlo, lo hacen con un grosero conocimiento.

Hay una falta de respeto e imprudente distancia desde el momento en que claman ante una u otra rama secreta siempre en esencia sobrenatural y no, sin embargo, retraída del sentido común humano.

Pero eso ha sido así desde la más remota antigüedad y no es algo que cambie de la noche a la mañana siguiente.


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Le resulta obvio que tal demostración no natural confunde a muchos locuaces e ilustres desconocidos respecto a cada tópico de lo recóndito, de lo indescifrable.

Los imagina como adeptos ante alguna tendencia oscura.

Y los recrea en su mente actuando sólo por imitación o influencia desde géneros del asombro y del horror.


Los visualiza como aprovechados de lo que les ofrecen los medios escritos o de películas que muestran en sus pantallas de exhibición, signos de pavor bajo facilidades de abonos de suscripción online ajustados al consumo de cierta fracción de población civil que goza de relativa solvencia económica en comparación de una gran mayoría que no se encuentra en esos subniveles sociales de medio alto consumo, ser amantes de plataformas de diversión y recreación para esas familias acomodadas.

Para él, se trata de ese tipo de personas o de familias que compran una pantalla de última generación para colocarla dentro de la sala de estar o del espacio más propicio dentro de sus hogares.

En ese sentido, en su reflexión a lo Pero Arroah, la comodidad del espanto individual se lleva a cabo en sesiones de consumo familiar de todo tipo.


Por supuesto, sabe que, más de una familia hace bastilla de pavor tomando lo inusual por señal evidente ante toda oscuridad, que permite asomarse al mundo natural de seres humanos, cuyos temores no se encuentra reprimidos, pero pueden serlo de un momento en otro si el terror espanta bien.

En esas conjeturas tempranas se sabe agraciado por el valor circunstancial que le provee un Tratado Particular de Excomuniones en ambas materias; es decir, en magia negra y en hechicería.

Esto lo predispone a dedicar lecturas hechas de cabo a rabo con bastante profundidad.


Por consiguiente, reproduce en su interior saltos y aportes remotos de un doble valor para conocer lo oculto debido a que siempre se encuentra vedado, prohibido, y sin que deje de resultar atractivo para personas no versadas e iniciadas en tales artes sombrías.

Esto ha sido así en los pasados meses del año que corren en ajuste a sus casi treinta calendarios a cumplir en medio de una pandemia inesperada.

Ahora transcurre el año 2020 y pasa a experimentar lo que el año 2021 le depara u ofrece, pero siempre desde esa lectura y muchas reflexiones sobre lo arcano, sin descartar que en ello le va también el año 2022, casi a punto de destrabarse.


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Antes de ese momento respecto de tal hallazgo, el Compendio de Excomuniones, su sentido de lo ignoto, lo no descubierto, se mantiene vivo y en común tranquilidad.

No es así en cuanto a su sentido de vida, pues se encuentra fuera de lo inmediato, como varado desde una existencia que creía o no pensaba estar sumida en lo banal, lo sin sentido.

En ese algo hay mucha vegetación dentro del diario vivir y una acumulada bola de tedio o aburrición que lo mantiene alejado de asuntos más trascendentes, pues hasta hacía poco tiempo sólo vivía para respirar y cumplir las funciones básicas de sobrevivencia.


Desde ese encuentro fortuito en la biblioteca pública del Estado, se presenta una mañana insustancial, no menos absurda, y siente de golpe un escalofrío peculiar que lo recorre de pies a cabeza, nada más al ingresar a una sección de obras de consulta.

Ahí se da a la tarea de dirigir sus pasos hacia un repositorio de conocimiento estacionario donde sólo hay libros antiguos y raros.

De inmediato lo auto percibe por la manera inverosímil de ser conducido cual autómata hacia el encuentro de un maltratado volumen depositado bajo una pila de libros.


Dicha publicación ocupa su lugar inobjetable para equilibrar la falta de una de las cuatro patas de un estanterol atiborrado de volúmenes no menos extraños.

