axel-melgarejo1625109491 Axel Melgarejo

NUEVA YORK, VERANO DE 1974 Una ola de asesinatos sacude la ciudad, varios delincuentes de bajo, medio y alto nivel son asesinados por un misterioso individuo que lleva un elegante traje negro junto a una espeluznante mascara de conejo blanco con unos horridos ojos rojos. Su identidad es desconocida, sin embargo su nombre circula en voz baja como si de un susurro vergonzoso entre los ciudadanos se tratase: Nesier Lapin Lamont. Un francés psicópata que dio inicio a su serie de asesinatos en la ciudad de Miami y ahora ha continuado en Nueva York. Lamont da caza a todos los ladrones de la ciudad como si fuese un animal salvaje sin que nadie pueda verlo o notarlo hasta que es demasiado tarde, sin embargo el detective James Terrierson de la unidad de homicidios de Nueva York ha decidido capturar a Lamont y acabar con su ciclo de asesinatos seriales de una vez por todas. Contando con el apoyo de toda la policía, Terrierson dará caza a Lamont y al final cuando ambos hombres se encuentren solo un sonido se escuchará y este será: BANG


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#terror #misterio #suspenso #vigilante
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PROLOGO: EL ÚLTIMO DE LA LISTA

Bang. El onomatopéyico sonido del disparó se escuchó en la oscura noche, sin embargo el sonido no provino de un arma al ser gatillada sino de un tubo de escape de un coche deportivo al reducir su velocidad cuando aquel Fury Racer del 72 se detenía cerca de la entrada del club nocturno “Ocean Dance” el club más famoso de toda Miami.

Acercándose al hermoso deportivo color negro cuyo diseño era casi futurista, con un adelanto de diez años en comparación a otros modelos deportivos, un joven muchacho de piel morena y cabello negro que llevaba un elegante uniforme rojo, que lo hacía parecerse al clásico Botones de los hoteles de gran prestigio, se detuvo frente a la puerta del deportivo que se abrió bajándose de ella un joven muchacho de piel blanca, cabello negro y ojos castaños cuyas expresiones en el rostro mostraban una soberbia que se acrecentaba con su sonrisa maliciosa al ver como los que se encontraban haciendo fila para poder entrar reaccionaban como si fuesen paparazzis al notar su presencia. Llevando un atuendo negro de pies a cabeza, tanto en la camisa como también en la corbata, el hijo del famoso empresario Croat, James Croat, saludó a la chusma que se agrupaba como estúpidos bovinos para verlo de arriba abajo. Lanzándole las llaves de su deportivo al ballet, Croat le dijo:

- Estaciónalo en un sitio lindo y no quiero ni un rasguño ¿Entendiste?- le preguntó Croat con un tono amenazador

- Si señor- asintió el muchacho dirigiéndose al interior del coche solo para ser empujado de una patada por las suelas del brillante zapato lustrado de Croat

Largando una pequeña risa despectiva, Croat se retiró al interior del club para hablar con sus socios de negocios mientras el coche se retiraba al estacionamiento y las personas seguían mirando asombrados al muchacho más famoso de Estados Unidos.

Tras la masacre ocurrida en Gaynerland el año anterior, donde Gayner encontró la más enfermiza de las muertes, los socios con los que Croat solía negociar había disminuido considerablemente en los últimos meses. Algunos asesinados por la división de Narcóticos, otros muertos por aquellos vigilantes que asolaron las calles de Los Ángeles el año anterior y algunos últimos fueron eliminados por alguien a quien la misma policía perseguía desde hacía algunos meses pero nunca podían atraparlo: Nesier Lapin Lamont.

Un francés loco que se vestía de forma elegante y salía todas las noches a cazar criminales como si fuese un animal salvaje que había convertido a toda la ciudad de Miami en su coto de caza. La policía no podía atraparlo debido a que nadie sabía con seguridad en donde se escondía, que aspecto tenía y como un hombre con una espeluznante mascara de conejo se las ingeniaba para pasar desapercibido en las calles de Miami. Aunque otro motivo por el cual la policía no parecía estar muy interesada en atraparlo se debía a que Lamont era un asesino en serie de criminales, ahorrándoles una gran parte de su trabajo. En tan solo cuatro meses el índice de criminalidad de la ciudad de Miami había disminuido a niveles alarmantes para los grandes carteles de drogas que buscaban instalarse en aquella ciudad. Los criminales provenientes de cuba, los inmigrantes mexicanos y los grandes jefes del crimen de Colombia que empezaban a armar su propio imperio del crimen en base a la venta de cocaína, heroína y el crack eran diezmados en tan solo una noche a manos de aquel psicópata que portaba un elegante traje y una aterradora mascara de conejo. Los que sobrevivían eran internados en asilos mentales mientras gritaban cosas inentendibles y sufrían de delirios o alucinaciones demasiado terroríficas como para poder ser descritas.

Para muchos Nesier Lamont era un héroe y para otros, algo similar a una leyenda urbana cuya aterradora presencia corría de boca en boca por todos los clubes nocturnos de Miami.

