Histoire courte
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Profesor de vida

La primera vez que vi al profesor Rojas fue en mi primer día de secundaria. Entró en clase, se presentó, abrió la ventana y arrojó un trozo de tiza desde el quinto piso. Cuando la tiza se estrelló en el suelo, gritó satisfecho: "chicos, esto es la física". En las asambleas en el colegio hablaba con la misma pasión de un político revolucionario latinoamericano y nos recomendaba siempre pensar con el corazón antes que con el cerebro. Enseguida le caí bien, yo era el chico más problemático del instituto y probablemente fue eso lo que le animó a protegerme y a guiarme. Cuando mi padre murió y yo no me llevaba muy bien con mi madre, él me invitó a estar un tiempo en su casa, un chalet en las afueras que compartía con su hija que tenía más o menos mi edad. Por la noche me contaba historias de su juventud en los años setenta en una ciudad que había perdido muchos de sus hijos por culpa de la política. Yo solía robarle la hierba que escondía en una cajita de madera en el salón y me pasé tres meses en su sofá sin pagar nada de alquiler. En todo este periodo, mi profesor de matemáticas y física fue mi padre, mi hermano mayor y mi mejor amigo. Aunque hayan pasado más de veinte años, todavía lo recuerdo con mucho cariño. Me gustaría decírselo, pero hace tiempo que perdí todo tipo de contacto con él. Al final, los buenos maestros no esperan agradecimientos si no que, como decía mi abuela, hacen el bien y se olvidan de haberlo hecho.

14 Février 2022 12:48 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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