No está de más mencionar que, Pero Arroah escucha una extraña voz de telarañas que le susurra al oído cual súplica moribunda, no menos cansada, para transformar su peso muero y poco utilitario en otro de mejor y mayor sentido: ser mejor aprovechado en seso expedicionario.

Hace caso ante esa condición de condena ignorada y no desoye los casi imperceptibles lamentos de amargura estática que provienen de ese lugar.


Entonces coloca en ese sitio ya liberado otro ejemplar de ciertas novelas rosas que sustituyen con creces la función condenada de aquel anterior libro.

Ahora, una fuerza inusual obra en contra de su anterior sentido práctico desde el momento en que presenta ante una bibliotecaria de turno anterior o posterior, ese ejemplar y quien hasta ese momento atiende con lentitud e indiferencia, pero apronta modificación cansina en esa conducta suya, al alterar su gesto supino.

Como haya sido, ya por karma o sin él, al presentar el lomo del ejemplar, la chica de esa área de depósito y registro de préstamos a domicilio no tarda en registrar la salida del libro y, sin proferir palabra deja que el volumen abandone de una vez y para siempre esa sección y la biblioteca en general, con más prisa que no menos aterrada mirada y nerviosa premura.


En ese conjunto de sucesos nadie se imagina ni sospecha que, en tan atento lector y a la espera del sello de vencimiento de entrega del volumen, quede sorprendido en cuestión de segundos, al advertir que no hay tal, ni aparece por ninguna parte.

Para este verdadero explorador del conocimiento público siempre dispuesto a recorrer a sus anchas las filas de libros durmientes en sus estantes, resulta una revelación a su continua búsqueda de fuentes primarias, secundarias y hasta terciarias.

Ahí, en ese momento, un garbanzo de muchas libras premia con ese ejemplar los demás días subsecuentes al superar el redoble de la tarea de emprendimiento de esa molesta búsqueda de fuentes que le resultan, por lo general, insustanciales.


De nueva cuenta lleva a cabo su privado cometido en silencio reflexivo.

Mantiene una reserva de comentario ante familiares y amistades cercanas a su núcleo de parentelas secundarias, lo que asegura un cambio de intereses intelectuales, morales y espirituales.

Por último, hace manos y seso a la obra, modificando de grado su, hasta entonces, banal existencia cotidiana.


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Armado ya de ese ejemplar único, a partir de dicho instante descubre lo que cada lector o lectora conoce de cuánto hasta aquí se ha dicho.

En ese proceso de auto lector, su propio presente se transforma y ahora ya no vive dentro de la anodina o insignificante manera en la cual latía su reserva social.

Un futuro inmediato lo observa: aprehende rudimentos de la vieja escuela de adivinos y se familiariza con sus entidades arcaicas.


Le comunican su lenguaje críptico u oscuro, no menos abundante en revelaciones que rebasan el entendimiento simple.

Finalmente escucha un ulular o clamor de palabras de sortilegio o encantamiento con que inicia la sucesión de momentos indeterminados al amparo de la pronunciación de sonidos recónditos, sagrados y prohibidos.

Perfectamente se filtran en ambos oídos y alimentan sus hemisferios cerebrales:


Así va la cosa, porque así es, y habrá de seguir siendo en lo sucesivo...


En ese entremés o aperitivo de lo recóndito u escondido, deplora y lamenta a cada momento su desgaste de avanzar a pausas, pero está dispuesto a hacer ajuste a tal ritmo.

Mediante un recorrido fino a la lectura incluye un grado variable que direcciona desde lo seco cognitivo a lo sobrio cognoscente, sostenido en sentido estricto donde se representan grandes y numerosas asociaciones mentales que proyectan fuerzas indescriptibles de lo que es la magia negra y la hechicería.

Hace lugar al sacrificio de horarios indeterminados que van más allá de cada medianoche y que se convierten en filtros de horas de sueño postergado, retrasado.