El ensordecedor sonido de la música le impedía hacer negocios con los dos últimos traficantes que había en la ciudad. Sentados en un rincón del club con un maletín lleno de estupefacientes en su interior en la mesa, aquellos tres hombres trataban de cerrar un trato por veinte millones de dólares. Apartados del resto de muchachos que poco o nada les interesaba lo que ahí se cocinaba, Croat debía llegar a esos extremos debido a que él y sus dos compradores tenían miedo de que Lamont los atrapara en un lugar alejado de los demás. En ese momento hasta las oficinas del encargado del club eran peligrosas para aquellos tres hombres debido a que un lugar aislado era un sitio perfecto para llevar a cabo un horrido asesinato. Viendo de reojo la mercancía y tocándola a ciegas con la mano, Esteban Pérez y Daniel Alberado tuvieron que confiar en la palabra de Croat quien también se veía interesado en cerrar el negocio cuanto antes y partir en su avión privado hacia Nueva York, un lugar donde el crimen se encontraba en alza y no existía peligro para nadie de que un psicópata con máscara de conejo los matase, al menos todavía no.

- ¿No tienes hombres que cuiden tus espaldas Daniel?- le preguntó Croat viéndose molesto por tener que llevar a cabo esa operación casi enfrente de los demás quienes se encontraban ocupados en sus asuntos como para darles atención a ellos tres

- Casi todos mis hombres abandonaron el estado, prefieren Los Ángeles, Nueva York o la jodida Chicago antes que quedarse aquí un día mas- le contó Alberado viéndose claramente molesto por llegar a ese extremo- esos pusilánimes cobardes huyeron de sus puestos hace unas semanas atrás, abandonándome en silencio como si fuesen unas asquerosas cucarachas.

- Casi todos los criminales de alto, bajo y medio nivel han abandonado el estado- señaló Esteban sacando la maleta con el dinero debajo del asiento- literalmente han actuado como gacelas asustadas al ver a un depredador cerca de ellas. Mis hombres me rogaron que abandonara el estado, sin embargo me niego a hacerlo. trabajé muy duro para llegar a donde estoy y no pienso irme solo porque un psicópata nos está cazando como si fuésemos animales salvajes. Al ver que me negaría a irme ¡Esos cobardes me traicionaron y se largaron ante mis propios ojos! Aun así no me iré, buscaré nuevos hombres en otro estado y regresaré dispuesto a darle caza a ese infeliz ¡Ese hijo de puta de Lamont es hombre muerto!

Croat vio como aquel hombre de tez blanca, cabello largo negro con varias canas en las sienes y una barba blanca se volvía rojo de la ira al solo pensar en cómo su naciente imperio comenzaba a derrumbarse a causa de Nesier Lamont. Intentando mantener la calma les dijo:

- Por favor señores, entiendo que se encuentren molestos pero tratemos de no llamar la atención- abriendo el maletín mostrándoles el dinero, añadió- mejor terminemos el trato antes de que alguien note que no estamos haciendo un intercambio de tarjetas de Beisbol

El negocio había salido bien, dándose la mano, los tres hombres se levantaron de sus asientos y se dirigieron a la salida cuando la rosada pared del club nocturno se derrumbó y el deportivo de Croat atropelló y aplastó a Esteban. Sacando su pequeño fusil de guerra, Alberado disparó contra el deportivo generando el pánico de todos los presentes quienes huyeron en manada hacia la salida, algunos caían al suelo y eran aplastados por los demás pero el resto lograba escapar. Acercándose al coche, Alberado abrió de un solo movimiento la puerta del conductor y observó su interior: no había nadie.

Un repentino disparo sobre su cien le reventó su cabeza y cayó al suelo. Saliendo del enorme agujero que había creado, un hombre alto y delgado, llevando un elegante traje negro con una camisa blanca y una corbata negra. Pantalón de vestir oscuro sujeto por un cinturón que llevaba la imagen de un conejo, cuya sonrisa descubría sus dientes de tiburón y era cubierto por dos fémures en forma de X, en su hebilla. Guantes de cuero negro que se estiraban y crujían al mover sus dedos, zapatos de cuero negro bien lustrados y una horrida mascara de conejo que cubría su rostro. Nesier Lamont le apuntó con su pequeño sub fusil de combate color negro a la cabeza de Croat quien se encontraba aterrado, no porque aquel psicópata lo apuntara con un arma sino por lo grotesco de su máscara.

Cubría toda su cabeza cubriendo su cabellera y poseía un pelaje blanco que parecía autentico, los dos dientes blancos relucían en aquel local oscuro al punto de que Croat podía ver su rostro reflejado en ellos, las orejas se movían un poco, al punto de que no parecía una máscara sino el verdadero rostro del asesino y la mirada de aquel psicópata fue lo que terminó por quebrarlo: sus mirada era de un rojo color que largaba destellos luminosos que golpeaban su psique. Colocando su mano en el bolsillo de su pantalón, Nesier Lamont sacó algo de él y se lo arrojó al asustado Croat quien se apartó largando un alarido.

- Tómalas- le habló Nesier con un tono de voz grueso, casi demoniaco

Croat vio que se trataba de las llaves de su vehículo. Mirando nuevamente al asesino a los ojos, contempló como estos largaron otro destello y Croat tuvo una horrida visión de él mismo en el interior de un círculo blanco dentro de una oscura habitación. Oyó la risa de los demás quienes se burlaban de él por no ser igual de exitoso que su padre, por ser un fracasado que no tendría un lugar en la empresa familiar cuando creciera y por ser la decepción de la familia. Incapaz de soportar aquellas verdades que las voces le escupían al rostro, Croat se sujetó la cabeza largando alaridos de dolor y horror que cesaron cuando Nesier le apuntó con su arma. Diciéndole en completa calma con aquella voz demoniaca:

- Bang- siendo el fin del último de la lista del temible Lamont

21 Avril 2022 02:10 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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