El canto de los pájaros llamando a los suyos, anunciaba que el día había terminado, y con ello, el atardecer iba desapareciendo con el pasar de los minutos, mientras el sol se apagaba en medio del horizonte, dando paso a la oscuridad de aquella noche que se estaba volviendo tan fría y lúgubre para aquel lobo.
El pequeño licántropo estaba oculto en medio de la maleza, todavía temblando, porque estaba un poco asustado por todo lo que acababa de vivir, a la par de que observaba como aquel incendio se seguía extendiendo en medio del bosque, el cual había considerado su hogar desde que tenía uso de razón.
No entendía como todo había podido cambiar de esa forma y dejarle con ese dolor punzante en su corazón, sus latidos retumbando fuertemente en sus sensibles oídos, como recordándole que debía estar completamente alerta a todo lo que sucediera a su alrededor.
Todas sus extremidades quemaban por el arduo esfuerzo que habían hecho, mientras pobremente lograba regular su agitada respiración y calmar su acelerado pulso. Sus colmillitos seguían haciéndole daño a sus labios, gracias a las fuertes mordidas a las que se vieron expuestos mientras corría desesperado por todo ese escabroso camino de tierra, por supuesto, obviando los golpes y rasguños que se había hecho en el trayecto, y que escocían sin parar en su tez clara e inmaculada.
Lo único que quería era a sus padres con él, anhelando volver pronto a su vida tranquila y sin miedos, esperando que todo lo que vivió no fuera más que una simple pesadilla de la que pronto despertaría. Y de paso, deseando nunca más tener el mínimo contacto con los seres humanos. Porque aquellas criaturas eran crueles y despiadadas, y no se tentaban el corazón. Aquello le quedó más que claro luego de experimentarlo en carne propia, entregándole una experiencia de lo más desagradable.
Sus padres siempre se lo habían advertido, pero no hizo caso, y ahí estaban las consecuencias.
Y por más que tratara de negarlo, dentro de sí mismo sabía que no sería posible, estaba en un punto sin retorno, y era demasiado tarde para ser salvado por sus progenitores, las horas habían pasado y eso dificultaba todo un poco más. Además de que a este paso terminaría completamente incinerado, sin embargo, ya le daba igual, no había razones para luchar o resistir un poco más. Seguiría su destino, cerrando sus ojitos mientras se lamentaba en silencio.
Se dejaría consumir por las llamas abrasadoras y su sufrimiento por fin acabaría. Su lobito interno también se había resignado, así que todo instinto de supervivencia que pudo poseer en algún momento se esfumó por completo, volviéndose tan efímero en ese momento tan eterno.
Sin embargo, no contó con que la vida tenía otros planes para él y aquello se reducía en un momento decisivo y completamente único, pactado por el mismo destino. Un instante donde todos sus instintos se pusieron en alerta, anunciándole su encuentro con ese ser que solo podía definirse de una sola manera.
"Majestuoso"
En medio de todo aquello, observó una figura delgada que cautivó su atención, su piel era ligeramente pálida, a pesar de que el color fuera acanelado, en conjunto a ese rostro que era perfectamente irreal, la cabellera gris parecía sedosa y estaba completamente vestido con un traje de tonos oscuros, acompañado de una fina capa de la misma tonalidad que descansaba sobre sus hombros, sus manos no muy visibles, poseían guantes blancos, las cuales creaban un contraste muy obvio en su vestimenta, ocultando unos dedos largos y finos. Además del porte regio que se manejaba con solo estar ahí parado, haciendo nada. Su presencia era simplemente arrolladora, inspirando tantas cosas que no podían describirse con palabras, y mostrando la elegancia del dichoso ser en frente suyo.
¿Acaso había muerto y no se había dado cuenta?
Su corazoncito comenzó a latir con fuerza en su caja torácica, por otra razón que no era el miedo, luego de que ese olor tan característico y especial invadiera sus fosas nasales, las cuales eran tan sensibles y susceptibles a pesar de su edad.
- ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda, pequeño cachorrito? -hasta su voz era una maravilla, aterciopelada en conjunto a ese tono grave y profundo que poseía.
Jungkook solo asintió, no se sentía preparado para hablar, mucho menos con ese ser tan etéreo que se encontraba a una considerable distancia, pero que era la justa para que el azabache pudiera observarle a la perfección y tratar de descubrir si tenía alguna mala intención.
Aunque lo cierto era que le daba un poco de vergüenza verle directamente a los ojos, que eran de un precioso color escarlata, tan profundos que sentía que podría perderse en ellos sin problema, volviendo más hermoso aquel rostro de finos y encantadores rasgos, acompañado de tiernos lunares que no podían pasar desapercibidos.
-Ven, sal de ahí. -pidió con suavidad. - No nos expongamos de esta forma, el calor se está intensificando cada vez más y nos puede hacer daño.
El menor hizo caso sin rechistar, luego de escuchar ese tono tan tranquilizador, que le transmitió la calma y paz que necesitaba, a pesar de que momentos atrás había estado a la defensiva por puro instinto de supervivencia. El azabache no tardó en arrastrarse por el suelo para salir, dejándose ver completo ante el peligris. El mayor pudo notar que tenía unas pequeñas heridas en las porciones de piel que se podían ver, seguramente había escapado de algo o alguien y en el trayecto las ramas le fueron arañando y lastimando. Sus orejitas peludas estaban gachas y literalmente tenía la cola entre las patas.
-Debemos curarte, ¿sí? -informó con una suave sonrisa que le dio mucha más confianza al menor, este solo asintió quedito con un pequeño puchero entre sus finos labios, causándole unas inmensas ganas al contrario de abrazarle y mimarle. - Bien, dame tu manito.
El azabache le extendió su mano y el vampiro la tomó sin dudarlo. El menor resintió no poder sentir su piel gracias a aquel guante blanco, pero sabía que eso era lo de menos. Su lobito interno, que había estado escondido por el miedo vivido, ahora estaba más que presente, moviendo su colita de un lado al otro demostrando que estaba muy a gusto con la presencia del bonito peligris.
-Soy Taehyung, cachorrito. - se presentó y Jungkook afirmó con un suave movimiento de cabeza. Volviendo a repetir en sus pensamientos aquel nombre tan bonito y que le parecía completamente adecuado para el mayor. - Te voy a ayudar así que no debes tener miedo, yo te cuidaré.
-Sí... - mencionó con una voz bajita que hizo tranquilizar al peligris.
-Vamos. - y así ambos seres se retiraron lo más rápido que pudieron de aquel lugar, sin mirar atrás.
¿Qué les esperaría más adelante?
Continuará...
Al fin logré sacar a la luz este fic al que considero mi bb, porque la idea la tenía planeada desde hace tiempo, y todo su desarrollo me emociona mucho, es literalmente mi propio universo alternativo en todo el concepto de la palabra, por lo que espero se enamoren de todo lo que narraré en cada capitulo.
Una vez más me aventuraré con la fantasía, incluyendo el tema de los seres sobrenaturales, así que veamos que sucede, acompáñenme en esta nueva aventura, pues realmente confío en obtener un buen resultado. No olviden que me motivan mucho con sus estrellitas, comentarios y votos, los quiero un montón uwu.
P.D: Kaibutsu significa monstruo en japonés, así que ojito con ello *guiño, guiño*
Mie Shiro