Los síntomas de elucubraciones o reflexiones de continuas ideas le aportan ciertos apellidos primeros y típicos de familiares, descifrados en aconteceres y nombres de pila que los hicieron célebres, tristemente célebres.

Se somete primero a digresiones o interrupciones atadas a farragosas y asta a caóticas relaciones imprecisas e inocultables de nexos o enlaces habidos y por haber relacionados con unos tales Donosterres y Sarriahes, muy lejanos parientes que no alcanza a precisar de dónde y de cuándo se habla de ellos.

Finalmente, a partir de esas conectividades encubiertas surge en él una fatídica o fatal comezón de curiosidades que inician el ensanchamiento de la manifestación de ideas generales más oscuras sobre magia negra y hechicería.


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En un plano consciente trasvasa o embotella su propio inconsciente.

Sin desconocer la fama que esas familias atribuyen en su momento tanto a la magia como a la brujería, sus asociaciones de peregrinar o caminar por lo desconocido constituye una manera de acertar sin saber cómo explicarlo a través de asociaciones que abandera y clava en el lomo de la ignorancia de esos parientes.

Por consiguiente, después de abrevar o beber en lo necesario o básico, entre una tarde-noche, se topa con excéntricas o estrafalarias y no menos ejemplares excomuniones o repudios, dirigidos a una u otra familia por haber hecho manifestación de relación con asuntos de tinieblas y asuntos tenebrosos que fueron identificados y condenados.


Encuentra que ambas están tan vivas como en sus siglos anteriores a la etapa contemporánea que él vive.

Su azoro o sorpresa asocia que, dentro del momento mismo en que forman parte de una generación de transición entre dos siglos y dos milenios, los siglos XVI al XVIII, entre 1500 a 1789), se traza una rara y grata sorpresa de encuentro que le confirma que esas tendencias proliferan o abundan, además entre las generaciones más inmediatas a la suya, que son algo cercanas por ocurrir entre los siglos XIX al XXI; es decir, de 1900 a 2021).

Esto ocurre sobre todo entre quienes escriben temáticas de fantasía oscura, que versan historias de errores y pavores incluyendo descripciones de homilías o explicaciones de horror y galerías de lo impensado con contenidos de magia negra y hechicería.


Lo oscuro resulta marco de referencia puesta en el pasado si bien, narrado desde su inmediato presente en el siglo XXI.

Dentro de tales literaturas de género y subgénero cada ¡Ay! de sorpresa mortecina o de muerte que hace temblar corazones y sudar sienes ante espectros salidos de imaginaciones abonadas en los doctos escritos, del Sr. Alan Poe.

No obstante, también ocurre con la no menos adorable Misses Shelley.


Pero por igual, ante el duro gesto de Míster Lovecraft e incluso desde la extravagante y no menos brillante escritura de Mr. King, entre otras lumbreras reconocidas en todo el mundo.

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Fuera de esas asociaciones de tiempo escrito y descrito, llega a pesquisas insólitas.

Transcurre su marcha común de días de una no imaginada medida de prevención y distancia social resolutiva.

Fragmenta su vida concreta en relación al lugar donde aún reside y se ciñe a esa medida impuesta ante las condiciones de contagio que experimenta.


Aprovecha para sí dicha circunstancia no ignorando que ésta es, de suyo, impositiva y pese a todo se traduce en más maldiciones que de costumbre.

Por tanto, analiza con tiento y no menor circunspección esa gama de elementos para sacar todavía mayor partido al inusual distanciamiento generalizado.

Pronto da en un clavo al aumentar sus lecturas y en asociar y atar más cabos que rabos.


Es desear con frenesí un sólo deseo: profundizar ya, en ambas ramas.

Argumenta a su favor que hasta redescubre una manera efectiva para festinar su humor de perras bravas.

Ese pase necesario resulta encomiable y da pábulo a la obsesión de hacer presa en trizas de paciencias y coraje volátil ante aquel anterior tiempo malogrado, el del desperdicio de una vasta molicie en sola salsa de banalidades en su pasada adolescencia.


En su inmediato Aquí y en su atorrante o callejero Ahora, hace cortes de energía sentimental.

Acaba por postergar su extravío absurdo de vida, antepone un tiempo indefinido que le resulta benéfico para trocar o intercambiar sus anteriores días insustanciales de ser sólo un humano mortal cualquiera.

A partir de ya, él no será el anterior él y su circunstancia...


Se acostumbra a trabajar en paralelo mientras corren momentos en que el Estado establece horarios para desatar incongruencias al establecer instituciones de prevención en salud humana e incluso padece de necios cortes inesperados de corriente eléctrica en zonas citadinas.

En su caso, y donde se enclava el lugar de residencia popular que, por entonces alquila, se condiciona a lo uno y a lo otro.

Ahora, provisto de cientos de velas de iluminación escasa evita en lo posible desproveerse de sueños intermitentes, si bien no siempre lo consigue surge algo más: en medio de la fracción de comunidad con la que comparte, nunca falta quien o quienes están dispuestos al ruido en cualquier momento, siempre imprudente, nunca consecuente, sin que cancele otras preguntas acuciantes, como ésta, por ejemplo: ¿Por qué la excomunión a la magia y a la brujería...?


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En siguiente cuestionamiento se dice en voz alta si ser vasco es ser mago o brujo.

Se auto interroga sobre si debe establecer semejanzas de largueza dentro de inclinaciones dedicadas ante ambas ramas o hacerlo por separado.

Tras el acopio de información subsecuente consulta las veces que cree necesario otras fuentes y sigue apuntalando un criterio consistente y/o solvente en relación de una y otra manifestación hacia lo oscurecido sobrenatural.


Se introduce de manera exaltada en un contexto de remota antigüedad donde se cruzan cultos arcaicos y una mezcla de hechicerías tanto de prácticas como de procedimientos.

Todo esto le resultan verdades de fascinación precientífica y de fundamentos más que suficientes para situar ahí, donde la ciencia calla, lo que en sobrenatural, estalla.

Este pulsar acelerado mantiene una landa en la que se detiene dentro del análisis respecto a procesos icónicos que se imponen tanto a magos como a brujos de siglos pasados, siendo tales no pocos casos habidos entre sus familiares lejanos...


Descubre relaciones de correspondencia inversa por parte de enjuiciadores ante sus enjuiciados.

Capta la vaguedad de la excomunión y la dificultad de hacerla entendible a los afectados, tratados más como condenados o indiciados que como personas que se encuentran, por lo general, fuera de la historia de los seres humanos.

Se les relaciona con lo contra-divino, lo tenebroso y lo sobrenatural, además de incomprendidos y excesivamente censurados.


Es un no entendimiento de lo juzgado dirigido sobre magos y brujos asociados ante un resultado de uso y recurso de toda extrema severidad ejercida.

Esto deja una estela de hoguera sobre unos y otros sin distingo de sexos.

También campea una falta de ápice de duda y arrepentimiento individual de sus censores, quienes mejor lo reservan para permitir continuar con el curso justiciero llevado a modo donde esa tendencia es siempre contraria sobre aquellos réprobos que llevan en sí su propia incomprensión y censura no siempre bien fundamentada.


En siguiente momento concluye quedándose con una sensación salobre en relación al hecho de haber entendido un cómo, sin mayor por qué demostrativo una vez que se ha terminado con las vidas de cada uno de los renegados de la fe impuesta.

Esos dedicados e inmolados resultan siempre ejemplos de apostasía ante la honra del Ángel Caído o a la Caterva de Demonios Adorados en Apartados Lugares.

De sobra, amigos lectores, imagine cada cual dónde, cómo, por qué y para qué esos iluminados de lo umbroso tenían fines determinados para llevar a cabo sus ceremoniales de culto...


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CONTINUACIÓN DE ANATEMAS: SUS

EXCOMUNIONES

CAPÍTULO 2 NUMERAL 4...


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Primera parte

Anatemas: sus imprecciones

Capítulo 1 numeral 2


Maro Sarriah es otro estudioso de las percepciones que enmarcan la magia, pero no, la brujería.

Y disocia algo dentro de la Leyenda Negra urdida en la misma noche de los tiempos.

Considera sus pesquisas particulares dedicadas en absorta atención hacia ese Tratado Secreto sobre las Imprecaciones de Magos Mal Afamados.


Desecha por sistema arbitrario el enfoque de simple condena de sus ancestros ante presunciones tibias que establecen que unas y otros son y han sido en el pasado fieles practicantes de la brujería.

Se convierte en una persona de retraído estudio personal siempre en reserva para acotar lo que desde hace tiempo piensa de ese arte negro: ser honda fascinación humana que raya siempre en mórbida ruta temeraria.

No obstante, algo más se empeña en deslindar de modo contradictorio: ya a favor de un antepasado o de otra parentela enjuiciada...


Por consiguiente, se da cuenta que no debe prescindir de lo que creía prescindir...


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Para él es asunto de mera contrastación y descubrimiento posible de puntos de análisis particulares tratarse de un deber el de demostrar lo que cada cual vale por sí misma y de lo que debe ser establecido de manera tajante en relación a sus hipótesis siguientes:

A) La magia es más poderosa que la brujería.

B) La segunda escamotea el poder de la primera.


C) Ambas pueden y deben estar separadas en sus respectivos compartimentos.

D) Ante esto concluye, con algo de desmesura, lo siguiente: la primera es lo primero y la segunda lo advenedizo que da lugar a nutrir esa Leyenda Negra derivada de la Noche de los Tiempos.

Al parecer suyo, supone que no se puede evitar el hacer más comprensible a los seres humanos del presente siglo y milenio, lo que hasta entonces deviene en un embrollo que pasma ante lo experimentado por los antepasados, simples mortales e interesados y/o no menos curiosos sujetos de ambos sexos que husmearon más allá de dónde no debían hacerlo.


En su momento de trabajo intelectual no parece haber nada que perturbe su objetivo, pues eso, eso es lo que parece ser... o cree que debe parecerlo ser.

Hace gala de mejores imprecaciones y se esfuerza con éxito relativo para obtener una firme aclaración de dudas y sortear lagunas mediante un cierto Registro Informal sobre ese asunto que lo ilustra y le reporta mayor interés a su existencia.

Sabe que al día de hoy existen determinados Centros de Magia esparcidos de manera inverosímil y no en cantidad mínima, por cierto.


Además esos espacios peculiares, desde su perspectiva molesta, brotan como hongos aún dentro de la comunidad donde reside.


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Para su desgracia, coteja que no se está a la zaga en los establecimientos de brujería cuya perniciosa apertura los vuelve sitios preferentes donde se expiden pócimas, amuletos, letanías, lociones y demás chucherías que reportan pingües ganancias ante una competencia desleal establecida.

Su fuerza de emprendimiento inoportuno se acrecienta con la pasmosa evidencia de personajes surgidos en los barrios más alejados de las ciudades o en zonas metropolitanas en las que, con gran despliegue de anuncios publicitarios, ostentan autenticidades dudosas.

Ahora ya se desplazan del interior del país a las colonias populares, como es el caso de franquiciantes oriundos de Catemaco, Veracruz y, en fin, cómo sea que lo sea, ante él queda expuesta una verdad de Perogrullo, relacionada con lo que se recomienda para atender amores encornados, intereses testamentarios, casorios abortados, dominaciones carnales en todo lo alto o lo que resulte, sin que los exime la inquietante incerteza de grado superlativo:


¿Por qué la magia y no la brujería siguen presentes...?


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Autoanaliza sobre si debe enfocar de modo breve el asunto de la magia y nada, nada, el de la brujería.

Se embebe ante fuentes primarias clasificadas y se apoya con sentido utilitario en las de carácter secundario y terciario.

Con todas juntas espera dejar bien sentado todo aquello que no resulta trascendente en la Leyenda Negra de la magia, como también de los mentados brujos y hechiceros.


Por cuanto concierne a la brujería deja en segundo grado de atención lo hecho por sus Cófrades Brujos en ambos sexos.

Vuelve a contrastar los contextos en cada rama del saber tenebroso y determina que, primero la magia y sólo después, la brujería.

Más luego no desconsidera las relaciones establecidas de cultos muy antiguos mezclados con prácticas de hechicerías cerradas.


O bien, hasta llega a concebir que quizá hasta invierta esa proporción de la segunda ante la primera.

Por ahora no queda duda al respecto: para compenetrarse de los procesos sumarios ejercidos en siglos anteriores a su presente, analiza esa Leyenda Negra de Doble Vertiente.

Coteja entonces a exponentes legendarios acusados de brujos o magos soterrados e incorregibles.


Toma nota de juzgadores anti-magos, como de opositores anti-brujos y descubre que no, necesariamente, unos u otros hablan los dialectos o idiomas de los aprehendidos.

Tampoco que, los enjuiciados, hablan ni comprenden las lenguas de sus censores, sin dejar de incluirse en esto una sacrosanta ignorancia de las formas dialectales de los castigados.

La contradicción en el anatema de imprecaciones se anida en tal o cual leyenda de aberrante reputación censada.


No deja de resultar fácil para la inmediata comprensión de lo juzgado.

Asociadas con los magos o con los brujos de cada caso no parecen hacer diferencias de grado a la hora de llevarlos a sus muertes desesperadas.


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Abrasados a todos los fuegos de leña verde pese a sus estertores de piedad ahogadas entre lenguas vivas de ardores insufribles no pierden nunca el haber sido seres como cualquier ser humano, pero ese sufrimiento indescriptible no deja de resonar en su mente.

Se constituye en hondo desgarro emocional ante la suerte del alma calcinada.

Asciende la imaginación atroz que no alcanza a reproducirse con fidelidad en ilustraciones hechas desde registros de época.


En la literatura referida al caso atisba un eco que llega hasta el presente donde discurre en su día a día la pena de quien se encuentra bajo cárcel y sin debido proceso.

Constata alejada de la realidad, por ejemplo, aquella cinta filmada y aprovechada en función de consumo de cinéfilos y de recreación de tiempos pasados.

Exhibida en salas de proyección donde se dan cita desde edades adolescentes hasta adultas mayores, el pasmo se mini-colectiviza y el divertimento de mero entretenimiento se torna solaz morbo de fanáticos testimoniales en calidad de espectadores de lo escenificado.


Se diluye la verdad o su mentira respecto de cuánto se exhibe en filmes de temporada.

Se convierte en práctica de alquiler o adquisición definitiva de historias de ambos géneros al por mayor proyectadas en estricta sesión de fines de semana ante aparatos de recepción de imágenes de última generación.

Se asiste al regodeo del hartazgo con filmes de género de horror, sangre, muerte y resucitados del más allá profundo siempre acechando a la humanidad bajo figuras sobrenaturales o apareciendo donde menos lo imaginan sus consumidores.


Dentro de las modalidades on streaming casero se cumple el rito del conjuro del personaje de la película: El Exorcista, en tanto se llevan a cabo sesiones maratónicas atiborradas de palomitas de maíz.

Totopos con chile.

Gaseosas y demás menjurjes de otras industrias no menos asesinas que la Santa Inquisición.


Las sutiles imposiciones en tiempo y dinero, para goce y constancia de lo gozado pavoroso, se atiene a las suscripciones anexas con sus ofertas de inscripciones renovadas y a la reiterada invitación corporativa para continuar estremeciendo el espíritu.

Además, sin cancelar la recreación de todo pasado siempre mal evocado y peor recordado se ajusta el estereotipo de necias perspectivas que jalan con la fuerza del espanto a millones de consumidores en todo el planeta: ante el horror que vende, el espanto demanda más pavor a lo acostumbrado.

En cada caso, magia y brujería no van de lado sino en crecimiento de adeptos de todas las edades y en ambos sexos.


En la superstición de lo juzgado la vehemencia de conocer por qué ha sido así y no, de otra manera, lleva a concluir en forma parcial lo cavilado a través de este sucesorio descendiente mago y brujo que es Maro Sarriah.

Existe un universo interlineal entre magia y brujería en el que considera que lo que siente en su yo interior corresponde a una fuerza no terrena y se trata de un flujo que lo atrae y lo sustrae para recorrer en líneas paralelas la amenaza del mundo de ahora, subvertido en orden y con caos imperante.

Sabe que se postergan tanto antiguos intereses humanos y sus inclinaciones hacia la senda de los vericuetos oscuros.


Se sobrepone a esto una temeridad adquirida por aniquilar al planeta con la fuerza de núcleos de odio concentrados en atómicas amenazas.

En cada falso mago convertido en tecnócrata de pretendida defensa nacional se simula luchar por gramos de democracia expoliada en todo el globo terráqueo.

Así se distorsiona el legado de personalidades como la existencia de un pretendido Merlín o de real Michael de Nostradamus.


O bien, lo contemplado en el Libro del Apocalipsis donde se citan retraídos pasajes que sólo los iniciados comprenden en alcance, sentido y extensión reservado de lo profetizado...

Más esto no es así para quienes ni leen ni entienden lo que leen...


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CONTINUCIÓN DE ANATEMAS: SUS

IMPRECACIONES

CAPÍTULO 2 NUMERAL 5.


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Primera parte

Anatemas: sus maldiciones

Capítulo 1 numeral 3


Primo Donosterre por su parte e individual preferencia hace hoy día lo propio e inverso a Maro Sarriah pues enfoca cierto interés intelectual que se desmesura poco a poco ante la propia oscuridad de la magia y de esa línea que bifurca la brujería en los magoi del pasado.

Para favorecer sus sesudas reflexiones atesora un raro Tratado de Maldiciones que en cada oportunidad lee a conciencia y paciencia incierta.

Sabe muy bien que va a ir desmenuzando de modo paulatino y no menos sosegado esa lectura dedicada en cada tarde lo que constituye ya, una pasión indómita en la que comparte horas, numerosas horas dedicadas a tan insólito esfuerzo de lo tenebroso insondable.


Pues bien, él está determinado a teorizar sobre lo inverso.

Considera que la magia es más oscura que la brujería y acomete su empresa para establecer linderos con relación a la primera.

Conserva con celo manifiesto no menos celta, un raro Tratado o Vademécum que posee asuntos evidentes que le aportan brillantes digresiones ante la lectura de otras tantas maldiciones que son desgraciadamente de dominio público en México y en casi todo el mundo.


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Encuentra referencias e inferencias o deducciones de ciertas genealogías sostenidas entre sus más remotas parentelas.

Dichos ancestros le provocan sentimientos encontrados, como es el caso de un tormentoso antepasado que nació o vivió en Vasconia siendo tal un Donosterre pero no, Arriah, y mucho menos un Sarriah.

Debido a lo apretado de su agenda inquisitiva decide dejar de seguir esa línea de investigación y por ahora la reserva como primicia para mejor ocasión de su apellido, lo que, es decir, para cuando la inmejorable oportunidad involucre sus preferencias con lo que le va saliendo al paso y en consecuencia considere en dicho sentido: hay una comezón por descubrir... Pero, ¿por qué razón esto lo inquieta...?


En él también existe un punto de marras: o ser conocido de sobra el surgimiento, acomodo y/o reacomodo de Centros Bruje riles o de Magos de todos los tonos y al por mayor quienes bajo ciertas módicas cuotas alcanzan a cubrir sus emolumentos de sobrevivencia.

Esto es algo que le fastidia y siente que le merma el interés de estudio representado en ese ese afán de interés de lucro: en su perspectiva se trata de un asunto tal en el que, un tipo de cultivadores extremos van de lo blanco a lo morado y de lo rosa a lo escarlata o desde este a lo gris y aún a lo negro absoluto.

Lo más sorprendente lo representan algunos hechos si bien, un tanto aislados, detecta ciertos sucesos que se encuentran relacionados y resultan incuestionados.


Así ata cabos con el interior de las iglesias de toda proporción.

De todo credo religioso e incluso de toda orientación espiritual donde contempla otra perspectiva en relación con todo lo que conecta entre lo mundano, la actualidad y su reiteración por la magia y la brujería: le semejan ser, cual incubadoras de foros tendenciales de magos y de brujos, negocios que aprovechan la ignorancia de la gente.

Y esto cunde pese al presente y ante el siglo XXI que sigue su curso.


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Quizá el sino de los tiempos que corren expone el surgimiento de falsos profetas.

De mesías de corto plazo o de arrogantes castigadores de bolsillos vaciados en diezmos semanales no menos sustantivos.

Los considera todo un grupo de feligreses encontrados ante una próxima renuncia a la eternidad.


Por supuesto que tal asunto hace tambalear la fe del creyente en singular e incluso hasta de los no creyentes en general.

Igual ocurre con los ateos irredentos, pero también con los de último momento.

En un esfuerzo de análisis desvela en poco tiempo que quizá hasta los nuevos advenedizos han convertido los centros de fe blanca en reuniones de karaoke.


Se encuentran sumados con un todo donde sin ninguna excepción hay ausencia autocrítica hacia adentro.

Se obligan a cancelar sus autocríticas hacia afuera y pasan a convertirse en obligados hacedores de una fidelidad anónima compartida de la misma forma ante prójimos anónimos de reuniones semanales.

Por consiguiente, resultan todos, una misma medida de cuchara sopera, pues en momentos de éxtasis se muestran volcados a la histeria colectiva y al grito último de la moda para quedar bajo creencias y una falsa protección ante el consiguiente nuevo milenio ya despuntado.


Esa reflexión sobre las conductas de los dictaminadores del pasado parece estar dentro de los propios del presente ejerciendo la fuerza de sus argumentos de fe en cualquier nación del planeta.

Al igual que en el ayer, quienes resultan ser ignorantes de la lengua de origen respecto de los dictaminadores-censores del pasado, recuerdan los juicios hechos ante los momentos del aquelarre donde contertulios brujos, magos o hechiceros, muestran cuánto sienten en carne propia al presenciar aquellas decisiones de sus castigadores.

Es decir, le sugiere ser un puente roto entre idiomas o lenguas inentendibles pasando por una provocación de maldiciones donde se anidan viejos tormentos en pago a negras vidas de esos practicantes inmolados.


Lo que los une es el grado de discriminaciones terminales de que fueron objeto e hicieron época en un intento personal para legar una trasmisión de injusta justicia y revestida impronta divina: blanca e inflexible, aunque de verdad parece más negra y prohibida.

Y entonces lo uno no suele ser lo segundo como tampoco lo último en relación a lo primero.


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Los procesos y sus procesadores muestran ser incompetentes ante resoluciones contradictorias y esto la sabe ahora por estar contenidos en el Tratado de Maldiciones del que predispone un dejar constancia de una historia de contrariedad tenebrosa al interior de la magia y de esa otra línea imprecisa respecto de la brujería.

Siempre turbia, le recuerda que en todo caso participan voluntades humanas.

Métodos, jueces y jueceo aplicado lo que no excluye a magistrados y a la tendencia de su magistratura, ejercer celo brutal hacia los castigados.


Reservan para sí mismos toda muestra de docta ignorancia e impartición de férreas aplicaciones bajo adustos semblantes justicieros, bastante presumibles y configurados para acabar con las existencias de negros personajes excepto, claro está, con la negrura de lo censurado...


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CONTINUARÁ ANATEMAS:

SUS MALDICIONES

CAPÍTULO 2 NUMERAL 6.

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5 Mai 2022 15:31 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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